El país ha sido testigo de un nuevo atentado a la más mínima e imprescindible responsabilidad social y ética de un medio de comunicación masivo: el canal de televisión «Chilevisión», que el 29 de octubre a las 22 horas en su programa «Chile anónimo», se dedicó a esparcir sin tapujos el veneno de los prejuicios, […]
El país ha sido testigo de un nuevo atentado a la más mínima e imprescindible responsabilidad social y ética de un medio de comunicación masivo: el canal de televisión «Chilevisión», que el 29 de octubre a las 22 horas en su programa «Chile anónimo», se dedicó a esparcir sin tapujos el veneno de los prejuicios, los estereotipos y la xenofobia en contra de la comunidad inmigrante peruana, con la incontestable consecuencia de despertar en la población chilena las pasiones y discursos más egoístas y destructivas, los anti-valores y las actitudes irreflexivas de tipo chauvinistas y anti inmigratorias del todo peligrosas socialmente.
El nazi-fascismo europeo, los bestiales genocidios étnicos en la ex-Yugoslavia y la latencia de la deuda histórico-moral de los Estados-Nación de la región con nuestros pueblos originarios, emergida con fuerza en la actualidad, entre muchos otros ejemplos, muestran incontestablemente que la tentación de caer en estas actitudes y discursos para obtener dividendos inmediatos, trae inevitablemente aparejado el precio de rebajar la cultura y capacidad reflexiva de los ciudadanos, abonando el campo social para el surgimiento de toda clase de fenómenos insanos socialmente y, en este caso, obstaculizadores de la imprescindible integración regional sudamericana.
Abandonando la mínima seriedad profesional periodística, una vez más, sin tapujos ni controles, se han falseado datos y tergiversado las realidades del fenómeno inmigratorio en Chile, dando la falsa imagen de que el sector precario de esta inmigración constituye su gran mayoría, generalizando situaciones de mala convivencia que sí existen pero que son sin ninguna duda minoritarias y constituyen casi una necesidad estadística. ¿Acaso no sería fácil encontrar casos similares a todos los exhibidos en este programa entre la comunidad chilena (y en cualquier otra)? ¿Y sería dable generalizarlos y presentarlos como representativos de la mayoría de los chilenos, como este programa ha hecho con total impunidad?
¿Ignora Chilevisión que por cada inmigrante en Chile hay al menos tres chilenos en el exterior y que el intercambio migratorio beneficia neta e indudablemente a Chile en todos las esferas económicas y culturales? ¿Ignora el señor Sebastián Piñera, dueño del canal irresponsable, que esta actual inmigración es consecuencia de un modelo económico en Perú del que él mismo ha sido uno de los principales beneficiarios, enriqueciéndose a manos llenas con la precariedad de buena parte de ese pueblo? ¿Es ésta una muestra de su «vocación democrática», «de sus principios católicos», que espera extender al país si es elegido presidente? Dios nos guarde!!!
Ante este impresentable empobrecimiento ciudadano por parte del chauvinismo y la criminal irresponsabilidad social de Chilevisión, sólo cabe un llamado enérgico a su denuncia, y a apurar la promulgación de la urgente «Ley anti discriminación» que duerme en el Congreso desde 1998 y que permitirá castigar estos programas como lo que son: delitos.
Ricardo Jiménez A. es Sociólogo chileno
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