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Crisis, capitalismo y dialéctica

Fuentes: Rebelión

La crisis en el capitalismo es un tema que debe someterse a constante estudio por parte de teóricos, tanto pro-capitalistas como por anti-capitalistas. Los primeros, para darle continuidad a su sistema, a partir de comprender aquello que pueda causarle daño, y entonces buscarle solución. Los segundos, para poder -desde comprender las mismas deficiencias inherentes al […]

La crisis en el capitalismo es un tema que debe someterse a constante estudio por parte de teóricos, tanto pro-capitalistas como por anti-capitalistas. Los primeros, para darle continuidad a su sistema, a partir de comprender aquello que pueda causarle daño, y entonces buscarle solución. Los segundos, para poder -desde comprender las mismas deficiencias inherentes al sistema- intentar superarlo.
Claro está que la segunda postura no solo compete a teóricos revolucionarios -si de materia de acción política se trata-, sino a los revolucionarios en general, por tanto, a todos aquellos que de una manera u otra luchan contra el orden mundial imperante, sin distinción alguna.
Pero como toda práctica siempre puede asociarse a un esquema lógica, a una teoría, a un ordenamiento con una dimensión subjetiva, prefiero mirar la parte «teórica». Después de todo, en base a esta se ha hecho mucha actividad anti-capitalista y socialista.
Me gustaría acotar la cuestión de las crisis, a cómo esta ha sido abordado por el marxismo clásico. Asumiré por «clásico» aquí a todo aquel que se ha guiado por las enseñanzas de Engels, y todas sus consideraciones alrededor de la obra de Marx. También, es necesario tener en cuenta que no trato aquí ninguna de las separaciones que se le hacen a la crisis -en un sentido de coyuntural, sistémica, estructural, u otro marco de clasificaciones-. Me refiero simplemente a la crisis en general.
Dicho marxismo clásico, ha levantado sus bases de pensamiento político y teórico sobre una interpretación de la causa de las crisis: es generada por la contratación fundamental del sistema; es decir, la causa está dada por el carácter cada vez más social de la producción y más privado de la apropiación por otro lado, lo que hace que entren en contradicción estas dos dinámicas (1 pág. 352).
A simple vista, y al pensamiento entrenado desde ese enfoque, de seguro parece muy lógica tal explicación, además de que es respalda por una fuerte evidencia empírica, donde numerosos estudios muestran que el capitalismo cada vez hace más socializada la producción, y más privada la apropiación, lo que genera una polarización de la riqueza (2).
Para poner esta idea en cuestión, lo primero sería pensar en su implicación práctica. Si la causa de la crisis es la mencionada anteriormente, sería recomendable para evitar su efecto (pobreza para la clase obrera), cambiar ese carácter cada vez más injusto de la distribución. No es nada casual que la mayoría de los proyectos revolucionarios -o al menos una parte representativa de estos- se hayan concentrado en modificar el tipo de distribución de la riqueza.  Con un mecanismo más justo, se podría corregir el capitalismo y generar una sociedad mejor, se piensa.
No dudo de que tal explicación de la crisis sea cierta, ya que sí se cumple esa dinámica excluyente en el sistema mundo. Pero ¿podemos situar la contradicción esencial del capitalismo en el plano de la circulación?
Téngase en cuenta que, al ser la crisis causada por la contradicción fundamental capitalista, el hecho de que la primera exista, es la señal de que se manifiesta la segunda. Por tanto, hablar de crisis, es hablar de la contradicción del sistema.
Es necesario aclarar también por qué se afirma aquí que dicha contradicción se sitúa en el plano de la circulación. Lo primero, es que si bien la contradicción mencionada habla de la producción (de su socialización), esta es de carácter ascendente siempre; como expresión de la interconexión del mundo -tendencialmente en aumento-, la producción es cada vez más social. Por lo que ese proceso no es algo propio del capitalismo. No es generado precisamente por ese sistema, cuando más, es acentuado.  Por lo que en todo caso, la contradicción está dada por cómo se asume dicha socialización: por la apropiación de la riqueza -que por aquella socialización se genera-, y que crea esos efectos al  ciclo económico. Es decir, la causa de la crisis -la que está en cuestión- no es otra que la incorrecta dinámica de apropiación del producto social -privativa-, lo que sitúa la problemática en la distribución, como puede apreciarse.
Por otro lado, solo habría que mencionar, que con la referencia al carácter social de la producción, no se habla de la producción propiamente, sino de una expresión en el plano de la organización social (socialización ascendente) del desarrollo productivo. Términos estos que no están en el plano de la producción. Por lo que se puede concluir, que la causa de la crisis no está dada -teorizada- en la producción, por ninguno de los dos elementos que la conforman.
Hay que recordar que un enfoque marxista consecuente, en otras palabras, dialéctico, implicaría comprender el sistema capitalista, la causa de su crisis -su contradicción fundamental-, como un fenómeno asociado a la producción. La producción aquí no es entendida como el proceso productivo en un sentido estricto, sino amplio, como producción material y espiritual, como producción de intersubjetividades, de espacialidad, de relaciones de poder y de propiedad.
Esa manera de abordar al capitalismo, remite a algunos aspectos esenciales de orden metodológico. Dado que con el método dialéctico la economía política  intenta explicar el capitalismo, debe verse este en auto-movimiento, en su producir y su reproducir -ampliado- de sí mismo. Y no poner su contradicción en un esquema kantiano de dos elementos diferentes.
El sistema en auto-movimiento debe pensarse que produce y reproduce sus capacidades productivas -sentido amplio-, que a la par estas constituyen sus necesidades de reproducción. La contradicción ahí, debe saberse en los marcos de dicho auto-movimiento. Tal y como ocurre con un organismo, que al reproducirse -no se hace referencia a la procreación, sino a su reposición- se auto-conserva, y por tanto, renueva su existencia -movimiento-, a partir de la reproducción -reposición-  de todo lo que le permite dicho movimiento, como pueden ser respirar, alimentarse, etc.
Esas capacidades productivas para el capitalismo, están dadas esencialmente por la condición de auto-reproducirse del capital, a partir de la acumulación, que no es más del proceso de auto-movimiento de este. En la acumulación, las capacidades del sistema adquieren dimensiones tales, que a este le cuesta digerirlas -ahora por exceso-.
De la misma manera que un corazón si late más rápido de lo que el cuerpo es capaz de soportar, se está en peligro, la capacidad productiva del capitalismo llegan al punto que el propio sistema no puede asimilar, es decir, que llega a tener una producción -sentido amplio- mayor que la que necesita -tiene más potencia de la que resiste-. Entonces, es que se hace notar el efecto en diferentes aspectos de la vida económica, política, social. Luego, vendría el reajuste que conduzca al «equilibrio».
Lejos de ser el problema de la forma de apropiación de la riqueza -que conduce a soluciones en la circulación-, la crisis del sistema está dada en la contradicción del capital (ismo) consigo mismo. Lo que sitúa la contradicción en la totalidad del sistema -y es la fundamental-, y no en un esquema que apenas recoge un aspecto de la socialización y la circulación.
La comprensión de la crisis del capitalismo -y la contradicción de la que es expresión-, lleva consigo mirar desde el esquema que dejó Marx, desde el capital, que es la relación que permite develar el devenir del sistema.
De  pensarlo así, las propuestas para sociedades que superen a la actual, se basaran en una rectificación de su auto-movimiento como sistema a partir de un reordenamiento del eje central de la articulación de la producción social (en un sentido amplio), por ende, en estudiar las dinámicas del capital, y desde ahí, pensar otras más favorable a la sociedad. Con ello, se podrá tener una visión cuyo horizonte implique transformar las formas y lógicas de producción social.
 Así evitaremos ver todo simplemente como resultado de la forma privativa de la apropiación, que ofrece un enfoque muy limitado, y que lleva a prácticas políticas en el largo plazo no resultan verdaderamente transformadoras, justo por sostenerse sobre la eliminación en la circulación de la polarización de la riquza.
Bibliografía
1. Rodríguez, Sarah. Fundamentos generales del Modo de producción capitalista. La Habana : Félix Varela, 2004.

2. Hardoon, Deborah, Ayele, Sophia y Fuentes-Nieva, Ricardo. 210 Informe de OXFAM. Oxford : Oxfam Internacional, 2016. ISBN 978-1-78077-997-3.

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