La presidenta de Chile, Michelle Bachelet, tomó juramento este martes a seis nuevos ministros, en un profundo cambio del equipo de gobierno que termina con la paridad de género y otras propuestas innovadoras con las que llegó al poder hace poco más de un año. La crisis política y social desatada por el Transantiago, una […]
La presidenta de Chile, Michelle Bachelet, tomó juramento este martes a seis nuevos ministros, en un profundo cambio del equipo de gobierno que termina con la paridad de género y otras propuestas innovadoras con las que llegó al poder hace poco más de un año.
La crisis política y social desatada por el Transantiago, una profunda reforma del sistema de transporte público de la capital iniciada en febrero, obligó a la mandataria a convocar a figuras tradicionales de la gobernante coalición de centroizquierda y a deponer sus afanes de promover nuevos rostros y un mayor protagonismo ciudadano.
Los nombres clave en el renovado elenco ministerial son René Cortázar, del Partido Demócrata Cristiano (PDC), titular de la cartera de Transportes, y José Antonio Viera-Gallo, del Partido Socialista (PS), a cargo de la Secretaría General de la Presidencia, representantes de la vieja guardia de la Concertación por la Democracia, la alianza que gobierna este país desde 1990.
Cortázar, quien fue ministro del Trabajo de Patricio Aylwin (1990-1994), reemplazó al también democristiano Sergio Espejo, cuya caída era inminente tras la convulsión social provocada por fallas en el diseño e implementación del Transantiago, un plan que busca racionalizar el transporte público y disminuir la contaminación en esta urbe de casi seis millones de habitantes.
Viera-Gallo, ex senador y exponente del sector moderado del PS, sustituyó a Paulina Veloso, también socialista, una de las dos mujeres desplazadas del elenco ministerial. La otra fue Vivianne Blanlot, del Partido por la Democracia (PPD), que encabezaba el Ministerio de Defensa, donde fue designado José Goñi, de la misma colectividad.
En el contexto de este ajuste, tomó posesión de su cargo la abogada socialista Ana Lya Uriarte, como primera ministra del Medio Ambiente, una cartera recién creada, en tanto el economista Marcelo Tokman, del PPD, fue investido como titular de Energía, función que hasta ahora cubría la independiente Karen Poniachik, ministra de Minería.
La recomposición ministerial se completó con el nombramiento de Carlos Maldonado, del Partido Radical Socialdemócrata (PRSD), en Justicia, como sustituto de Isidro Solís, de la misma agrupación política, la más pequeña de las cuatro que forman la coalición de gobierno.
En síntesis, el número de ministerios aumentó de 20 a 22, con 13 de ellos encabezados por hombres y nueve por mujeres, terminando así el primer gabinete ministerial paritario de América Latina que Bachelet invistió el 11 de marzo de 2006, cuando reemplazó en la jefatura del Estado al también socialista Ricardo Lagos.
Las primeras lecturas de los analistas chilenos muestran precisamente a Lagos como uno de los triunfadores del desenlace preliminar de la crisis del Transantiago, que en las tres últimas semanas hizo bajar la proporción de popularidad de Bachelet de 51 a 45 por ciento de acuerdo a sondeos de opinión.
En una declaración a la prensa en la noche del lunes, luego de anunciados los cambios ministeriales que se materializaron este martes, la presidenta pidió excusas a la ciudadanía, y en especial a la población más pobre de Santiago, que ha sufrido las consecuencias de las fallas en la puesta en marcha del nuevo sistema de transporte público.
Bachelet aludió a los errores en el diseño del Transantiago, lo cual fue interpretado por medios de comunicación como una crítica velada a Lagos, bajo cuyo gobierno (2000-2006), se planificó el nuevo sistema, que incluyó obras de infraestructura y renovación de autobuses a cargo de empresas privadas centralizadas.
Germán Correa, un ex ministro socialista que estuvo a cargo de la planificación inicial del Transantiago, señaló el lunes, antes de que se anunciara el ajuste ministerial, que Javier Etcheverry, ministro de Transportes de Lagos, no solo modificó el diseño original sino que además se apoyó en dos cuestionados empresarios transportistas.
Se trata de Demetrio Marinakis y Manuel Navarrete, procesados bajo la gestión de Lagos por promover huelgas contra el Transantiago y luego liberados de cargos por el mismo gobierno y a quienes Etcheverry reivindicó para terminar negociando con ellos, señaló Correa.
Navarrete fue acusado en los últimos días de un boicot al nuevo sistema, al no aportar todos los vehículos necesarios para cubrir la demanda del público, lo cual creó una presión adicional sobre el metro (ferrocarril subterráneo) cuyo servicio colapsó en varias líneas y estaciones durante las tres últimas semanas.
El senador Adolfo Zaldívar, ex presidente del PDC, emplazó el lunes a Lagos a «asumir su responsabilidad» por la crisis del Transantiago, tres días después de que el ex mandatario se desentendiera de las críticas afirmando que correspondía al actual gobierno la implementación del plan.
También los dos partidos de la oposición de derecha, Renovación Nacional y Unión Demócrata Independiente, endosaron las culpas tanto a Bachelet como a Lagos, quien podría volver a postularse como candidato presidencial en los comicios de diciembre de 2009.
A pesar de estos intercambios de acusaciones, en el balance político del nuevo equipo ministerial el ex presidente socialista se ve fortalecido con el ingreso de Viera-Gallo en la Secretaría General de la Presidencia, la cartera que se encarga de las relaciones con el Poder Legislativo.
Viera-Gallo es un político moderado a quien se atribuye por vía familiar cercanía con altos dirigentes de la UDI, lo que podría servir para rebajar la presión que desde el parlamento ejerce este partido de derecha contra Bachelet.
Tokman, el joven economista nombrado en la cartera de Energía, es asimismo un declarado partidario de Lagos y forma parte de Expansiva, una organización no gubernamental que actúa como un centro de reflexión vinculado al «laguismo» y que tiene su principal figura en Andrés Velasco, el poderoso ministro de Hacienda.
Cortázar, un economista democristiano que forma parte de los directorios de empresas y universidades privadas, es visto también como un político de perfil tradicional que desde el Ministerio de Transportes no solo lidiará con los problemas del Transantiago sino que igualmente deberá construir lazos con el empresariado.
De cualquier modo, este cambio de ministros realizado por Bachelet es una vuelta de tuerca. Para algunos es una muestra de realismo, que implica renunciar a propuestas «voluntaristas» como la paridad de género, mientras para otros es una rendición a esquemas tradicionales que pone en duda la apuesta innovadora de su gestión.