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Cuba de hoy escrutada con la lupa ideológica de José Martí

Fuentes:

¿Verdad que los cubanos tenemos un patrimonio ideológico y de cultura política cómo para sentirnos orgullosos y henchidos de amor patrio?

Sé que las épocas imprimen su sello particular en los pueblos. El tiempo es como las aguas de los ríos que corren siempre, de modo que es verdad lo afirmado por el filósofo de que “nadie se baña dos veces en la misma agua de los ríos”. Pero en el mundo de las ideas, si bien hay un continuo fluir de nuevas y novísimas ideas desarrolladas por millones de hombres de la actualidad, la perdurabilidad de ellas a través de la palabra escrita permiten acumularse y coexistir las ideas desde el pasado remoto hasta presente. Y la significación de este hecho permite conservar como patrimonio de la humanidad toda la herencia de la cultura ideológica de los pueblos. Y esta riqueza material y espiritual influye en menor o mayor medida en la vida de las personas y de los pueblos en todos los campos de la vida social.

En consonancia con esta realidad y ante el próximo 171 aniversario del nacimiento de José Martí me permitiré reflexionar sobre asuntos que deben estar presentes en las conciencias de los cubanos pues su apóstol del pasado independentista dejó una rica herencia que por su clarividencia.se han proyectado hasta el presente, y que casi ayer, en 1953, permitió que Fidel expresara que José Martí había sido el autor intelectual del asalto al Cuartel Moncada y, por lo tanto, de la revolución cubana allí iniciada.

De José Martí se debe reiterar que hoy es reconocido como Héroe Nacional de Cuba y ayer fue muchas cosas, escritor, poeta, periodista, revolucionario desde joven, convicto de tribunal y condenado a presidio en cárcel del régimen español, conspirador independentista, fundador del Partido Revolucionario Cubano, líder y jefe de la guerra de independencia de1895, Mayor General, Maestro y Apóstol de nuestra lucha independentista.

Nació en La Habana el 28 de enero de 1853 y cayó en combate el 19 de mayo de 1895, para mantenerse vivo en el seno de su pueblo.

Hoy como antes vivimos tiempos difíciles en los cuales está en juego la existencia misma de la patria. Y Martí nos afirma en la idea de que “el deber de un patriota que ve lo verdadero está en ayudar a sus compatriotas, sin soberbia ni ira, a ver la verdad”. Y nos llama a “predicar revolución”. Y con ello también dejar por sentado que en nuestra patria “estamos aquí para impedir que el enemigo acorrale al abanderado, o caiga en malas manos la bandera:…Aquí somos la vigilancia y el amor, la cordialidad y la centinela, la pasión, razonada por el juicio, de cuanto lleve con decoro el nombre de cubano”.

Y ante la situación que actualmente atraviesa el país, bloqueado criminalmente por la potencia más poderosa de la tierra, y en un mundo en que las fuerzas enemigas internas y externas se confabulan con el propósito de un ajuste de cuentas a la patria por su rebeldía, hoy mismo parece levantarse desde su tumba en el cementerio de Santa Ifigenia para decirnos con su convincente voz: “A un plan obedece nuestro enemigo: el de enconarnos, dispersarnos, dividirnos, ahogarnos. Por eso obedecemos nosotros a otro plan: enseñarnos, burlarlo, hacer por fin nuestra patria libre. Plan contra plan. Sin plan de resistencia no se puede vencer un plan de ataque”.

Como ayer la Cuba de hoy es agredida por una potencia mayor, en este caso la vieja nación que durante todo el siglo XIX ambicionaba poseerla y anexarla. Martí entonces consideraba que todos los cubanos estarían defendiéndola, pues pensaba que “No hay placer como el de defenderla: el cubano, antes que la libertad, se arranca la vida. El cubano sabe que hay un camino al frente, pero no sabe que haya ningún camino atrás…El cubano es indómito… es independiente, moderado y altivo. Es su dueño, y no quiere dueños.”

Siempre han existido los seres que conservan una idolatría hacia el norte revuelto y brutal, como Martí denominada a la potencia norteña, y así lo expresó meridianamente: “El pueblo más grande no es aquel en que una riqueza desigual y desenfrenada produce hombres crudos y sórdidos y mujeres venales y egoístas; pueblo grande, cualquiera que sea su tamaño, es aquel que da hombres generosos y mujeres puras. No es rico el pueblo donde hay algunos hombres ricos, sino aquel donde cada uno tiene un poco de riqueza.
En economía política y en buen gobierno, distribuir es hacer venturosos.”

Y a la hora de poner en la picota a los gobiernos y a los políticos estadounidenses, que nunca han representado al verdadero pueblo estadounidense, Martí es claro en definirlo, pues conoce los antecedentes del llamado “destino manifiesto” y “la doctrina Monroe” y “la estrategia de la fruta madura” en la historia de los Estados Unidos. Así nos lo dijo para que durmiéramos con los ojos bien abiertos: “Vecino esencialmente hostil y diverso…vecino avieso… desdeñoso vecino… Roma americana”.

Y una vez Martí se hizo y, tal vez nos hizo esta pregunta: “Y una vez en Cuba los Estados Unidos, ¿quién los sacaría de ella?… Cambiar de dueño, no es ser libre. Yo quiero de veras la independencia de mi patria.”

Y como conocemos por la historia Estados Unidos se aprovechó de las circunstancias para cuando ya los cubanos hubieran podido alcanzar la victoria por sí mismos, mañosamente se involucraron en la guerra contra España con las malas intenciones de convertir en colonia futura a la mediatizada independiente República de Cuba. Aquí permaneció “unos tres añitos” para maniatar al pueblo cubano e imponerle la vil enmienda Platt en la Constitución y lograr entre otras muchas cosas el establecimiento de la Base Naval de Guantánamo que 120 años después mantienen a la fuerza y contra la voluntad del gobierno y del pueblo de Cuba. ¿Recuerdan lo que se preguntó Martí? “Y una vez en Cuba los Estados Unidos, ¿quién los sacaría de ella?”

Pero como también dijo José Martí con su visión de futuro: “No deduzco de los vítores que sean reconocidos por los Estados Unidos los derechos cubanos: tengo fe en que el martirio se impone, y que lo heroico vence. Ni esperamos su reconocimiento, ni lo necesitamos para vencer… Pero si los gobiernos se hacen egoístas, y los pueblos ricos se apegan a sus riquezas y obran como avaros viejos, la humanidad es en cambio perpetuamente joven. El entusiasmo no ha tenido nunca canas… Podrán los gobiernos desconocernos, los pueblos tendrán siempre que amarnos y admirarnos”.

Y añadía muchas ideas esclarecedoras: “He vivido muchos años en los Estados Unidos y he tenido oportunidad de estudiar atentamente y de cerca sus instituciones políticas y su sociedad, he admirado su poder y su riqueza; pero esa admiración no me lleva hasta el servilismo de pensar que el éxito, debido a circunstancias naturales e inevitables, sea originado por superioridad de raza, ni por antecedentes de las instituciones de la época de la colonia”,

¨Y un día antes de su caída en combate, el día 18 de mayo le decía a su amigo Manuel Mercado –y nos decía–: […]; ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por  mi país  y por mi deberpuesto que lo entiendo y tengo ánimos  con que realizarlode impedir a tiempo con la independencia de  Cuba que  se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y  caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de  América.  Cuanto hice  hasta hoy, y haré, es para eso. En silencio ha  tenido que ser  y como indirectamente, porque hay cosas que para lograrlas han de andar ocultas, y de proclamarse en lo que son, levantarían dificultades demasiado recias para alcanzar sobre ellas el fin”.

En conclusión, estimados lectores, ¿Verdad que los cubanos tenemos un patrimonio ideológico y de cultura política cómo para sentirnos orgullosos y henchidos de amor patrio?

Wilkie Delgado Correa es Doctor en Ciencias Médicas, Doctor Honoris Causa. Profesor Titular y Consultante. Profesor Emérito de la Universidad de Ciencias Médicas de Santiago de Cuba. Premio al Mérito Científico por la obra de la vida.