Ante la crisis que atraviesa el sistema, y por ende el gobierno, se acentúa la lucha por las transformaciones políticas. Las propuestas y proyectos son bien disimiles y en su mayoría solo conllevan a reciclar el sistema a través de distintas reformas. No cambian lo esencial que acabaría de una vez por todas no solo […]
Ante la crisis que atraviesa el sistema, y por ende el gobierno, se acentúa la lucha por las transformaciones políticas. Las propuestas y proyectos son bien disimiles y en su mayoría solo conllevan a reciclar el sistema a través de distintas reformas. No cambian lo esencial que acabaría de una vez por todas no solo con las crisis periódicas que tantos males traen a nuestros pueblos, sino también con el mismo capitalismo y nos conduciría a una sociedad superior.
Esta crisis iniciada el 2008 no ha sido «resuelta». Mediante sistemas de rescates financieros y parches la han ralentizado prolongándola en el tiempo. De esta forma, sólo ha logrado expandirse a todos los continentes cuyos efectos son manifestaciones y conflictos sociales. La tónica de esta crisis se caracteriza por guerras, levantamientos populares, protestas sociales, represión, etc. Su tendencia es la confrontación entre las grandes potencias para la conquista de los mercados, única forma para salir de la crisis y mantenerse en el sistema capitalista. Los afectados son principalmente los países tercermundistas y los pobres de este planeta. Chile no está indemne ni ajeno a lo que ocurre en el mundo. Su economía dependiente lo torna extremadamente débil ante la hecatombe inevitable, cada vez más cercana de la economía mundial.
En este contexto surge nuestro proyecto. Nuestras propuestas básicas no rechazan el conjunto de proposiciones de gran parte de las organizaciones y colectivos anticapitalistas, sólo permiten ordenarlo a fin de lograr la unidad y un mejor desempeño.
El obstáculo principal (el gran capital)
Se considera transversalmente que el gran obstáculo para los cambios es la constitución pinochetista. Consideramos que la constitución política solo es la expresión normativa de las relaciones sociales y de producción, es la expresión jurídica que de ellas surge. El golpe de Estado de 1973 arrasó no solo con el sistema político sino también ocasionó profundos cambios al sistema capitalista adecuándolo a nuevas formas de producción y explotación de los trabajadores imponiendo el modelo neoliberal del cual Chile sería cuna de experimentación. La constitución impuesta en 1980 estaba destinada a darle legitimidad a la nueva cimentación económica y política.
La crisis por la que pasa Chile -y el mundo- es del sistema capitalista y su modelo. Su principal contradicción radica en el gran capital representado por la gran burguesía nacional y los sectores imperialistas dueños de las transnacionales, frente al pequeño y mediano capital de la clase pequeñoburguesa y el sector trabajador asalariado.
Por lo tanto, la tarea fundamental consiste en cambiar las relaciones de producción para pasar el control de la producción o su propiedad al conjunto de la sociedad chilena. El primer paso económico es socializar los medios de producción del gran capital.
Por otro lado cualquier Asamblea Constituyente convocada bajo la institucionalidad vigente solo lograría reciclar la existente que a su vez es la generada por Pinochet. Es necesario crear nuevas bases institucionales cuyo fundamento sea la participación de todo el pueblo. Hoy, el poder político está totalmente atrapado (cooptado) por la gran burguesía nacional y por el imperialismo.
Democracia Participativa
El sistema pinochetista, que la Concertación profundizó y perfeccionó, consiste que en todos las instituciones y organismos del Estado funcionen en interés del libre mercado, o sea, que sea controlado y orientado por el gran empresariado capitalista. Han tenido que pasar 25 años para que nuestro pueblo se dé cuenta de la gran estafa de esta democracia postdictatorial. Partidos, organizaciones o individuos que se han vinculado a las instituciones estatales se han transformado en empleados a sueldo del gran capital. El Parlamento se ha dedicado a legislar a favor de los intereses de este último, teniendo a los lobistas como intermediarios o vinculándose directamente con los empresarios cuando las circunstancias lo han ameritado. La escandalosa corrupción refleja el desparpajo con que se compra a cualquiera que se oponga a los intereses del gran capital. La opinión pública de la corrupción conoce apenas la punta de la madeja.
El nuevo poder político si no es constituido y representado por el conjunto del pueblo no resuelve la contradicción principal existente entre el gran capital y el pequeño empresario más el sector asalariado.
La democracia representativa es inviable para resolver los problemas porque se ha transformado en un sistema adormecedor de las inquietudes de nuestro pueblo, donde sus «representantes» y los medios de comunicación de masas son comprados o elegidos por sistemas espurios totalmente funcionales a los intereses del gran empresariado. Las transformaciones reales sólo son posibles dentro de una democracia participativa -estructurada en diferentes niveles: comunal, provincial, regional- que genera instancias de poder político en todo el país y desemboca en una Asamblea Nacional y Popular. De ser necesario a las zonas densamente pobladas se le incorporarían otras instancias intermedias.
Industrialización del país (El país que necesitamos)
Toda propuesta o proyecto debe considerar un plano económico cuyo objetivo es poner fin a los vaivenes cíclicos del capitalismo. Con 500 años de existencia, y casi 300 de dominación, no ha logrado acabar con la miseria, guerras, corrupción, injusticias y constante inestabilidad. Esto solo se puede lograr superando el sistema capitalista para pasar a uno constituido por nuevas formas de producción cuyas relaciones no sea supeditada a las leyes mercantiles.
La sociedad -cualquiera que fuere- debe partir con un plan de industrialización del país cuya meta sea la autosustentabilidad e independencia económica frente a los designios del imperialismo. Esto solo se puede realizar si el control de la gran producción pasa a manos del Estado mediante nacionalizaciones, estatizaciones u otros medios.
Reconstrucción de una Fuerza Popular (Unidad)
La reconstrucción de una fuerza popular capaz de ser alternativa política, no pasa por las formas de lucha sino por las propuestas ajustadas a la realidad en que vivimos y a los intereses de nuestro pueblo.
Las distintas formas de lucha política son impuestas por las clases dominantes y gobernantes, en la medida del fracaso de sus propios proyectos, al romper con la propia legalidad por ellos erigida. Lo acertado de nuestras propuestas se validará con el exitoso desarrollo de determinada forma de lucha que es difícil definir a priori, por lo cual es indispensable estar preparados para todas.
Los revolucionarios deben recurrir a todas las instancias de expresión política para denunciar y combatir a las fuerzas reaccionarias y dominantes, como también para combatir la demagogia y el oportunismo con que la casta política pretende engañar a nuestro pueblo. La lucha política debe pasar por una previa confrontación ideológica. Solo así iremos reconstruyendo una verdadera fuerza popular.
Elecciones municipales (táctica y unidad)
Se avecinan las elecciones municipales. Hoy, las municipalidades constituyen centros de corrupción y de enriquecimiento ilícito de sectores de la casta política. Desde este punto de vista, no podemos pretender que mediante el control de las alcaldías se puedan mejorar las condiciones de nuestro pueblo. Es necesaria tanto una reestructuración de fondo del sistema municipal como del Estado. No obstante, la participación en dichas elecciones puede ser muy provechosa para la construcción de nuestras fuerzas.
Es de vital importancia una campaña electoral para denunciar al gobierno y sus amos, para presentar nuestros proyectos de reconstrucción, para ir probando y curtiendo a los dirigentes populares honestos y, en definitiva, para ir creando un gran Frente Popular para las venideras batallas. Es la ocasión ideal para ir conformando asambleas populares, gérmenes de una nueva democracia participativa.
CONCLUSIONES (Estrategia y Táctica)
De todo lo anterior se desprende algunas propuestas o puntos básicos como tareas básicas.
1.-Convocar a un plebiscito para disolver el parlamento y convocar a un gobierno de transición que tenga como misión la estructuración de una nueva democracia participativa.
2.- Pasar al control del Estado las grandes empresas nacionales y transnacionales.
3.- Reestructurar el ejército sacando a todos los golpistas y violadores de DDHH; elaborar una doctrina de seguridad nacional basada en la amistad y solidaridad con los pueblos de la región. Históricamente el país ha sido amenazado e intervenido por países imperialistas, estos son el enemigo más probable para el cual deben prepararse nuestras FFAA.
4.- Traspasar la banca y el sistema financiero al control del gobierno de transición y del Estado.
5.- Una vez estructurado el nuevo sistema democrático, convocar a la Asamblea Constituyente.
6.- Utilizar la campaña electoral para transmitir y divulgar nuestras propuestas.