INTRODUCCION En septiembre de 1970, Chile alcanzaba, a través del voto popular, la Vía Chilena al Socialismo. El triunfo de Salvador Allende Gossens como candidato presidencial de la Unidad Popular y los tres años de gobierno no sólo conmovieron a la izquierda mundial, sino también a la derecha que vio desestabilizar las estructuras de su […]
INTRODUCCION
En septiembre de 1970, Chile alcanzaba, a través del voto popular, la Vía Chilena al Socialismo. El triunfo de Salvador Allende Gossens como candidato presidencial de la Unidad Popular y los tres años de gobierno no sólo conmovieron a la izquierda mundial, sino también a la derecha que vio desestabilizar las estructuras de su política imperante sobre Latinoamérica. Mientras se producía el auge de las experiencias de distintos movimientos guerrilleros en el continente, a la luz de lo que fueran los diferentes grupos armados guevaristas, troskistas, etc. y la particularidad de los movimientos peronistas de izquierda en la Argentina; en Chile, el socialismo llegaba al poder a través de la vía democrática. Si bien existen una multiplicidad de temas a colocar bajo el foco de análisis profundos, como también existen diversas discusiones desde la historia, la política o la militancia sobre los acontecimientos que marcaron aquel proceso tan particular de la historia de Chile; este trabajo se propone, en primer lugar, indagar brevemente sobre la construcción del socialismo en la república trasandina y la génesis de la Unidad Popular; en segundo lugar, desarrollar los aspectos generales del gobierno de Salvador Allende; y, por último, intentar establecer algunos de los factores principales, que habrían llevado al pueblo chileno de tener en sus manos un cambio histórico a un sueño que despertó la mañana del 11 de septiembre de 1973 siendo pesadilla.
Con el objetivo de establecer una relación entre la historiografía y los procesos, y así llegar lo más cercanamente posible a las preguntas y respuestas que propone este trabajo, el uso de fuentes tales como discursos, programas de gobierno y documentos de la Unidad Popular; además por supuesto, de la bibliografía utilizada, se ha considerado de importancia fundamental.
La construcción del socialismo en el Chile de la oligarquía
Con la Constitución Política de 1833 la República Conservadora consolida el Estado Nacional, consagrando así el dominio de la oligarquía terrateniente. En un contexto de gobiernos oligárquicos se van desarrollando las diferentes ideas que buscarán la democratización del Estado. Como consecuencia de la actividad salitrera, luego de la Guerra del Pacífico, surgirá el movimiento obrero, en un período que puede tomarse claramente entre 1881 y 1908. Comienzan a introducirse las nuevas ideas, provenientes del proceso de la Revolución Francesa que serían abordadas por el intelectualismo chileno, por los primeros movimientos obreros relacionados a la explotación de la sal particualarmente y el quiebre social y económico que había significado la Revolución Industrial.
El quiebre de las luchas políticas para Chile se dará en el contexto de la Gran Guerra. La llegada del siglo XX significaría un cambio importante a nivel social y político: nace la nueva aristocracia, producto de la explotación salitrera, la minería del cobre y el comercio (sin dejar de lado que el sector agrario seguirá siendo fundamental en esta etapa). La corrupción del sistema político que practica la oligarquía gobernante irán de la mano del caciquismo y las relaciones clientelares, heredadas del período pre-constituyente del Estado chileno.
Una creciente aunque lenta industrialización, traerá consigo el surgimiento de una clase obrera industrial. De la misma manera la dominación latifundista hará que la conciencia de clase del campesinado se haga cada vez más fuerte y luchadora. Es importante en este punto tener en cuenta que gran parte de los obreros industrializados habrían de llegar con las corrientes migratorias (así como también parte del campesinado) y traerían un bagaje ideológico clave para el desarrollo de las ideas y la organización.
Entre 1884 y 1889 habían tenido lugar numerosos movimientos reivindicatorios, luchas de trabajadores y huelgas, que sentarían una base importante en el desarrollo de los partidos políticos de izquierda chilenos. [1]
Examinemos brevemente el crecimiento de los partidos políticos más importantes, especialmente los de izquierda y su camino a la construcción de la Unidad Popular.
Fueron los obreros de la pampa salitrera los que en 1912 fundaron el Partido Obrero Socialista, dirigidos por Luis Emilio Recabarren (quien se constituiría hasta nuestros días en uno de los refrentes más importantes del socialismo chileno). Este partido, diez años después, se convertiría en el Partido Comunista, surgiendo como Partido Comunista y Revolucionario. A su vez, el comunismo chileno se fragmentaría más adelante en las facciones stalinista y troskista. A inicios de la década de 1920 el socialismo y la clase obrera chilena en general, comienzan a tener un rol en las elecciones y a construir con mayor firmeza su conciencia de clase. Precisamente es en 1920 cuando el senador Arturo Alessandri Palma presenta su candidatura presidencial con un discurso de carácter social, apoyado por una Alinaza Liberal y algunos sectores obreros. No puede, sin embargo, enmarcar el proyecto alessandrista dentro del socialismo ni del comunismo, sino más bien dentro de una ideología de tinte liberal que se ajustaba al descontento con la aristocracia gobernante. El Partido Conservador tenía algunos idearios en común con la prédica de derechos sociales por parte de los liberales; por ejemplo, el salario justo, las mejoras salariales o la nivelación en la condición legal de la mujer; sin embargo el conservadurismo encarnaba los intereses de la aristocracia más tradicional. La reforma constitucional de 1925, bajo la presidencia de Alessandri Palma, logra legalizar algunas reformas sociales.
Hacia 1931 con el derrocamiento de la dictadura del general Ibañez, se reestructuran los partidos políticos que habían sido vedados de su participación en la sociedad. Lentamente se reincorporan sus libertades políticas y de expresión. Renacen los partidos tradicionales (conservadores, radicales, liberales) con muchas pujas internas por el control de los mismos. El Partido Radical se volcó hacia el socialismo, era un radicalismo que postulaba el reemplazo de la propiedad privada para derrocar al capitalismo.
En 1933 las capas populares encabezadas por el militar Mamaduke Grove y el dirigente obrero Carlos Martínez, sumándose el abogado Eugenio Matte hurtado (por Acción Revolucionaria Socialista), el estudiante Óscar Schnake (por Orden Socialista); fundaron el Partido Socialista, a partir de la confluencia de éstas y otras agrupaciones vinculadas al socialismo.
También nacerían por confluencia de varias agrupaciones el Partido Radical Socialista y el Partido Demócrata.
Entre 1931 y 1938 Chile viviría acontecimientos políticos de todo orden. Por un lado, la mencionada caída de Ibañez y la elección del presidente Esteban Montero. Por otro lado, la cuestión social que se impone con más fuerza y movimientos revolucionarios de carácter socialista. Los partidos conservador, liberal y radical apoyaron la candidatura de Montero. Los principales opositores al nuevo gobierno se congregaron en una Federación de Izquierdas, liderada por Alessandri Palma, quedando excluidos radicales y comunistas.
En junio de 1932 estalla un movimiento revolucionario encabezado por el coronel Marmaduke Grove, que derroca al gobierno de Montero y establece la República Socialista. La oposición de las Fuerzas Armadas llevó a un llamado a nuevas elecciones. De esta manera, Arturo Alessandri Palma inicia su segundo mandato, solicitando el apoyo de todos los sectores. Contó con los conservadores, los liberales y los demócratas. No así con la izquierda que había apoyado su candidatura. El Bloque de Izquierdas se organizó en torno a la oposición con socialistas, democráticos, troskistas y radicales socialistas.
El largo proceso hacia la Unidad Popular
Ya a comienzos de los años ’30 la izquierda chilena era una de las más importantes de América Latina. En 1938 se constituye el Frente Popular, un bloque político de izquierda integrado por socialistas, comunistas, demócratas y la Confederación del Trabajo. Los postulados más importantes del Frente fueron el respaldo de la democracia, la libertad, la solidaridad social y la lucha contra el fascismo y el imperialismo internacional. En 1938, con el apoyo de este Frente, el radical Pedro Aguirre Cerda asume la presidencia de la nación. Durante su gobierno Salvador Allende Gossens, que ya tenía una extensa tarea socialista desde la universidad y como graduado en medicina, se incorpora siendo Ministro de Salubridad. Desde dicho ministerio Allende analiza la situación médico-social de Chile (que expresará en una publicación) y plantea la relación existente entre las enfermedades sociales y el sistema de explotación y dependencia respecto al capital extranjero dominante en el país. [2] La idea del Frente Popular halló considerable apoyo en países latinoamericanos con la ayuda activa de los partidos comunistas que fueron conformando movimientos antiimperialistas, antifascistas y anti-oligárquicos. [3]
Tras la Segunda Guerra Mundial, mientras el socialismo atravesó una década de disputas ideológicas; en 1948 el presidente radical González Videla, impulsó una ley de Defensa Permanente de la Democracia, que supuso la ilegalización del Partido Comunista, la persecusión y el encarcelamiento de sus militantes. Como lo explica José Cademártori (último ministro de Economía del gobierno de Allende) la izquierda en ese entonces estaba dispersa: el partido comunista en la ilegalidad, el partido radical desprestigiado, el partido socialista paralizado por el debate interno y el sindicalismo dividido en dos centrales [4] . En tales condiciones nacía el Frente del Pueblo, entre cuyos miembros estaba Allende. En 1952 esta alternativa obtuvo el 5 % de los votos en elecciones presidenciales.
Hacia 1957 se forman el Partido Demócrata Cristiano y el Frente de Acción Popular. Luego de un intento de golpe militar perpetrado por la derecha para llevar a Carlos Ibañez nuevamente a la presidencia, los partidos obreros deberían unirse, asumir su posición de clase. El FRAP obtuvo importantes conquistas como la legalización del Partido Comunista y la reforma electoral. El general Ibañez llegaría a la presidencia pero a través del voto, implementando algunas reformas importantes a nivel social y en ese período se crea el Banco del Estado. Los antiguos partidos de derecha colapsaron y surgió el Partido Nacional, dirigido por una corriente de ultraderecha. Otra parte de la burguesía tenía como fuerza antocomunista a la democracia cristiana.
En 1958 es elegido presidente Jorge Alessandri Rodríguez, seguido como candidato más votado, Salvador Allende por el FRAP. Estas elecciones fueron vistas como el resurgimiento de la derecha.
Un sector independiente del FRAP logró neutralizar a una línea de centro para evitar que se aliara a la derecha, lo cual ha sido un factor fundamental en la victoria posterior de la Unidad Popular. El radicalismo se unió al FRAP, de la democracia cristiana se desprende una línea de izquierda (MAPU) y se adhiere al frente, de manera que así el FRAP se constituye en Unidad Popular; resultado de largas luchas por profundizar la democracia y alcanzar mejores niveles de justicia social.
En una intervención en el Senado de la república, el 4 de diciembre de 1956, el propio Allende caracteriza la lucha del socialismo chileno: «Dentro del ángulo y la firmeza de nuestras ideas, nosotros conceptuamos antipatriotas y calificamos con dureza a quienes actúan entegrando el cobre, el salitre, el petróleo o el uranio, en la creencia de que nuestra condición de pueblo en desarrollo nos obliga a someternos más y más a la prepotencia del imperialismo financiero, el cual, por lo demás, trae aparejado el sometimiento político.» [5] La visión política que Allende sostiene de su país se identifica con una voluntad de ser, con una necesidad colectiva de construir una nación, necesidad que comienza a mediados del siglo XIX y permanece en el ideario colectivo hasta nuestros días; que se identifica con la voluntad de hacerse y superarse frente a aquellos que denuncia como rindiendo la patria desde dentro o subyugándola desde el exterior. [6]
Las elecciones de 1958 y 1964 revelaron que la unidad socialista era una fuerza capaz de disputar el poder político de la nación. Particularmente, la derrota en 1964 frente a Eduardo Frei Montalva provocó cierto escepticismo dentro de la izquierda ante la posibilidad de la vía electoral, en un momento histórico en el que la Revolución Cubana y la guerra de Vietnam ejercían un magnetismo irrefrenable. Es el punto donde se abre el debate sobre la vía pacífica o la vía armada al socialismo.
El gobierno de Frei Montalva se caracterizó por algunas renovaciones legislativas y administrativas, como la reforma agraria, la reforma educacional, la reforma constitucional y una nueva política del cobre; que serían precedentes importantes para el gobierno popular.
En 1965 surge el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), un movimiento de guerrilla muy crítico con la izquierda tradicional y orientado a la lucha armada; tomando el modelo cubano pero no como una doctrina sino como una influencia no decisiva ya que el MIR se replanteaba los propios problemas acuciantes en Chile y la realidad política, social y económica del país. Salvador Allende apoyaba a la revolución cubana pero creía inevitable una estrategia revolucionaria similar en Chile, ya que la izquierda marxista chilena era una alternativa de poder, lo que se venía demostrando a través del voto y la legitimación del pueblo.
En 1970 la Unidad Popular designó a Allende como candidato presidencial; Jorge Alessandri iba por el Partido Nacional y Radomiro Tomic por la Democracia Cristiana. En ese momento la situación social de Chile era muy particular: la distribución de la riqueza era en extremo desigual, la política salud se econtraba en condiciones muy desfavorables hacia la clase trabajadora, un millón de niños no asistía a la escuela y Chile era el país más endeudado del mundo.
En enero del mismo año Allende plantea claramente cuál sería la tarea de la Unidad Popular: «La Unidad Popular se plantea como la alternativa de un gobierno diferente; es la conquista del poder para el pueblo después de que el país ha experimentado el fracaso del reformismo democráta cristiano inspirado en el capitalismo tradicional (…)». [7] Allende era conciente de estar frente a una nueva tarea histórica que llevaría a cabo la U.P, que aspiraba a lograr la transformación gradual de las estructuras políticas y económicas en un sentido socialista y dentro de un marco constitucional sin enfrentamientos violentos.
Salvador Allende triunfa con el 36,2 % de los votos, debiendo ser ratificado por el Congreso tras no alcanzar la amplia mayoría. En su discurso ante el pueblo la noche del triunfo, Allende manifiesta: «siendo el pueblo gobierno, cumpliremos con el compromiso histórico de convertir en realidad el programa de la U.P. Hemos triunfado para derrotar definitivamente la explotación imperialista, para terminar con los monopolios, para hacer una seria y profunda reforma agraria, para controlar el comercio de importación y exportación, para nacionalizar el crédito (…)». Así se refería el nuevo presidente a la segunda independencia que Chile realizaría, la independencia económica.
Para los investigadores Tomás Moulián y Manuel Garretón, en aquel escenario político de triunfo de la U.P estaba en juego un proyecto político en un país subdesarrollado con una larga tradición de estabilidad política, cuya substancia era la reconciliación histórica entre la democracia política y la transformación socialista. En un contexto, como se ha manifestado, de moviemientos y revoluciones armadas, Chile se enfrenta con un proyecto de gobierno surgido de elecciones democráticas. Por ende, lo que se desarrollaba en Chile era visto como una experiencia única y ejemplar. El período de gobierno popular muestra la extrema vulnerabilidad de los países Latinoamericanos, en una exposición constante al juego de estrategia impuesto por los Estados Unidos para no permitir el desarrollo de gobiernos socialistas o comunistas. Lavretski, en su biografía sobre Allende, afrima que la clase obrera chilena (fuerza fundamental de la U.P) se mostró disciplinada, frime, abnegada y conciente, lo cual permitió el triunfo. En cambio, en el análisis de autores como los ya mencionados Moulián y Garretón, y además del historiador Ricardo Israel en su reciente libro «Chile 1970-1973.
La democracia que se perdió entre todos»; la izquierda chilena a pesar de su unidad, no habría sido lo suficientemente compacta para desdeñar los resquebrajamientos internos y sortearlos a fin de sentar bases más sólidas para sostener el proyecto del gobierno popular. Desde el punto de vista de Israel, la izquierda puso énfasis en el cambio estructural creyendo que esto se reproduciría en forma mecánica en legitimación ideológica. Sería también un punto de quiebre la división ideológica interna entre el troskismo-leninismo y la izquierda stalinista. Más adelante se ampliarán estas cuestiones en discusión centralizadas en causas internas y externas del desgaste del gobierno y el golpe militar posterior.
Lo que surge de las lecturas historiográficas y los documentos de la militancia socialista, así como los informes de Allende como candidato e inmediatamente a la elección como presidente es que la sociedad chilena, hacia mediados de los ’60 y entrados los ’70, presenta una crisis de desarrollo capitalista dependiente, incapaz de asegurar un crecimiento constante, autosostenido y de repartición equitativa de la riqueza. Además una crisis del Estado en cuanto a que no podía asegurar una dirección política estatal que resolviera tal crisis. Lo que no existía, a diferencia de otros paises de Latinoamérica donde se da una ruptura revolucionaria contra gobiernos de facto, era una crisis de democracia.
Era necesario ofrecer una alternativa a tal situación y las posibilidades que se presentaban con mayor claridad eran dos: 1) el impulso a la dinámica de acumulación capitalista sin las interferencias de los elementos participacionistas o redistribucionistas, que era el planteo de la derecha. 2) el proyecto sociopolítico de democratización no capitalista, desde la Unidad Popular. Según el análisis de Moulián y Garretón este proyecto tenía un doble aspecto: continuidad y ruptura. Continuidad respecto a un proceso de democratización, reforzando los aspectos redistributivos o igualitarios, como los relativos al régimen político democrático. Ruptura en realción al esquema de desarrollo capitalista dependiente.
La U.P puede ser considerada como una táctica que permitió agrupar a la mayoría de los sectores progresistas de la sociedad, tras un programa de transformaciones estructurales profundas cuya dinámica y coherencia interna lo hacían culminar con el inicio de la construcción del socialismo. Esta expresión táctica se halla en el programa de gobierno de la U.P.
El programa de la Unidad Popular y la gestión de gobierno
El programa básico de la U.P traza una vía revolucionaria para pasar del capitalismo dependiente hacia una estructura de transición por una vía no capitalista de desarrollo para alcanzar el socialismo. Los objetivos económicos principales que se declaran en él abarcan la nacionalización de las riquezas naturales, la reforma agraria, la liquidación de los monopolios industriales y del capital financiero y el establecimiento de las tres áreas de la economía. Ello significaría quitarle el poder económico a las clases privilegiadas. «Chile vive una profunda crisis que se manifiesta en el estancamiento económico y social, en la pobreza generalizada y en las postergaciones de todo orden que sufren los obreros, campesinos y demás capas explotadas.» [8]
El programa denuncia las carencias de la sociedad chilena, traducidas en problemas de vivienda, alimentación, educación, salud, relaciones laborales y un mínimo crecimiento de la economía. La transformación política propuesta habría de responder a la realización de un conjunto de reformas estructurales de la economía, que apuntasen a la aniquilación del régimen capitalista, creando las condiciones básicas para el establecimiento de una economía socialista. «Las transformaciones revolucionarias que el país necesita sólo podrán realizarse si el pueblo chileno toma en sus manos el poder y lo ejerce real y efectivamente». [9]
La nueva estructura de poder se construiría desde la base, a través de un proceso de democratización y de una movilización organizada de masas. La Asamblea del Pueblo reemplazaría el sistema bicameral, pero esta propuesta no llegaría a cumplimentarse. Fue el mismo Allende quien definió al proyecto de la U.P como la «vía chilena al socialismo».
Resulta importante destacar algunas condiciones particulares de la realidad chilena que tuvieron injerencia en la elaboración del proyecto de gobierno popular:
a) Los síntomas de agotamiento del sistema vigente, capitalismo monopólico dependiente del Estado y sus consecuencias económico-sociales.
b) El auge del movimiento popular y de masas que alcanzaba también a sectores de la pequeña y mediana burguesía.
c) Las contradicciones internas de la gran burguesía que impedían la unificación lograda en coyunturas anteriores.
d) El comportamiento profesional y constitucionalista sostenido por la mayoría de las Fuerzas Armadas.
e) La magnitud del aparato del Estado situado bajo control del Ejecutivo y el carácter de las atribuciones radicadas a éste, como resultado de la anterior participación de fuerzas populares (como fue el caso del gobierno de Aguirre Cerda).
f) La fortaleza y la tradición de la lucha de clase trabajadora, la existencia de sus poderosos partidos de clase con una trayectoria de acción al interior del régimen político.
Por otra parte, resulta significativo el análisis que Allende realiza acerca del marco legal existente, en función de lo que expresa el programa de gobierno: «Nuestra normatividad jurídica, las técnicas ordenadoras de las relaciones sociales entre chilenos, responden hoy a las exigencias del sistema capitalista. En el régimen de transición al socialismo, las normas jurídicas responderán a las necesidades de un pueblo esforzado en edificar una nueva sociedad (…)» [10]
El control del gobierno permitía, en razón de la forma marcadamente presidencialista del régimen político chileno, la realización de significativos avances, principalmente en dos tareas complementarias. Por una parte, en la destrucción y desarticulación de las bases de sustentación económica de las clases dominantes y los intereses imperialistas, imponiéndose la supresión de la propiedad privada sobre los medios de producción fundamentales. Por otra parte, la creación de condiciones materiales para la transición al socialismo, empleándose los avances de la estatización de los medios de producción fundamentales para establecer el control de los trabajadores sobre el funcionamiento de la economía, asegurándose al área social el papel dominante, subordinando a ella el área mixta, sometiendo a sus condiciones el área privada y estableciendo principios generales de organización y dirección socialistas, tendientes a preparar el reemplazo de la ley de la ganancia capitalista imperante por el de la planificación socialista.
En cuanto a la gestión de gobierno, en menos de tres años pudieron cumplirse con los puntos básicos del programa:
- En primer lugar, la nacionalización del cobre. La principal industria minera del país se encontraba en poder de compañías norteamericanas, principalmente la Anaconda Company y la Kennecott Copper Co., que en los últimos cuarenta años se habían llevado más de 4000 millones de dólares en concepto de utilidades. La nacionalización fue aprobada por unanimidad en el Parlamento. Además fueron nacionalizados el salitre, el hierro, la electricidad y la telefonía; a través de la Ley de Independencia Económica. Se expropiaron empresas privadas, textiles y siderometalúrgicas, que constituirían un área de propiedad social, generadora del 23 % del producto industrial chileno.
- En segundo lugar, la reforma agraria que puso fin al despotismo de un sistema improductivo de explotación. La reforma se realizó conforme a la ley aprobada bajo el gobierno de Frei Montalva, pero no sólo abarcó la expropiación de los latifundios sino que comprendía políticas de crédito, asistencia técnica y viviendas para las cooperativas agrícolas y campesinas, los minifundios y los pequeños y medianos campesinos.
- En tercer lugar, se objetivó la socialización del sistema financiero, asumiendo el Estado el control de los bancos privados, nacionales y extranjeros (un 96 % del crédito bancario). Se impuso una redistribución del ingreso a través de políticas de precios y salarios, medidas tributarias y mejoras sociales encaminadas a satisfacer las necesidades fundamentales de la población.
A través de las tres áreas de la economía, entonces se buscó la materialización del programa de gobierno. La oposición con mayoría parlamentaria, la democracia cristiana, se declaró a favor de la formación de las tres áreas, aunque el ala más derechista se propuso boicotear cualquier entendimiento con el gobierno popular desde un principio. No obstante la oposición, las profundas transformaciones estaban en marcha, expresándose inmediatamente en el crecimiento de la producción, el empleo, el nivel de educación, las mejoras en el sistema de salud y la construcción de viviendas.
Durante 1971 el Producto Nacional Bruto creció un 8,3 %, al tiempo en que el país tuvo que enfrentar el corte de créditos de la banca extranjera y la reducción deliberada del precio del cobre. Según el análisis de Cademártori, los resultados globales del período muestran que el caos del que hablaba la oposición no fue tal. Para el ex ministro del gobierno popular, la amyor deficiencia estuvo dada en el manejo de la política fiscal y monetaria. La inflación se mantuvo normal en el primer año, aumentó en los siguientes períodos pero unca sobrepasó el 200 % anual. Aumentó el déficit, a lo que contribuyó el boicot del Congreso al financiamiento del presupuesto. El rol de la oposición no estaba ajustado solamente al sector financiero. Formaría parte de otro trabajo mucho más profundo caracterizar en su totalidad el papel opositor, no obstante se analizarán a continuación algunas cuestiones acerca de ello que constituyen aspectos fundamentales para la comprensión de los procesos ocurridos sobre todo hacia el tercer año de gobierno.
La derecha se planteó como objetivo desarticular por todos los medios posibles (sin descartar el golpe militar) el proceso revolucionario de la U.P. Un hecho en particular empeoró las relaciones con la primera mayoría opositora (Democracia Cristiana), esto fue el asesinato del ex ministro del gobierno de Frei Montalva, Pérez Zujovic en manos del grupo armado Vanguardia Organizada del Pueblo. Este hecho permitiría a la derecha recuperar liderazgo entre algunos sectores de la pequeña y mediana burguesía; y tras lo cual, la extrema derecha hace uso de los medios de comunicación para activar una campaña de oposición esencialmente ideológica. La situación se agudiza cuando este mismo sector estimula planificadamente la crisis económica, administra el mercado negro, promueve y financia la subversión empresarial y crea, desde el Parlamento, factores de presión inflacionaria. Otra estrategia para la desestabilización del gobierno fue denunciar la relación entre los grupos armados y la U.P, y a través de un fuerte discurso sobre el supuesto vacío de poder, provocar la atención de las Fuerzas Armadas.
Estados Unidos, a través de Nixon y Kissinger, movilizaron considerables recursos para confrontar al gobierno de Allende, acompañando a la acción de la derecha chilena. La CIA, el Pentágono y el Departamento de Estado trabajaron la hipótesis de una posible victoria revolucionaria desde mucho antes del triunfo popular. Las mismas fuerzas que emprendieron el golpe del ’73 lo habían intentado ya en 1970, comprometidos con los comandantes en jefe de la Marina y de la Aviación, el jefe de la división del Ejército de Santiago y el director general de carabineros. Pero se frustró con el asesinato del general constitucionalista – democrático René Schneider.
Hacía el final de los mil días… ¿El fin de la utopía?
«El triunfo marcó la madurez de la conciencia de un sector de nuestra ciudadanía (…) Nuestra vía, nuestro camino es la libertad.» [11]
¿Es posible señalar como ruptura ese nuevo concepto de revolución que se alza con la llegada de la U.P al poder? En términos de sociología política se trataría de un proceso de revolución democrática que no alcanzó la fase socialista, porque se ganó electoralmente el gobierno pero no se tuvo el poder real y habría cumplido sólo con la etapa de la democratización burguesa. Sin embargo, la realidad es que el poder real se ejerció desde la transformación popular. Desde luego que esta transformación fue abortada por el golpe de Estado organizado conjuntamente por la derecha y Estados Unidos. El triunfo de Allende representó la culminación de un largo proceso político que la lucha de los trabajadores había comenzado en los principios de la conformación de la república.
Es interesante el planteo de Moulián que coloca al proceso de la U.P triunfante desde dos dimensiones: la negativa, el drama, dadas sus consecuencias traumáticas que desembocan en una contrarrevolución burguesa; la dimensión positiva, la fiesta que el pueblo vive como salida a la crítica situación social que se vivía.
El análisis del dirigente socialista chileno Carlos Altamirano concluye que la vía chilena al socialismo se desmoronaba en tanto se diluían los soportes externos a la U.P, es decir, un ejército antes neutral que comenzaba a tomar conciencia de su clase y a defender sus privilegios; y Estados Unidos que movilizaba toda su potencia en derribar al gobierno socialista. Son diversas e interminables las posturas historiográficas y es muy interesante el trabajo que han relaizado y lo siguen realizando, los militantes que en aquella época fueron parte del proceso y cuyas discusiones son imposibles de ser abordadas en este trabajo. La historia y la militancia nos abre una gran pregunta sobre el proceso abordado en este trabajo: ¿Hubiera sido necesaria la lucha armada, el pueblo armado para defender su conquista pacífica?
BIBLIOGRAFIA CONSULTADA
- Altamirano Orrego, Carlos: «Dialéctica de una derrota». Biblioteca Digital del socialismo chileno, texto completo. En: http://www.salvador-allende.cl 2003.
- Amorós, Mario: «Chile, la opción por el socialismo». Biblioteca Digital, texto completo. En: http://www.salvador-allende.cl 2005.
- Brnic Isaza, M.: «Marmaduke Grove, liderazgo ético». Ed. Tierra Mía. Santiago de Chile. 2003.
- Cademártori, José: «A 25 años de la Unidad Popular en Chile». Revista Realidad Económica Nº 136. Bs. As. 1996.
- Garretón, M.; Moulián, T.: «La Unidad Popular y el conflicto politico en Chile». CESOC. Santiago de Chile. 1993.
- Garretón, O.: «Chile, cronología del período 1970-1973». FLACSO. Santiago de Chile. 1978.
- Gunder Frank, A.: «La crisis mundial». Ed. Brugrera. 1979.
- Israel, R.: «Chile 1970-1973. La democracia que se perdió entre todos». Ed. MN. Santiago de Chile. 2006.
- Lavretski, J.: «Salvador Allende» Ed. Progreso. Moscú. 1978
- Moulián, T.: «La Unidad Popular: fiesta, drama y derrota». FLACSO.
- Moulián, T.; Vergara, P.: «Estado, ideología y políticas económicas en Chile 1973-1978». Colección de estudios CIEPLAN, Nº 3, Santiago, 1980.
- Novello, M.: «La clase obrera y el gobierno de la Unidad Popular». Ed. Universitaria. Santiago. 1973.
- Palma Fourcade, A.: «Chile y la vía pacífica al socialismo». Edición eléctrónica en: http://www.nodo50.org/allende
- Verdugo, Patricia: «Interferencia secreta. 11 de septiembre de 1973». Ed. Sudamericana. Santiago. 1998.
FUENTES
- Archivos Salvador Allende. Discursos Parlamentarios. En: http://www.salvador-allende.cl
- Archivos Salvador Allende. Selección de discursos. En: http://www.salvador-allende.cl
- Garcés, Joan: Obras Escogidas de Salvador Allende. Ed. Centro de Estudios Simón Bolívar y Fundación Presidente Allende. España. 1992.
[1] Por razones de extensión y por no configurar el objeto principal del presente trabajo no se desarrollarán dichos movimientos.
[2] Allende, Salvador: «Realidad médico-social chilena». Artículo publicado en CONSIGNA, periódico del Partido Socialista. 6-4-1940. Archivos Salvador Allende.
[3] Lavretski, J.: «Salvador Allende» Ed. Progreso. Moscú. 1978. Pp. 46.
[4] Cademártori, J.: «A 25 años de la Unidad Popular en Chile», Revista Realidad Económica Nº 136. Bs. As. 1996
[5] Allende, Salvador: «El Socialismo chileno». Discurso de intervención en el Senado. 1956.
[6] Garcés, Joan: Prólogo a las Obras Escogidas de Salvador Allende. Ed. Centro de Estudios Simón Bolívar y Fundación Presidente Allende. España. 1992.
[7] Allende, Salvador: Intervención parlamentaria. 1970.
[8] Fragmento de la introducción del Programa Básico de Gobierno de la U.P. 1969.
[9] Fragmento, Op. Cit. 1969.
[10] Allende, Salvador: «Primer mensaje al Congreso Pleno». Discurso. 21 de mayo de 1971.
[11] Allende, Salvador. Discurso pronunciado en Santiago el 5 de noviembre de 1970.