La destrucción de empleo es evidente en el país a pesar de que la economía haya crecido. Aquí se explican las razones
En el 2019 la economía colombina creció 3.3%. No obstante, este crecimiento no tuvo ningún impacto positivo sobre el empleo. La tasa de ocupación disminuyó en 1.16 puntos porcentuales (pp) y el desempleo aumentó 0.82 pp, lo que se tradujo en 209.029 personas desempleadas más que en 2018.
El crecimiento del PIB en Colombia se sustentó principalmente en el denominado “gasto de consumo final”, que creció 4.6%, compuesto principalmente por el “consumo de los hogares”, que creció 4.6%; el “gasto del consumo final del gobierno”, que creció 4.3%; y por el gasto de las empresas, o “formación bruta de capital, que también creció 4.3%. En este contexto, las exportaciones crecieron 3.1%, mientras que las importaciones lo hicieron en 9.2% [1].
El consumo de los hogares, más el consumo del gobierno, más el gasto de las empresas, constituyen la denominada “demanda interna”, que es la locomotora que empuja el crecimiento económico de una nación, pues sin consumo no hay demanda, y sin demanda ninguna actividad económica tiene sentido. Todas las empresas y emprendimientos tienen posibilidades de desarrollo y éxito sólo sí, efectivamente, existe la expectativa cierta de que el bien o el servicio que se ofrece encuentran clientes potenciales dispuestos a pagar por ese bien o ese servicio, expectativa que tiene relación con la capacidad de compra de la población.
En este sentido, el principal componente de la demanda interna lo representa el consumo de los hogares, que equivale al 64.6% de la demanda interna y al 69.8% del PIB. En tanto que los otros dos factores: el gasto final del gobierno y el gasto de las empresas, representan el 14.7% y el 20.6% de la demanda interna, respectivamente.
Los diferentes componentes del consumo de los hogares los detalla el DANE en la tabla siguiente:
Como se ve en la tabla, el principal componente del consumo de los hogares son los gastos relacionados con el sostenimiento del hogar: alimentos y bebidas no alcohólicas, que representan el 17% del consumo de los hogares, seguido de alojamiento, gas, agua, electricidad y otros combustibles (15.6%); muebles y artículos para el hogar (4.2%). La tabla muestra también los otros componentes claves del consumo de los hogares, como transporte (9%), salud (8.1%), prendas de vestir y calzado (6.8%), recreación y cultura (5.7%), educación (4.1%).
Aquí por lo menos caben dos preguntas: ¿qué pasaría con el crecimiento de la economía si la remuneración de las y los trabajadores (que representa el 50.3% del consumo de los hogares) fuera mejor de lo que es hoy? Y la segunda pregunta: ¿qué efecto tendría sobre el PIB una mejora en la distribución del ingreso tal que nos coloque en la media de los países de la OCDE, países en los cuales la remuneración del trabajo representa más del 50% del PIB, en tanto que en Colombia representa apenas el 34% del PIB.?
El efecto sería evidente: mejor alimentación, mejor vivienda, mejor educación, mejor salud, más gasto en cultura y en recreación, mejor calidad de vida para los hogares y mayor inclusión y democracia económica. Incremento que tendría un efecto positivo sobre la demanda agregada de todas las actividades que componen la economía y, por lo tanto, sobre el empleo. Pero en Colombia no ocurre así: el crecimiento de la economía no se acompaña de mejores salarios, ni de una mejor calidad del empleo, ni de una mejor distribución del ingreso.
Es lo que explica por qué un crecimiento del 3.3% del PIB, en vez de traducirse en más empleo, en Colombia significa más desempleo.
Es lo que explica por qué un crecimiento del 3.3% del PIB, en vez de traducirse en más empleo, en Colombia significa más desempleo. Así en efecto ocurrió en 2019, año en el que la ocupación por ramas de actividad disminuyó en 169.874 personas.
Resultado que guarda directa relación con el comportamiento de las diversas actividades económicas: el sector agropecuario creció 2%, pero presentó 201.390 menos empleos que en 2018; la industria manufacturera creció 1.6%, pero presentó 71.609 menos empleos que un año atrás; transporte, almacenamiento y comunicaciones crecieron 4.4%, pero la población ocupada en estas actividades se redujo en 41.784. Las actividades inmobiliarias y de servicios a las empresas crecieron 3%, pero tuvo 79.134 personas ocupadas menos que en 2018; minas y canteras crecieron 2.1%, pero con 10.167 trabajadores menos.
El empleo aumentó únicamente en las actividades de suministro de electricidad, gas y agua, con 199 trabajadores adicionales, y con un crecimiento en el PIB del 2.8%. También en comercio, hoteles y restaurantes, con 40.514 trabajadores más, y un crecimiento del 4.9% (cerca del 75% del empleo en estas actividades es precario y sin protección social); la actividad financiera y de seguros, que creció 5.7%, tuvo 9.846 empleos más que en 2018.
Los servicios comunales, sociales y personales crecieron 4.3% y generaron 65.998 empleos más que en 2018; educación creció en 4.5% y en 6.3% crecieron las actividades de atención a la salud humana y servicios sociales. La construcción presentó un crecimiento negativo: -1.3%, pero generó 117.273 más empleos que en 2018.
En 2019, el consumo de los hogares se benefició del incremento notable de las remesas que enviaron los colombianos residentes en el exterior. Éstas alcanzaron una cifra récord de $22 billones. Como lo señala un documento de Bancolombia, citado por la Revista Dinero “el principal efecto de las remesas es que para los hogares colombianos implican más recursos netos que cualquiera otro producto de exportación, incluyendo el petróleo. Los patrones de gasto de las familias que reciben remesas han sido determinantes en el crecimiento económico de este año. Sin esos recursos, el país no habría crecido al 3% hasta septiembre, sino 2,3%, calculan los expertos de Bancolombia”.
La cancillería colombiana informa quedel país han migrado aproximadamente 4.7 millones de personas, 790.460 de ellos desde marzo de 2013 hasta marzo de 2019. [1] Todos sabemos que las principales causas de la inmigración de colombianos es la pobreza, relacionada con altas tasas de desempleo, empleos precarios, bajos salarios y la violencia.
Lacras que en parte podrían superarse cumpliendo el acuerdo que permitió acabar el conflicto con las FARC, el cual tiene componentes como el capítulo agropecuario, que implica la construcción de un país más democrático y moderno. También estas lacras se superarían mejorando los salarios y la distribución del ingreso, lo cual tendría un efecto directo sobre el crecimiento de la economía, el empleo y la calidad de vida de la población. Y no dependeríamos tanto de las remesas que envían los migrantes.
Se superarían, en fin, implementando un modelo de desarrollo que abandone la estrategia de perdedores que tenemos con el extractivismo; un modelo que se apoye en el mejoramiento de la educación, en el crecimiento de los recursos para investigación y el desarrollo, y en el aprovechamiento sostenible de nuestra gran diversidad humana y ecológica.
Nota:
[1] DANE, Cuentas trimestrales Anuales, Producto Interno Bruto desde el enfoque del gasto.
Héctor Vásquez Fernández. Analista ENS.
Fuente: http://ail.ens.org.co/opinion/crecimiento-economico-con-destruccion-de-empleo/