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Coyuntura política, alianzas y primera vuelta

Fuentes: Rebelión

Luego de la realización de las elecciones legislativas del 11 de Marzo y de las consultas para definir los candidatos presidenciales de la extrema derecha y el de los sectores alternativos al régimen político colombiano, se va clarificando el panorama y con él, van surgiendo elementos que indiscutiblemente determinarán el desarrollo del proceso que definirá […]

Luego de la realización de las elecciones legislativas del 11 de Marzo y de las consultas para definir los candidatos presidenciales de la extrema derecha y el de los sectores alternativos al régimen político colombiano, se va clarificando el panorama y con él, van surgiendo elementos que indiscutiblemente determinarán el desarrollo del proceso que definirá el nuevo huesped de la Casa de Nariño.

Es preciso, entonces, ubicar los realinderamientos de fuerzas y la configuración de las alianzas de cara a la primera vuelta, el próximo 27 de Mayo.

Por un lado, la ultra derecha colombiana va dividada con dos apuestas: Iván Duque y Germán Vargas Lleras. La primera, se nutre de un voto duro, ideológico, que defiende a capa y espada las tesis más recalcitrantes de esa tradición, así como de una gruesa franja que brinda su respaldo aupada por el miedo a la «venezolanización castrochavista» del país. Su principal aditivo, ha sido lograr sumar a gran parte de las bases conservadoras que acompañaron a Martha Lucía Ramírez en la consulta. La segunda, es respaldada por una basta red clientelar a lo largo y ancho del territorio nacional, que basada en la burocracia estatal y privada, así como en alianzas con cuestionados caciques y mafias regionales, han consolidado una maquinaria poderosa que logró aumentar de manera significativa su representación parlamentaria (pasó de 9 a 16 senadores y de 16 a 30 Representantes a la Cámara), sirviendo de colchón para una candidatura que poco cala en la opinión y en el electorado de a pie. El peso de la imagen negativa de su candidato, de los múltiples hechos de corrupción de su partido, Cambio Radical, así como lo poco que sumó su alianza con Juan Carlos Pinzón, están pasando factura.

Los dos sectores, apuestan por ir más allá de sí mismos y poder sumar otras fuerzas para fortalecerse de cara a la primera vuelta. Es así como entran en el juego electoral los partidos que no tienen apuestas propias de forma oficial: el Partido Conservador y el Partido de la U. En aquel, gran parte de su electorado se movió tras la figura de Martha Lucía Ramírez como fórmula de Duque, pero a su vez, ha tenido impacto el nombre de Pinzón como fórmula de Vargas por su pasado azul y por la ascendencia interna de la imagen de su padre. En la U, donde reina el pragmatismo oportunista, no hay aún unidad de criterios frente a quién darle el respaldo de su diezmada pero nada despreciable maquinaria. Por un lado, un grupo de senadores ha planteado públicamente su respaldo a Duque (Amín, Pulgar, Name, Besaile, etc), por otro, algunos se han inclinado por respaldar a Vargas Lleras (Lizcano, Maritza Martínez y hasta el propio Santos) y finalmemte, reducidos sectores han planteado una apuesta de centro que han denominado «Sergio de la Calle» (Barreras). En todo caso, lo seguro es que, a pesar de las definiciones oficiales, no existirá unidad de cuerpo en estos partidos para respaldar a uno u otro candidato, por lo que sus liderazgos terminarán por definir sus apoyos según sus afectos y afinidades.

Los liberales y su candidato, Humberto de la Calle, siguen impulsando su campaña en medio de grandes tensiones internas que han estremecido sus propias huestes. Un conglomerado de congresistas, han puesto en entredicho la legitimidad del ex presidente César Gaviria como Jefe de sus filas, llegando incluso a proponer su renuncia y plantearle a De la Calle que asuma en su reemplazo (Velazco, Serpa, Cristo, etc). Este núcleo, plantea la necesidad de seguir acompañando su propia candidatura, aún en contra de posiciones que pretenden arrastrar al Liberalismo a la campaña de Vargas Lleras, aunque carece de fuerza en la conducción interna para garantizar una conducta uniforme de sus Congresistas si se llega a confirmar la alianza con Sergio Fajardo, lo que los dejaría en una posición más débil aún que la actual.

En la Coalición Colombia, el candidato Sergio Fajardo sumó poco o casi nada al definir a Claudia López como su fórmula. Un acuerdo «yo con yo», en nada contribuye a la idea de forjar una gran alianza que le permita a los sectores democráticos disputar en mejores condiciones y con una fuerza multiplicada en la primera vuelta. Su negativa a avanzar en acciones que redunden en beneficio de las mayorías sociales del país, se justifican con la difusa idea de priorizar al «centro político» por sobre todo. En esta dirección, la tesis de evitar la polarización (representada por ellos en Duque y Petro) ha sido el argumento en boga para privilegiar acercamientos con el liberalismo y cerrarle la puerta, de paso, a cualquier opción de alianza con el candidato de la Colombia Humana, como lo han planteado Fajardo y De la Calle reiterativamente hace varios meses. El tintico solo a dos bandas lo confirma. La tendencia, se inclina a la imposibilidad de concretar una covergencia democrática más por las distancias programáticas e ideológicas, que por una simple y tierna razón de egos.

Gustavo Petro, ha aprovechado el camino ganado en el marco de la consulta para mantenerse como uno de los favoritos para hacerse con la Presidencia. Desarrollando una campaña austera, pero llena de extraordinarios actos proselitistas en plazas públicas del país, Petro ha cautivado a un electorado cansado de la guerra, de la corrupción y de la politiquería y lo ha hecho evidente con el histórico resultado de la consulta del 11 de Marzo. Faltando dos meses para la primera vuelta, es claro que aún no ha alcanzado su techo de crecimiento: Sus propuestas, que interpelan y esperanzan, pueden y deben seguir llegando a esa gran franja de la población que fue arrastrada al apoliticismo, manifestado en el ejercicio de la abstension, que hace dos semanas llegó alredor del 56 %.

La derecha, se ha encargado en el último tiempo de arrinconarnos, de llevarnos a su terreno, jugar su juego y atraparnos en la lógica del mal menor. La izquierda colombiana debe desprenderse del posibilismo, que la ha anclado a no creer en sus propias fuerzas para alcanzar sus objetivos políticos, dando lugar a la simplista elección del Ulises de Homero: atarse las manos por voluntad propia. Es hora de que la izquierda desate los nudos que se ha auto impuesto y que despliegue todas sus fuerzas para que el gobierno de transición, que implemente los Acuerdos de Paz y avance en las reformas urgentes, no quede en las manos de los de siempre, ni aún en la de aquellos que hoy se presentan como alternativos sin serlo.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.