«El hombre nuevo… El hombre del siglo XXI es el que debemos crear, aunque todavía es una aspiración subjetiva y no sistematizada.» Ernesto Guevarai Palabras preliminares La alienación es un fenómeno social que aparece descrito en los textos de Karl Marx como un rasgo típico de la sociedad capitalista. Es el objeto de estudio de […]
«El hombre nuevo… El hombre del siglo XXI
es el que debemos crear, aunque todavía
es una aspiración subjetiva y no sistematizada.»
Ernesto Guevarai
La alienación es un fenómeno social que aparece descrito en los textos de Karl Marx como un rasgo típico de la sociedad capitalista. Es el objeto de estudio de los famosos Manuscritos económico-filosóficos de 1844. Sin embargo, es más, es una pieza clave de la dinámica de la lucha de clases. Es parte fundamental de la dominación total de la clase burguesa sobre el proletariado.
La explicación de este fenómeno consiste en una piedra angular de la concepción que Marx construyó sobre el proceso revolucionario que deberá desembocar en la liberación de la humanidad.
La teoría de la alienación ha dado lugar a numerosos debates en el seno del marxismo y fuera del mismo, por la fuerza intrínseca que posee, por su capacidad explicativa y, sobre todo, por su potencial revolucionario en el marco de la lucha por el socialismo y en el seno mismo de las sociedades dirigidas por partidos comunistas, como demuestra Adam Schaffii.
Para nosotros es un instrumento fundamental para la comprensión de la actual crisis política de la lucha del proletariado mundial, en el momento mismo de la crisis más profunda que jamás haya vivido el régimen de la esclavitud asalariada.
En estas fechas que corren, el capitalismo parece quebrarse al desplegar prácticamente todas sus capacidades destructivas, no precisamente las productivas, en una perspectiva que nos aterra y prácticamente mantiene maniatados en el borde de la barbarie y la posible destrucción del género humano.
Por esto, lo que se expondrá en seguida no es un esfuerzo por describir o interpretar la evolución del debate sobre la teoría la alienación, ni tampoco el desarrollo de la misma teoría en el pensamiento de Marx. Mucho menos se trata de dar una lección sobre los elementos constitutivos de esta concepción. No, de lo que se trata es de proyectar la luz que nos presta sobre varios aspectos del momento presente, momento de crisis estructural de la sociedad capitalista.
Las ideas expresadas son motivadas por la actitud manifiesta de nuestros jóvenes en esta universidad y están inspiradas por ellos y por mi experiencia como estudiante en esta institución, como docente en varias instituciones de educación superior y como obrero industrial que fui.
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Nuestro tiempo, nuestro problema
Ante nuestros ojos se despliega el mayor poder destructivo que la humanidad haya construido en toda su historia. Para mostrarlo, sólo consideremos tres ejemplos del mismo: el efecto enteogénico sobre el clima en el mundo, las guerras de agresión de las potencias imperialistas contra los pueblos musulmanes y la proliferación del consumo de drogas ilícitas.
Estos procesos provocan en las poblaciones del mundo una convicción de que no hay esperanza de un futuro para la humanidad, sobre todo entre la juventud. Pese a los esfuerzos del poder mediático de los grandes capitalistas, la ilusión de una sociedad prometida, donde el modelo del hombre posmoderno, solitario y autónomo, en su casona de lujo, armado con su veloz automóvil, su ordenador personal, su televisor y su teléfono móvil, prende poco o no prende contra la depresión y la angustia que se apoderan de las generaciones más nuevas, sometidas a presiones sociales enormes, especialmente marcadas por la pobreza y el desempleo. No es necesario demostrar mucho esto. Las llamadas «revoluciones árabes» nos lo muestran a las claras, como lo confirman los movimientos de indignados en España, o las revueltas estudiantiles en las capitales de las potencias imperialistas como Inglaterra y Francia, los amplios movimientos estudiantiles en Chile y Brasil y, dolorosamente, las batallas contra el crimen organizado, específicamente contra las bandas de narcotraficantes en México y Brasil, donde los ejércitos y policías se comportan como ejércitos de ocupación contra sus propios pueblos y causan miles de víctimas entre la población civil.
Es, además, un lugar común hablar de la generación perdida.
Al mismo tiempo, la sociedad capitalista ha desplegado un enorme potencial tecnológico que ha aumentado la riqueza social a proporciones multimillonarias. En un esfuerzo económico que involucra a prácticamente toda la humanidad, la producción de bienes y servicios ha crecido mucho, pero no es para el beneficio de la propia humanidad, sino para su descomposición.
Sólo consideremos las cifras del valor del PIB de algunos países, como Estados Unidos, la Unión Europea, China o, incluso como economía «emergente», la de México con más 14 billones de dólares las dos primeras, 10 billones de dólares el gigante asiático y un billón y medio de dólares nuestro país.iii Aquí «billón» es una medida del sistema métrico decimal y no del inglés, pues un billón significa para nosotros un millón de millones, a diferencia del inglés que significa mil millones.
O pensemos en el dato estimado del valor total del tráfico de drogas en el mundo, según la Oficina de Naciones Unidas para las Drogas y el Crimen: 320 mil millones de dólares.iv Cifra impresionante, pese a que debe ser tomada con reservas pues en los datos que aportaba el Observatorio Geopolítico de las Drogas en las vísperas del siglo XXI se consideraba el monto muy por arriba: cerca de 400 mil millones de dólares.
De esa riqueza producida por todos los trabajadores del mundo se apodera una minoría rapaz que se congrega en el llamado Club Bilderberg, integrado por invitación emitida por el presidente en turno, por unas 130 personas de la realeza europea, los principales accionistas de las grandes corporaciones, los políticos gobernantes en las potencias imperialistas y algunos dirigentes de los países llamados emergentes.v Su actual presidente es Étienne Davignon, político y hombre de negocios belga, según el diario español Hoy.vi Entre los poderosos que participan se cuentan, según la misma fuente, la reina Beatriz de Holanda, el director de la Organización Mundial del Comercio, Pascal Lamy, el presidente del Banco Central Europeo, Jean Claude Trichet, el ex secretario de Defensa de EEUU Donald Rumsfeld, el veterano político norteamericano Henry Kissinger, el banquero David Rockefeller o el matrimonio Gates. Y la agencia EFE agrega al final de la nota que citamos: «Entre los principales impulsores figuran el ex ministro belga Paul Van Zeeland, el príncipe Bernardo de Holanda y el judío polaco y asesor político Joseph Retinger. Otros asistentes activos son el estadounidense Donald Rumsfeld, el irlandés Peter Shuderland o el ex presidente del Banco Mundial Paul Wolfowitz.»
Paul Joseph Watson, editor de Prison Planet.com nos informa que los pasados días del 9 a 12 de junio de 2011 se reunió el mencionado Club de la oligarquía mundial en el Hotel Suvretta House in St. Moritz, Suiza, en nota publicada el lunes 6 de junio de este año, en la cual consigna que el dirigente Dominique Baettig, del más grande partido de ese país, el Partido Popular Suizo, exigió al fiscal general de la Federación arrestar a Henry Kissinger como criminal de guerra si se presentaba a la reunión del Club, de la cual es un asiduo asistente. La acusación se basa en la documentación existente en ese país europeo por la complicidad de Kissinger en numerosos crímenes de guerra en Indochina, Bangladesh, Chile, Chipre y Timor Este con base en las disposiciones de las Convenciones de Ginebra sobre la materia.vii Desde luego, esta acusación no es una novedad. Lo nuevo es que la opinión pública está ahora más informada sobre las actividades de esta plutocracia criminal y belicista.
Según datos publicados en 2007, la distribución de la riqueza mundial era así:
«En el planeta, el 1% de los adultos más ricos acapara el 40% de los activos globales, el 2% detenta más de la mitad y el 10% concentra el 85.1% de la riqueza global. En el extremo opuesto, la mitad más pobre de la población adulta del mundo únicamente posee el 1.1% de la riqueza global.»viii
De este modo, el potencial productivo de la humanidad se halla concentrado en unas cuantas manos que, de acuerdo con la revista Forbes, no rebasa a las mil personas al contabilizar a los multimillonarios del mundo.ix
Pero esa riqueza no está para las necesidades de las personas, como puede verse tan solo en las crisis humanitarias que se viven en Somalia y en Palestina. Esa riqueza está orientada a la generación de más riqueza, vale decir, es capital que debe valorizarse, convertirse en más capital. Por lo mismo, gran parte de esa riqueza es de consumo peligroso para la humanidad, insano y hasta destructivo, no sólo porque está constituida por armamento estratégico y convencional, sino porque está constituida por bienes de consumo que atentan contra el planeta. Consideremos tan sólo todos los productos ligados al transporte, basados en la quema de combustibles fósiles: el petróleo.
Esa riqueza amenaza al planeta en los efectos enteogénicos tan denunciados por distintos científicos y organizaciones especializadas en estudios del ambiente. De forma tal que es un hecho el fenómeno típico de la alienación, pero no individual como suele identificársele, sino genérica: nuestra producción se vuelve contra nosotros como una fuerza extraña que amenaza con destruirnos.
De esta tendencia han dado cuenta numerosos autores, pero destaca la autoridad moral y política del camarada Fidel Castro quien ha venido denunciando la demencial irresponsabilidad de los dirigentes del mundo burgués en sus famosas Reflexiones.
No sólo se trata de que dicha riqueza es ajena a nosotros mismos, sino que se contrapone a nuestra propia existencia.
Así, los descubrimientos científicos y las tradiciones más antiguas, también se vuelven contra nosotros. Es el caso del consumo creciente de drogas. Pese a que los datos disponibles de Naciones Unidas nos refieren que menos del 4% de la población mundial consume drogas, es decir cerca de 250 millones de personasx, vemos con claridad que se ha creado un problema de dimensiones mundiales que significa un enorme esfuerzo económico, político y militar para presuntamente eliminarlo.
Es un fenómeno caracterizado como criminal por Naciones Unidas desde 1988, cuando se firmó la Convención de las Naciones Unidas contra el Tráfico Ilícito de Estupefacientes y Sustancias Sicotrópicas, estableciéndose el régimen prohibicionista en el mundo, mediante el cual el gobierno de los Estados Unidos se convirtió en el adalid del control de las drogas ilícitas, dirigiendo una gran cruzada contra los ciudadanos del mundo en nombre de una supuesta incapacidad de los mismos para discernir sobre su propia salud mental.
Como lo explica Antonio Escohotado, se trata de una operación política en gran escala destinada a controlar la mente humana.xi Dice el autor:
«Pero si la meta es conquistar la mente de los hombres, es también cierto que la concreta existencia adjudicada hoy a individuos y grupos no puede esquivar desgarradoras contradicciones, cuyo espontáneo desarrollo conspira a favor de la cultura y contra la barbarie farmacológica. Basada la vida sobre el consumo masivo de evanescencias y trivialidades, quienes gestionan los colectivos contemporáneos tienen razones para temer una ampliación de la conciencia subjetiva tanto como los carceleros para temer que sus presos les abandonen por la vía del suicidio.»
Así, hoy es ampliamente conocido que entre las tácticas de los invasores de Afganistán e Irak se extiende la intentona de «ganar las mentes y los corazones de los nativos», es decir, convencerlos de las virtudes de su propia esclavitud.
Y, en este terreno, es indiscutible el servicio que prestan a sus intereses los combates contra las drogas, así en esta terminología imprecisa y falaz, pues su verdadero objetivo es controlar los mecanismos para estandarizar un conformismo histórico que nos ponga en los senderos del Mundo Feliz o de la descripción orweliana.
Y en todo ello juega su gran papel el Ministerio de la Verdad, constituido por las grandes agencias de prensa y los monopolios mediáticos, cuya estructura no es objeto de esta presentación, pero que se reduce a cinco agencias y un número también reducido de empresas de telecomunicaciones que dominan el espacio hertziano desde los satélites de comunicación, controlados a su vez por las agencias espaciales de los Estados Unidos.
Este oligopolio de la información se ocupa de la parte clave de la guerra psicológica: la construcción de los enemigos de la libertad de mercado. Entre ellos figuran los musulmanes, los traficantes y los movimientos de liberación nacional, en cuyas filas militan los comunistas, antiguos demonios de las pesadillas paranoicas de los dictadores del gran capital, todos ellos equiparados en el mismo fantasma del terrorismo internacional, como se denomina estratégicamente toda fuerza disidente y libertaria en el argot del militarismo imperialista.
Así, sin tener que avanzar muchos elementos, hemos visto que se ha descrito internacionalmente a los enemigos del mercado con los nombres más diversos, pero sobre todo, con los nombres que les demonizan y convierten en lo contrario de lo que son. De este modo, los comunistas en la desfalleciente URSS o frente al Muro de Berlín, eran los «conservadores» y los hoy guardianes del monopolio son los liberales, los defensores de las libertades y, mientras torturan y asesinan ciudadanos de distintas nacionalidades, son los defensores y calificadores de los derechos humanos. ¿Contradictorio o paradójico? No, sólo oximoron y la verdad oficial.
La prensa, la radio y la TV, los demiurgos de nuestros deseos como diría el viejo Adrono, los que nos dictan que debe gustarnos y qué no, son parte de esa maquinaria maravillosa que la humanidad ha construido para su propia destrucción, no por su calidad intrínseca, sino precisamente por su uso, determinado por la propiedad privada de esos medios que, en realidad, son espacios públicos.
Un elemento básico de la construcción de la demonología contra la liberación de la humanidad es el uso de todos los recursos para adormecer a la población, para usar palabras de Aníbal Ponce, educador latinoamericano.
La difusión selectiva y clandestina de las drogas psicotrópicas es de una gran utilidad estratégica. De entrada, su consumo constituye una estupidización directa de los usuarios, abusadores o no, y de los adictos. Simultáneamente, su prohibición constituye el pretexto perfecto para la represión directa, pero es también cobertura para la represión selectiva. Es un «sambenito» para descalificar a todo disidente, como por ejemplo la acusación sistemática contra las guerrillas en Colombia, Sri Lanka y Afganistán, de ser narcotraficantes o, cuando menos, proteger o aliarse con los narcotraficantes, dentro del ejercicio de la contraversión proyectiva de los rivales. La acusación de los crímenes que practican las potencias imperialistas. Como sucede claramente en Libia, donde la OTAN «protege» a los civiles, mientras bombardea a la población leal al régimen enemigo.
Este expediente se usó con sonoros fracasos en Kosovo, donde el presunto ejército de liberación, el ELK, está constituido por los criminales más connotados de ese enclave colonial. Así lo demuestran Matt McAllester y Jovo Martinovic en un artículo muy aleccionador publicado originalmente en GlobalPost y traducido al español por Sinfo Fernández en la reproducción de la revista electrónica Rebelion, la que lo ha puesto a la disposición de los hispanoparlantes.xii
Hay todo un consenso sobre el uso de estos expedientes de guerra psicológica contra el movimiento popular. Su objetivo es la criminalización de los revolucionarios y la anulación de la voluntad de lucha de los pueblos.
De suyo, el consumo de drogas lícitas, como el alcohol, el tabaco, los fármacos tranquilizantes, etc., tiene las mismas funciones de «soma» que las ilícitas y su uso es ampliamente difundido en tanto sirve perfectamente a los propósitos del capital, aunque tenga desde luego sus propiedades benéficas y necesarias.
Y, azorados, los jóvenes de hoy, ven como natural este dominio omnipresente. Es tiempo de que se le desenmascare. Queremos contribuir a esto.
Dejemos, por tanto, este ejercicio meramente descriptivo.
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La teoría de la alienación
A los 26 años de edad, Karl Marx escribió lo que se publicó casi cien años después. Los manuscritos económico-filosóficos, cuyo destino en 1844 no era su publicación, sino parecen más bien los apuntes del fundador del materialismo histórico para nuevas consideraciones.
No obstante, sin olvidar que ha habido un debate muy intenso sobre los mismos, el valor teórico de estas reflexiones es altamente estimado por marxistas y no marxistas.
Centralmente, escribe Marx en los Manuscritos… acerca de la enajenación, producto de la propiedad privada, lo siguiente:
«La enajenación del trabajador en su producto significa no solamente que su trabajo se convierte en un objeto, en una existencia exterior, sino que existe fuera de él, independiente, extraño, que se convierte en un poder independiente frente a él; que la vida que le ha prestado al objeto se le enfrenta como cosa extraña y hostil.»xiii
Más adelante nos dice que no sólo es un aspecto económico:
«En consecuencia, cuanto más se apropia el trabajador el mundo exterior, la naturaleza sensible, por medio de su trabajo, tanto más se priva de víveres en este doble sentido; en primer lugar, porque el mundo exterior sensible cesa de ser, en creciente medida, un objeto perteneciente a su trabajo, un medio de vida de su trabajo; en segundo término, porque este mismo mundo deja de representar, cada vez más pronunciadamente, víveres en sentido inmediato, medios para la subsistencia física del trabajador.»xiv
Para establecer, definitivamente, que la enajenación consiste:
«Primeramente en que el trabajo es externo al trabajador, es decir, no pertenece a su ser; en que en su trabajo el trabajador no se afirma, sino que se niega; no se siente feliz, sino desgraciado; no desarrolla una libre energía física y espiritual, sino que mortifica su cuerpo y arruina su espíritu. Por esto el trabajador sólo se siente en sí fuera del trabajo, y en el trabajo fuera de sí. Está en lo suyo cuando no trabaja y cuando trabaja no está en lo suyo. Su trabajo no es, así, voluntario, sino forzado, trabajo forzado. Por eso no es la satisfacción de una necesidad, sino solamente un medio para satisfacer las necesidades fuera del trabajo.»xv
En este primer manuscrito Marx define a la enajenación, para determinar en el tercero que el comunismo es la «superación positiva de la propiedad privada en cuanto autoextrañamiento del hombre, y por ello como apropiación real de la esencia humana por y para el hombre; por ello como retorno del hombre para sí en cuanto hombre social, es decir, humano; retorno pleno, consciente y efectuado dentro de toda la riqueza de la evolución humana hasta el presente.»xvi
Retengamos de este párrafo la distinción entre la condición del hombre en sí y para sí.
Años después, relacionado con esta situación enajenada, Marx describirá un aspecto esencial del capitalismo en su obra más reconocida, El Capital, cuando devela el fetichismo de la mercancía. Escribió:
«Por el contrario, la forma de mercancía y la relación de valor entre los productos del trabajo en que dicha forma se representa, no tienen absolutamente nada que ver con la naturaleza física de los mismos ni con las relaciones, propias de cosas, que se derivan de tal naturaleza. Lo que aquí adopta, para los hombres, la forma fantasmagórica de una relación entre cosas, es sólo la relación social determinada existente entre aquéllos.»xvii
«A esto llamo el fetichismo que se adhiere a los productos del trabajo no bien se los produce como mercancías, y que es inseparable de la producción mercantil.»
Mas adelante, profundizando su reflexión, escribió:
«A éstos (los productores), por ende, las relaciones sociales entre sus trabajos privados se les ponen de manifiesto como lo que son, vale decir, no como relaciones directamente sociales trabadas entre las personas mismas, en sus trabajos, sino por el contrario como relaciones propias de cosas entre las personas y relaciones sociales entre las cosas.»
Más abajo agrega:
«Por consiguiente, el que los hombres relacionen entre sí como valores los productos de su trabajo no se debe al hecho de que tales cosas cuenten para ellos como meras envolturas materiales de trabajo homogéneamente humano. A la inversa. Al equiparar entre sí en el cambio como valores sus productos heterogéneos, equiparan recíprocamente sus diversos trabajos como trabajo humano. No lo saben, pero lo hacen. El valor, en consecuencia, no lleva escrito en la frente lo que es. Por el contrario, transforma a todo producto del trabajo en un jeroglífico social.»
De este modo, nos encontramos cómo la enajenación en el capitalismo aparece en dos dimensiones. La primera, relativa a la separación del trabajador de su producto y su extrañamiento, y la segunda relativa a la conversión de ese producto en mercancía, la cual propicia que las relaciones sociales se vean más como relaciones entre las cosas. Es decir, que el trabajador y, con él, el mundo, se cosifiquen.
Sí, pues el trabajador es tal para el capital estrictamente en tanto mercancía que produce más mercancías, no como persona, sino como cosa.
Esta objetivación de los seres humanos es la clave de nuestro tiempo.
En el sentido descrito por Marx, posteriores pensadores aportaron respecto a la teoría de la alienación para desentrañar las condiciones de nuestro mundo contemporáneo.
No es nuestro propósito referir la historia de la teoría de la alienación o enajenación, sino sólo establecer que se han desarrollado esfuerzos considerables para desplegar esta teoría en varios campos del saber. Y precisamente en la lucha por constituir al proletariado como clase, como partido político capaz de derribar el régimen burgués y establecer la sociedad de transición hacia la eliminación de las clases sociales, es un esfuerzo por superar la enajenación.
Para el efecto de elevar la lucha económico corporativa de los trabajadores a lucha política y, eventualmente, a lucha político militar, para seguir la tesis de Gramscixviii, es necesario que el proletariado se sacuda esa condición alienada y avance en su consciencia de clase.
Porque una cosa es la existencia de la clase proletaria y otra que sus integrantes asuman su condición, primero, real, de desposeídos e identifiquen sus intereses con los de los demás trabajadores, y luego asuman su tarea histórica, vale decir, su consciencia de clase, su propia ideología como escribió Georgy Lukacsxix.
Desde el lado de la psicología también se ha abordado el tema de la enajenación y la consciencia de clase. Desde los trabajos pioneros de Wilhelm Reich, el libro sobre la sociedad capitalista estadounidense de Erich Fomm, las reflexiones al respecto de Herbert Marcuse, el trabajo de Fritz Pappenheim que lleva precisamente por título La enajenación del hombre moderno y el trabajo de Adam Schaff relativo a la historia de concepto, de su teoría y del debate en torno de la misma.xx
Es indiscutible el interés y la utilidad práctica de la teoría marxista de la alienación y aquí sólo mencionamos referentes para la interpretación que abajo se desarrollará sobre nuestro periodo. La filosofía de la praxis, como gustaba Gramsci de definir al materialismo histórico, es antes que nada el análisis concreto de situaciones concretas como estableció el gran dirigente de los revolucionarios rusos de principios del siglo XX, el inolvidable Vladimir Ilich Ulianov.
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Algunas hipótesis sobre la crisis de conciencia actual.
No se trata aquí de una mera reflexión teorizante de la situación, se trata más bien de una invitación a la acción.
La estrategia del imperialismo, decíamos, es anular la voluntad revolucionaria de los trabajadores del mundo. Y los titulares del poder del gran capital están dispuestos, mediante sus grupos en el poder, desde los strausianos estadounidenses, verdaderos fascistas, hasta las huestes de la socialdemocracia y el oportunismo, a que se realice a cualquier costo. Como ya vimos, en sus consideraciones juveniles, Marx sostenía claramente que para el capital la desaparición física de los trabajadores, su muerte, era un accesorio natural, propio del despliegue del proceso de producción. Jamás la burguesía se ha preguntado, como clase, sobre los significados de su proceso económico, sólo importan los resultados inmediatos. Ha sido la lucha de los propios trabajadores la que ha impuesto ciertas reformas al régimen de explotación, mismas que se han presentado como la humanización de la esclavitud asalariada, pero nada de eso cambia el fondo de la misma.
Ni siquiera los cambios tan pregonados por el despliegue de la mal llamada globalización.
Por esto, las hipótesis que queremos arriesgar son las siguientes:
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Existe una gran ofensiva expropiadora del capital desde 1980; la anulación del trabajo y de todas las fuerzas productiva
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Se constituye una cruzada mundial por la balcanización del mundo en un nuevo reparto de los recursos estratégicos, petróleo, agua y minerales: Yugoslavia, Irak y el Medio Oriente entero, África, Bolivia y Centroamérica.
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Hay una guerra contra los pobres del mundo: se trata de eliminar la migración.
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En México se despliega un plan estratégico de contención de la migración latinoamericana a EUA. Los Z son parte de ese plan, como Al Qaida es parte de la estrategia de sometimiento en los países musulmanes.
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Hay una clara guerra psicológica: el objetivo, someter a todos los pueblos en la estrategia de la aldea global.
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La juventud sobra y hay que deshacerse de ella.
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La barbarie es parte del cálculo de la oligarquía mundial.
Una revista necesaria
Reflexionemos un poco sobre la historia reciente del mundo. No haremos aquí un largo y profundo recuento, eso lo dejamos a especialistas que pueden ocuparse en espacios más grandes de los procesos en su despliegue molecular. Sólo consideraremos, con los riesgos que esto implica al soslayar muchas variables, las líneas centrales del curso de la lucha de clases en el mundo contemporáneo.
Cuando en 1974 se firmaron los Tratados de París que pusieron fin a la guerra de Vietnam y el heroico pueblo de esa nación indochina triunfó, muchos revolucionarios asumieron que era perfectamente posible la victoria del socialismo en un plazo corto, es más, que era inevitable. La alegría del momento anuló la visión analítica de una gran mayoría de militantes del movimiento revolucionario. Con excepción de las fuerzas revolucionarias ya enfrascadas en procesos político militares como en Centroamérica, Colombia, Timor y otros países, así como algunas organizaciones en nuestra América, los partidos y frentes de masas dirigidos por socialistas asumieron que era sólo cuestión de esperar el arribo del futuro luminoso. Las victorias sucesivas en Portugal de la revolución de los claveles y de la liberación de Angola, Mozambique, Guinea y Cabo Verde, así como el golpe de Estado contra Haille Selassie en Eiopía, parecían confirmar esta hipótesis.
Desde luego, hubo quienes cuestionaron tal desacierto y abandono de las teorías científicas sobre la revolución. El derrumbe del capitalismo no era una situación ni inevitable ni inmediata. Pronto, con el desarrollo del proceso revolucionario en Irán se vio que el proletariado no estaba precisamente en el curso histórico central en todo el mundo. La revolución de los ayatolas cuestionó muchas aseveraciones de las visiones eurocéntricas de la teoría.
Posteriormente, en un proceso de muchas dificultades para el movimiento comunista, en Polonia se vivió una paradoja política que inició la parálisis de las visiones dogmáticas, revisionistas y reformistas. La llamada izquierda vivió uno de los debates más intensos y desconcertantes de su historia, mientras los obreros se oponían activamente a un régimen instaurado en su nombre y derrocaban al Partido Obrero Unificado de Polonia, ni más ni menos, dirigidos por los católicos polacos.
Asimismo, en el debate de la llamada izquierda desde principio de los 70 se venía gestando un proceso liquidacionista en el seno de los partidos comunistas europeos, especialmente luego del ascenso popular del 68. Proceso que culminó con el desarrollo del llamado eurocomunismo, cuyo punto culminante fue el llamado «compromiso histórico» del Partico Comunista Italiano, bajo la dirección de Enrico Berlinguer, cuyo oportunismo jamás pudo ver cristalizado su anhelo de participar en el gobierno burgués y sí, en cambio, rindió las banderas del movimiento obrero más avanzado de la época.
Estas derrotas políticas dieron lugar a una derrota ideológica de dimensiones históricas, mientras el capital reiniciaba su ofensiva en gran escala. Primero mediante la modificación de los procesos de trabajo en las industrias de vanguardia, luego mediante la adopción de las llamadas políticas de choque, especialmente mediante las medidas reconocidas como «neoliberales» de los gobiernos de Ronald Reagan en Estados Unidos y de Margaret Tatcher en Gran Bretaña. Casi imperceptiblemente la clase obrera europea fue sometida, mediante la rendición no declarada de las directivas y direcciones revisionistas, oportunistas y reformistas que se entregaron a la burguesía sin lucha y rindieron a las centrales obreras. No haremos detalle de los sucesos de España, donde el engaño de la «transición a la democracia» alcanzó cotas ejemplares para todos en el mundo. Algunos años después, Felipe González disertaba en todas partes y hasta quería dirigir la transición en Cuba, más correctamente dicho, la rendición al imperialismo.
Aún hoy hay trasnochados que se creen esa historieta del Pacto de la Moncloa como la receta perfecta para negociar el poder con la burguesía. En México quizá resulten paradigmáticos los casos de José Woldenberg y de Profirio Muñoz Ledo. En esto el fracaso del PRD mexicano es también ejemplar.
De este modo, la década de los 80 representó para el movimiento revolucionario, para los movimientos obreros y populares y, en general, para el esfuerzo democrático, una época de derrotas y retrocesos enormes. Desde luego, la historia no es lineal y también hubo triunfos de los pueblos, pero la dialéctica entre la revolución y la restauración nos muestra un saldo negativo para la primera.
Por ejemplo, al tiempo que el Frente Sandinista condujo un proceso armado exitoso en Nicaragua que permitió la toma de poder en 1979, estimulando la revolución en sus vecinos El Salvador y Guatemala, la contraofensiva del imperialismo no se hizo esperar y nos impusieron una severa invasión en la Grenada socialista como preludio a la larga guerra de baja intensidad contra los pueblos centroamericanos que, como todos sabemos ahora, condujeron a derrotas de la revolución y que, con resultados muy disparejos, apenas se van recuperando las fuerzas del cambio con gobiernos socialdemócratas en Nicaragua y El Salvador.
Esa dialéctica de la lucha de clases nos mostró su cara más cruda con la derrota del movimiento comunista en Europa oriental. Es lugar común hablar de la caída del muro de Berlín, fórmula que encierra el triunfo ideológico de la burguesía, pues no hubo tal, sino que fue derrumbado por las ilusiones de una clase trabajadora que creyó más en el aparador capitalista que en las realidades del trabajo socialista. Hoy día los más de 2 millones y medio de desempleados (6.5% de la fuerza laboral) son testigos del fracaso del modelo capitalista, aunque se informa que es una tasa más baja de la que se presentó en el 2006, cuando alcanzó más del 10% (unos 4 millones de parados, cantidad semejante a la alcanzada durante la crisis de 1930, cuando hubo 5 millones.)
En efecto, a finales de la década de los 80 la revolución en el mundo retrocedió con costos atroces. Si consideramos la situación africana o la de los pueblos europeos, especialmente los que vivieron bajo la dirección de los partidos comunistas, el panorama es desolador. A tal punto que en los 90 se arribó a la convicción del fin de la historia en otra treta ideológica destinada a anular cualquier aspiración utópica. Sin embargo, esa ilusión, alimentada por la hegemonía casi indiscutida de los Estados Unidos que nos llevó a inicios del siglo XXI al horror de las intervenciones más agresivas y sangrientas de la historia contemporánea en Afganistán e Irak, completada ahora por la invasión aérea de Libia, por la balcanización de África, sometida a la doble presión de las guerras interminables y las sequías que producen crisis humanitarias en que casi mil millones de personas pueden morir de hambre.
El régimen de George Bush creyó realmente que no había más para la revolución y sus políticas delirantes amenazan a todos los pueblos del mundo. La vesanía de los gobiernos del mundo que se han sometido a los designios del poder yanqui parecía convencernos de que habíamos llegado, pese a su evidente falsedad, al fin de la historia. La desesperanza se convirtió en divisa de la juventud.
No obstante, desde el fondo de los pueblos se siguen levantando las fuerzas del futuro y las etnias originarias de América nos iluminaron las utopías de nuevo. EN pleno periodo reaccionario, los indígenas de México se levantaron en armas en una acción aparentemente desesperada y destinada, en palabras del propio Subcomandante Marcos, a que el cielo les cayera encima para modificar el panorama político no sólo de México, sino del mundo entero. 1994 será por eso un año inolvidable.
Y desde ese fondo de dignidad de los pueblos, cuyo estandarte ha sido sin duda el ejemplo de Cuba, surgieron nuevos y poderosos movimientos en la América Latina, en Bolivia, Ecuador, Brasil e, inesperadamente y contra toda expectativa, un movimiento revolucionario encabezado por militares educados en Estados Unidos, los militares que constituyeron el Movimiento de la Quinta República en Venezuela, bajo la dirección de Hugo Chávez. Estos fenómenos sociales dieron al traste con uno de los proyectos hegemónicos del imperio del Norte: el ALCA. Bajo la dirección activa e inteligente de los presidentes de Venezuela, Argentina y Brasil, surgió una alternativa, la ALBA y, por primera vez desde el fin de la segunda guerra, los gobiernos americanos dijeron no a los dictados del imperialismo. Otro viento sopla desde el Sur y estimula a la Revolución, pero también la reacción es terrible. Por esto, el escenario de máxima confrontación esté también en Sudamérica, precisamente en Colombia, donde las FARC mantienen su esfuerzo político militar desde hace más de 40 años. Permanecen y ahora enfrentan una ofensiva directa del ejército de los Estados Unidos.
La dialéctica de la revolución y la restauración da un nuevo vuelco en la historia y el imperialismo no es más el hegemónico, pero sus promociones ideológicas continúan y se empeñan en derrotar la esperanza de los pueblos. Pese a que la desesperanza se ha extendido entre la juventud de mundo, aún persisten las publicitadas ilusiones sobre un futuro de progreso en el marco capitalista.
No obstante, la ideología cuando prende en las masas se vuelve una fuerza material muy poderosa, según una fórmula de Marx, y las ilusiones que el aparador capitalista impuso fueron más fuertes que el horror que ahora viven las masas en los países que vivieron el llamado socialismo real.
En una encuesta realizada en los llamados países excomunistas por el Pew Research Center en 2009, nos encontramos con unos sorprendentes resultados que describen más elocuentemente la dialéctica a la que me he venido refiriendo. La encuesta trata de medir la nostalgia por el régimen comunista y la experiencia de los 20 años del régimen de los mercados. En un blog situado en Budapest, Hungría, Josko, autor de Crónicas Húngaras, nos transmite sobre esos resultados lo siguiente:
«De entre los países en los que se ha realizado la encuesta, Hungría es el más nostálgico ya que el 72% de los encuestados afirman que se vivía mejor, frente al 8% que piensan que es mejor ahora. En Ucrania o Bulgaria el 62% de los encuestados piensan que se vivía mejor en el comunismo, frente al 12% ahora (en Ucrania) y el 13% en Bulgaria (a su vez el 18% de los encuestados búlgaros piensan que la situación es igual frente a un 13% en Ucrania).
«En Lituania, Eslovaquia o Rusia hay mucha más gente que piensa que se vivía mejor antes, aunque son menos de la mitad de los encuestados (en Lituania 48% frente al 23%, en Eslovaquia un 48% frente a un 28%, en Rusia 45% frente al 33%).
«Por último, en Polonia o en Chequia, hay más población que piensa que se vive mejor en la actualidad que durante la época comunista, así lo piensan el 45% de los checos frente al 39% o el 47% de los polacos frente al 35%.»
Quizá el tema central de esta consideraciones sobre la nostalgia es el centro de toda reflexión sobre la alienación: el trabajo.
En su naturaleza contradictoria, el trabajo libre nos hace productivos, nos hace personas, pero también nos hace cosa en su condición alienada, nos convierte, como ya establecimos al inicio, en elementos adicionales al proceso de producción, meros apéndices de los procesos de generación de mercancías. Pero es, a la vez, necesario para poder vivir. Así, aunque vivimos para trabajar y no al contrario, el empleo es la llave de la vida de las personas en la época actual.
Sin embargo, precisamente la posibilidad de trabajar es la que se nos niega en esta época, especialmente a los jóvenes. Aunque el desempleo es una condición propia del capitalismo, es una regla básica para mantener las condiciones de explotación de los que sí tienen trabajo, su dinámica mundial es una catástrofe hoy día. Sinónimo de la crisis contemporánea del capitalismo es, simultáneamente, piedra de toque de la crisis de conciencia en que nos encontramos.
Desde luego, el desempleo, la devastación de los puestos de trabajo y, por tanto, la práctica inutilidad de las fuerzas más jóvenes del mundo, es un fenómeno extendido en todo el planeta. Según la OIT, había en 2010 unos 205 millones de desempleados, pese a la presunta recuperación de la crisis de 2008, pues por tercer año consecutivo el desempleo en el mundo alcanzó la cifra de más de 200 millones de cesantes. A estos parados, se suman mil 530 millones de personas con empleos vulnerables o temporales, según el reporte Global Trends 2011 de esa organización.xxi
La misma fuente nos indica que en cuanto al desempleo juvenil las cosas están así:
«El desempleo juvenil, que ha sido el elemento desencadenante de estallidos sociales en Grecia y Túnez, tiene una evolución igualmente desalentadora. El número de personas de edades comprendidas entre 15 y 24 años que buscan activamente trabajo tuvo una ligera reducción de 79,6 millones a 77,7 millones de personas, con una tasa de 12,6% de desempleo.
«En algunos países, la situación es aún más grave, con un desempleo juvenil del 40%, mientras que los jóvenes en el sudeste de Asia y el Pacífico tienen 4,7 veces más probabilidades de estar desempleados que los adultos. Una de las causas fundamentales de la revolución en Túnez fue el malestar causado por tener un número creciente de jóvenes sin empleo: la OIT estima que en el norte de África el 23,6% de jóvenes económicamente activos estaban desempleados en 2010.»xxii
Así, los niveles de alienación se multiplican y se conjugan.
La lucha de clases, favorable hasta hoy en términos generales al capital, con la resistencia y el triunfo parcial de distintas fuerzas del mundo, se despliega en múltiples frentes, pero el más importante es el de la conciencia de las personas.
Por esto, la educación es un terreno clave de la lucha. En esto los maestros, desde la educación básica, tienen un papel fundamental.
La guerra por el control de la mente humana es una realidad y la ignorancia de su existencia, como la ignorancia en general misma, es una elemento clave de la permanencia de la dominación del capital.
El control de las masas mediante las ilusiones que el Ministerio de la Verdad reproduce diariamente, pese a la mala calidad de sus productos, se nos viene encima mediante las pantallas. A la vez, el terrorismo desde las mismas pantallas y en el terreno, mediante la guerra selectiva o la guerra abierta, tiene como propósito destruir toda reserva de lucha, toda disidencia.
En esta guerra multidimensional la lucha por el control de las drogas es también estratégica. Ya se ha documentado cómo el Pentágono anuló al movimiento pacifista contra la guerra de Vietnam mediante la difusión en gran escala del uso del LSD. Así anuló la resistencia de los Sioux a fines del siglo XIX, mediante otra droga potente: el whisky.
Hoy día, la cocaína, el éxtasis, las anfetaminas, la mariguana y el alcohol son sus armas sutiles para destruir toda voluntad.
No en balde podemos evocar, mediante una paráfrasis, una sentencia famosa del Dr. Marx: las drogas son hoy la nueva religión con que los seres humanos nos evadimos del horror de una existencia cosificada.
Hipótesis mexicana.
Escribí en las hipótesis que presiden esta sección de una revisión panorámica la número «4: En México se despliega un plan estratégico de contención de la migración latinoamericana a EUA. Los Z son parte de ese plan, como Al Qaida es parte de la estrategia de sometimiento en los países musulmanes».
Al respecto, sólo deseo aclarar que esta suposición, quizá un tanto audaz, está determinada por las acciones criminales que se desarrollaron en San Fernando, Tamaulipas, México, en la cual fueron asesinadas más de 200 personas, de las cuales 72 son inmigrantes centroamericanos. Las autoridades inculparon a Martín Omar Estrada Luna alias «El Kilo», presunto jefe de plaza del grupo delictivo «Los Zetas» en San Fernando, Tamaulipas, como responsable de tales homicidios.xxiii
Alejandro Poiré, secretario técnico del Consejo de Seguridad Nacional, afirmó que su hipótesis sobre el móvil de estos asesinatos es el reclutamiento forzoso y el secuestro.
En realidad, si atendemos a la historia que las mismas autoridades atribuyen al grupo delictivo de «Los Zetas», se trata de una organización que ha diversificado muchos sus actividades y se ha fortalecido al punto de controlar una parte importante del territorio nacional. Según las propias autoridadesxxiv, al menos 40 ex integrantes de los «gafes» (Grupos aeromóviles de fuerzas especiales) han desertado y se han integrado al «Cártel del Golfo», como parte de la banda de sicarios conocida como «Los Zetas», bajo la dirección del ex teniente Arturo Guzmán Decena, identificado como Z1, quien atendías las órdenes de Osiel Cárdenas. El primero fue asesinado en 2002 y el segundo fue extraditado a los Estados Unidos en 2007.
Así, el grupo es muy especial, entrenado por asesores estadounidenses en el uso de equipos sofisticados y todo tipo de armas para el combate urbanos, en selva y desierto, con una capacidad militar de organización y movilidad. Su propósito original es la contrainsurgencia, pues fue creado luego de la insurrección zapatista.
Si tenemos en cuenta todo esto, resulta irrisorio suponer que su actuar tiene como móvil el reclutamiento y el secuestro, pues es más rentable un servicio de inteligencia para la contención de la migración, habida cuenta de la política agresiva que en este terreno ha mostrado el gobierno estadounidense, que es definitivamente insuficiente para evitar las oleadas de desempleados de Centroamérica, pudiendo recurrir a estos medios en extremo violentos, sin responsabilidad para los autores intelectuales y de alcance localizado.
Por esto, es posible pensar en una actividad más bien al servicio de la estrategia continental de eliminación de los pobres, dentro de la exclusión de los trabajadores desempleados y jóvenes, que pensar en una actividad criminal accesoria y hasta cierto punto casual de una organización delictiva altamente especializada que disputa a otras el control del mercado de drogas y otros delitos.
IV. Aternativa
Una figura emerge, inmarcesible, desde el fondo del escenario de terror que nos impone este mundo dominado sin casi oposición por el capital. No es un fantasma, es un ideal, es una aspiración, una figura a emular. Es un hombre.
Desde miles de fotos nos sonríe y nos invita a la acción.
Hoy día, frente a este panorama que torpemente he dibujado sigue incólume la posibilidad de cambiar. Sigue incólume una fuerza a la que apelamos desde el siglo XIX: nuestra voluntad.
Nuestra pura y débil voluntad, que el conocimiento, el amor y el trabajo libre potenciará hasta seguir el derrotero marcado por el guerrillero heroico. Sólo contamos, frente a los enormes recursos del enemigo, con una fuerza formidable si nos disponemos a usarla: nuestra voluntad de lucha. Nuestra convicción de que es posible, perfectamente posible otro mundo, un mundo donde el trabajo sea la regla de oro y no la regla de la enajenación, sea la regla de la liberación.
Como dijera el gran argentino internacionalista:
«El trabajo debe dejar de ser una penosa necesidad para volverse un agradable imperativo.»
La voluntad de lucha es el objetivo de los enemigos de la humanidad porque es el bastión del futuro que late en cada uno de nosotros. Sólo nuestra conciencia de la necesidad de la revolución es la garantía de un futuro cierto y luminoso para la humanidad.
Nuestra conciencia revolucionaria, nuestra convicción de que es posible el hombre nuevo, de que es posible seguir el camino de Ernesto Guevara, es la alternativa a esta crisis general del capitalismo contemporáneo.
Por eso hacemos nuestra su bandera.
«En cualquier lugar que nos sorprenda la muerte, bienvenida sea, siempre que ése, nuestro grito de guerra, haya llegado a un oído receptivo, y otra mano se tienda para empuñar nuestras armas, y otros hombres se apresten a entonar los cantos luctuosos con tableteo de ametralladoras y nuevos gritos de guerra y de victoria.»xxv
A todos los compañeros que han ofrendado su vida, en cualquier forma, por el triunfo del proletariado.
Muchas gracias.
Notas
i Guevara, Ernesto Che. «El socialismo y el hombre en Cuba», en Obra revolucionaria. México, Era, 1972, pp. 627-639.
ii Schaff, Adam. La alienación como fenómeno social. Barcelona, Editorial Crítica, 1979.
iii https://www.cia.gov/library/publications/the-world-factbook/rankorder/2001rank.html
iv http://www.unodc.org/unodc/en/data-and-analysis/WDR-2011.html
v Jones, Alex, Endgame: Blueprint for Global Enslavement, video accesible en Internet en video.google.com/videoplay?docid=1070329053600562261
vi «En Cataluña el club Bilderberg de ricos y poderosos se reúne en Sitges», http://www.hoy.es/rc/20100603/mas-actualidad/internacional/club-bilderberg-ricos-poderosos-201006031156.html
vii El dato puede constatarse en http://www.prisonplanet.com/prominent-swiss-politician-calls-for-arrest-of-kissinger-at-bilderberg.html
viii David Márquez Ayala, www.vectoreconomico.com.mx , 19 de Marzo, 2007
ix http://www.forbes.com/lists/2010/10/billionaires-2010_The-Worlds-Billionaires_Rank.html
x WDR-2011
xi Escohotado, Antonio. Historia de las drogas. Madrid, Alianza Editorial, 1995, volumen 3, pp. 387 y ss.
xii Matt McAllester y Jovo Martinovic, «La Mafia en Kosovo: De cómo Estados Unidos y sus aliados prefieren ignorar el crimen organizado en Kosovo», http://www.rebelion.org/docs/126309.pdf
xiii Marx, Karl. Manuscritos: economía y filosofía. Madrid, Alianza Editorial, 1972, p. 106.
xiv Ibidem, p. 107.
xv Idem, p. 109.
xvi Idem, p. 143.
xvii Marx, Karl. El capital. México, FCE, 1972, Tomo I, Capítulo 1.
xviii Gramsci, Antonio. «Análisis de las situaciones. Correlaciones de fuerzas», en Antología, Madrid, Siglo XXI editores, 1972, pp. 409-421.
xix Lukacs, Georg. Historia y consciencia de clase. México, Grijalbo, 1974, p. 77 y ss.
xx Cfr. Reich, etc.
xxi Moreno, Marco Antonio, «El desempleo mundial está en el nivel más alto de la historia, según la OIT», 27 de enero de 2011, en http://www.elblogsalmon.com/mundo-laboral/el-desempleo-esta-en-el-nivel-mas-alto-de-la-historia-segun-la-oit
xxii Idem.
xxiii «`El Kilo´ es presentado, presunto culpable de 217 asesinatos en San Fernando», Milenio.com con información de Rubén Mosso, 17 Abril 2011, disponible en: http://www.vanguardia.com.mx/%60elkilo%C2%B4espresentadopresuntoculpablede217asesinatosensanfernando-701718.html
xxiv Medellín, Jorge, «Desertan 1,382 militares de élite», México, D.F., El Universal, 28 de marzo de 2004, disponible en: http://www2.eluniversal.com.mx/pls/impreso/noticia.html?id_nota=109186&tabla=nacion
xxv Guevara, Ernesto, «Mensaje a la tricontinental», en Obra revolucionaria, México, Era, 1972, p. 650.
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