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Cuba no se rendirá: con determinación ejercerá el derecho a decidir su destino

Fuentes: Mate Amargo [Dibujo Adán Iglesias Toledo]

Por abrumadora mayoría, pese al chantaje y la mentira de Washington, la ONU llama a levantar el bloqueo de Estados Unidos sobre Cuba

Este miércoles, la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas (ONU) condenó por trigésima tercera vez de manera consecutiva, el bloqueo que Estados Unidos mantiene contra Cuba desde hace más de seis décadas.

Tras un debate que comenzó el martes 28 de octubre, la resolución “Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de América contra Cuba”, presentada por La Habana, recibió 165 votos a favor, siete en contra y 12 abstenciones.

Además del voto en contra de Estados Unidos, en esta ocasión lo hicieron dos países proxys del imperio, uno en Medio Oriente y otro en Europa: Israel y Ucrania, con el agregado de que el régimen de Kiev decidió además romper relaciones con la isla, olvidándose de la valiosa ayuda que Cuba le brindó tras el desastre de la planta nuclear de Chernóbyl en 1986; la isla no solo envió médicos a Ucrania, sino que también acogió y trató gratuitamente a más de 26 000 niños ucranianos afectados por la radiación en su programa humanitario ‘Niños de Chernóbyl’, que terminó en 2016.

Otro país que votó en contra fue Argentina, que retribuyó así el injerencismo directo de Donald Trump en las elecciones intermedias del domingo pasado en la nación sudamericana, que benefició al partido del liberticida Javier Milei. Argentina rompió por primera vez su histórico voto a favor del fin del bloqueo y se alineó con el “no”. En 2024 había respaldado la resolución, un voto que incluso provocó la salida de la entonces canciller, Diana Mondino. Los otros tres votos en contra fueron de Paraguay, Macedonia del Norte y Hungría.

Entre las abstencionistas aparecen Costa Rica y Ecuador. Bajo la presidencia de Rodrigo Chaves, Costa Rica se abstuvo por primera vez en tres décadas, un giro significativo en Centroamérica, donde el respaldo a la resolución había sido constante. A su vez, la administración bananera del ecuatoriano Daniel Noboa, ratificó su entreguismo a Washington. Ambos mandatarios recibieron este año la visita del secretario de Estado, Marco Rubio, lo que ha sido interpretado como un incremento de la presión entre los países proclives a Washington en la región. En su oportunidad, el republicano le advirtió a Chaves que era “mejor ser amigo que enemigo” de EU y que era “mejor ser aliado que alguien que crea problemas”.

La cifra marca una caída significativa respecto a las votaciones pasadas y muestra la aparición de un bloque inusual de “no” y abstenciones entre aliados y socios de Washington, en contraste con la unanimidad latinoamericana y europea de años recientes. Europa dejó de ser monolítica: Hungría fue el único país de la Unión Europea que votó “no”, mientras que Polonia, Rumanía, Chequia y los tres países bálticos se abstuvieron. En 2024, el voto europeo había sido plenamente favorable al texto.

Entre los países que exigen el fin inmediato del bloqueo estadunidense sobre la isla están el resto de países del Consejo de Seguridad (China, Francia, el Reino Unido y Rusia), así como todos los países de los BRICS (Brasil, China, Egipto, Emiratos Árabes, Etiopía, la India, Irán, Rusia y Sudáfrica).

La votación sobre el bloqueo en la ONU, se dio medio de un inédito despliegue militar letal del Comando Sur del Pentágono en el mar Caribe, que hace evocar la llamada crisis de los misiles de 1962, al que se sumará el portaviones de propulsión nuclear USS Gerald R. Ford, y en momentos en que la administración de Donald Trump parece decidida a consumar otra puesta en escena violenta de su añeja doctrina imperial, basada en la consigna neomonroísta América para Estados Unidos.

Con su fría racionalidad geopolítica, detrás de esa reconfiguración estratégica que erige a la guerra híbrida como política de Estado –y busca restablecer el control hegemónico sobre el petróleo y otros minerales críticos, las rutas comerciales y los gobiernos del hemisferio occidental bajo el disfraz de la seguridad nacional–, no se ocultan las políticas de ‘cambio de régimen’ de Washington en Venezuela, Cuba y Colombia, sin descartar a México.

Como parte de ese proceso de reconcentración imperial, que exhibe la conjunción del Pentágono y la Agencia Central de Inteligencia (CIA) como un eje de poder autónomo que opera con mínima supervisión del Congreso, sin transparencia judicial y con una narrativa mediática cuidadosamente orquestada, el secretario de Estado, Marco Rubio, había venido desplegando una inédita y agresiva campaña diplomática contra Cuba –signada en la calumnia, el chantaje y el bullying–, en su afán de lograr votos y/o abstenciones de terceros países, cuando se sometiera a discusión otro proyecto de Resolución contra el bloqueo económico, comercial y diplomático a la mayor de las Antillas en la Asamblea General de la ONU.

Ríspido debate entre Mike Waltz y Bruno Rodríguez

El miércoles 29, al solicitar a los Estados Miembros de la Asamblea General de la ONU votar a favor del proyecto A/80/L.6, titulado “Necesidad de Poner Fin al Bloqueo Económico, Comercial y Financiero Impuesto por los Estados Unidos de América Contra Cuba”, el canciller cubano, Bruno Rodríguez, dijo que el bloqueo es una política de “castigo colectivo”, que califica como un acto de “genocidio” y viola de manera flagrante, masiva y sistemática los derechos humanos de los cubanos, sin distinguir entre sectores sociales o actores económicos.

En su alocución, luego de denunciar el brutal e inédito despliegue de presiones, intimidación y toxicidad del Departamento de Estado a escala planetaria para forzar a países soberanos a cambiar su voto sobre la resolución, enfatizó que el bloqueo se aplica por diseño, con fría premeditación respecto a su impacto social y humanitario sobre millones de personas en la isla.

Rodríguez aseveró, también, que el propósito estratégico de las sanciones económicas y financieras −un instrumento extraterritorial de guerra por medios no militares− es provocar un estallido social que derive en el derrocamiento del ordenamiento constitucional que los cubanos han decidido libremente en varios referendos. Y que para alcanzar ese fin, el Departamento de Estado empleó en las últimas semanas todas sus armas y artimañas, en especial, la coerción.

Sin mencionarlo por su nombre, afirmó que el secretario de Estado, Marco Rubio, es la reencarnación maligna, corrupta y fraudulenta de Lester Mallory, el exsubsecretario de Estado que hace 64 años elevó al presidente John F. Kennedy un memorándum secreto que definía la filosofía del bloqueo económico, comercial y financiero impuesto meses después de forma unilateral contra Cuba.

Asimismo, y también sin decir su nombre, aludió al discurso “infame, amenazador, arrogante, mentiroso y cínico” que el día anterior había formulado el nuevo representante permanente de Estados Unidos ante la ONU, Mike Waltz, quien se ausentó el día de la votación. Dijo que así lo esperaba, “sabiendo de dónde viene el personaje y de sus turbios vínculos con el secretario de Estado, las mafias de contratistas militares y la claque política de Miami”.

El martes 28, durante la primera sesión de la Asamblea, Rodríguez había solicitado la palabra mientras el embajador estadunidense Waltz exhortaba a los países que históricamente han apoyado la resolución a “hacer algo distinto este año”, en clara alusión a abstenerse o votar en contra del proyecto, y dijo: “Estados Unidos no solo miente, desviándose del tema, sino que se expresa de manera grosera y prepotente”, y añadió que el representante norteamericano lo hacía “con una incultura, rudeza y grosería que no se admite en este democrático recinto. Esta es la Asamblea General de Naciones Unidas, no es un grupo de Signal ni la Cámara de Representantes”. (Waltz, un exboina verdad del Ejécito, se desempeñaba como asesor de Seguridad Nacional del presidente Donald Trump, y tuvo que renunciar en mayo pasado tras de recibir fuertes críticas por haber añadido inadvertidamente al editor de The Atlantic, Jeffrey Goldberg, a un grupo de chat de Signal  creado para hablar sobre los ataques contra los rebeldes hutíes en Yemen. El grupo de texto, que también incluía al vicepresidente J. D. Vance, al secretario de Defensa Pete Hegseth y a otros, discutió detalles de los planes para atacar a los rebeldes hutíes, quienes han perpetrado numerosos ataques contra buques comerciales en el Mar Rojo).

En su respuesta a Rodríguez, Waltz declaró ser “muy consciente de la ubicación en la que estamos hablando” y subrayó que tampoco se trataba de “una legislatura comunista ilegítima en La Habana”. Y volviendo a su guion, reiteró que Cuba “menoscaba las democracias del hemisferio” y que Estados Unidos “siempre ha permitido que Cuba importe alimentos, medicamentos y bienes humanitarios”; que “el régimen puede comerciar con el mundo entero, incluso con aliados como Canadá”, que “no hay ningún bloqueo”, calificando el debate como “un teatro político” destinado a absolver al gobierno cubano de las consecuencias de sus propias políticas. También acusó a Cuba de vínculos con organizaciones terroristas, apoyo a mercenarios en Ucrania, tráfico ilícito de drogas y respaldo al gobierno de Venezuela. Además descalificó su colaboración médica internacional, tildándola de “fuente de efectivo para el régimen”.

Por eso, ayer, ante la ausencia de Mike Waltz en la sala, Bruno Rodríguez recordó lo que el representante estadunidense “no podía ignorar, a pesar de sus responsabilidades, o peor, lo que quizás desvirtúa con espíritu mendaz”: las leyes y normas de agresión económica de su país contra Cuba, que como indican el Título I y el Título III de la Ley Helms Burton y el contenido de la Ley Torricelli, “no son ambiguas en cuanto a acciones y ambiciones”, ya que declaran abiertamente la meta de restringir las relaciones comerciales, de inversión y crediticias de Cuba con todos los países.

El jefe de la diplomacia cubana repasó varios de los elementos de la “política criminal” del gobierno de Trump contra Cuba, entre ellos, la medida que “priva con saña” a la isla, en cualquier rincón del mundo, del uso de los sistemas bancarios para realizar cobros y pagos, así como de acceso a fuentes de financiamiento corriente; de capital de inversión; de remesas; de tecnología para la industria, la producción de alimentos, la infraestructura, el desarrollo científico y los servicios, incluyendo los más sensibles, como la salud.

Denunció que sólo entre el 1º de marzo de 2024 y el 28 de febrero pasado, el bloqueo causó a Cuba unos 7 mil 556,1 millones de dólares en daños y perjuicios materiales, y dijo que la parte esencial del recrudecimiento del bloqueo ha sido, desde 2019 (durante la primera administración de Trump), el aumento de la persecución a las operaciones de suministro de combustible, incluyendo a empresas navieras, aseguradoras, bancos y gobiernos, lo que ha provocado a Cuba la reducción de proveedores y el incremento exponencial de los precios.

Mencionó que otro sector vital de la economía cubana, particularmente perjudicado, es el del turismo.  El funcionario afirmó que Washington intimida a ciudadanos de más de 40 países a los que se amenaza, hoy, con represalias y la prohibición de acceso al Sistema electrónico de autorización de viajes o visas (ESTA), si en virtud del ejercicio elemental de sus derechos deciden visitar Cuba.

Enumeró que otra de las medidas que mayor impacto tiene es la injustificable presencia de Cuba en la lista unilateral y arbitraria que publica el gobierno trumpista de Estados que supuestamente patrocinan el terrorismo. Al respecto, dijo que la isla es víctima del terrorismo organizado y financiado por Washington desde el propio territorio de Estados Unidos, donde viven “tranquilamente y con absoluta impunidad” reconocidos perpetradores de actos horrendos de agresión contra el pueblo cubano, con un saldo de miles de muertes, de mutilados y cuantioso daño material. Señaló que en 2023 Cuba entregó al gobierno estadunidense los nombres y datos de 62 terroristas y  20 organizaciones terroristas que actúan contra la isla desde este país y no han hecho nada hasta hoy.

Puntualizó que la guerra económica contra Cuba incluye un programa integral de desestabilización  organizado, financiado y ejecutado directamente por el gobierno de Estados Unidos, con el empleo de operadores de origen cubano radicados en ese y otros países, cuya misión es deprimir el nivel de ingresos de la población por la vía de la manipulación especulativa de la tasa de cambio de la moneda, con efecto directo en el crecimiento de los precios, la propagación en redes de mensajes intimidatorios y alarmistas, y la alteración así del comportamiento natural del mercado. El efecto es un daño severo al ingreso de cada cubano y obstáculos adicionales a los programas de estabilización macro económica.

Otro punto que refutó el canciller cubano, fue el hecho de que Estados Unidos ha tratado de vender la idea de que el bloqueo es una justificación del gobierno isleño para esconder sus ineficiencias o los errores de su modelo de desarrollo. Esa campaña política, dijo, “se sostiene en una operación comunicacional y digital que, mediante la desinformación tóxica, los eufemismos, los silencios selectivos y la saturación coordinada de mensajes, busca instalar la percepción de que el bloqueo no existe o no afecta a la población”. Agregó que el gobierno de EU no solo intenta negar o minimizar el efecto del bloqueo, sino que penaliza a quienes documentan sus efectos, recurriendo “a campañas de descrédito, a cibertropas pagadas con los fondos de ‘cambio de régimen’ y a la censura algorítmica por parte de las plataformas tecnológicas de su propiedad respecto a los contenidos nacionales cubanos”.

Dijo que, de hecho, los propios promotores de la política de bloqueo y máxima presión se “ufanan” de su efecto destructivo y la capacidad para golpear el nivel de vida de todo un pueblo, y pidió revisar las declaraciones del secretario de Estado, Marco Rubio, y de otros políticos estadunidenses que han hecho carrera y fortuna con la llamada “industria de la contrarevolución”.

Afirmó que Cuba es un país de paz, y nadie en su sano juicio y con un mínimo de honestidad puede alegar que representa o se proponga representar una amenaza a la seguridad nacional de los Estados Unidos, una gran potencia, y al bienestar del pueblo estadounidense. Concluyó diciendo que si el gobierno de EU deseara contribuir a la paz en “Nuestra América”, debe retirar la amenaza militar y aceptar un diálogo civilizado, sin precondiciones ni imposiciones, con Venezuela, con Colombia, con Nicaragua, con Cuba y con todos con los que tenga diferencias y, colectivamente, con la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños.

Las brigadas médicas cubanas como blanco de la guerra cognitiva de EU

Cuba presenta esta resolución desde 1992 y de manera ininterrumpida la Asamblea la ha aprobado con un respaldo casi unánime de la comunidad internacional, con la única excepción de Estados Unidos, Israel y algún aliado circunstancial. Este año, en un intento desesperado y con un despliegue totalmente inusual, según un documento del Departamento de Estado fechado el 2 de octubre y filtrado a Reuters, cuya copia facsimilar fue mostrada a la prensa en La Habana por el canciller Bruno Rodríguez el miércoles 22, Marco Rubio instruyó a las representaciones diplomáticas y los embajadores estadunidenses en el mundo –incluida su representación en la capital cubana contra el cuerpo diplomático acreditado en la isla­–, coaccionar y ejercer presiones intimidatorias y engañosas, particularmente a gobiernos de América Latina y Europa, para que cambiaran su posición y se opusieran a la resolución o se abstuvieran o ausentaran durante la votación, con el objetivo explícito de reducir de manera significativa los votos afirmativos en la ONU y evitar otra paliza diplomática cubana como las que sufrió Trump en su primera administración.

Tal vez inspirado en la mitomanía de su jefe, el ególatra y narcisita Donald Trump, el canciller Rubio   –mentiroso compulsivo y sistemático como él, y también cómplice en el genocidio de Israel en Gaza– desplegó una estrategia de guerra cognitiva, que con eje en la manipulación perceptiva, la colonización emocional y la intoxicación desinformativa, buscó vincular el bloqueo con la guerra en Ucrania y presentar a la isla como una amenaza para la paz regional.

Para ello contó con el apoyo de otro ‘halcón’ de la diplomacia de guerra de Washington, el enviado especial para América Latina, Mauricio Claver Carone, ex asesor de Seguridad Nacional, expresidente del Banco Interamericano de Desarrollo y defensor de duras sanciones contra Cuba. Además de sumar plataformas tóxicas de congresistas anticubanos de la Florida, como Carlos Giménez, Mario Díaz-Balard o María Elvira Salazar, que enviaron cartas adicionales en las que, con tono amenazante, se condicionó el voto a otros aspectos de la relación bilateral.

Junto con la acusación sin ninguna prueba factual de que entre mil y cinco mil cubanos combatirían junto a las fuerzas rusas en Ucrania, Rubio incluyó denuncias sin fundamento sobre la trata de personas  por el gobierno isleño, que tiene como blanco a las brigadas médicas cubanas (BMC) en el exterior. A últimas fechas, Rubio intensificó las amenazas lanzadas el 13 de agosto por la administración Trump de suspender las visas estadunidenses a funcionarios de países donde existan convenios de colaboración médica con Cuba, a los que acusa de participar en el supuesto “esquema coercitivo de exportación de mano de obra” o “servidumbre por contrato”.

Para tales fines, con Mauricio Claver Carone y las misiones diplomáticas operando sobre el terreno, Rubio reforzó el proyecto subversivo ejecutado por una alianza (en gestación) contra el trabajo forzoso en misiones médicas cubanas, financiada inicialmente por la USAID (Agencia para el Desarrollo Internacional de EU), que tras su desactivación asumió directamente el Departamento de Estado. El principal asesor y coordinador de la alianza es el argentino Brian Schapira, consultor de la Fundación Panamericana para el Desarrollo (Fupad). La coalición está integrada por el Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (Cadal), con sede en Buenos Aires; Cuba decide; el Gremio Médicos Cubanos Libres; Civil Rights Defender (CRD); el Frente Democrático de Concertación, y las contrarrevolucionarias María Werlau, de Archivo Cuba, con base en Miami, y Daily Coro Bueno, médico desertora miembro del Observatorio Cubano de Derechos Humanos (OCDH). Además de presionar a gobiernos que, como el de México y varias islas del Caribe son receptores de BMC, esas organizaciones de fachada han venido desarrollando una labor de influencia en naciones donde no existen las brigadas, para que incorporen la narrativa sobre la “esclavitud moderna”.

La cancillería cubana sostiene una política de “tolerancia cero” contra la trata de personas, el mercenarismo y la participación de nacionales en conflictos en el exterior. Y como señaló el representante permanente de Venezuela en la ONU, Samuel Moncada, “mientras Cuba acude con médicos, EU pone las masacres (…) Mientras EU exporta guerra, Cuba exporta vida, y eso es lo que el imperio quiere que no veamos, el ejemplo de un pueblo que resiste con dignidad”.

Fue contra esa ingeniería del desprestigio y la calumnia, que esgrime el terrorismo semántico del lenguaje colonial en el bloqueo cognitivo de los significados emancipadores de la revolución cubana, que las autoridades de la isla libraron con éxito, una vez más, otra batalla por la dignidad de su pueblo y los pueblos de América Latina y el Caribe.

Así, la maquinaria de chantaje y presión de un imperio al que el presidente cubano Miguel Díaz-Canel llamó “revuelto, brutal, cínico y mentiroso”, no pudo vencer la conciencia global. Por lo que fue sin duda, también, “una victoria de la verdad frente a la mentira imperialista”.

(*) Carlos Fazio, escritor, periodista y académico uruguayo residente en México. Doctor Honoris Causa de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. Autor de diversos libros y publicaciones. Miembro de la Red de Intelectuales y Artistas en Defensa de la Humanidad (Capítulo México)

(**) Profesor Adán Iglesias Toledo, Dibujante Gráfico Cubano, Caricaturista Editorial y Director del Medio humorístico DEDETE del Periódico Juventud Rebelde, miembro de la UNEAC, la UPEC y la REDH (Capítulo Cuba). Colabora con varios medios de prensa en su país y en el extranjero. Autor de varios logotipos y campañas publicitarias, posee en su haber múltiples exposiciones individuales y colectivas, talleres e intervenciones nacionales e internacionales, y ha sido premiado más de 40 veces en su país y otros países.

Fuente: https://www.mateamargo.org.uy/2025/10/30/cuba-no-se-rendira-con-determinacion-ejercera-el-derecho-a-decidir-su-destino/

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de los autores mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.