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Crisis, transición y socialismo. Líneas de reflexión y debate

Fuentes: observatoriocrisis.org

No hay solución capitalista a la actual crisis capitalista. (…) el socialismo es la única alternativa para solucionar el conjunto de los problemas económicos, sociales, políticos, culturales, medioambientales y civilizatorios de la humanidad.(1) Si antes se ganaban las elecciones haciendo flamear las banderas del neoliberalismo, hoy se ganan criticándolas. (Atilio Borón(2)) El problema de fondo […]

No hay solución capitalista a la actual crisis capitalista. (…) el socialismo es la única alternativa para solucionar el conjunto de los problemas económicos, sociales, políticos, culturales, medioambientales y civilizatorios de la humanidad.(1)

Si antes se ganaban las elecciones haciendo flamear las banderas del neoliberalismo, hoy se ganan criticándolas. (Atilio Borón(2))

El problema de fondo no es sólo la gravedad de la crisis del capitalismo, sino la debilidad de las alternativas. Estamos ante una crisis estructural del capitalismo, pero los sepultureros se demoran en llegar.

Para un estudio riguroso, hay que empezar por modificar la definición de la crisis como «hundimiento»(3) del capitalismo, hacia una visión de la crisis como un período de «caos» y «anarquía», de agudización de las contradicciones fundamentales del sistema, de bifurcación del camino de las perspectivas.

Una crisis abre oportunidades y disyuntivas: el desenlace puede apuntar a una recomposición del capitalismo, a un nuevo ciclo del sistema mundo capitalista, con mayores costos para la humanidad y los excluidos; o hacia la transición al socialismo, como la alternativa para los problemas económicos, sociales, políticos y civilizatorios.

En la fase neoliberal, la doctrina de la crisis o del shock,(4) fundamentada en el pensamiento de Milton Friedman, jugó un papel central en el florecimiento del capitalismo financiero: «Sólo una crisis – real o percibida como tal – produce un verdadero cambio. Cuando ocurre esa crisis, las acciones que se emprenden dependen de las ideas existentes en ese momento… Nuestra función básica: desarrollar políticas alternativas a las políticas existentes y mantenerlas vivas y disponibles hasta que lo políticamente imposible se convierta en políticamente inevitable».(5)

Para una perspectiva revolucionaria, no se requiere solo que el sistema capitalista entre en crisis, sino que surja una fuerza alternativa, un bloque histórico con capacidad contrahegemónica, capaz de condensar las aspiraciones de cambio de la sociedad y los anhelos de liberación de los oprimidos, y de poner en marcha los dispositivos para construir un nuevo orden. Y allí está el principal retraso, tanto desde la teoría como desde la acción política.(6)

La marcha triunfal del pensamiento único ha llegado su fin, y la historia se abre a nuevos cauces de esperanza: estamos frente a una crisis de las ideas dominantes. El signo está en la muerte y resurrección de las teorías de Marx, en el seno del mismo Wall Street.

La tarea central en el campo teórico es acelerar la construcción de líneas de pensamiento (teorías) con capacidad de ejecución (técnicas y tecnologías) para una transición prolongada que rompa el viejo orden y siente las bases y abra perspectivas para un mundo diferente.

Lo más espinoso es diferenciar el carácter de los cambios: saber si apuntan a una recomposición del sistema mundo capitalista, aunque con nuevas formas, a menudo envueltas en discursos atrayentes; o si se trata de puntos de quiebre y alternativa. Para ello se requiere una mirada de larga duración.(7)

El estudio, por tanto, debe abarcar el proceso en su conjunto: la naturaleza de la crisis del capitalismo, los cauces y formas de recomposición del sistema, las experiencias y perspectivas de la transición, y el carácter y sentido del socialismo. Una visión parcial y de corto plazo, puede quedar atrapada en las exigencias y avatares de la coyuntura, puede quedar enredada en lo recovecos del sistema.

La crisis

No hay teoría inocente. El debate central, desde el punto de vista de las estrategias alternativas, es definir si se trata de una crisis cíclica o de una crisis estructural del capitalismo, de una crisis en el capitalismo o una crisis del capitalismo. El ámbito para este debate se ubica en el estudio de la transición: situar los signos de agotamiento del capitalismo,(8) y detectar los gérmenes de transformación hacia el socialismo.

¿Qué es lo que entra en crisis? La opinión pública se centra en los acontecimientos inmediatos: el estallido de la burbuja hipotecaria a partir de junio del 2007, los avatares de la crisis bancaria y financiera y las maniobras del salvataje. Ese es el punto de partida, pero en realidad el punto de partida está en las raíces, en los orígenes: se trata de una crisis de larga data, de larga duración hacia atrás y hacia delante.

Si pasamos de la circulación y del manejo monetario a la esfera de la producción, valorización y reproducción ampliada del capital, debemos ubicar el arranque de la actual crisis en el inicio del ciclo de la tendencia decreciente de la ganancia que se configura a finales de la década del 70; y en el consiguiente reordenamiento del sistema financiero-económico, precisamente para enfrentar esa situación, a partir de la decisión unilateral de la no-convertibilidad del dólar, asumida por el Gobierno norteamericano en 1971, lo que pone fin al sistema patrón-oro acordado en Bretton Woods y señala el punto de salto hacia la fase de financiarización(9) de la economía mundial, encabezada por Estados Unidos de Norteamérica, con la participación de Europa y de Japón.

La financiarización significa «que el centro de gravedad de la decisión económica ha sido transferido de la producción de plusvalía en los sectores productivos hacia la redistribución de beneficios ocasionados por los productos derivados de las inversiones financieras.»(10)

A partir de los años 1967-71 entramos en una fase B (descenso) de la onda larga de Kondratieff iniciada en la post segunda guerra mundial (a partir de 1945). Esta fase marcaría el paso a la financiarización de la economía mundial y el inicio del declive de la hegemonía norteamericana. En el tiempo actual esa fase entraría en su punto más bajo, en una crisis que tiende a ser estructural.(11)

Antes de romper la convertibilidad, una onza de oro equivalía a 38 dólares; 35 años después la onza de oro ha rebasado la barrera de los mil dólares, una devaluación en torno al 3.000%. «Esa erosión endémica del dólar viene devorando ahorros, salarios y precios reales de todo el mundo, incluso los norteamericanos. Un tributo mundial a Estados Unidos que nutre las especulaciones de la bolsa newyorkina, el financiamiento de sus empresas transnacionales y la voracidad consumista.»(12)

La burbuja financiera implica una brecha descomunal entre el capital productivo y el capital financiero: «el volumen de las transacciones financieras es del orden de dos mil trillones de dólares cuando la base productiva, el PIB mundial, sólo es de unos 44 trillones de dólares.»(13)

Lo que entra en crisis, en primer lugar, es la financiarización del capital y la hegemonía del poder norteamericano: una crisis de modelo y de ciclo. Pero la crisis va más allá. «No basta con llamar la atención sobre la debacle financiera. Detrás de ella se esboza una crisis de la economía real, ya que la actual deriva financiera misma va a asfixiar el desarrollo de la base productiva. (…)Y detrás de esta crisis se perfila a su vez la verdadera crisis estructural sistémica del capitalismo. La continuación del modelo de desarrollo de la economía real, tal y como lo venimos conociendo, así como el del consumo que le va emparejado, se ha vuelto, por primera vez en la historia, una verdadera amenaza para el porvenir de la humanidad y del planeta.»(14)

En torno a los 70, se opera también una modificación profunda en las fuerzas productivas con los resultados de la tercera revolución científico-técnica que afecta al funcionamiento de la economía, con nuevas posibilidades de globalización capitalista y también de alternativas hacia otro mundo posible.

«Las relaciones burguesas de producción y de cambio, las relaciones burguesas de propiedad, toda esta sociedad burguesa moderna, que ha hecho surgir tan potentes medios de producción y de cambio, se asemeja al mago que no es capaz de dominar las potencias infernales que ha desencadenado con sus conjuros (…) Las relaciones burguesas resultan demasiado estrechas para contener las riquezas creadas en su seno.»(15)

Surgen «tres curvas de largo plazo» que se aproximan a sus asíntotas y pueden conducir a choques más profundos para el sistema: (i) el «aplanamiento», más que la universalización de la proletarización de la fuerza de trabajo, como por ejemplo, en el debilitamiento de las dicotomías entre lo rural y lo urbano; lo que reduce los espacios de «ejército de reserva» utilizados por el capital en tiempos de crisis; (ii) La universalización de la instrucción le ha quitado su poder iluminista y su capacidad de jerarquización social y de estabilización del sistema; lo que desemboca en un nuevo proceso de elitización y de rigidez social; (iii) la degradación ecológica, pues el copamiento del planeta y de los recursos impide la externalización de los costos.(16)

Se agudiza la contradicción de la globalización capitalista que se presenta como una reproducción trunca del capital,(17) al colocar fronteras estructurales a la mundialización de la fuerza de trabajo, y al producirse un desajuste entre la política interna de los países centrales y su proyección internacional: los gobiernos norteamericanos, a partir de la caída de la Unión Soviética, obstruyen y suplantan la formación de un Estado mundial y asumen el papel de Estado mundial-gendarme. Hasta ahora habían logrado mantener una diferenciación, el desacoplamiento entre el funcionamiento de la democracia liberal al interior y la atención al desarrollo económico interno, frente a una estrategia expansionista mediante dispositivos neocoloniales.

En la crisis actual esa contradicción se ha introyectado, tanto desde la economía, como desde la política. La Administración Bush se basó en el exceso de la política expansionista, hasta tomar lo forma de un «capitalismo del desastre» y una estrategia de shock,(18) lo que se precipita sobre todo a raíz del 11-S hasta rebasar la frontera de la política interna y debilitar las bases de la democracia liberal: el signo está en la incapacidad de resolver el tema de los migrantes y en la promulgación de la Ley Patriota.

En el plano económico, la crisis actual implica la concurrencia de diversas crisis. «Se tienen cuatro crisis: financiera, económica, alimentaria y climática, que afectan a todo el planeta pero cuyo origen se sitúa en los países del Norte.»(19) Y, al mismo tiempo, mientras los anteriores estallidos de las burbujas financieras afectaban a zonas periféricas o externas, o incluso a delimitados sectores de la economía norteamericana, ahora el primer impacto es al corazón de Wall Street y a amplios sectores de la población; se refiere a valores simbólicos de la prosperidad del «american way of life», la casa y el auto, y próximamente la tarjeta de crédito.

El triunfo de Obama se basa en el manejo de esta contradicción, como ya lo hizo Clinton en 1992; aunque logra también instrumentalizar imaginarios culturales sobre la discriminación y el cambio. Pero en esta oportunidad se ha reducido el espacio para una salida, para restablecer el desacoplamiento entre el manejo interno y la política externa.

Como lo preveía Arrighi, «la propia extensión y severidad de la actual crisis de sobreacumulación y la elevada velocidad con la que se está desplegado pueden generar fácilmente una situación en la que la tarea de crear unas estructuras de gobierno mundial mínimamente eficaces sobrepase los recursos limitados de los Estados Unidos y de sus aliados.» (20)

A finales del largo siglo XX, Arrighi veía un proceso binario con el debilitamiento de una «vieja» región (Norteamérica) y el ascenso de una «nueva» región (este de Asia), «como centro dinámico de los procesos de acumulación mundial,» asentado no tanto en la industrialización como tal, sino en el valor añadido dentro de la economía-mundo; y destacaba sobre todo el proceso de Japón.(21)

A inicios del siglo XXI ya no se presenta únicamente como un tema de regiones, sino más bien como un tema de ejes y como un juego a tres bandas: (22) la crisis afecta sobre todo al eje Norte-Sur, la tríada USA-UE-Japón y sus engarces en la periferia; mientras tanto surge un nuevo eje Este-Oeste de acumulación en ascenso, los BRICAS, que involucra el este de Asia, no tanto Japón, sino sobre todo a China, el último ganso de la «bandada» a finales del siglo XX, pero también a un nuevo papel de Rusia, India, Brasil y Sudáfrica, no sólo como potencias regionales o como «subimperialismos», sino como dispositivos de reordenamiento del capital mundial dentro del antiguo manejo imperial de desacoplamiento de sus políticas «nacionalistas» internas, con una política expansionista neocolonialista: el signo es PETROBRAS en Brasil o GAZPROM en Rusia. Proceso que se ve reforzado con el desplazamiento del epicentro material del comercio mundial desde el Atlántico hacia el Pacífico. Empero estas expansiones tienen poco espacio de maniobra para las desconexiones, pues dependen en gran parte del intercambio con las economías centrales.

En este nivel se marcan relaciones que agudizan la contradicción global del sistema: «la existencia de una relación contradictoria entre la vitalidad de una agencia capitalista emergente y un orden capitalista todavía dominante ha constituido una característica de todas las transiciones de un ciclo sistémico de acumulación otro.»(23)

En particular obstruye el paso a un nuevo Estado mundial y produce una especie de fijación en el estadio anterior, con un Estado-nacional, el norteamericano, que opera como Estado mundial, aunque para ello debe reforzar sus mecanismos autoritarios y de monopolio bélico; y con una economía-nacional, que actúa como organismo económico mundial, sobre todo en el campo de las políticas monetarias y financieras, aunque para ello debe reforzar sus tendencias especulativas. El signo es papel del dólar como moneda universal – dos tercios de las transacciones financieras mundiales se siguen realizado en dólares – aún en medio de la crisis.

Empiezan a surgir, todavía con debilidad, experiencias y procesos, sobre todo en América Latina, de desacoplamiento o «desconexión»(24) con posibilidades de alternativa en la reconexión o hacia nuevas formas de recomposición y desarrollo del capitalismo o hacia formas de transición al socialismo.(25)

En medio de este proceso complejo, se agudiza la contradicción-paradoja entre el desarrollo de las fuerzas productivas con capacidad de pasar de la escasez a la respuesta a la necesidad de toda la humanidad, y la creciente concentración monopólica de la riqueza en manos de las transnacionales y los países centrales, con un modo de vida que termina por poner en riesgo la supervivencia misma de la humanidad y del planeta. La crisis del capitalismo se proyecta como una crisis sistémica y también civilizatoria.

¿Puede sobrevivir el capitalismo?(26)

No hay respuestas puramente económicas. El capitalismo es un modo de producción-formación económico-social (Marx), pero también es una civilización (Schumpleter). La respuesta es predominantemente política, depende sobre todo de la presencia de los sepultureros: «la salida dependerá de los detalles de la lucha organizada actual».(27)

La crisis no es sólo económica; se trata de una «crisis de todo el organismo social moderno y de la misma conciencia».(28)

En este sentido, es interesante observar el tratamiento que Marx da al tema de la caída de la tasa de beneficio como uno de los indicadores claves sobre la crisis del capital: señala la tendencia correspondiente a largos períodos de tiempo, pero también presenta las «causas que contrarrestan la ley»;(29) y esas causas «engloban precisamente elementos de naturaleza ‘subjetiva’ y social»(30). Podemos ampliar esta visión y señalar que también la lucha para definir la orientación del desenlace de la crisis se decide en el campo de los elementos «de naturaleza ‘subjetiva’ y social».

Una visión integral permite analizar dos procesos paradójicos: el capitalismo tiene alta capacidad de readecuación (Braudel); pero cada ciclo de prosperidad crea condiciones en las que el capitalismo sobrevive cada vez en mayores dificultades (Schumpeter).

La crisis financiera está en pleno desarrollo: estallarán nuevas burbujas, como en el caso de las tarjetas de crédito; caerán nuevos bancos y entidades financieras; todavía el monto de capital basura que debe quemarse es alto.(31) Pero el capitalismo buscará salidas.

La primera línea de reflexión se centra en la capacidad del capitalismo para conquistar nuevas zonas de explotación y acumulación: aparece ante todo el lado rapiñador del capital. Este lado fenoménico es correcto, siempre que no regresemos a las viejas teorías de la subordinación de la producción al consumo, o de los límites estructurales del capitalismo en el empobrecimiento de la población y en la incapacidad de consumo como punto de partida de la crisis (crisis de subconsumo).(32) Esta línea se presenta en la descripción de la crisis dentro de la cadena de la crisis hipotecaria: la incapacidad de pago de los préstamos hipotecarios por los usuarios como el inicio del estallido de la burbuja financiera.

El punto de partida está, no en el subconsumo, sino en la sobreproducción y la sobrevalorización especulativa del capital: en el campo del valor del cambio y no directamente del valor de uso; como resultado del propio proceso de reproducción ampliada del capital y no como un elemento introyectado. «Esa ampliación de la producción, sin una ampliación correspondiente del consumo concuerda con la misión histórica del capitalismo y con su estructura social específica: la primera consiste en el desarrollo de las fuerzas productivas de la sociedad; la segunda excluye la utilización de esas conquistas técnicas por parte de la masa de la población.»(33) Lo que coloca el análisis de la crisis en el estudio de las contradicciones del capitalismo, empezando por «la contradicción entre el carácter social de la producción y el carácter privado de la apropiación.»(34)

En la fase actual, cuando estamos ante la paradoja de que el desarrollo de las fuerzas productivas ha creado las condiciones para superar el campo de la escasez y sentar las bases para que humanidad sea sujeto de su propia historia; esta potencialidad choca con fronteras estructurales tanto por el lado de la naturaleza y el planeta, como por el lado de la sociedad y el individuo; por lo cual la contradicción entre «el carácter social de la producción y el carácter privado de la apropiación», empieza a desembocar en una crisis sistémica.

La capacidad de readecuación se opera por un triple desplazamiento del capital dominante. El paso a nuevas zonas de valorización del capital: una vez agotada la zona de la «economía punto com» con la crisis del 2001, el capital se desplaza a la zona de los préstamos hipotecarios y los derivados, la misma que también estalla a partir de junio del 2007, por lo cual busca desplazarse a una nueva zona en torno al capital rentista para explotar los «conmodities» y los recursos naturales, empezando por el petróleo, que logra su cota más alta el 4 de julio del 2008 con el precio de barril por encima de los 150 dólares, para entrar en franja de turbulencia a partir de septiembre. El movimiento apunta al desplazamiento hacia la captación monopólica de la renta de la tierra, a través de alianzas estratégicas con las potencias en ascenso mediante la estrategia de los biocombustibles y el reforzamiento de una nueva ola extractiva, basada en la reprimarización de las economías periféricas. El signo en nuestro Continente es el ordenamiento en torno al IIRSA, que se ubica alrededor del eje Manaos-Manta-Manaos-Caracas-Manaos-La Paz.

El desplazamiento a nuevas zonas de colonización de la periferia: el despegue de la fase de financiarización se asienta en la conquista violenta de las fronteras de acumulación estatal en América Latina, mediante el dispositivo de la «renegociación» de la deuda externa; y luego se refuerza con lo acelerados procesos de privatización de los países exsocialistas, bajo la égida del Consenso de Washington y la doctrina del shock. Las guerras de Afganistán y de Irak apuntan a un nuevo control geopolítico en torno al monopolio de los recursos energéticos, pero también a la contención de la expansión del eje Este-Oeste, en particular de China. Agotada, y sobre todo ilegitimada, la fase neoliberal el capital mundial impulsa una estrategia centrada, ya no en la privatización directa de los recursos naturales y de la áreas estratégicas de la economía pública, sino en la privatización de los gobiernos y de su gestión.(35)

El desplazamiento, en tercer lugar, está regido por la captación de reductos de mano de obra barata que permita acrecentar la plusvalía absoluta para tener espacio para la puesta en juego de la plusvalía relativa. Este fue uno de los dispositivos para la expansión del Este asiático, en una estrategia de «vuelo de ganso» encabezado por Japón, que permitió la incorporación escalonada de los países más «atrasados», es decir con menor consto de la mano de obra. El «milagro» chino cuenta con u dispositivo similar.

En cada desplazamiento se produce un caos mayor que afecta no sólo al capitalismo, sino al destino de la humanidad.

Escenarios de desenlace

«Formalmente, sólo hay dos posibilidades:»(36) (i) el sistema-mundo sigue funcionando, con los ajustes necesarios: el ciclo Kondratieff ascendería de nuevo y el ciclo hegemónico iniciaría su reconstrucción; el sistema-mundo podría ser diferente, pero en esencia seguiría existiendo una economía mundo-capitalista; (ii) la germinación de una crisis o bifurcación del sistema, que podría manifestarse como un período de caos del sistema, cuyo resultado sería incierto.

La metodología propuesta por Wallerstein se centra en reunir los argumentos que podrían defender la hipótesis de la crisis del sistema. «Si los argumentos presentados no parecen plausibles o convincentes, entonces se sostendría la primera opción, la continuación normal del sistema, y así no haría falta discutirlas por separado.»(37)

En la primera posibilidad,(38) los viejos centros pueden detener el curso de la historia capitalista del cambio de guardia en el mando de la economía-mundo capitalista y, basados en el control de recursos para la construcción del aparato de Estado mundial y para organizar la guerra, pueden apropiarse por la fuerza, la astucia o el convencimiento de los excedentes acumulados en los nuevos centros, para ir a la construcción de un imperio-mundo verdaderamente global.

En esta dirección apunta el juego del G7+1, que busca a través de la ampliación al G20 cooptar a las potencias emergentes para una salida de reordenamiento del sistema financiero bajo control de los viejos centros de poder.

El salvataje se dirige a favorecer a los grandes conglomerados financieros: el rescate de Citigroup con la entrega de 50 mil millones de dólares, de la AIG con 35 mil millones de dólares, a la cola espera el Banco de América.(39) Las políticas de salvataje bancario, como la creación del fondo de 700 mil millones de dólares por el gobierno de Bush, se orientan a una mayor concentración monopólica: un signo está en el desenlace de las quiebras bancarias que termina en absorciones por megabancos que expanden un dominio monopólico cada vez más concentrado.(40)

El intento de pasar a un nuevo ciclo implica una especie de retorno al punto de partida: un proceso de reacumulación originaria y violenta de capital en manos de los nuevos grupos hegemónicos, con hechos de corrupción y manipulación, el mundo oscuro de la «antieconomía».(41)

Continúan nuevos planes y anuncios de salvataje tanto en Estados Unidos como en Europa.(42) Pero la crisis no se detiene: después de Estados Unidos ha reconocido la entrada en recesión Alemania, y a semana seguida, Japón.

La pregunta es, ¿de dónde provienen los recursos para el salvataje desde arriba? Y si bien la respuesta puede ser compleja, encontramos tres vías principales: (i) la utilización de las reservas del Estado mediante dispositivos de socialización de las pérdidas; (ii) un nuevo inflamiento de los recursos monetarios, mediante emisiones inorgánicas (sobre todo de dólares, pero también de euros y yenes), entrada de recursos provenientes del lavado y de los paraísos financieros, o la utilización de la maquinaria político-militar para la orientación de negocios de recursos e inversiones bélicas a favor de las grandes corporaciones; (iii) extracción de los excedentes que hoy se encuentran sobre todo en manos de los BRICAS.

Aunque un manejo monetarista no logrará salidas estructurales, por lo cual la tendencia apuntará a la agudización de la sobreexplotación de los trabajadores y los pueblos, y al traslado de la crisis hacia los puntos y los países débiles del sistema.

La debilidad estructural del capitalismo dominante no sólo es económica, sino civilizatoria: el modo de vida capitalista choca con las fronteras de la naturaleza y de la humanidad. Para salir de este límite, el ideal es producir un imperio global mediante el desacoplamiento del alto mundo de las finanzas y la economía (el antimercado), dominado por el poder de las corporaciones y los países centrales de la tríada USA-UE-Japón con la cooptación y subordinación de las potencias regionales emergentes; mientras queda en un espacio desechable o al máximo en el juego del mercado, el resto de los países y los continentes.

Propuestas como la utilización de una moneda virtual apuntan en dirección de crear un «paraíso» financiero de abundancia y flujo libre, a fin de garantizar los manejos de las altas esferas de poder político y económico, mientras el resto del mundo se debate en el ruido y la angustia de la cotidianidad de la escasez. La visión del «progreso» presenta al capitalismo como un avance para «toda» la humanidad: a partir del copamiento de la expansión planetaria se presenta cada vez más bien el otro lado del capitalismo, la producción de espacios desechables, con desacoplamientos de la reproducción ampliada del capital y del poder. Una especie de apartheid global.

El paraíso del gran capital se asienta en una doble expulsión de la masa: de la apropiación de la riqueza y de la capacidad de decidir. En medio de la crisis, el primer esfuerzo de los poderes centrales es no perder la iniciativa, asegurarse el monopolio de la reorganización de la institucionalidad económica y política mundial.

En la segunda posibilidad,(43) la vieja guardia se muestra incapaz de detener el curso de la historia y los nuevos centros ocupan los puestos de mando en la acumulación capitalista, pero sin contar con los recursos para la formación del aparato de Estado mundial y la organización de la guerra. Ante tal disociación, el capitalismo no podría subsistir, y concluiría, no como resultado de las acciones de una agencia determinada, como en el primer caso, sino de las consecuencias inesperadas de las acciones del mercado mundial. El capitalismo (el antimercado) se extinguiría con el poder estatal que ha conformado su destino durante la época moderna y el estrato de la vida material (de la no-economía) se retrotraería a algún tipo de orden anárquico.

Las potencias regionales emergentes (BRICAS) están ligadas a la economía de la vieja guardia: si bien han logrado crecimientos significativos en los últimos años, una gran parte de los mismos se debe al desplazamiento de los capitales globales a los países con crecimiento alto; y al mismo tiempo, han orientado una parte importante de sus excedentes a invertir y a comprar papeles de los países centrales, en particular de Estados Unidos. Por lo cual va ser difícil que tomen iniciativas autónomas.

Los países centrales no esperarán pasivos la acción de las nuevas regiones: van a buscar un retorno de sus capitales y apuntarán a políticas de protección de sus economías en crisis; lo que a su vez producirá un ciclo proteccionista también en las otras regiones; propiciando espacios de desconexión.

Los intentos de desacoplamiento y de paso a una sociedad postcapitalista han empezado a emerger, no tanto de las potencias emergentes, sino desde las luchas de los pueblos, sobre todo de América Latina: hay una corriente de gobiernos que impulsan diferentes grados de desconexión de las economías centrales; aunque persiste la disyuntiva de la reconexión: o de cara a los intereses de los pueblos, o en la perspectiva de un reordenamiento del capital.

Existe una tercera posibilidad: (44) antes de que la humanidad viva un imperio-mundo capitalista o una sociedad de mercado postcapitalista mundial, puede abrasarse en los horrores de la intensificación de la violencia: la historia capitalista concluiría instalándose en el caos sistémico en el que se originó hace 600 años y que ha reproducido a una escala cada vez mayor en cada una de sus transiciones. La salida puede rebasar la disyuntiva «socialismo o barabarie» y presentarse como una disyuntiva «barbarie o barbarie», que amenaza a la propia vida.

La exacerbación de las estrategias de guerras de tercera generación en las fronteras de cruce de las diferencias civilizatorias y de reservas de recursos estratégicos, sobre todo energéticos, biodiversidad y agua, apuntan en esta dirección.

La paradoja ambiental: el desarrollo de las fuerzas productivas hasta crear condiciones de superar, por primera vez, el mundo de la escasez, choca con las amenazas cota la supervivencia de la humanidad y del planeta.

La transición

El segundo escenario se presenta como un proceso de transición a una sociedad postcapitalista. «En la transición se combinan, en forma conflictiva, el viejo proceso del capitalismo que está en crisis y que busca recomponerse y los procesos de cambio; las tareas de destrucción de lo viejo y la construcción de lo nuevo.»(45)

No se trata de un salto de una etapa a la otra. Más bien opera un largo proceso de transición,(46) un proceso prolongado de luchas caóticas y complejas que tendencialmente apuntan al cambio del sistema.

Tal vez aquí podemos ver un cuarto escenario: en medio de un sistema-mundo pueden consolidarse procesos de transición localizados en regiones o países periféricos.

El estudio de la transición abarca dos campos: el análisis de los procesos históricos de las revoluciones anticapitalistas y de las transiciones al socialismo, para recoger los elementos de construcción del paso y ubicar las razones de las derrotas. Y el estudio de los procesos actuales de transición.

Las contradicciones y el agotamiento del sistema capitalista abren espacios para procesos políticos de transición. Si bien el capitalismo actúa como sistema que se autoreproduce, a partir de sus propias contradicciones se crean las condiciones para el advenimiento de los sepultureros.

«El cambio actualmente se concentra sobre todo en América Latina. Además de Cuba – iniciadora de la experiencia socialista en el Continente – surgen nuevas experiencias, con diferentes niveles de radicalización: procesos que apuntan a cambios profundos hacia la construcción del socialismo, como en Venezuela y Bolivia; y procesos que avanzan solo hasta cambios democráticos.»(47)

Aquí es donde podemos buscar las proyecciones más avanzadas y los límites. Podemos ver, en lo económico, los esfuerzos por abrir cauces de integración latinoamericana para construir circuitos desconectados del poder central, como en las iniciativas del Banco del Sur o del Alba; pero también los entrampamientos en proyectos extractivistas como el eje Manaos-Manta-Caracas-LaPaz, articulado al IIRSA. Podemos ver, en lo político, los intentos de construir nuevas formas de poder popular, como el proyecto del PSUV o del acercamiento entre el MAS y la COB; pero también la repetición de autoritarismos y persecuciones ante organizaciones sociales y políticos de izquierda. Una transición compleja que empieza a chocar contra fronteras estructurales tanto internas como sistémicas. El proyecto de «nacionalización democrática»(48) aún se presenta trunco.

Todavía falta un estudio sistemático y objetivo de estas experiencias de transición. A menudo se suceden, en el un lado, las proclamas laudatorias y, en el otro, las condenas ideologizadas, frente al cambio del mapa político del Continente y el giro a la izquierda.

Los gobiernos de «izquierda» tienen en común diversos niveles de desconexión del eje norte-sur tradicional: «por primera vez en la historia los países de la región están viendo cómo resolver los problemas sin la presencia de los Estados Unidos».(49) Pero la disyuntiva está en la reconexión.(50)

Estos gobiernos encontraron condiciones favorables en el boom del petróleo y de las materias primas para impulsar un proceso de desconexión y de reacumulación autónoma. Empero esa bonanza no fue dirigida con fuerza a una reorientación profunda del modelo económico, sino preferencialmente a una política de redistribución social de excedentes, incluso con ribetes de control clientelar de las masas. Ahora está a prueba el carácter de la reconexión.

El límite es sobre todo político: el bloque histórico alternativo integra nuevos sectores empresariales que limitan el proceso de cambio a modificaciones parciales que no rompen los juegos estructurales del sistema.

En Ecuador, por ejemplo, la estructura del capital accionario, con una participación alta de las empresas estatales (46,2%) y de las filiales de las corporaciones transnacionales (37,8) y una baja participación de los grupos empresariales locales (15,9%),(51) hace que la vinculación al Estado-gobierno y a las transnacionales se convierta en el objetivo principal de los grupos políticos y económicos locales emergentes, que actúan más como una «burguesía intermediaria» que como una «burguesía nacional». La presencia de nuevos grupos de empresarios y políticos «intermediarios o lobbystas» en los gobiernos de izquierda, bloquea las posibilidades de cambios profundos.

A partir se esta composición y orientación se puede diferenciar los gobiernos progresistas del Continente: procesos que se encuentran dentro de los juegos de recomposición del sistema, y procesos que aún buscan alternativas estructurales.

«Esa reorientación hacia la izquierda sólo en algunos países se tradujo en cambios análogos de las políticas gubernamentales. Si Venezuela y Bolivia representan la fidelidad de sus gobiernos en relación a tendencias prevalecientes de la opinión pública, en los demás casos se comprueba un llamativo desfase entre ésta y gobiernos como los de Lula en Brasil, Bachelet en Chile, Kirchner en Argentina y Vázquez en Uruguay. (…) los gobiernos de la mal llamada «centro izquierda» no sólo mantuvieron las políticas neoliberales de sus predecesores sino que, una vez instalados en el poder, sufrieron un complejo cuadro de amnesia y un súbito ataque de «responsabilidad» que los llevó a atenuar significativamente su crítica al Consenso de Washington y el neoliberalismo.»(52)

La «vía por arriba»(53) de la transición empieza a chocar contra fronteras estructurales. Por ello, la esperanza del cambio debe brotar nuevamente desde la «vía por abajo», desde la energía social, desde la movilización y la lucha de los trabajadores, de los excluidos y oprimidos, de los sepultureros del capitalismo.

Notas

(1) Declaración final del VIII Encuentro de Intelectuales y Artistas en Defensa de la Humanidad y Asamblea del Foro Mundial de las Alternativas, Caracas, 11- 18 de octubre de 2008.

(2) BORON Atilio, Prólogo, en GANDÁSEGUI Marco, hijo (coordinador), Crisis de hegemonía de Estados Unidos, Siglo XXI y CLACSO, México, 2007, p 11.

(3) El viejo debate de Rosa Luxemburgo que plantea el «hundimiento del capitalismo» como espacio de la alternativa revolucionaria; y Lenin que plantea la crisis como resultado de las contradicciones internas del capitalismo. Ver CERRONI Umberto, La teoría de las crisis sociales en Marx, Alberto Editor, Madrid, 1975.

(4) KLEIN Naomí, La doctrina del shock. El auge del capitalismo del desastre, PAIDOS, Argentina, 2008.

(5) FRIEDMAN Milton, Capitalismo y libertad, Madrid, Rialp, 1966, Prefacio, citado por KLEIN N., Op. Cit., p. 189

(6) Remy Herrera me hacía notar con angustia esta situación durante el VIII Encuentro Mundial de Intelectuales y Artistas en Defensa de la Humanidad, celebrado del 13 al 19 de octubre en Caracas: «no contamos, por ejemplo, con una teoría del dinero en la fase actual que pase de tesis generales y pueda servir de base a alternativas prácticas.»

(7) WALLERSTEIN Inmanuel, Un mundo incierto, Libros del Zorzal, Buenos Aires, Argentina, 2002, p 86.

(8) MARX Karl: una formación social desaparece cuando ha «agotado» todas sus posibilidades. (Introducción 1857)

(9) ARRIGHI Giovanni, El largo siglo XX, Ediciones AKAL, Marid, España, 1999.

(10) AMIN Samir, «¿Debacle financiera, crisis sistémica? Respuestas ilusorias y respuestas necesarias», Informe Introductivo, Foro Social de Alternativas, Cracas, Octubre 2008

(11) WALLERSTEIN Inmanuel, La crisis estructural del capitalismo, Ediciones desde abajo, Bogotá, Colombia, 2007, p 78

(12) MAZZEI Humberto, OMC: Perseverar en el error, ALAI AMLATINA, 01/12/2008.

(13) SAMIR A., «¿Debacle financiera?», Op. Cit.

(14) AMIN S., «¿Debacle financiera?», Op. Cit.

(15) MARX Karl, Manifiesto del Partido Comunista, Editorial Grijalbo, México, 1970, pp. 29-30.

(16) WALLERSTEIN I., La crisis estructural del capitalismo, Op. Cit., pp. 82 -84

(17) AMIN Samir, Los desafíos de la globalización, 1999

(18) KLEIN N., Op. Cit.

(19) TOUSAINT Eric, «¿Qué crisis? ¿Qué respuestas puede dar el Sur?», versión electrónica, octubre 2008

(20) ARRIGHI G., Op. Cit., p. 399

(21) ARRIGHI G., Op. Cit., pp. 399 y 404

(22) SALTOS Napoleón et al., Ecuador: peaje global, Ediciones PH, Quito, 2007

(23) ARRIGHI G.. Op. Cit., p. 407

(24) AMIN Samir, Los desafíos de la globalización, 1999

(25) DIERCKXSENS Wim, «La crisis mundial del siglo XXI. Oportunidades de transición al postcapitalismo», versión electrónica, junio 2008.

(26) Epílogo de la investigación de Arrighi sobre el «largo siglo XX», Op. Cit., p 391

(27) WALLERNSTEIN Immanuel, The World we are entering in: 2000-2050, Luxemburg, June 4-5, 1999, citado en GONZALEZ CASANOVA Pablo, Entre el orden y el caos. El capitalismo organizado, ALAI, América Latina en Movimiento, 2008

(28) CERRONI U., Op. Cit., p 9

(29) MARX Karl, El Capital, Traducción Wenceslao Roces, Fondo de Cultura Económica, México, 1959, Volumen III, sección III, capítulo XIV.

(30) CERRONI U., Op. Cit., p 265

(31) La emisión de títulos sin respaldo tendría un valor estimado – por ahora – en unas 44 veces el PIB mundial. MAZZEI U., Op. Cit.

(32) El viejo debate de Lenin con los «populistas», basados en las teorías de Sismondi. CERRONI U., Op. Cit. pp 85 – 93.

(33) LENIN V. I., Opere complete, Volumen III, Roma 1954, pp. 31-35, citado en CERRONI U., Op. Cit., pp. 109 – 110.

(34) LENIN V. I., Opere complete, Volumen II, Roma 1954, p. 156, citado en CERRONI U., Op. Cit., p 95.

(35) SALTOS Napoleón, Las fronteras del cambio, Quito, octubre 2008.

(36) WALLERSTEIN I., La crisis estructural del capitalismo, Op. Cit., pp. 84 y ss

(37) WALLERSTEIN I., La crisis estructural del capitalismo, Op. Cit., p 84

(38) Retomo los tres escenarios planteados por ARRIGHI G., Op. Cit., pp 428 – 429

(39) Ver La Jornada, México D.F., 26 de noviembre de 2008

(40) La crisis y el salvataje bancarios en el Ecuador entre 1998 al 2000, pueden servir de referente al proceso de la crisis financiera mundial: para el salvataje se readecuan las leyes a fin de permitir la intervención cada vez más amplia del Estado; el salvataje implica la transferencia de fondos públicos y privados hacia la banca; el desenlace apunta a la quiebra de los bancos más expuestos y al surgimiento de una mueva jerarquía bancaria; el salto final es la entrada en una nueva moneda. Es interesante observar cómo esta crisis abrió las condiciones para una coyuntura prerrevolucionaria en el país que culminó con la sublevación indígena-social-militar del 21 de enero del 2000. Ver SALTOS Napoleón, Poder y democracia en tiempos de crisis política, Tesis de Maestría, FLACSO-Ecuador, Quito, 2005.

(41) KLEIN Naomí denuncia el manejo corrupto de las finanzas públicas para el salvataje de las grandes corporaciones financieras, La Jornada, noviembre, 2008

(42) The New York Times, 26 de Noviembre de 2008: «La Reserva Federal y el Tesoro anunciaron 800 billones de dólares en un nuevo programa de recuperación…»

(43) ARRIGHI G., Op. Cit., pp. 428-429.

(44) ARRIGHI G., Op. Cit., p 429

(45) VIII Encuentro de Intelectuales y Artistas en Defensa de la Humanidad y Asamblea del Foro Mundial de las Alternativas, Caracas, 11- 18 de octubre de 2008.

(46) AMIN Samir, Los desafíos de la globalización, 1999

(47) VIII Encuentro de Intelectuales y Artistas en Defensa de la Humanidad y Asamblea del Foro Mundial de las Alternativas, Caracas, 11- 18 de octubre de 2008.

(48) AMIN Samir, «¿Debacle financiera?», Op. Cit.

(49) CHOMSKY Noam, «Conferencia en el Cine Teatro Nacional de El Salvador, Foro Mundial de las Alternativas», octubre, 2008

(50) DIERCKXSENS W., Op. Cit.

(51) Fuente: RUIZ Patricio, 2008

(52) BORON A., Op. Cit., pp. 11 – 12

(53) Utilizo metafóricamente la presentación marxista de la vía junker (desde arriba) y la vía farmer (desde abajo) para la transición al capitalismo.