El mayor rival de Alvaro Uribe en la carrera por la presidencia colombiana focaliza su propuesta en la lucha contra la pobreza y en la solución del conflicto interno a través del diálogo. Insiste en que las FARC no son «terroristas» sino una organización insurgente que usa el «terrorismo», lo que le ha valido que […]
El mayor rival de Alvaro Uribe en la carrera por la presidencia colombiana focaliza su propuesta en la lucha contra la pobreza y en la solución del conflicto interno a través del diálogo. Insiste en que las FARC no son «terroristas» sino una organización insurgente que usa el «terrorismo», lo que le ha valido que el actual mandatario le acuse de ser complaciente con grupos incluidos en las listas «negras» de EEUU y de la UE.
Porque parece suave pero tiene mucha fuerza». Así contesta Carlos Gaviria, de 69 años, cuando le preguntaron por qué le apodaban El Oso. El ex profesor universitario, quien fuera magistrado de la Corte Constitucional y congresista, se convirtió en blanco del ataque de Alvaro Uribe, su alumno en la Universidad de Antioquía y actualmente su principal opositor en las elecciones presidenciales.
Es el candidato con mayor crecimiento de intención de voto y solicita la presencia de observadores internacionales por falta de garantías en los comicios, ya que se registraron asesinatos y desapariciones de militantes de izquierda en las últimas semanas.
Aunque Carlos Gaviria no se considera comunista, reafirma su activismo en las filas de la izquierda democrática del país y denuncia la ausencia de un verdadero debate, porque el presidente Uribe no ha accedido a confrontar en un mismo escenario sus tesis con las de los demás candidatos.
Rechaza la incorporación de Colombia al Tratado de Libre Comercio (TLC), la ayuda financiera exterior condicionada a la guerra y la extradición. También defiende un Acuerdo de intercambio humanitario en favor de los más de 4.000 secuestrados y propugna la mejora de las relaciones comerciales con el presidente de Venezuela Hugo Chávez.
Mientras las FARC han anunciado que no sabotearán las elecciones del domingo y llamaron a los colombianos a votar en contra del presidente Uribe, el candidato Carlos Gaviria, que representa a la izquierda en Colombia a través del Polo Democrático Alternativo, mantiene un rumbo ascendente en las encuestas. Se prevé que obtenga la segunda posición después del actual gobernante, quien aspira a ser reelegido, y que eventualmente logre pasar a una segunda vuelta.
¿Qué peligros conlleva hacer campaña en Colombia desde la oposición?
Reconozco que el esquema de seguridad actual sería suficiente en una sociedad que no viviera un momento de tanta violencia como en Colombia. No lo digo como un reclamo al Gobierno, pero el esquema actual sirve para que no lo atraquen al salir de un cajero electrónico pero no para evitar un atentado. Hacer política en Colombia es peligroso y mucho más si uno lo hace desde la oposición, porque tenemos una conciencia muy arraigada de que ser oposición es ser hereje y un estorbo para las propuestas del Gobierno. No se aprecia la oposición como en una democracia consolidada. Mucho más en un Gobierno de corte autoritario y con apoyo popular como el que ha tenido el presidente Uribe. Cuestionar las tesis del presidente resulta muy peligroso en muchas regiones del país.
En el hipotético caso de su triunfo, tendría muchos legados de este Gobierno y más con un Congreso de mayoría uribista que le deja un margen estrecho de maniobra. ¿Qué posición tendría ante la aprobación del Tratado de Libre Comercio?
En caso de ganar la presidencia sin que el TLC hubiera sido aprobado por el Congreso, su sometimiento a la aprobación no es un deber jurídico del presidente sino un acto político discrecional que implica una gran responsabilidad. De tal manera que invocaría al artículo 104 de la Constitución que se refiere a las consultas populares para preguntarle al electorado.
¿Cuál sería su postura frente a la continuación de la ayuda económica por parte de EEUU?
Toda ayuda extranjera es bienvenida siempre que los recursos no estén condicionados a la guerra. No la aceptaría porque ese condicionamiento disminuye la soberanía del Estado y porque yo no creo que éste sea el momento de intensificar la guerra sino de buscar la paz por caminos diferentes. Así lo trazó el Constituyente de 1991, apuntando al estado social del derecho, la ampliación de la democracia, la vigencia de ciertas libertades y derechos. Además se debe propiciar un ambiente que sea apto para el diálogo que en este momento no existe.
¿Está de acuerdo con las extradiciones?
Mi política es clara y está a tono con la soberanía del Estado. La persona que delinque en territorio colombiano debe ser juzgada, investigada, absuelta o condenada por las autoridades colombianas. La extradición es un instrumento muy valioso contra la delincuencia y la impunidad, pero yo consideraría la extradición de aquellas personas que habiendo delinquido en el exterior se hayan refugiado en territorio colombiano.
¿Extraditaría a Salvatore Mancuso (ex jefe político de las AUC, Autodefensas Unidas de Colombia)?
De ninguna manera.
Con la salida de Venezuela de la CAN (Comunidad Andina de Naciones) y del G3 (Tratado de Libre Comercio del Grupo de los Tres), ¿cómo percibe la influencia del Gobierno de Hugo Chávez en el continente?
Chávez tiene una actitud preponderante pues tiene muy buenos recursos petroleros. Pero Venezuela es nuestro socio comercial invaluable. Es el segundo socio y me preocupa el retiro de Chávez del G3 y de la Comunidad Andina porque el comercio entre los dos países se debilitaría o tendría muchos más obstáculos de los actuales. Pero hay que reflexionar seriamente sobre el mensaje que hay en la actitud de Chávez: si los países que constituyen la Comunidad Andina negocian tratados bilaterales de libre comercio con Estados Unidos, la Comunidad carece de sentido porque una de las ventajas es la comunidad de aranceles. Creo que, a pesar de que no estoy de acuerdo con el TLC, debería hacerse un esfuerzo grande para que el presidente Chávez no se retire del CAN o del G3.
Hay más de 4.000 secuestrados, algunos cautivos desde hace más de ocho años. ¿Aplicaría un Acuerdo Humanitario para negociar su liberación?
Apoyo totalmente un Acuerdo Humanitario que se debe agilizar desde el Estado haciendo grandes esfuerzos para que personas que han perdido su libertad desde hace tanto tiempo de una manera injustificada la recuperen. Y además para que a sus familias les llegue una tranquilidad que no tienen. Pero, como creo que la solución del conflicto se va a lograr a través del diálogo, me parece que la celebración de un acuerdo de intercambio humanitario constituye un ejercicio previo de reconocimiento de los interlocutores, de acostumbramiento a verse las caras y de conversar para la finalización del conflicto.
¿Qué falló durante el Proceso de Paz entre el Gobierno de Andrés Pastrana y las FARC?
Creo que ese proceso resultó muy negativo porque tras su fracaso se llega a la conclusión precipitada de que la vía de la negociación no sirve. Yo creo que lo que no sirvió fue el esquema del Caguán, pero la vía apta para la finalización del conflicto es el diálogo.
¿Qué errores u omisiones de Uribe han contribuido a dar fuerza a su candidatura?
Nosotros hemos hecho énfasis en que el sistema político que hoy rige en Colombia no es un sistema democrático porque hay muchas carencias, pobreza, discriminación e inequidad en la distribución del ingreso. Para que una sociedad sea democrática es necesario superar esos males y ello está directamente vinculado a la finalización del conflicto. La gente empieza a entender eso y ve en nosotros una propuesta seria, no populista, viable. El país que soñamos no está a la vuelta de la esquina, no lo vamos a lograr al día siguiente de llegar a la presidencia, sino que implica dedicación y el encauzamiento del esfuerzo colectivo en busca de esas metas.
Usted es el candidato de la izquierda en Colombia. ¿Con qué izquierdas se identifica en América Latina?
Lo que nos permite llamar de izquierdas simultáneamente a gobiernos tan diferentes como el de Chávez, Lula, Tabaré Vázquez, Michelle Bachelet o Kirchner es la coincidencia en que el poder político debe ejercitarse para los que se encuentra en peores condiciones sociales. Eso para mí signa a la izquierda. Cada uno atiende las situaciones de su respectivo país habiendo cierta afinidad en las situaciones. Sin embargo, hay especificidades que determinan que el poder se ejerza de distinta manera y con el ingrediente personal que es el estilo de cada uno.
¿En qué izquierda europea se inspiraría?
Pensar en la izquierda europea en América Latina es complejo. Lo que podríamos hacer es el test de qué gobiernos europeos que puedan llamarse de izquierda están logrando propósitos como los nuestros en sociedades más avanzadas comparativamente. El año pasado un ministro sueco me decía que en Suecia yo sería un socialdemócrata y en Colombia parezco un radical de izquierda. Yo he dicho que muchas causas, típicamente liberales, como la defensa de los derechos humanos y las libertades públicas, aquí, hay que defenderlas desde la izquierda. –