Más de 60 personalidades de la cultura, la ciencia y la sociedad alemana impulsan una petición a su Gobierno “por el fin del bloqueo” de EE. UU. y la continuidad de la cooperación alemana para el desarrollo en Cuba.
El director de teatro Andreas Baesler, el cineasta Hans-Peter Weymar, la germanista Ulrike Dorfmüller, el mediador cultural Michael Thoss, el historiador Rainer Schultz y la antropóloga Katrin Hansing, se presentan como parte de «un grupo de alemanes que trabajan desde hace años en los sectores culturales y científicos dentro de Cuba”. Ahora han lanzado una petición al Gobierno de Alemania: «¡Ayudemos al pueblo cubano, del mismo modo en que sus médicos y científicos ayudan al mundo!”
En el actual escenario de crisis sanitaria y consecuente crisis económica mundial debido a la pandemia de coronavirus -que afecta particularmente a países en desarrollo-, hacen «un llamamiento al Gobierno alemán para que no corte la cooperación al desarrollo con Cuba”. Y, «sobre todo durante su presidencia del Consejo de la UE en la segunda mitad de 2020, para que trabaje activamente con vistas a poner fin a la política de bloqueo” de EE. UU. contra la isla, que califican de «ilegal».
Entre los primeros más de 60 firmantes de la petición, publicada hace pocas horas en la plataforma en línea change.org, aparecen además los cineastas Wim Wenders, Margarethe von Trotta, Fatih Akın y Volker Schlöndorff; los músicos Jan Delay y Konstantin Wecker; los escritores Thomas Brussig, Robert Menasse y Peter Schneider; la actriz Hanna Schygulla y el exfutbolista del St. Pauli Benny Adrion, fundador de la ONG «Viva con Agua”, entre otros.
«¡Cuba no puede respirar!”
Equipos médicos cubanos apoyan a decenas de países en la lucha contra el coronavirus. Medios de comunicación internacionales elogian el éxito del país contra la pandemia. Y hasta se ha propuesto a la brigada médica cubana al Nobel de la Paz, subraya la petición. Mientras, el Gobierno de Donald Trump sigue endureciendo sus sanciones contra Cuba, «contrarias al derecho internacional”, denuncia.
Y menciona la inclusión de Cuba en una lista de países que no colaboran en la lucha contra el terrorismo; drásticos obstáculos a las transferencias de remesas familiares y a la importación de medicamentos, materias primas para el desarrollo de vacunas y suministros médicos a la población cubana; así como presiones a terceros países para que no contraten los servicios médicos cubanos.
Las esperanzas puestas en el cambio de política marcado por el expresidente estadounidense Barack Obama se esfuman. Y no precisamente «a expensas del Gobierno cubano y sus funcionarios, sino del pueblo, que sufre esta situación económica”, lamenta Andreas Baesler, director de escena alemán, que reside y trabaja buena parte del año en Cuba, en diálogo con DW.
Así, un donativo chino de mascarillas, kits de diagnóstico rápido y ventiladores se vio impedido de llegar a suelo cubano por las sanciones, recuerda. Y «las colas frente a las tiendas son cada vez más largas”, ilustra la petición.
La creciente escasez de todo tipo de productos, incluidos artículos de primera necesidad como alimentos, medicinas y combustible es, para el ciudadano medio, «el síntoma más claro de los problemas económicos”, coincide el economista cubano Ricardo Torres Pérez en la revista Nueva Sociedad. Aunque estas señales, más visibles durante la actual crisis del coronavirus, se observan en la isla desde diciembre de 2018 y tienen orígenes múltiples, indica Pérez.
«La actividad productiva de la isla se venía desacelerando notablemente desde 2016. El crecimiento económico se redujo a la mitad entre 2016 y 2019, comparado con el período 2010-2015”, explica el economista. Entre las causas, enumera: la crisis económica en Venezuela, la cancelación de contratos para prestar servicios médicos en Brasil, el fin de la bonanza en el turismo internacional, el efecto de nuevas sanciones de EE. UU. y contradicciones de la reforma económica interna cubana. «La ponderación de uno u otro factor continúa siendo un tema de amplio debate en el país”, advierte.
¿Un gesto más en un mar de gestos?
Aunque parezca sobre todo un gesto simbólico, cada vez más Estados, instituciones, personalidades y ciudadanos comunes piden el cese de estas sanciones, que EE. UU. considera parte de un «embargo” y Cuba, de un «bloqueo” comercial, económico y financiero. Se trata, según la propia Contraloría estadounidense, de «uno de los conjuntos más completos de sanciones impuesto por EE. UU. a cualquier país”, incluidos los designados como «promotores del terrorismo”.
Desde hace tres meses, una solicitud similar a la alemana, pero de cubanos residentes en EE. UU., pide directamente al presidente Donald Trump levantar las restricciones económicas a Cuba «mientras dure el coronavirus”. Acumula ya más de 15.000 firmas en la misma plataforma, y más de 3.500 en avaaz.org, donde fue duplicada para registrar firmas desde la isla, que bloquea el acceso a change.org.
Además, lo han pedido también el Secretario General de la ONU, António Guterres; la Alta Comisionada de Derechos Humanos de la ONU, Michelle Bachelet; el Alto Representante de la UE para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad y vicepresidente de la Comisión Europea, Josep Borrell; el presidente argentino, Alberto Fernández; el papa Francisco, una comisión de expertos del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, asociaciones eclesiásticas de EE. UU., así como senadores y congresistas de los dos grandes partidos estadounidenses.
La ONU, la UE y el Gobierno de Alemania llevan años condenando estas sanciones, «sin resultado alguno” hasta ahora, reconocen los firmantes de la petición alemana.
En contrapartida, otra petición, iniciada también por cubanos en EE. UU., solicita el «fin del bloqueo interno en Cuba”. Esta, con más de 22.000 firmas, pide al Gobierno de la isla restaurar «los derechos civiles y políticos de todos los cubanos”. Así, sentencia, «desaparecería inmediatamente el embargo estadounidense y todas las restricciones políticas y comerciales que diferentes países y bloques han impuesto a la dictadura, por las constantes violaciones a los derechos humanos en Cuba.”
¿Qué puede hacer Alemania?
Reforzar el bloqueo externo para romper el «interno” es una estrategia que lleva seis décadas sin funcionar, insiste a DW el politólogo y latinoamericanista alemán Bert Hoffmann, también firmante de la petición. No hay, probablemente, gran cosa que Alemania o la UE puedan hacer para presionar a EE. UU. a cambiar su política exterior hacia Cuba. Sin embargo, «la UE sí tiene el deber de proteger los intereses de (las empresas de) sus Estados miembros, en Cuba, y en cualquier otra parte del mundo, contra los efectos extraterritoriales de las sanciones estadounidenses”, señala Hoffmann.
Este estudioso de las dinámicas políticas cubanas, como otros alemanes y europeos, ya ha vivido la experiencia de que le sea rechazado un pago de AirBnb, a través de un banco europeo como el Santander, por constar la palabra «Habana” en la descripción de su transferencia. Por eso, al director de escena Baesler, la aerolínea con la que intenta reservar un vuelo Habana-Fráncfort en estos tiempos de pandemia, le pidió omitir detalles reveladores de la conexión con Cuba en su transferencia.
Y por eso, esta petición pide «proteger eficazmente a los actores europeos en Cuba de las sanciones de EE. UU.” ¿Cómo? Aplicando efectivamente un reglamento aprobado por la UE en 1996, contra «los efectos de la aplicación extraterritorial de la legislación adoptada por un tercer país”. Este niega la aplicación en territorio comunitario de sentencias relacionadas con el embargo de EE.UU. a Cuba, y permite a los demandados recibir indemnizaciones en tribunales europeos.
¿Sin cooperación para el desarrollo?
Nada de esto ha impedido hasta ahora que bancos europeos multados por EE. UU., como el alemán Commerzbank, se retiren del mercado cubano para no perder el significativo mercado estadounidense. Así que la petición alemana incluye un reclamo local: que el ministro conservador del sector, Gerd Müller, no ponga fin a la cooperación para el desarrollo con la isla, como ha adelantado a la prensa.
Müller quiere concentrarse en dos tercios de los 85 países en que Alemania está presente hoy: en aquellos «que implementan reformas específicas para la buena gobernanza, protegen los derechos humanos y luchan contra la corrupción con nuestro apoyo». Haití, Guatemala y Cuba, con la que la cooperación estatal alemana era ya escasa, quedan fuera de esa definición.
La cineasta alemana Margarethe von Trotta forma parte de la petición de ayuda al pueblo de Cuba.
«No somos tan ingenuos como para creer que podemos cambiarlo todo con una petición”, aclara Baesler. «Pero esto es un escándalo. La cooperación para el desarrollo no es una recompensa por comportarse según los deseos de otro país más rico, sino una compensación solidaria de la desigualdad económica en el mundo”, critica.
Por eso, el director de teatro documental Stefan Kaegi, quien forma parte de las instituciones y profesionales alemanes que han cooperado con Cuba independientemente de la voluntad estatal de ambos países, ha firmado también. «Cuba ayuda a otros. ¿Quién ayuda a Cuba?”, dice a DW. «Alemania no puede estar tan ligada a EE. UU. como para distanciarse justo ahora de cualquier forma de solidaridad”, agrega.
A fin de cuentas, este «no es un llamado a apoyar el sistema político existente, sino a no agregar presión a una dramática situación de desabastecimiento que afecta al pueblo”, resume Hoffmann. Y ejemplifica con el emergente sector privado de la isla, «que sufre al mismo tiempo las sanciones estadounidenses y las limitaciones que le impone el Estado cubano.”