Recomiendo:
4

¿Cuál es el eslabón débil de la cadena, Venezuela o Colombia?

Fuentes: Rebelión

Indudablemente, la proliferación de valiosos análisis de todo tipo sobre “el momento actual y nuestras tareas” trasluce la perplejidad (y no agrego más adjetivos) en la que se debate la izquierda colombiana. Vueltas y revueltas sobre un mismo tema, lista empírica e interminable de escándalos del momento actual, o de hace unos meses, o años, o mención de los persistentes “problemas estructurales” y profundos de la historia de nuestra formación económica social concreta dependiente (lacaya) del imperialismo anglosajón. Superposición de conceptos nuevos y viejos: si Imperialismo o Imperio, si sistema global del imperialismo, o simplemente neoliberalismo. Si oligarquía, o elite, o clase dominante, o bloque de poder contrainsurgente. Si proletariado clásico como vanguardia revolucionaria, o alianza obrero-campesina, cívica, étnica y popular, o Pueblo trabajador (que incluye a todo aquel que viva de su trabajo) o si este concepto básico de proletariado ha sido superado por el de “sujeto revolucionario múltiple y plural”, o por el de vanguardia colectiva. Si fascismo o simplemente represión un poco dura, que a pesar del genocidio social de líderes y ex guerrilleros en curso, nos deja un pequeño margen de acción democrática.  

 Lucha larvada por ver quien hace el mejor análisis y no más práctico, o quien gana el “relato” y la audiencia y quien es más post marxista, neo marxista, pro marxista ortodoxo o heterodoxo, olvidándose de la sentencia de Lukács de que “dentro” del marxismo lo único ortodoxo es el método dialectico y materialista. Si el “Estado” colombiano es una máquina al servicio de la burguesía, una junta de negocio de la oligarquía financiera, una simple supraestructura que cubre la propiedad privada y la base económica, o la condensación de la cambiante institucionalidad vigente, una relación social (como el capital) que condensa la lucha de clases en un momento determinado, al decir de Gramsci Estado igual Hegemonía más coerción.

 Si el Estado colombiano es contrainsurgente, o un narco Estado, o la ficción de un Estado social de derecho según la formula retórica de la Constitución del 91. Si es fallido, o narco paramilitar, o un Estado de “democracia restringida” susceptible de reformar como afirman con pétalos cierto grupo, o un Estado en transición de la guerra hacia la paz. Si el concepto de paz para Colombia es igual al Acuerdo de la Habana 2016 firmado entre el Estado colombiano y la guerrilla de las Farc-EP que dejó por fuera otras guerrillas que se reclaman marxistas. Paz de Colombia = Abrazo entre JM Santos Timolíon Londoño con su tornillo. Si la guerra contrainsurgente (organizada desde 1955 en plena dictadura Rojaspinillista cuando el imperialismo estadounidense creó en Melgar la base contrainsurgente de Tolemaida y luego desarrollada plenamente en 1964 a partir del plan LASSO) fue una guerra no contra el Estado sino contra toda la Sociedad Civil, o una guerra popular, o una guerra civil continuación de la Violencia bipartidista del medio siglo XX, o fue una guerra revolucionaria, o una guerra campesina como las europeas del medioevo, o mejor, una guerra contra los campesinos y el complejo urbano-rural como expresión de una lucha de clases desatada desde la cúpula del Poder, en su forma más cruel y despiadada, por continuar la acumulación de capital mediante el saqueo de las tierras más fértiles de Colombia que se traía desde el fin de la guerra de los mil días finalizada en 1902.

En fin… un “memorial de agravios” material y moral que lo único que descarna es su complejidad contradictoria muy pocas veces priorizada para la praxis en los análisis de coyuntura, y que en lugar de luz aportan solo un reflejo empañado al no considerar los elementos teórico prácticos esbozados por Marx, por ejemplo, en su clásicos análisis de coyuntura como el 18 Brumario, la guerra civil en Francia o, sobre la Comuna de Paris, tales como: 1) Las tendencias económicas a mediano y largo plazo 2) Los cambios institucionales y la forma dinámica y cambiante del Estado dominante. 3) El equilibrio de fuerzas sociales en lucha, 4) La evolución de la escena política. 5) Los recursos y autonomías con que cuenta cada una de las fuerzas sociales, 6) La acumulación de capital dominada por las finanzas y su tendencia inherente a la crisis.7) La utilización (no combinación) por el proletariado de todas las formas de lucha según las circunstancias reales. 8) El proceso de cómo el Estado capitalista desarrollado siempre tiene como objetivo supremo organizar a la burguesía y desorganizar al proletariado, en fin….

 En ese caso, viendo como la base popular en un acto de fortaleza singular hizo fracasar la invasión militar mercenaria gringo-colombiana “Gedeón” contra la revolución Bolivariana de Venezuela y en cambio, en Colombia se desarrolla una invasión “pacífica” de un cuerpo de más de 400 USMarines con un objetivo geoestratégico y militar más que oscuro. Y  viendo estupefacto, la ola universal o global o mundial de protestas (de todo tipo) desatadas por la muerte del ciudadano estadounidense George Floyd a manos de la policía de Minneapolis este 26 de mayo 2020, las que sacaron a flote súbitamente todo el malestar ciudadano por la crisis económica agravada por la crisis sanitaria de la pandemia Covid 19, junto con el desastre social y económico empeorado por las balandronadas amenazantes del presidente de los EEUU, no solo contra el mundo sino contra sus propios electores a quienes, biblia en mano, tildó como si fuera cualquier Uribe Vélez de enemigos internos y terroristas (recordemos el principio de la ficción de la democracia representativa capitalista desarrollada: un ciudadano un voto), que ha vuelto a poner en vigencia la profecía maoísta de que “una chispa puede incendiar toda la pradera”; debe forzar a la reflexión teórico práctica de que la coyuntura o nudo de contradicciones actuales que caracterizan una ruptura del eslabón más débil de la cadena imperialista, se está desplazando aceleradamente de la unidad dialéctica Colombia-Venezuela, hacia otras latitudes.

El poeta Mao Zedong concluyó aquel escrito de enero de 1930 sobre la chispa en la pradera de la siguiente manera:  …”Los marxistas no son adivinos. Deben y pueden señalar sólo el rumbo general del desarrollo futuro y los cambios venideros; no deben ni pueden fijar en forma mecánica el día y la hora. Sin embargo, cuando digo que surgirá pronto un auge revolucionario en China, de ningún modo me refiero a algo que, según dicen algunos, «tiene la posibilidad de surgir», algo ilusorio, inalcanzable y absolutamente desprovisto de significado práctico. El auge revolucionario es como un barco en el mar, del cual se divisa ya desde la costa la punta del mástil; es como el sol naciente, cuyos rayos luminosos se ven a lo lejos en el Oriente desde la cumbre de una alta montaña; es como una criatura que va a nacer y se agita impaciente en el vientre de la madre”.