Los hechos que se han venido sucediendo desde el 1 de marzo, cuando el Ejército colombiano incursionó en territorio ecuatoriano y asesinó a una veintena de integrantes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), entre ellos el miembro del secretariado Raúl Reyes, llevan a mil comentarios, el tema va a dar para meses, si […]
Los hechos que se han venido sucediendo desde el 1 de marzo, cuando el Ejército colombiano incursionó en territorio ecuatoriano y asesinó a una veintena de integrantes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), entre ellos el miembro del secretariado Raúl Reyes, llevan a mil comentarios, el tema va a dar para meses, si no años.
El gobierno de Álvaro Uribe mintió desde el principio
Recién a unas ocho horas de producirse el ataque, el presidente colombiano Álvaro Uribe se dignó a informar (sic) a Rafael Correa, presidente ecuatoriano, de lo acontecido. Entonces, le explicó que unos guerrilleros atacaron al Ejército colombiano en su territorio, y en una persecución ‘en caliente’, los soldados neogranadinos cruzaron la frontera hacia Ecuador, repelieron la agresión, se llevaron un par de cadáveres como trofeo (seguramente no fue ‘trofeo’ la expresión de Uribe, pero bien pudiera haberlo sido, visto el tratamiento propagandístico que le dieron al cuerpo de Reyes después, al que sólo les faltó decapitar para poner su cabeza en un marco en la pared). El otro cuerpo sustraído, el de Julián Conrado, al que puede verse en perversa y sanguinaria acción aquí, no sufrió las vejaciones reales o teatrales que pudimos ver con el de Reyes, en una muestra de salvajismo mediático y político, para regocijo de niños y mayores.
Cuando Correa envió una comisión al lugar de los hechos, se encontraron un lugar devastado, casi una veintena de cadáveres -muchos con disparos por la espalda- en paños menores o pijamas, tres muchachas heridas, y la vegetación destrozada por bombas, metralla y munición de todo tipo. ¿Se corresponde esto con un grupo guerrillero que venía a refugiarse después de atacar al otro lado de la frontera? Hum, eso implicaría creer que las FARC ataca en calzones y sin fusiles, puesto que deja el armamento guardado y apiladito en la base, como se encontró. Nadie que sepa caminar y mascar chicle al mismo tiempo se puede creer hoy la versión inicial de Uribe, y todavía me pregunto cómo es que se animó a lanzarla, sabiendo que en unas horas su falsedad sería obvia.
¿Qué se espera de un gobierno que, cuando por propia iniciativa da su versión de los hechos, miente de manera tan descarada? Mínimo, que siga mintiendo.
Si la mentira es tan grande que puedes ahogarte al decirla, insulta
Cuando los embustes absurdos del gobierno colombiano empezaban a enquistarse en las gargantas de sus voceros, y amenazaban con asfixiarlos por su volumen desmesurado, tuvieron que cambiar de táctica. Ya no valía insistir en que fueron agredidos primero (recuerden los pijamas), tampoco podían decir que recogieron computadoras y cadáveres con larguísimas cuerdas (de casi dos kilómetros, la distancia a la frontera) para respetar la soberanía ecuatoriana (qué malo que no se les ocurrió para ahondar más en su ridículo), en fin, no podían seguir delirando en público: era hora de cambiar de estrategia.
Entonces, basándose en la información de unos laptops a los que sólo ellos tienen acceso, pasaron a acusar a Ecuador y Venezuela de ser cómplices de las FARC, y a la segunda de estar financiándolas, como alegremente destacó buena parte de la prensa «independiente» venezolana. 300 millones de dólares, la cantidad «revelada», supone 15 mil dólares por guerrillero (suponiendo 20 mil guerrilleros, que son más de los que el gobierno colombiano admite), más lo que sacan por narcotráfico, tortura de niños, y cualquier otra maldad que se les ocurra… Sinceramente no entiendo cómo las FARC no gana la guerra con ese realero… Ah, claro, es que pelean en pijamas y sin armas, me olvidaba. Sobre el «uranio suministrado por Venezuela» que procesarían en su central nuclear selvática, mejor ni comento. Globoterror ya lo ha hecho, y muy bien.
El gobierno colombiano pasó de la mentira al insulto con una facilidad asombrosa. ¿Cómo se explica esta versatilidad? Simplemente porque el uribismo está acostumbrado a hacer en su país prácticamente lo que le viene en gana, parapetado detrás de sus medios de comunicación (prácticamente todos: recuerden que los comunitarios tienen prohibido hablar de política), su ejército de falsos positivos y sus paramilitares desmovilizados a la vez que dotados de sorprendente movilidad.
En Colombia están acostumbrados a este proceder del gobierno. ¿Criticas las probadas masacres llevadas a cabo por paramilitares con ayuda y/o participación directa del Ejército? Eres un terrorista. ¿Señalas los obvios vínculos del gobierno con fuerzas narcoparamilitares? Eres un guerrillero. Pero internacionalmente, a pesar de tener las espaldas bien guardadas por el presidente Bush, el asunto no es tan sencillo.
Crisis a tres bandas
El intercambio dialéctico que en esos días se produjo principalmente entre tres mandatarios (Correa-Uribe-Chávez) también dejó momentos destacables. Sin duda, los presidentes Correa y Chávez estaban en su perfecto derecho de movilizar tropas, toda vez que el gobierno colombiano se arrojaba el derecho de bombardear más allá de sus fronteras, invadir espacio aéreo y terrestre foráneo y mentir e insultar para «justificarlo».
El presidente Chávez, eso sí, se equivocó al homenajear a Reyes y tildar de mafioso y demás a Uribe, lo sea o no; eso era dar argumentos a su rival. El gobierno colombiano se estaba acorralando a sí mismo con sus balbuceantes mentiras: faltarle el respeto -por más que lo mereciera- era darle una vía de escape. Ayuda involuntaria que obviamente tomaron para hacerse pasar por «agredidos» y «víctimas». Así se sintieron arropados para lanzar su noticia bomba, la del laptop que mencioné más arriba. El intercambio informático de acusaciones que vino después me trajo a la memoria los sospechosos vínculos mafiosos que muchos miembros de la famiglia, ejem, familia política (y a veces familia a secas) de Álvaro Uribe, que son ciertamente muy reveladores.
Uribe y sus colaboradores con familiares díscolos
No hay más que echar un vistazo a las personas que lo rodean. La hermana del canciller Fernando Araujo,
Consuelo, dimitió de su puesto -la cancillería también: quítate tú pa’ ponerme yo– por las acusaciones de vínculos con paramilitares. José Obdulio Gaviria, primo de Pablo Escobar Gaviria, es asesor presidencial y hombre de plena confianza del primer mandatario. Óscar Naranjo, general al mando de la policía colombiana, tiene un hermanito menor condenado por narcotráfico en Alemania. El propio Uribe tiene un primito llamado Mario con firmes acusaciones de vínculos paracos, que tuvo que dejar su puesto como senador para aclarar sus travesuras.
Casi siempre, la excusa es «uno no es responsable de los actos de sus familiares», lo que técnicamente es cierto, pero… ¿cuántos de los que leen este texto tiene a un primo encarcelado por asociación ilícita y terrorismo, o a un hermano traficante de drogas purgando condena en Alemania? Ahora pregúntense por qué la gente «virtuosa» que rodea a (y el propio) Uribe tiene tanto familiar «díscolo».
La quintacolumna en Venezuela
Ya he escrito otras veces sobre el amor incondicional que la oposición venezolana profesa a Uribe. Nada importa que Colombia sea más insegura que Venezuela, más pobre que Venezuela y tenga infinitos problemas de derechos humanos más que Venezuela: para ellos es el mandatario que desearían. Ojo: no sólo es que prefieren a Uribe en la disyuntiva «Chávez o Uribe», no. Es que para la oposición organizada es un mandatario intachable, perfecto para la Venezuela que quieren construir.
Los medios y partidos de oposición casi en bloque se han entregado a Uribe como una heroína de novela barata se entregaría a un robusto y depilado pirata. Sólo hay que ver algunos de sus titulares, editoriales y programas de opinión. Además, gracias a la crisis, han conseguido nuevamente apropiarse de un bello concepto para manosearlo y manipular a sus seguidores: la paz. Según ellos, sobre el conflicto no hay nada que achacar a Uribe, todo es cosa de Chávez, que se inmiscuyó en Colombia sin que lo llamaran, olvidando que fue Colombia quien solicitó ayuda a Chávez, y que fue Colombia quien bombardeó y violó la soberanía de Ecuador, iniciando la actual crisis.
Si Uribe lanzara una bomba atómica de 100 megatones en la selva del Putumayo para acabar con las FARC, saldrían a defenderlo en masa por su «lucha por la paz», más si Chávez criticara la medida.
Nada les importa porque siguen el guión de siempre: «Si es contra Chávez, es bueno». Pueden estar seguros. Otro supuesto: si mañana Colombia lanza un misil tierra-tierra al boulevard caraqueño de Sabana Grande, afirmando que allí hay colombianos que colaboran con las FARC, y el misil impacta por error en un Centro de Diagnóstico Integral (CDI) y acaba con la vida de 35 personas, la oposición culpará a Chávez por provocar a Colombia, y el máximo regaño que dedicarán a Uribe será solicitarle respetuosamente que la próxima vez tenga algo más de puntería. ¿Exagero? Denles tiempo.
Una postura totalmente distinta a la de la oposición colombiana, que ha mantenido una actitud contraopuesta al entreguismo opositor venezolano. Totalmente opuesta, sí, pero cuidado… ni tan calvo ni con dos pelucas.
La tibieza del Polo Democrático Alternativo
El principal partido de oposición (el Partido Liberal dejó de serlo hace tiempo) está mostrando una conducta muy blanda en este asunto, a pesar de que me sigue pareciendo la mejor opción para Colombia. El PDA se ha caracterizado en estos años por una férrea oposición al gobierno de Álvaro Uribe. Su senador Gustavo Petro destapó la olla de podredumbre de los escándalos de la parapolítica. Su presidente, Carlos Gaviria (foto), se ha mostrado merecidamente ofensivo con Uribe en numerosas ocasiones, aunque de una manera ingeniosamente sutil (como cuando dijo que el presidente colombiano le ponía una vela al Salvador y otra a Salvatore, en referencia al narcoparamilitar Salvatore Mancuso).
Por eso no se entiende que la formación ahora haya adoptado una posición blanda y haya ido a Nariño a manifestar su respaldo al primer mandatario, ni por qué critica tanto a Chávez por acusar al presidente colombiano de lo mismo que ellos han señalado repetidas veces.
El Polo no debe presentarse como una sucursal del chavismo en Colombia, porque ni lo es ni debe serlo, pero con este camino de tibieza no va a ninguna parte. Si el Polo sigue por esta senda tan comprensiva con el gobierno colombiano en este caso, para no echarse (más) encima a RCN, El Tiempo y Caracol, no proyectará la imagen de ecuanimidad e independencia que busca, si no la de falta del compromiso que se requiere en momentos así: no conseguirá que los uribistas voten por su opción por más que se muestren «duros con Chávez», si no que los seguirán despreciando, y encima -más grave- perderá paulatinamente los votos de muchos que los apoyaron en las dos últimas elecciones (presidenciales y locales). Muéstrense duros con Chávez, pero no dejen de hacer lo mismo con Uribe. Y hablando de tibiezas…
La tibieza de la Organización de Estados Americanos (OEA)
Que se admitiera que hubo una violación de la soberanía pero que no se consiguiera una condena es una clara señal de cómo estos organismos a veces juegan a una doble moral exasperante. ¡Oh notición! ¿Se cometió una violación de la soberanía de Ecuador? ¿De verdad? ¡Qué revelación! ¡Pero si es lo que la propia Colombia admite (sin usar esa expresión, eso sí)!
Es como si Pedro entrara en casa de su vecino Juan, disparara en todas direcciones, llamara a Juan ocho horas después diciendo que lo habían agredido en su casa y después se habían escondido allí, en casa de Juan, Juan saliera y se encontrara el jardín lleno de cadáveres en paños menores, comprobara que esas personas no venían de atacar a nadie, pidiera una explicación, Pedro en respuesta lo llamara terrorista y cómplice de genocidio, y para mediar en ese lío la junta de vecinos se reuniera durante horas para finalmente concluir: «Pedro entró en la casa de Juan». No me extraña que Correa dijera lo que dijo en Nicaragua…
Esperemos que el 17 de marzo se consigan conclusiones más jugosas… escuchen si no la rueda de prensa conjunta entre Correa y Chávez, tiene detalles imperdibles sobre los sucesos de esos días…
Y es que quedan muchas cosas por aclarar. Será interesante conocer el resultado de las autopsias (hay rumores bastante fundamentados de ejecuciones en estado de indefensión de los guerrilleros, ya que si el Estado colombiano ejecuta campesinos y después los hace pasar por guerrilleros, ¿qué no hará con guerrilleros reales?). También ver qué evaluación se hace en el sitio por una comisión internacional.. puede ser otra oportunidad más de atrapar in fraganti al gobierno colombiano en sus mentiras.
Esto no acaba aquí, como tampoco acaba el camino emprendido por Uribe frente a Hugo Chávez, que no ha hecho más que empezar.
Uribe lanza un boomerang hacia la Corte Penal Internacional
El día 4 el presidente colombiano anunció que denunciaría a Hugo Chávez en la Corte Penal Internacional (CPI) por «financiamiento del genocidio». Al día siguiente dudó, pero después de consultar con su equipo de abogados (apuesto que formado por los prestigiosos juristas Jorge W. Arbusto y Condolencia Arroz) parece que la acusación sí va, gracias a los datos de la computadora que ellos tienen, que todavía a nadie han mostrado y que hay que fiarse de que no han manipulado. Algo muy difícil de creer dado que llevan con esa computadora en sus manos casi una semana y nadie imparcial la ha visto, y lo primero que hicieron al comenzar la crisis fue mentir. Cuando los descubrieron, acusaron de terrorista a dos presidentes a un tiempo.
El camino que emprende Uribe es definitivo respecto a Chávez, la ruptura diplomática entre Colombia y Venezuela probablemente no se solucione hasta que uno de los dos deje la presidencia (¿2010 Uribe, 2013 Chávez? ¿Antes? ¿Después?). El presidente venezolano puede haber llamado al colombiano «mafioso», «paraco», «calculador» y otro montón de cosas, pero todo desde un universo rectificable u olvidable. Es decir, si en un año las cosas se enfrían, esos epítetos podrían atribuirse al fragor de la batalla diplomática, a la pasión del momento, etc., y las cosas volverían a su cauce. ¿No lo creen? Recuerden el enfrentamiento Hugo Chávez-Alan García, previo a la elección del segundo como presidente del Perú. Se mentaron la madre como poco, y después… después «panitas», como tituló Últimas Noticias en aquel momento.
Por contra, Uribe, que astutamente no se ha prodigado con descalificativos, elige ahora un arriesgado camino de no retorno. Los descalificativos, por graves que sean, siempre se pueden borrar. Siempre. Las acusaciones ante La Haya, es más complicado. Un Estado no puede acusar, esgrimiendo «pruebas» propias, a otro presidente de «cómplice y financiador del genocidio» y después retractarse diciendo, «bueno, señor genocida, en aras de una distension diplomática, olvido ese detalle». La otra opción de rectificación sería decir que las pruebas no eran buenas, algo harto difícil cuando las «pruebas» fueron supuestamente encontradas, defendidas como auténticas y hechas públicas por el propio acusador. Chávez se ha reído de la acusación, el senador colombiano Gustavo Petro ha calificado la maniobra de Uribe como «delirante«, y probablemente la CPI contestaría de manera similar. Lo mejor que podría pasarle a Uribe es que la CPI considere que la acusación «no ha lugar» porque no tienen competencia para esos casos. ¿Lo peor…?
Lo peor es ‘muy peor’ para Uribe. La CPI sólo juzga cuatro tipos de crímenes:
-Genocidio.
-Crímenes de guerra.
-Crímenes de lesa humanidad.
-Agresión a otro país.
Uribe, sin darse cuenta, ha lanzado un boomerang contra Chávez, porque el Estado colombiano ha sido acusado (y sen-ten-cia-do entre 2004 y 2007, por ejemplo, seis veces), desde antes y también durante su presidencia, por casi todos los crímenes que competen a este organismo. Desplazamiento forzado de millones (entre 3 y 4) de ciudadanos, ejecuciones extrajudiciales, crímenes de lesa humanidad en todas sus formas, todas llevadas a cabo en su mayor parte por paramilitares protegidos por el ejército, o por el ejército a secas. Hasta por genocidio -el de la Unión Patriótica (UP)- está siendo juzgado el Estado colombiano, genocidio que, en casos más esporádicos, también se ha presentado durante su presidencia contra los herederos de la UP. Los pocos altos representantes de aquella formación que todavía viven, están en las FARC (como Iván Márquez) o en Suecia (algunos parte de los miembros de ANNCOL). El resto, entre 3 y 5 mil según las fuentes, murieron asesinados. Además, no se entiende que Colombia lleve el caso a una instancia que ni siquiera respeta…
Si la CPI tiene que elegir entre Uribe y Chávez para juzgar por genocidio, crímenes de lesa humanidad o agresiones militares a otros países, tengan por seguro que el presidente colombiano tiene 1.000 veces más chance de viajar en vuelo (sólo de ida) a La Haya que cualquier otro presidente latinoamericano.
Uribe se está quedando cada día más solo. Ya no tiene relaciones diplomáticas ni con Venezuela, ni con Ecuador, ni con Nicaragua… y seguramente su situación será más comprometida después del 17 de marzo, nueva reunión de la OEA. Si quiere convertirse en el Israel de América Latina está en su derecho, pero que lo haga a título personal, sin arrastrar al pueblo colombiano con él…
Conclusión
La crisis abierta entre Ecuador, Colombia y Venezuela es fiel reflejo de un lucha que va más allá de las nacionalidades. Es una lucha entre dos gobernantes que, cada uno a su manera, con aciertos y errores, se entregan por alcanzar la verdadera soberanía y emancipación de los países que gobiernan, frente a otro que ha vendido la soberanía del suyo al mejor postor.
Casi todos deseamos que esta lucha no pase a otros niveles, porque sería una guerra entre hermanos y destruiría gran parte de los avances conseguidos en estos años por los países que eligieron emprender procesos de cambios. Y digo «casi todos», porque si a alguien le interesa un conflicto bélico en esta región es a ya-saben-qué-país y ya-saben-qué-poderes. Otra razón más para evitarlo.