El título de este artículo es mucho más que una etiqueta de campaña virtual en las redes, o hashtag, como le llaman los más jóvenes.
Es una verdad incontestable que Cuba SALVA VIDAS dentro y fuera de la isla. Por eso, nada más justificado que la campaña de recogida de firmas solicitando el Premio Nobel de la Paz para las brigadas médicas cubanas.
Hace muchos años oí decir a Ricardo Alarcón, por entonces Presidente del Parlamento Cubano, que “Cuba no sólo defiende los derechos humanos, sino que los exporta”, refiriéndose a las brigadas médicas que ya se encontraban salvando vidas en los países más pobres del planeta y a la ayuda solidaria en educación y asistencia en catástrofes naturales. Además, no hay que olvidar que en Cuba, desde el principio de la Revolución, han estudiado de forma gratuita miles de jóvenes de países pobres. Desde 1999, en la Escuela Latinoamericana de Medicina, se han formado más de veinte mil médicos de 74 países de África, América Latina e incluso EE.UU.
Una vez terminada la carrera, costeada íntegramente por la Revolución Cubana, llevan sus conocimientos y su atención a sus países de origen SALVANDO VIDAS, el principal derecho humano. Precisamente, lo único que se les exige a estos jóvenes es que una vez concluidos sus estudios, regresen a sus localidades y barriadas humildes para ejercer allí la medicina y devolver lo que han aprendido. Todos ellos, jamás habrían podido costearse la universidad en sus países.
Ahora, en plena pandemia, cuando el coronavirus ha cogido al mundo desarrollado fuera de juego, Cuba ha vuelto a dar un ejemplo de solidaridad y de derechos humanos. Y como ya dije en un artículo anterior, no ha sido sólo en los países pobres, sino en la rica Europa: Italia y Andorra. En Italia, se acaba de despedir con honores a la brigada cubana que durante más de dos meses ha luchado contra el coronavirus en Lombardía. En total medio centenar de países cuentan con la asistencia del personal sanitario cubano. En muchos de esos países ya estaban antes de la pandemia. Nada menos que treinta mil médicos y enfermeras/os diseminados por los cinco continentes. El ejercito de batas blancas que, dentro y fuera de Cuba, hace que la sanidad cubana sea única en el mundo.
Todo esto yo ya lo sabía, igual que lo saben los compañeros que simpatizan y siguen de cerca todo lo concerniente a los logros de la Revolución Cubana. Pero vivirlo en Cuba, en plena pandemia, ha sido una experiencia inolvidable que, a pesar de la necesidad imperiosa que tengo de transmitir, no sé si seré capaz de hacerlo en toda su magnitud.
Llegué a Cuba el 15 de marzo, cuando el país sólo tenía unos cuantos casos importados con orígen en un grupo de turistas italianos. Pero Cuba ya se había preparado para lo que se le venía encima, como he podido comprobar durante los dos meses de estancia allí.
Cuba es una potencia mundial en medicina y en investigación científica. Hace treinta años se puso en marcha la industria biotecnológica impulsada por Fidel Castro. Cuba fue el segundo país del mundo, después de Finlandia, en producir el interferon leucocitario. Más tarde llegaría el interferón recombinante, el ALFA2 B, que se ha utilizado para el tratamiento de la enfermedad. En China, Cuba tiene una planta farmacológica donde se produce este medicamento, en colaboración con las autoridades de aquel país. Por eso fue el primer lugar donde se aplicó este Interferón para combatir la enfermedad y más tarde 70 países lo solicitaron a las autoridades cubanas.
En total en Cuba se han aplicado 22 medicamentos para el tratamiento de la COVID-19, veinte de ellos de producción propia. En abril empezaron a realizarse ensayos clínicos para una vacuna que, aunque no es específica para el coronavirus, estimula el sistema inmunoinnato que es el encargado de reconocer y defender al organismo contra este tipo de patógenos. Se trata de la vacuna antimeningocócica. A principios de mayo ya se estaba administrando. Yo fui una de las que la recibió de forma totalmente gratuita. El día que nos administraron la vacuna se habilitó como consultorio un restaurante que, como todos, estaba cerrado por la pandemia. Todo funcionó como un reloj suizo. Nos tomaron la temperatura, la tensión arterial, nos hicieron una ficha médica y tras inyectarnos la vacuna nos tuvieron una hora en observación por si aparecía alguna reacción adversa. Anteriormente a todos los grupos de riesgo como somos los mayores de sesenta años se nos administró un tratamiento homeopático, el PREVENGO-VIR, que también estimula el sistema defensivo.
No olvidaré el día en que, casi a las nueve de la noche, la doctora de familia y la enfermera fueron casa por casa para entregarnos las gotas y explicarnos cómo teníamos que tomarlas. Es precisamente el sistema de atención primaria el que hace fuerte a la sanidad cubana, como ha alabado y reconocido la Organización Panamericana de Salud. Cuba, con algo más de once millones de habitantes, cuenta con más de cien mil médicos y una media de nueve médicos por cada cien mil habitantes. Cada circunscripción tiene un consultorio médico que lleva un control exacto de cada uno de de sus moradores, porque el médico de familia no espera a que el paciente vaya al consultorio, sino que lo visita en su casa y conoce sus patologías haciendo un seguimiento de sus constantes vitales, con especial atención a los mayores y personas vulnerables. La humanidad, abnegación y entrega del personal sanitario sólo puede explicarse en un sistema en el que prima, por encima de todo, LA VIDA.
Otro medicamento cubano, la Biomodulina T, se está aplicando con éxito para tratar a pacientes que se encuentran en estado crítico a consecuencia de esta enfermedad. Pero es un fármaco que lleva aplicándose desde hace más de veinte años para tratar infecciones respiratorias en ancianos. También se está utilizando el plasma de pacientes recuperados para aumentar los anticuerpos en enfermos.
Se han obtenido muy buenos resultados con el anticuerpo monoclonal humanizado ITOLIZUMAB, que frena la llamada “tormenta de citoquinas” o reacción descontrolada del sistema inmune que tiene consecuencias muy graves. Este medicamento se produce en Cuba desde 2014 y se emplea para tratar enfermedades como la psoriasis y la artritis reumatoide.
También con el fármaco creado en el Centro de Ingenieria Genética y Biotecnología, CIGB-258, que antes de la pandemia se encontraba en fase de investigación para el tratamiento de la artritis reumatoide, se ha demostrado eficaz para combatir la inflamación que produce el coronavirus.
Por último, el Instituto de Hematología e Inmunología ha realizado ensayos clínicos para tratar con células madre las secuelas pulmonares de los pacientes que han sufrido la enfermedad. El procedimiento consiste en la administración, por vía endovenosa, de un concentrado de células madre que incluye células hematopoyéticas y otras con propiedades inmunorreguladoras que disminuyen o detienen el proceso inflamatorio provocado por el coronavirus y recuperan el tejido dañado.
Pero además lo que diferencia a la medicina cubana de otros sistemas sanitarios es la prevención. Por eso en Cuba no se espera a que los enfermos acudan al sistema de salud, sino que es éste quien busca a los enfermos, antes incluso de que tengan síntomas. Fundamental en esta enfermedad donde un alto porcentaje de infectados permanece asintomático mientras puede seguir propagando el virus. Es lo que aquí se denomina PESQUISAJE ACTIVO. Un ejercito de personal sanitario y estudiantes universitarios va diariamente, casa por casa, buscando personas vulnerables, posibles casos sospechosos por haber mantenido algún contacto con viajeros o con síntomas de la enfermedad. Los casos considerados sospechosos son ingresados en centros habilitados para el aislamiento: hoteles, zonas recreativas, residencias de estudiantes y otras instalaciones que, sin ser hospitales, se habilitaron para mantener en vigilancia epidemiológica a estas personas, con todas las atenciones y garantías sanitarias y donde se les realizan las pruebas pertinentes y el tratamiento preventivo.
Al principio de la pandemia Cuba contaba con dos tipos de test para detectar el virus, uno rápido, que en tan sólo media hora detecta la presencia del patógeno y otro más lento pero mucho más fiable, el PCR en tiempo real. A principios de abril empezó a elaborar otro test de producción propia, un diagnosticador de tecnología SUMA, que en tan sólo un mes ha empezado a aplicarse de forma masiva. La tecnología SUMA (Sistema Ultra Micro Analítico) es una técnica avanzada en el diagnóstico de enfermedades, desarrollada en el Centro de Inmunoensayo de La Habana. Ha sido pionera en la fabricación de reactivos, equipos y desarrollo de programas para el diagnóstico de enfermedades metabólicas congénitas a nivel mundial y ahora se emplea para el diagnostico de la COVID-19. SUMA se caracteriza por los pequeños volúmenes de muestras a procesar, ya sea sangre, plasma y otros fluidos corporales, y el ahorro en reactivos. Desde que comenzó la enfermedad se han realizado 95.511 muestras para diagnosticar el virus.
A las personas sospechosas, antes incluso de confirmarse la enfermedad, se les trata con los medicamentos antivirales de los que ya hemos hablado y que potencian el sistema autoinmune. De esta forma la medicina cubana gana tiempo al virus y se adelanta una media de tres días a las terapias para combatir la enfermedad. Y de todos y cada uno de los casos confirmados se ha hecho un seguimiento exhaustivo de los contactos, buscando el origen del foco. Del 98 por ciento de los casos se ha conseguido encontrar la fuente de infección.
Por supuesto toda esta atención es absolutamente gratuita y en Cuba no hay que escoger entre quién vive y quién muere porque todos los enfermos sin excepción, viejos o jóvenes, con patologías graves o sin ellas, han sido tratados hasta la extenuación y se ha luchado sin tregua, sin escatimar recursos, para salvarles la vida.
A fecha del día 25 de mayo, dos meses y medio después de los primeros casos en el país, se han diagnosticado 1.947 enfermos de los que 978 eran asintomáticos en el momento del diagnostico, lo que supone el 50,2 por ciento. Se han curado 1.704, es decir, casi el 80 por ciento de los pacientes. Ha habido que lamentar 82 fallecidos, todos ellos con graves patológicas previas y factores severos de riesgo como hipertensión arterial, diabetes melitus, insuficiencia renal, patologías cardíacas, obesidad, edad avanzada o cáncer. La letalidad es del 4,2 por ciento, muy por debajo de la media en la zona de las Américas, donde está en el 5,89 por ciento, mientras que a nivel mundial, la letalidad alcanza el 6,48 por ciento. En estos momentos, quedan 444 ingresados en los hospitales de los que 285 son sospechosos y 159 confirmados.
Y todo este esfuerzo lo hace un pequeño país de recursos limitados, bloqueado desde hace seis décadas por EE.UU, el país más poderoso del planeta. Un bloqueo que se ha recrudecido de forma brutal desde que Donald Trump llegó a la Casa Blanca. ¿Se imaginan el nivel de desarrollo que Cuba podría haber alcanzado sin el criminal bloqueo de Estados Unidos?
La situación economica derivada del endurecimiento del bloqueo se ha visto agravada por la pandemia, ya que Cuba se ha quedado sin su principal fuente de ingresos, el turismo. Todo ello ha provocado un escenario mucho más complicado para los cubanos ante la escasez de productos y las colas interminables que se producen en las tiendas para intentar conseguir algo. Podemos hacernos una idea si comparamos, aquí, en España, en nuestro primer mundo, tenemos la posibilidad de ir una vez al mes al súper y comprar todo lo que necesitamos. O comprar por internet. Siempre y cuando tengamos trabajo y un mínimo de ingresos económicos, claro, porque de todos son conocidas las colas del hambre en España. En Cuba, prácticamente hay que salir a diario para ver qué encontramos en la tienda después de hacer una larga cola. Las compras por internet fueron una opción que se intentó, pero que ha generado muchas quejas de la población porque el sistema colapsó. Conseguir un litro de aceite, papel sanitario, detergente, champú, café, leche en polvo, embutidos o pollo, puede ser un periplo por varias tiendas y de varias horas.
Para paliar en parte esta situación, los campesinos han aumentado la producción agropecuaria y las cooperativas agrarias han donado toneladas de alimentos a hospitales, centros de aislamiento, hogares de ancianos… De igual forma, para estirar como un chicle la producción de carne, absolutamente insuficiente para abastecer a toda la población, se elaboran embutidos, croquetas y otros productos proteicos.
El Estado ha incrementado la cuota de productos que se garantizan por la cartilla de abastecimiento a precios subvencionados. Se ha ofrecido un suplemento de pollo, huevos, aceite, aseo, fruta y verduras. También se ha intensificado el control y persecución de las ilegalidades en torno a los acaparadores que, en connivencia a veces con algunos administradores de tiendas, desvían productos para su reventa ilícita.
Pero aunque esos casos de ilegalidades, robos y actividades ilícitas existen, se combaten y se están dando a conocer en la TV cubana, lo que prevalece en esta sociedad es la solidaridad. La Federación de Mujeres Cubanas, estudiantes, organizaciones sindicales, comités de Defensa de la Revolución, se han organizado para atender a los ancianos en sus casas y llevarles los productos de primera necesidad. También se ha hecho en los barrios o municipios donde, a consecuencia de casos de transmisión local de la pandemia, se decretó el aislamiento. La confección de nasobucos o mascarillas se generalizó desde los primeros días por talleres de costura y artesanos, así como por cualquier particular que tuviera una máquina de coser y que, de forma altruista, los repartían a vecinos, médicos, personal sanitario, centros de aislamiento. Los conductores de guaguas y de taxis se ofrecieron para el transporte de pacientes y del personal sanitario. Los restaurantes e instalaciones hoteleras elaboran comida, a precios muy módicos, para llevar a casa y para donar a personas vulnerables y centros hospitalarios o de aislamiento. Los trabajadores autónomos con talleres de diversa índole, se han puesto a fabricar viseras protectoras para el personal sanitario, respiradores para las unidades de cuidados intensivos y otros productos necesarios para combatir la pandemia.
El resultado de todo esto es que Cuba está controlando la enfermedad mucho antes que otros países, a pesar del bloqueo y de las dificultades económicas que la pandemia ha generado en todo el mundo. CUBASALVA.
Fuente: https://miraicrida.blogspot.com/2020/05/cubasalva.html