En formato documental, la directora portorriqueña Arleen Cruz-Alicea documenta el viaje al pasado de Weber, quien luego de años de vivir en silencio y desconectado de su experiencia como encarcelado y torturado a raíz del Golpe de Estado, regresa a Chile para adentrarse en su propia historia, para enfrentar ese capítulo que le «quitó a […]
En formato documental, la directora portorriqueña Arleen Cruz-Alicea documenta el viaje al pasado de Weber, quien luego de años de vivir en silencio y desconectado de su experiencia como encarcelado y torturado a raíz del Golpe de Estado, regresa a Chile para adentrarse en su propia historia, para enfrentar ese capítulo que le «quitó a su patria» y buscar sanación.
El periodista chileno radicado en Puerto Rico Carlos Weber afirmó que prefiere conocer «toda la verdad» por la que fue detenido en 1973 tras el Golpe de Estado y decenas de miles fueron asesinados, para poder perdonar a quienes lo torturaron.
«¿Perdón? No. No creo que se pueda perdonar. Para perdonar, lo primero es reconocer toda la verdad y, a lo mejor, viene el perdón», aseguró Weber, quien presenta estos días sus oscuros relatos de cuando fue detenido y torturado tras el 11 de septiembre de 1973, en el documental «Cuentas Pendientes».
Weber repasa los sucesos, en este proyecto cinematográfico dirigido por Arleen Cruz-Alicea, que vivió a sus 19 años en la ciudad chilena de Coronel, cuando un grupo de soldados lo detuvo por ser un fiel seguidor del derrocado presidente Salvador Allende.
Fue por esto que entonces contactó a Cruz-Alicea y le contó su historia, la cual filmaron viajando a Chile y a Argentina, donde el periodista se encontró con familiares, amigos y compañeros de militancia sobrevivientes del golpe de Estado.
La directora Arleen Cruz-Alicea junto a Carlos Weber / Foto EFE
Tras su detención, el comunicador residente en la isla caribeña hace más de 27 años, fue llevado a una cárcel «por solamente tener un diferente ideal».
Tras sobrevivir a diferentes tipos de tortura, entre ellos, ser acostado en un catre de acero y conectado a unas máquinas que generaban electricidad, Weber salió de su país natal el 5 de abril de 1974 y se radicó en Argentina, donde también fue detenido.
Debido al trastorno mental que sufrió no recuerda el tiempo exacto en que estuvo encarcelado.
En agosto de 2011, al enterarse de que su nombre fue incluido en la lista de torturados de la Comisión Valech, Weber sintió la necesidad de romper el silencio en el documental.
«Quiero que la verdad se conozca lo más pronto posible. Alguien tiene que decir dónde están los desaparecidos, que sobrepasan los 3.000 en Chile y otros 30.000 en Argentina, para que de una vez lleguemos al punto de hacer borrón y cuenta nueva», enfatizó el comunicador.
Al verse en el listado de la Comisión Valech, Weber decidió tatuarse en su antebrazo izquierdo el número donde ubicaba su nombre, el 9601, al igual que el de su padre, 26675, que se incluyó en la Comisión Rettig.
Weber lamentó que entre los militares de Pinochet «hay una ley de silencio entre ellos», alargando y disminuyendo las posibilidades de mayor información sobre los desaparecidos.
«Muchos de ellos todavía creen que lo que hicieron era lo que había que hacer, eliminar a todos los seguidores del socialismo y comunismo y torturarlos», condenó Weber, padre de tres hijos, dos de ellos criados en Puerto Rico y la mayor en Argentina.
«Mis hijos sabían lo que me había pasado, pero no del todo y a través del documental conocieron más de la historia. Lo que me complace es la sutileza porque no se presentan las situaciones más crudas», matizó.
Cruz-Alicea, por su parte, explicó que el documental «no es una pieza de denuncia, sino que exhibe la parte emotiva y la mirada precisa de cómo ese momento repercute en una persona».
El documental, que participó en octubre pasado en la sección paralela «Nuevos Realizadores Internacionales» del XXV Festival de Cine de Madrid, se estrenó oficialmente este jueves en Fine Arts Cinemas de Miramar y Hato Rey.
Ver trailer: https://vimeo.com/121377916