Cuando en materia de presuntos éxitos económicos se suele hablar de América Latina, los organismos internacionales ligados a los intereses del gran capital trasnacional, el primer ejemplo que muestran en este sentido es Chile, puesto que es el país que desde la época de la dictadura a seguido a «pies juntillas» los postulados económicos neoliberales […]
Cuando en materia de presuntos éxitos económicos se suele hablar de América Latina, los organismos internacionales ligados a los intereses del gran capital trasnacional, el primer
ejemplo que muestran en este sentido es Chile, puesto que es el país que desde la época de
la dictadura a seguido a «pies juntillas» los postulados económicos neoliberales y de libre
mercado, que ha generado un empobrecimiento cada vez mayor de las grandes mayorías
de la población y por ende grandes injusticias y desigualdades sociales.
Sin embargo en el caso de Chile, desde el punto de vista técnico, sus éxitos económicos, sólo
suelen favorecer a los grandes capitales criollos y extranjeros, siendo uno de los países con
la peor redistribución de la riqueza y en donde el «crecimiento con equidad» aún no llega a
los trabajadores, después de más de 14 años de gobiernos concertacionistas. La desigualdad
social se ha transformado al amparo de la económia heredada de la dictadura, en algo exce-
sivo y crónico.
Estas últimas semanas hemos conocido de los conflictos laborales de los trabajadores de la
Inspección del Trabajo, de la Asociación Nacional de Empleados Fiscales y de los Trabajado-
res Portuarios en el norte del país. En términos generales las demandas de estos trabajadores
son: aumento de sueldos por turnos trabajados, mejoramiento de las condiciones laborales
(trabajadores portuarios), en el caso de los trabajadores de la administración pública, sus
reivindicaciones más inmediatas son la no afectación por daños provisionales, esto quiere
decir que los trabajadores de este sector no pueden jubilar con solo un 30% del sueldo en actividad. Los trabajadores de la Inspección del Trabajo, solicitan un mejoramiento de sala-
rios y estabilidad laboral.
En la mayor parte de los conflictos, ya sea con las entidades públicas o privadas, por regla
general se arrastran desde varios años, sin que existan la menor disposición de la parte
patronal, por arribar a un acuerdo que deje satisfechos a ambas partes. La respuesta siempre
es la misma, no hay condiciones económicas para acceder a las demandas de los trabajadores.
En el caso de los gobernantes, sus mayores argumentos siempre son los mismos; estamos
en crisis económica, la recuperación aún no llega, la situación depende del comportamiento
económico mundial, etc. O sea un discurso que se viene escuchando desde la época de la dictadura. En el caso de Chile y pesar de los «grandes éxitos económicos», del aumento de
las exportaciones, lo cierto, es que a los trabajadores ese éxito no les llega por ningún lado,
y a duras penas deben sobrevivir con un poco más de 200 dólares mensuales( 145 mil pesos
chilenos).
La verdad es que habría que preguntarle al presidente Ricardo Lagos, a su ministro de
Hacienda, Nicolás Eyzaguirre, y a su ministro del Trabajo, Ricardo Solari, si ellos estarían
dispuesto a vivir con 145 mil pesos mensuales, para que sientan en carne propia las
«virtudes» de su modelo económico salvaje o esta nueva dictadura de los mercaderes, que
ha necesitado de un sistema democrático mediocre, protegido y heredado del régimen
militar, para beneficio de un 10% de los chilenos, que son los que perciben las rentas más
altas del país y en perjuicio de las grandes mayorías.
Las organizaciones de los trabajadores antes mencionadas, seguirán desplegando su lucha
por mejores condiciones de vida. Los trabajadores portuarios y de la Inspección del Trabajo
continuarán su conflicto de forma indefinida, mientras que los trabajadores de la adminis-
tración pública realizarán un paro general los días 26 y 27 de octubre, donde una vez más
dejaran establecido su derecho a obtener los beneficios de una económia de éxitos, como
pregonan los neoliberalistas de la derecha pinochetista y del gobierno de la Concertación.
Mientras los trabajadores de la Inspección del Trabajo, realizaban una manifestación pacífica
en el centro de Santiago, tocando pitos y portando carteles protestando por su situación laboral, imprevistamente la única respuesta que encontraron de las autoridades de gobierno, fue la
represión de las fuerzas policiales del Estado chileno.
Los dirigentes de la ANEF, cuando prestaban su apoyo a estos trabajadores en las afuera del ministerio del Trabajo, fueron detenidos Raúl de la Puente, presidente de la Asociación
Nacional de Empleados Fiscales, junto a Nury Benites, vicepresidenta de la ANEF, María
Rozas dirigente de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) y otros dirigentes sindicales que se encontraban en el lugar.
Lo cierto, es que desde la época de la dictadura, la única respuesta a las demandas de los
trabajadores por tener una vida más digna, siempre a sido la misma, la represión. Las autori-
dades de gobierno en su alianza con el capital nacional y trasnacional, siempre han acusado
a los trabajadores y sus organizaciones de hacer peticiones irreales, de subvertir el orden público, de violentistas y de terroristas, cuando se trata de la lucha por sus reivindicaciones
más sentidas.
De allí, que se ha venido produciendo un gran desencanto en la clase trabajadora chilena
con respecto a los gobiernos que han emanado de este conglomerado de partidos denomina-
dos Concertación por la Democracia. Después de más de 14 años de políticas antiobreras la
frustración y la desesperanza crece cada día en el pueblo chileno.
La Concertación solo ha privilegiado la estabilidad económica de unos pocos, ha evitado al
máximo el no tener conflictos con los empresarios, con los depredadores que tienen el poder
económico, no han estado por tocar en lo más mínimo los intereses del gran capital, por ello
que eso del crecimiento con equidad no es más que una falacia, ha sido la gran mentira del
gobierno de Ricardo Lagos y de sus antecesores….mientras tanto seguimos esperando una
nueva crisis económica, tal vez ligada al alza del petróleo, para que los trabajadores chilenos
una vez más tengan que seguir esperando y llenándose de frustraciones.