«Al día siguiente no murió nadie». Así comienza su última novela José Saramago. Con ese tipo de frase grandilocuente que abre casi toda novela clásica. Y ya nos podemos imaginar los dilemas, discusiones y problemas que dicha utopía, de ocurrir, acarrearía a toda una sociedad y a la vida misma. ¿Si la vida fuera eterna, […]
«Al día siguiente no murió nadie». Así comienza su última novela José Saramago. Con ese tipo de frase grandilocuente que abre casi toda novela clásica. Y ya nos podemos imaginar los dilemas, discusiones y problemas que dicha utopía, de ocurrir, acarrearía a toda una sociedad y a la vida misma. ¿Si la vida fuera eterna, tendría algún sentido? Es como si la muerte hiciera huelga, se declarara en paro.
Una reflexión que para el caso colombiano (iraquíes, palestinos, afganos y demás pueblos en lucha) tiene profundas connotaciones. Pues es lo que deseamos, que hiciera huelga la muerte, al menos las que se ordenan fría y macabramente desde el cálculo racional de la política. Porque aquí la muerte no llega únicamente encapuchada de blanco, hoz en mano y la escalofriante sombra al acecho, al final de una larga y placentera vida, como la mayoría soñamos que fuera. Aquí llega miles de veces, a toda hora y en todo lugar, guiada por la morbosa estrategia de guerra de eliminar al opositor político: con la orden de matar, desaparecer o masacrar.[a] Citamos algunos casos tomados de un par de páginas Web alternativas.
Sería casi imposible hacer una descripción de todos los casos de asesinatos, crímenes de Estado o políticos, masacres y desaparecidos ocurridos en las últimas décadas en Colombia, por cuestión de espacio y tiempo.
Por eso desearíamos que Jaime Gómez, historiador, dirigente sindical entre 1975 y 1989, trabajador por 20 años de la empresa de teléfonos de Bogotá, y quien fue desaparecido siendo asesor de Piedad Córdoba – senadora liberal caracterizada por denunciar la confabulación entre paramilitares y el actual gobierno que preside Álvaro Uribe – hubiera sido el último muerto de la guerra política en Colombia. Que al día siguiente no fuera asesinado, desaparecido, masacrado, torturado, amenazado de muerte nadie. Jaime fue encontrado muerto ayer, en el fondo de un abismo de un cerro de Bogotá. Para la familia, su muerte es un asesinato político, y no un accidente como quiere hacer creer el Estado y sus aparatos de inteligencia.
El desmoronamiento y descomposición de la sociedad colombiana continúa, lenta pero segura, y parece que no hay muralla, aquí no hay contención ni ética ni moral que la pare. ¿Qué se puede esperar de una sociedad donde sus partidos políticos, instituciones de todo orden e inteligencia, naufragan inconteniblemente en un lodazal que todo lo arrastra a su paso devastador, principalmente a la vida misma? ¿Qué más se puede esperar de una oligarquía moribunda, completamente desmoralizada, que ya cumplió su papel histórico?
Cualquiera podría hacer la siguiente observación: cada que se desmoviliza un bloque paramilitar (y ya casi todos están desmovilizados como anunció el vocero de paz, Luis Carlos Restrepo) brotan como semillas decenas de fosas comunes repletas de cadáveres, cuerpo a cuerpo desenterrados, los miles de desaparecidos-asesinados. ¿Hay alguna lógica entre la desmovilización de las bandas asesinas de paramilitares y los campos de concentración donde brotan por decenas las fosas comunes? Si, la lógica de la macabra estrategia de guerra de eliminar al opositor político, la del terrorismo de Estado, del crimen político.
Llamadlo como queráis. Es la no aceptada, aún por la mayoría, realidad de una historia como la colombiana que le vendría de utopía un día de éstos, que la muerte hiciera huelga, que al día siguiente nadie muriera…fundamentalmente por razones políticas.
Esta es la real disyuntiva que vivimos y que tenemos que enfrentar hoy. La lucha entre dos maneras de ver el mundo y la vida. La de la muerte, la guerra, la seguridad democrática de unos privilegiados, la entrega de la soberanía y economía (TLC) a los intereses de una potencia y sus transnacionales, la de la miseria aun mayor que nos espera. Y la otra, la de la
vida y la paz con justicia social que la gran mayoría deseamos y hasta moriríamos por ella.
vida y la paz con justicia social que la gran mayoría deseamos y hasta moriríamos por ella.
La primera la ha encabezado la oligarquía, que ya cumplió su ciclo histórico, y que con Álvaro Uribe, se niega a dar paso a la nueva época que ha nacido, al nuevo proyecto humanista que miles de cuerpos, marchitos y olvidados hasta ayer, brotan hoy para desde la memoria histórica, la justicia y la dignidad llenar nuestras calles, ciudades y campos de solo vida digna. La que con el programa del Polo Democrático Alternativo y Carlos Gaviria intentaremos alcanzar. Sino que se abran de nuevo, los siguientes años de luchas y esperanzas hasta alcanzarlo.
[a] «Henry Pérez Díaz fue presidente del Sindicato Unitario de Trabajadores de la Industria del Cemento y la Construcción, Sutimac, seccional Tolima»
«Henry Pérez Díaz, de 42 años de edad, fue asesinado en el resguardo indígena de Totarco Dinde, municipio de Coyaima, Tolima, el 11 de abril pasado, por presuntos miembros de la Sijin, división Tolima, mientras se disponía a hacer una llamada telefónica.» http://colombia.indymedia.org/news/2006/04/40856.php
«Más de siete mil personas están desaparecidas en Colombia desde 1977, revelan cifras de la Asociación de Familiares de Desaparecidos.»
«Al mediodía de hoy 12 de abril, en el centro de la ciudad de Bogotá, dos sicarios atentaron contra la vida de HIGINIO BAQUERO MAHECHA de 26 años de edad, compañero y escolta del esquema de seguridad de la Directora de la Corporación para la Defensa y Promoción de los Derechos Humanos – REINICIAR-Jahel Quiroga Carrillo.»
«Higinio Baquero era hijo sobreviviente de una familia de reconocida trayectoria en la Unión Patriótica y el Partido Comunista Colombiano del departamento del Meta. Su abuela Beatriz Montero fue Concejal por este movimiento en el municipio de Lejanías. De la misma manera su padre Higinio Baquero dirigente de La Unión Patriótica y del Partido Comunista Colombiano, fue asesinado hace dos años» http://colombia.indymedia.org/news/2006/04/40626.php
«Catatumbo: en 14 fosas comunes se han encontrado los cadáveres de 179 personas asesinadas. Durante esos cinco años, según la Policía, en los 12 municipios de la cuenca del Catatumbo fueron asesinadas 5.200 personas, mientras en el área metropolitana de Cúcuta los homicidios fueron 5.488. La mayoría de esos crímenes son atribuidos a los ‘paras’.» http://colombia.indymedia.org/news/2006/04/40464.php
«La Central Única de Trabajadores, comité Barrancabermeja, denuncia el asesinato de Héctor Díaz Serrano, afiliado a la Unión Sindical Obrera USO. Los hechos sucedieron el 02mar06, en un sector de la ciudad bajo control de los paramilitares.»
«El ejército asesinó a Nelly Johana Durango. (Comunidad de Paz de San José de Apartadó). Radio Nizkor, 19mar06.»
«El 15 de marzo se confirmó que el ejército asesinó a Nelly Johana Durango, quien fue sacada de su casa por miembros del ejército el 4 de marzo.»