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Crisis Ecológica y Multidimensional capitalista y Revolución

Fuentes: Cátedra Marx/ Rebelión

Evidencias múltiples de la Crisis Ecológica Es cierto que hay diferencias entre grupos ambientalistas y científicos que estudian el comportamiento del ecosistema terrestre y específicamente del calentamiento global, hay diferencias de cifras y datos, de propuestas y de medidas a tomar, pero ellas son en torno a la extrema gravedad de la salud del planeta […]

Evidencias múltiples de la Crisis Ecológica

Es cierto que hay diferencias entre grupos ambientalistas y científicos que estudian el comportamiento del ecosistema terrestre y específicamente del calentamiento global, hay diferencias de cifras y datos, de propuestas y de medidas a tomar, pero ellas son en torno a la extrema gravedad de la salud del planeta y del cambio climático; dicha gravedad es un hecho múltiplemente comprobado, vale decir, científica, médica y cotidianamente comprobado.

Así pues, nivel de las propias instituciones globales capitalistas, se dan datos de alarma en cuestiones de repercusión y efectos catastróficos de la degradación ecosistémica, los expertos interdisciplinarios provenientes de varios países del mundo, del organismo creado por el Programa de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para el Medio Ambiente (PNUMA) y la Organización Metereológica Mundial (OMM), llamado Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC), señalan que de continuar la tendencia actual de la expulsión de gases de efecto invernadero (principalmente dióxido de carbono, metanol, óxidos de nitrógeno, clorofluorcarbonados, ozono) se prevé un aumento de la temperatura de entre 2 y 3°Celsius para el 2050, y el nivel del mar aumentará para el mismo lapso a más de 1 metro. A pesar de que los modelos elaborados tienen un alto grado de incertidumbre en el detalle (pues el comportamiento meteorológico es altamente complejo) el IPCC ha pronosticado incremento de +1.8°C y + 4°C para el año 2100 de entre un rango mayor que va del +1.1°C a 6.4° C; y como ya reportamos hay pronósticos de aumento de la temperatura aún mayores.

Por su parte en 2001 el Informe elaborado por el Grupo Interministerial francés para el Estudio del clima preveía que para 2100 la temperatura del planeta aumentará de 1.4 a 5.8º Celsius datos que más o menos coinciden con los de la IPCC. Sin embargo, cuatro años después (2005) la Universidad de Oxford realizó otro estudio sobre el mismo tema en el que se realizaron más de 2000 ejercicios de simulación y llegaron de que las revisiones francesas se habían quedado escasas, ya que la Tierra se iba a recalentar entre 1,9 a 11,5º C, situando la media entre los 2 y los 8º Celsius. En ese estudio se planteó el llamado «punto sin retorno», que quiere decir que si la Tierra llega a aumentar en 2 grados centígrados su temperatura, ya sería imposible volver atrás, con las consecuencias fatales que ello derivaría para toda la humanidad. Los expertos ingleses daban como solución la reducción drástica e inmediata de CO2 (y los otros gases GEI) que se vierte a la atmósfera, fijando un límite máximo de concentración que no debe sobrepasar los 550 ppm (partes por millón)1.

Para el año de 2009 donde se resintieron fuertemente los efectos de la «Gran Crisis» multidimensional de la civilización capitalista (términos del analista mexicano Armando Bartra), se planteó que su agudizamiento podría ser una excusa para que las potencias capitalistas dejen de cumplir sus pactos ambientales de reducir los Gases de Efecto Invernadero (GEI: dióxido de carbono, metano, etcétera)2. Y en efecto, en la COP16 de Cancún (diciembre de 2010) ya vimos las posturas cada vez más descomprometidas (no vinculantes), cínicas y demagógicas de los gobernantes de los países más desarrollados y más contaminadores.

También se ha señalado que para el 2020 podría haber más de 50 millones de ecorrefugiados y para 2050 de 150 a 200 millones (según los estudios prospectivos), que sumados a los más de 400 millones de personas que vivirían fuera de sus países natales producto de la crisis migratoria provocaría, en algunos lugares, sobrepoblación, enfermedades y conflictos sociales gravísimos y violentos porque las personas hacinadas «lucharían por el espacio, por la sobrevivencia»; pues la mayoría de ellos carecerán de todo: no fueron vacunados, estarán enfermos, crecieron desnutridos, no han tenido educación y sólo han vivido violencias3 . Y por supuesto habría miles, si no es que millones de muertes.

A mitad del 2008 se dio la noticia que el arco de 60 metros de altura del hielo glaciar argentino Perito Moreno se rompió en pleno invierno austral; el 4 de abril de este 2009 se dio la siguiente noticia por parte de la Agencia Espacial Europea (ESA por sus siglas en inglés) y por parte del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), con base en datos obtenidos pos satélite: la cuarteadura y desprendimiento de la plataforma de Wilkins, específicamente la capa de hielo Larsen B en el lado este de la Península Antártica:

«El año pasado la placa de hielo perdió unos mil 800 kilómetros cuadrados, 14 por ciento de su tamaño», señala un investigador de la ESA. A finales de febrero de 2008, 425 kilómetros cuadrados de hielo se desprendieron del continente helado. A finales de mayo, otros 160 kilómetros cuadrados corrieron la misma suerte.

En febrero de este año (2009), el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) de España informó que un sector de 14 mil kilómetros cuadrados se desprendió de la plataforma Wilkins y se fragmentó. No obstante, el CSIC corrigió de inmediato, y argumentó que sus investigadores asistían «a la fragmentación y desprendimiento progresivo de los 14 mil kilómetros cuadrados de la plataforma de hielo Wilkins en la península Antártica, que se hallan cuarteados por completo».

«Incluso la lengua de hielo que une la placa con la península se ha agrietado, y cerca de 25 por ciento de toda la plataforma ya se ha desprendido y despedazado, como consecuencia del calentamiento global, según los científicos. Los gigantescos icebergs en los que se ha descompuesto la parte desprendida comienzan a dispersarse por el Océano Austral», añadía la CSIS.

Se estima que una de las causas de esta evolución es el cambio climático, que en los últimos 50 años ha hecho subir la temperatura en 2.5 grados; es decir, que sufrió un aumento mayor al registrado en suelo terrestre4.

También se ha alertado que dichos desprendimientos pueden afectar el foco del campo gravitacional de la Tierra, así como su movimiento de rotación, y alterarían los niveles del mar que se elevarían más rápido en el hemisferio norte que en el sur o que el promedio global; subiendo por tanto más (un 25% aproximadamente) los niveles del mar en las costas de Norteamérica (y en el Océano Índico)5.

Así como están disminuyendo las plataformas de hielo de la Antártida, también están despareciendo los glaciares milenarios de volcanes y montañas tan importantes y significativos a nivel mundial como en los Himalayas (Asia), los Andes (Sudamérica), los Alpes (Europa), el Kalimanjaro (Africa) de Tanzania o en México el Iztaccíhuatl, el Citlaltépetl (Pico de Orizaba) y más dramáticamente el Popocatépetl. La conclusión de los expertos (del Servicio Mundial de Monitoreo Glaciar con sede en Zurich, Suiza) es que dichos glaciares se están reduciendo fuertemente por cambios climáticos regionales asociados al cambio climático global6.

Pero lo más grave, peligroso e incluso aterrador que está causando el «calentamiento global» sobre el derretimiento de glaciares y hielos está sucediendo y por suceder en el curso de los próximos 20 años en la región de permafrost del Ártico7: miles de millones de toneladas de hojas y raíces sin degradar que han permanecido atrapadas durante millones de años en el suelo permanentemente helado se están descongelando (ahora subterráneamente, desde Alaska hasta Siberia oriental) y pueden emitir cientos y miles de toneladas de bióxido de carbono y metano a la atmósfera. Un estudio de la rapidez con que el permafrost se derrite sugiere que el «punto de no retorno climático» ocurrirá entre 2020 y 2030 y marcará el momento en que Ártico deje de ser un «depósito» de bióxido de carbono para convertirse en una mega fuente irreversible (pues no habrá forma de «devolver» el carbono congelado al permafrost) de emisiones que super acelere el calentamiento global

Así pues, los enormes y cataclísmicos costos de tal calentamiento se reflejarán cada vez más en el incremento e intensidad de los fenómenos climáticos (tormentas, ciclones, inundaciones, sequías, etcétera); desertización, el desplazamiento y alteración de las reservas de agua dulce, la proliferación de enfermedades infecciosas, la pérdida de la biodiversidad marina y terrestre, el derretimiento acelerado de los casquetes polares y el consecuente incremento del nivel de los mares y océanos que podría ser de un metro y afectaría, a finales de siglo, directamente a un mínimo de 600 millones de personas.

En suma, los efectos se sentirán en la agricultura, el agua potable, la vida vegetal, el espacio habitable, la energía, la vivienda, la convivencia y la salud pública8. Es decir, en los ciclos naturales y sociales vitales del globo terráqueo y sus habitantes, pues como ha dicho un experto ecológico mexicano está en serio peligro la «biocapacidad del planeta». O, como la ha llamado un filósofo y activista ecológico español, la «vulnerabilidad y los límites de la biosfera»; este último autor propone precisamente concebir a la reflexión de la ecología como «pensamiento de los límites»9.

Se han hecho diversos cálculos respecto a la sobrelimitación del modo de producir-consumir capitalista de la biocapacidad (el uso de recursos de la biomasa matergética o energético-material de Gaia, a una intensidad más allá de lo que ella puede reponer en su dialéctica interactiva). Se han señalado porcentajes para 2003-2005 de entre 30 a 39%, se pronostica que para 2050 se llegará a 100%; esto es, supuestamente se necesitarán dos (2) esferas terráqueas para satisfacer los consumos de recursos naturales (ver Cuadro).

Cuadro que representa la Capacidad del Planeta

respecto al consumo de recursos de las sociedades

. Año Planetas

1972 (Informe Club de Roma10) 0.85

1998 1.00

2000 1.25

2003 1.30

2005 1.39

2009 1.50

2020 1.61

2040 1.86

2050 2.00

Fuente: Elaboración propia con datos de varios autores

Obviamente la contribución a dichos consumos energético-materiales es totalmente desigual, mientras en los países ricos el consumo es de hasta muy alto, en los pobres y especialmente en los extremadamente pobres -en promedio- no se llegan a cubrir las necesidades básicas de su población. Robert Kenner autor del documental Food Inc, postulado en 2010 a un Óscar, declaró recientemente que: «Si toda la gente del mundo come como los estadunidenses, aparte de la obesidad y las enfermedades que trae dicho sobreconsumo, necesitamos 5 ( ) planetas para mantenernos»11

Veamos algunos datos presentes y futuros respecto de esta desigualdad. Actualmente hay en el mundo uno de cada seis seres humanos está hambriento; 820 millones de personas están muriendo de hambre y 2 mil millones sin agua, pero con el calentamiento global, para 2080 esas cifras se incrementarán entre 300 y 600 millones (es decir llegarían a entre 1,020 y 1 320 millones de ¡muertes por hambre!) en el primer caso, y, mil millones o 3 mil millones (es decir, llegarían a entre 3 mil y 5 mil millones de personas sin agua) en el segundo.

El cambio climático o mejor dicho la «crisis-catástrofe climática» tendrá un fuerte impacto en la nutrición, sobre todo en los niños, quienes verán afectado su crecimiento; también aumentará el riesgo de contagio y distribución de las enfermedades infecciosas, como el cólera, la malaria, el dengue, el paludismo, «vulnerará mucho más la seguridad alimentaria, además que tendrá, en general, impactos en la salud tanto por accidentes como por las consecuencias y secuelas de eventos climáticos extremos; como olas de calor, sequías, inundaciones, aumento del nivel del mar, tormentas, ciclones y huracanes que se ejemplifican con fenómenos como el «niño» y la «niña», etcétera. En general, como dijo la investigadora y consultora de la OMS y la FAO, Cristina Tirado: «Es un cambio global que favorece a los países ricos y desfavorece a los pobres»12. Pero en, general, afectará con mayor dureza a los sectores pobres de todos los países del planeta. Entre otras cosas, por ello es que más que hablar de cambio climático habría que hablar de «crisis-catástrofe climática global», a la cual no basta con «adaptarse» o «mitigar» sus efectos aquí o allá (locales o regionales) como plantean las políticas nacionales e internacionales en boga; sino que repercute en el conjunto (totalidad) de la red ecosistémica planetaria. Y también porque estamos de acuerdo en este sentido con lo que plantea el Movimiento Mundial de Bosques y Amigos de la Tierra ALC: «Nosotros preferimos hablar de crisis climática, provocada por un modelo de sociedad que ha decidido ‘quemar’ el planeta para que algunos disfruten poco de un estilo de vida que también de manera perversa han dado en llamar ‘desarrollado'»13.

Crisis y límites del cuerpo planetario bajo el capitalismo.

Recientemente se ha definido la ecología como pensamiento que tiene uno de sus ejes centrales el analizar los límites y constricciones que para las acciones y proyectos humanos -que son neguentrópicos14 a un cierto nivel- se derivan:

a) De la finitud y vulnerabilidad de la biosfera, b) del carácter entrópico del universo y c) de las características orgánicas, psíquicas y sociales del ser humano; asimismo tiene otro de sus ejes en denunciar los trastocamientos a dichos límites y constricciones.

Jorge Riechmann hace referencia a los tres límites fundamentales siguientes:

«(1) nuestra dependencia de procesos termodinámicos y fisiológicos emplazados bajo el signo del deterioro entrópico; (2) la finitud de las fuentes de recursos naturales y la limitada capacidad de los sumideros biosféricos para ‘reciclar’ la contaminación; (3) la irreversibilidad de la pérdida de biodiversidad y la destrucción de ecosistemas (dicho de otra forma, la limitada capacidad de la naturaleza para ‘autorrepararse’ después de agresiones graves)»15.

Desde el punto de vista de Marx en los famosos Manuscritos de 1844 la biosfera se concibe como un cuerpo global que contiene tres cuerpos, a saber:

  1. El inorgánico, compuesto de toda la materialidad energética física y química no biótica.

  2. El orgánico, compuesto de la totalidad de la ecología biótica (seres vivientes).

  3. El social, compuesto de los cuerpos energético-materiales de los sapiens en interacción doble con los otros cuerpos y consigo mismos a través del proceso de trabajo y de la praxis en general.

En este sentido existe un metabolismo dialéctico integral entre todos ellos, que precisamente el proceso histórico y actual de subordinación formal y real del planeta y la humanidad al capitalismo ha venido deformando peligrosamente, de tal manera que existe ahora una situación real y una preocupación ecologista de y sobre el trastocamiento de los límites, tanto del funcionamiento de la ecósfera, como, y por tanto, del funcionamiento del propio sistema económico, ecológico y sociocultural bajo el dominio del capital.

El analista mexicano Jorge Veraza ha planteado claramente cada uno de los 5 límites con los que se enfrenta el capitalismo y su sociedad en la actualidad; cabe advertir que todos tienen como parámetro y escenario global, regional y local: el planeta tierra y su territorialidad biosférica. Veamos un enlistado de este planteo:

  1. El límite geográfico: éste se ha alcanzado pero no de modo absoluto.

  2. El límite tecnológico: se ha avanzado enormemente la automatización tecnológica, pero tampoco de manera absoluta, pues ésta es el límite objetivo económico y técnico del sistema.

  3. El límite poblacional: ha avanzado, pero el sistema lo ha hecho flexible tanto en términos ecológicos como de gobernabilidad por la intervención de las biotecnologías.

  4. El límite energético: se avecina peligrosamente y el futuro es incierto, es uno de los más amenazadores aunque no de forma inmediata.

  5. El límite ecológico general: es el más vulnerable tanto en general como en sus componentes como agua, territorio, alimentos, el sobrecalentamiento de la atmósfera, es el efecto antiecológico general que engloba a sus componentes, pues el sistema capitalista al estar basado hasta ahora en el uso de combustibles fósiles (petróleo principalmente) para el funcionamiento de la industria, genera la polución y el cambio climático.

De esta manera, la destrucción ecológica forma parte del uso capitalista de la tecnología y sobre todo del funcionamiento de la tecnología propiamente capitalista16. Dicho de otra manera, la lógica explotadora e insaciable de plusvalía y de ganancias a corto plazo del funcionamiento estructural del capitalismo es expoliadora del personas y de naturaleza inorgánica y orgánica, esto es, el cuerpo integral o global de la humanidad; produciendo constantemente desequilibrios, degradaciones y productos nocivos y dañinos: ¡el capitalismo es antiecológico per se! 

Y, precisamente, hoy día tiene en jaque a los límites del ecosistema y de la especie humana bajo la figura de sus propios límites sistémicos. Por ello unas de las tareas prioritarias y constantes del sistema capitalista en actitudes de sus personeros más reaccionarios en la actualidad es acallar, distorsionar, atenuar y confundir a las informaciones, denuncias y luchas pro ecología, tanto las locales como las regionales y mundiales; así como en los últimos años, manipular de múltiples maneras las llamadas «cumbres climáticas» (léase Copenhague 2009 y Cancún 2010).

O sea, insistimos, se activan en apuntalar los montajes y simulacros aquieta conciencias, o sea los siguientes postulados ideológicos capitalistas, de que:

  1. la actual crisis climática y desastre ecológico no es producto y consecuencia del sistema capitalista sino que es algo «natural».

  2. El capitalismo se regula asimismo, de que es un sistema racional (sapiencial) y no irracional (demente).

  3. El sistema capitalista por si solo, es decir, con sus propias medidas paliadoras e inmediatistas (léase «adaptadoras» y «mitigantes») que siguen su lógica productivista-polucionadora, sabrá salir de la situación proto cataclismática en que tiene a la Tierra y las especies, incluida la sapiens, sapiens.

  4. En resumen, de que el modo capitalista de producción-reproducción por sí mismo, por su propia lógica plusvalórica y expoliadora, superará sus límites y sus crisis (o, mejor dicho, como veremos enseguida, su Gran Crisis). De que es un modo o sistema natural, adecuado, normal, esencial a la vida y a la vida humana; es decir, humano y prohumano, sólo con algunas «imperfecciones» que las medidas tecnológicas, burocráticas y mercantilizantes ambientales resolverán. Cuando, en realidad no lo es y tampoco sus medidas, sino -por el contrario- es profundamente despilfarrador, expoliador, destructor; vale decir, de nuevo, antihumano y antiecológico per se, y sus propuestas de solución son igualmente insuficientes, peligrosas y contraproducentes (mercados de bosques, de carbono y financiamientos de lógica bancaria) .

Por otra parte también tratan de encubrir la magnitud de la crisis civilizatoria dentro del modo de producción capitalista que se ha puesto en terrible evidencia económica a partir de 2007 y que en 2009-2010-2011 se vive en su casi total plenitud como crisis económica planetaria.

Pero como lo ha argumentado Armando Bartra, en realidad se trata de una «Gran Crisis pluridimensional, sistémica y no coyuntural». Que -según este autor- consta de seis dimensiones. A saber:

  1. Crisis medioambiental, patente en el cambio climático de origen antropogénico, específicamente debido al patrón de biocombustibles fósiles impulsado y usado por el capitalismo industrializador y postindustrializador.

  2. Crisis energética evidenciada en patrones de consumo insostenibles, pues durante la última centuria se ha empleado más energía que durante toda la historia anterior, pero visible igualmente en el progresivo agotamiento de los combustibles fósiles y en la paulatina reducción de su eficiencia energética.

  3. Crisis alimentaria manifiesta en hambrunas y carestía causadas por el creciente uso no directamente alimentario de algunas cosechas (empleo en forrajes y biocombustibles), por el estancamiento de la productividad cerealera que por casi cinco décadas dinamizó la llamada «revolución verde» y por la especulación resultante del oligopolio trasnacional que domina en la rama.

El cambio climático también está reduciendo los campos de cultivos agrícolas, específicamente los cerealeros. Puesto que, como ha alertado un destacado estudioso y activista de la ecología planetaria:

La agricultura que ha existido hasta la actualidad ha sido moldeada por un sistema climático que ha cambiado poco en los últimos 11,000 años de historia agropecuaria. Porque la mayoría de los cereales fueron desarrollados para una producción máxima bajo condiciones estables, las muy altas temperaturas a partir del incremento del calentamiento global reducirán los campos de cultivo, medidos en busheles por acre cosechados. Los ecologistas agrícolas reconocen que por cada aumento de un grado Celsius (1.8 grados Fahrenheit) arriba de la norma, los campos de cultivo del trigo, del arroz y del maíz caerán 10 por ciento17.

Creo que en esta crisis habría que hacer un apartado especial a la cuestión del agua y, en general, de los recursos hídricos, no sólo para uso productivo sino también para uso reproductivo. Se ha insistido hasta la saciedad que las próximas guerras definitorias en la sobrevivencia de las poblaciones y las naciones serán por el acceso al «líquido vital». Pero indudablemente la crisis alimentaria es al mismo tiempo crisis hídrica, o sea es crisis hidroalimentaria; y si se habla de guerras por el agua, también se tendría que hablar de guerras por comida. En efecto, la comida y el agua están indisolublemente ligadas, la ganadería y la agricultura son las actividades que más emplean agua: alrededor del 70% del consumo mundial. La agricultura además del uso de ingentes cantidades de agua en el riego, con el uso de pesticidas, fertilizantes y desechos químicos inundan los ríos, los lagos y los litorales de multitud de sustancias tóxicas y nutrientes en exceso:

El riego intensivo y otros usos del agua han empobrecido considerablemente los lagos, ríos y acuíferos subterráneos de muchas zonas, y las sustancias químicas arrastradas con la escorrentía contribuyen a la contaminación de las fuentes de agua dulce…Ahora nuestro mayor desafío consiste en encontrar nuevas formas de alimentar al mundo sin perjudicar de manera irreversible el suelo, los ecosistemas y los recursos hídricos, porque, en último término, de ellos depende la vida18.

Pero el agua es un bien absolutamente indispensable para fines diversos, a nivel de producción para todos los procesos industriales y para generar electricidad, a nivel de reproducción doméstica para el aseo personal y del hogar, pero principalmente para beber y preparar alimentos; como mínimo indispensable se necesitan 20-30 litros cada día por persona para cubrir las necesidades básicas de beber, cocinar y lavarse. Sin embargo, la demanda de acceso y uso de los recursos hídricos para todos los fines se está incrementando y según el III Informe de las Naciones Unidas sobre Desarrollo de los Recursos Hídricos en el Mundo presentado en marzo de 2009 en Nueva York, aumentará 55 por ciento hasta 2030, debido a «la producción de alimentos (sobre todo carne y productos lácteos), de biocombustibles, y en general de energía». Bajo este panorama en 2030 cinco mil millones de personas, es decir 67 por ciento de la población mundial, seguirán desprovistas de servicios adecuados de saneamiento19.

Desde hace por lo menos 3 décadas el acceso a los recursos del «líquido azul», se ha venido privatizando por parte de voraces empresas trasnacionales que se han apropiado y robado múltiples fuentes de agua potable otrora propiedad colectiva o pública de comunidades y sociedades en todas partes del mundo (principalmente del llamado «mundo pobre» o subdesarrollado); con ello se ha generado una lucha glocal por su apropiación, su distribución, su comercialización y su disfrute. Por ello resulta patético que la reunión más importante a nivel mundial que trata de estos vitales asuntos hídricos el denominado Foro Mundial del Agua (creado por el Consejo Mundial del Agua en 1997) esté controlado (y financiado) por las mismas empresas trasnacionales (por ejemplo Suez, Time Water y Nika Water, etc.) que se dedican a explotar, a privatizar y a embotellar a nivel mundial los recursos del «oro azul». En su reciente asamblea (marzo de 2009 en Estambul) se negaron a declarar el acceso al agua como «derecho humano» (como demandaban representantes de países latinoamericanos y africanos) y sólo lo reconocieron como «necesidad básica», como hay muchas otras20.

  1. Crisis migratoria, documentada por el éxodo hasta ahora de más de 200 millones de personas viviendo fuera de su país natal, pero también por la criminalización que los transterrados sin documentos padecen en los lugares de destino y por la erosión de las comunidades de origen y la desarticulación de sus estrategias productivas de solidaridad intergeneracional.

  2. Crisis bélica dramatizada por las prolongadas y cruentas guerras «coloniales» de ocupación y resistencia; motivadas por la pretensión de controlar espacios y recursos estratégicos por parte de las potencias globales y de algunas regionales.

La industria bélica acapara los más altos presupuestos del planeta. En 2009, los gastos militares batieron record al ascender a 1,5 billones de dólares, o sea 5,9 más que un año antes y 49% más en relación con el 2000. A su vez para Estados Unidos, Barack Obama presentó en 2010 la solicitud de gasto militar anual más grande de la historia, de unos 708 mil millones de dólares para 2011. Al mismo tiempo, la industria bélica es la más contaminante del planeta: entre 10 y 30% del total de la degradación ecológica mundial y de las emisiones relacionadas con el llamado «efecto invernadero»21. Amén de que las cientos de sustancias radiactivas, las aproximadamente 75 millones de minas personales dispersadas en 60 países y las docenas de bombas sin explotar en el momento de lanzamiento, pero que a la larga lo hacen y arrasan, son las responsables de grandes cantidades de animales y humanos despedazados, muertos y con enfermedades cancerígenas22.

  1. Crisis económica, desatada por la debacle de un sistema financiero desenfrenado que mediante apalancamientos sin sustento pospuso la larvada crisis de sobreproducción; descalabro que se ha extendido a la economía material ocasionando masiva destrucción de capital «redundante» y de ahí a la vida real donde arrasa con el patrimonio de las personas.23

  2. Cabría agregar -por nuestra parte- una séptima crisis también importante, se trata de la crisis de los derechos humanos, allí donde la crisis económica intensifica la inestabilidad política y la violencia «sobre un polvorín de desigualdad, injusticia e inseguridad que está a punto de estallar» se desarrolla un oscuro panorama de abusos de los derechos humanos en el mundo (Amnistía Internacional)24.

Con la llegada a finales de abril y principios de mayo del año 2009 de la pre-pandemia de influenza humana (inicialmente llamada porcina o de origen porcino) detectada en más de 50 países, con más de 15,000 casos, siendo su foco central la zona norteamericana (México y Estados Unidos principalmente) y Japón, achacada a un nuevo virus híbrido llamado A/H1N1; se agudizarón todos los síntomas de la megacrisis capitalista. Así lo señalaron múltiples analistas, entre ellos cabe mencionar a David Brooks, periodista que escribió en el New York Times sobre dicha situación, señalando que en este mundo globalizado no enfrentamos sólo una sola y concentrada amenaza, sino varias amenazas descentralizadas pero globalizadas o que devienen trasnacionalizadas: terrorismos, crisis económicas, cambio climático, penuria energética y alimentaria y pandemias, entre otras. Estas amenazas descentralizadas son magnificadas por el acelerado ritmo de la globalización capitalista, con sus comunicaciones instantáneas y rápidos viajes internacionales, dice Brooks. Ante ello propone que se den respuestas descentralizadas que «promuevan la experimentación», pero incluye principalmente a los gobiernos para «pensar y actuar localmente» y «pensar y actuar globalmente»25.

En efecto, las respuestas tienen que ser en un primer nivel descentralizadas y locales, pero también centralizadas democrática y masivamente a nivel internacional-global; el asunto es que los sujetos y los grupos de la sociedad civil popular con información, sentido crítico, conocimientos y gestión local-mundial colectivizada son los que deben tomar en sus manos el papel fundamental para dar respuestas y también alternativas anticapitalistas a corto, mediano y largo plazos. Ellos (nosotros) son (somos) los actores populares y masivos centrales que deben (debemos) y pueden (podemos) hacer afectiva la táctica-estrategia «pensar y actuar local y globalmente»; porque son (somos) los fundamentales implicados como: a) sujetos que experimentan (experimentamos) ampliamente y desde abajo al sistema y a sus miccro, meso y macro cataclismáticas consecuencias, b) sujetos transformadores y solucionadores, y c) sujetos proyectadores y realizadores de neo-utopías libertarias.

Depredaciones, Apocalipsis y Revolución Comunista

Con todo lo que he documentado anteriormente y con lo que acabo de presentar, muchos ustedes creerán que les estoy planteando una situación apocalíptica consumada y que no me distingo en nada de los apocalípticos fatalistas o pesimistas que hablan de la absoluta inminencia del cataclismo total. O sea -pensarán ustedes-, que tengo una visión catastrofista y ultra-alarmista. Y sí, en efecto, en la presente situación global, definitivamente sí me ubico casi bajo la perspectiva apocalíptica, pero no en el bando de los apocalípticos ultrapesimistas que decretan que ha llegado (o casi) el día (o la coyuntura) del juicio final.

Aclarando esta postura ideológico-política mía, quiero señalar que en buena parte coincido con la manera en que argumenta el ecologista Jorge Reichmann26 respecto a que necesitamos posicionarnos bajo el nivel del «Apocalipsis» (del probable cataclismo, si no se revierte dicho nivel). Y digo esto porque creo que es necesario reconocer la cruda y cruel realidad de sus síntomas de aparición y fuerte arranque; y, desde luego, lo afirmo, para desplegar un horizonte dialéctico revolucionario optimista, decididamente poscapitalista (de superación revolucionaria del capitalismo) de utopía práctica y teórica contra la realización efectiva y total del «Apocalipsis».

Lo que los autores pro-ecologistas -como Riechmann en España o en México Luis Arizmendi27-, nos están señalando es la extrema seriedad de dicha situación sin caer en el pesimismo puesto que abogan por una lucha esperanzadora permanente y en este sentido coincide con el planteamiento de la potenciación histórica desde la utopía. Sin embargo, los «ecologistas profundos», como Riechmann, que no se enmarcan en el horizonte de la utopía humanista radical marxista (como sí lo hace Arizmendi), son débiles en enfatizar la necesidad de la revolución del modo de producción capitalista depredador, en ese sentido su «ecosocialismo» es insuficiente para comprender, develar y posicionarse crítica y activamente contra el sistema y a favor de un perspectiva antropocéntrica incluyente que tenga como fin o telos dicho revolucionamiento radical28.

Entendemos brevemente que dicha revolución, como su nombre lo indica, implica transformaciones completas, multidimensionales, en el conjunto del modo de producción y de reproducción económico y sociocultural. La revolución que se plantea tendrá que ser lo menos violenta y lo menos destructiva posible, por tanto una revolución masiva, radical, glocal y mayormente pacífica con los elementos esenciales de creaciones y creatividades humanizadoras. Sin embargo, se tendrá que conquistar, tomar y controlar el poder político de los diferentes Estados nacionales, para conformar un poder proletario popular mundial, basado en las diferentes y enriquecedoras apropiaciones y autogestiones sociales y comunitarias enlazadas, comunicadas y coordinadas a través de las redes reales y virtuales. Es decir −como lo explica con certeza Slavoj Zizek−, la ruptura revolucionaria no es una disyuntiva entre lo molecular-flexible y lo molar-rígido, entre la lógica dialéctica de los grupos y la lógica práctico inerte de la institución, entre las diversidades multitudinarias y lo estatal, entre lo micro-local y lo macro-global; en fin, entre lo pacífico y lo violento o entre el pasado-presente y el futuro utópico. S. Zizek29 señala que el acto político revolucionario vinculado a la ruptura revolucionaria contiene el siguiente criterio: el de la utopía escenificada como prueba ontológica inmediata de su viva verdad. En palabras de este autor:

En una ruptura propiamente revolucionaria, el futuro utópico ni está simplemente realizado por completo, presente, ni es meramente evocado como una promesa distante que justificaría la violencia actual. Es más bien como sí, en una suspensión única de la temporalidad, en el cortocircuito entre el presente y el futuro, nos fuera permitido por un instante -como por acto de gracia- actuar como si el futuro utópico estuviera no completamente aquí pero sí en nuestra mano, a punto de ser agarrado. La revolución no tiene que ser experimentada como la serie de penalidades que tenemos que sufrir para la felicidad y la libertad de las generaciones futuras, sino precisamente como esas penalidades presentes sobre las que la felicidad y libertad futuras proyectan ya su sombra. En ellas, ya somos libres cuando estamos luchando por la libertad y ya somos felices mientras luchamos por la felicidad, por difíciles que sean las circunstancias. La revolución no es […] un acto suspendido en un futuro anterior que tendrá que ser legitimado por el resultado a largo término de los actos presentes. Ella es su propia prueba ontológica, el índice inmediato de su verdad.

Dicho con otras palabras de lo que se trata es de que todas las luchas y transformaciones ecológico-socioeconómicas y político-culturales que emprendamos contra el capitalismo derrochador, explotador y antihumano y a favor de los explotados, marginados, oprimidos y a favor de la humanidad y la salud del planeta se enmarquen en el escenario-perspectiva revolucionaria, conectando todos los planos micros-mesos-macros de las praxis y todos los ámbitos corporales y del ser social-natural humanos para responder revolucionaria-multidimensionalmente con actos cotidianos e históricos las enajenaciones de la crisis mundial multidimensional del capital: la revolución con actos del aquí y ahora, y construyendo la revolución ecocomunista total.

Notas:

1Véase Sara Núñez: «Carta del director»; Revista Tendencias 5, Tecnológico de Monterrey, verano de 2008, p.3.

2Ver las declaraciones del filipino Walden Bello (premio nobel alternativo en 2003), en La Jornada: «Crisis mundial, excusa de potencias para incumplir pactos ambientales», 30 de diciembre de 2008, p. 30.

3 Véanse las declaraciones de la investigadora y consultora Cristina Tirado, en la nota: «Habrá 50 millones de refugiados en 2020 por el cambio climático», La Jornada, 15 de marzo de 2009, pág. 34.

4 Véase «Se separa la placa Wilkins de la Antártida», La Jornada, 4 de abril de 2009, pág. 2a

5Esta hipótesis fue planteada por el profesor Jonathan Bamber, de la Universidad de Bristol en un artículo de este año de la revista Science. Véase la crónica de Steve Connor «El derretimiento de la Antártida afectará la gravedad de la Tierra», en La Jornada de En medio, 21 de mayo de 2009, pág. 2a.

6En el caso de los volcanes Iztaccíhuatl y el Pico de Orizaba (Citlaltépetl), estos son inactivos; pero el volcán Popocatépetl es ahora un volcán activo; no obstante en este último su área glacial ya mostraba una reducción importante aún antes de iniciarse la actividad eruptiva. Entre 1958 y 1996 desapareció el 40% de la superficie de hielo, pérdida relacionada con los cambios globales. En diciembre de 1994, el Popocatépetl entró nuevamente en actividad luego de más de 40 años de relativa calma. Entre este año y 1996 desapareció más del 30% del área glacial que existía en 1958. Lo que resta de los glaciares ya no se puede considerar en términos estrictos como glaciares debido a que se adelgazaron y fragmentaron como consecuencia de la acelerada pérdida de la masa. Véase Patricia Julio, Hugo Delgado y Lucio Cárdenas: «El nuevo rostro de un coloso», en revista ¿Cómo Ves?. Año 11, No. 126, mayo de 2009, Universidad Nacional Autónoma de México, pp. 14.

7 Ese suelo permanentemente congelado cubre alrededor de la cuarta parte del hemisferio norte y comienza un metro debajo de la superficie, hasta alcanzar 500 metros de grosor. Los 3 primeros metros contienen la mayor parte de la materia vegetal congelada, sobre todo raíces de hierba atrapadas en laedad de hielo reciente. Véase: Connor Steve: «Permafrost derretido, nueva amenaza de calentamiento global», en La Jornada, 1º de juniode 2011,p. 3ª.

8 Véase el artículo de Delgado Ramos Gian Carlo: «Resistencias al cambio de paradigma energético», en revista Memoria, CEMOS, No. 227, febrero de 2008, p. 16.

9Cfr. Riechmann Jorge: Un mundo vulnerable, ensayos sobre ecología, ética y tecnociencia, Los libros de la Catarata, Madrid, 2005, pp.49-50.

10 El informe se presentó precisamente en 1972 y se llamó: «Los Límites del Crecimiento».

11 Ver Tania Molina Ramírez: «Si todos comen como estadunidenses, necesitamos 5 planetas para el sustento. La Jornada, 2 de junio de 2010, p. 8a.

12 Nota citada de La Jornada, 15 de marzo de 2009, p.34.

13 Editorial de «Crisis climática, falsos remedios y soluciones verdaderas», compendio editado por la revista Biodiversidad, sustento y culturas. Citado por Silvia Ribeiro: «Crisis climática y destrucción programada de bosques». La Jornada, 17 de julio de 2010, p. 25.

14 Contrarrestan, detienen, recirculan y transforman la entropía y/o la disipación de la energía y la materia a un cierto nivel en el tiempo y el espacio.

15 Riechmann, Op.Cit., pág. 50.

16 Véase Veraza Jorge: El siglo de la hegemonía mundial de Estados Unidos, guía para comprender la historia del siglo XX, muy útil para el XXI, Itaca, México, 2004, pp. 217-235.

17 Véase Lester R. Brown: «Could food shortages bring down civilization?, Scientific American , May 2009, p. 44

18«Saciar la sed y el hambre, un desafío global», en El pulso de la Tierra, National Geographic en español, 2008, pp. 45 y 48.

19 Carlos A. Sánchez: «El oro azul», revista Siempre!, 10 de mayo de 2009, pp. 64-65.

20 Los países disidentes hicieron una declaración donde reconocieron el agua como «derecho humano» y pidieron que e Foro Mundial del Agua deje de ser organizado y financiado por una entidad no pública y sea convocado por la ONU; véase Idem.

21 Véase «Estocadas del militarismo al medio ambiente» Orbe, del 10 al 23 de julio de 2010, p. III. «Sólo un avión F-15 precisa 908 litros de gasóleo por minuto de aceleración y una división acorazada devorará al día 2 millones 271 mil litros de éste», idem.

22 Idem.

23Armando Bartra: «La Gran crisis/I», periódico La Jornada, 10 de abril de 2009, pág. 10.

24 Cfr. «La crisis global no sólo es económica sino de derechos humanos, afirma AI», La Jornada, 28 de mayo de 2009, p. 24.

25 Véase el artículo de Rocco Martota: «El virus de la globalización», periódico Milenio, 1 de mayo de 2009, pág. 35.

26 Riechmann, Jorge, Op. Cit. , p. 44.

27 Luis Arizmendi: «La crisis ambiental mundializada en el siglo XXI y sus disyuntivas». Revista Mundo Siglo XXI, No. 3, Invierno 2005-2006, CIECAS, IPN, pp.17-36.

28 Riechmann dice en unas líneas lo siguiente: «…defiendo un pensamiento ecosocialista que vincula ética y política, insiste en el cambio social y económico sin miedo a plantear el cambio de modo de producción y rechaza por igual el antropocentrismo excluyente y el biocentrismo extremo (ecocentrismo)». Ibidem, p. 59

29 Para la construcción de su concepción revolucionaria Slavoj Zizek crítica al sado-masoquismo, a Deleuze, a Guattari, a Sartre, a Mearleau-Ponty, a Lenin; e implícitamente a todas las concepciones unilaterales de las rupturas revolucionarias. Véase su artículo «El club de la pelea: ¿verdadera o falsa transgresión?». En Revista Memoria 243, CEMOS, Junio de 2010, pp.61-63.

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