Luego de mucho cojear llegó la justicia. Fueron necesarios más de 24 años e ingentes esfuerzos para que el aberrante asesinato de altos magistrados, guerrilleros y trabajadores colombianos, en el sonado caso de «la retoma» al Palacio de Justicia por el ejército colombiano, diera los primeros resultados, con la condena a 30 años del […]
Luego de mucho cojear llegó la justicia.
Fueron necesarios más de 24 años e ingentes esfuerzos para que el aberrante asesinato de altos magistrados, guerrilleros y trabajadores colombianos, en el sonado caso de «la retoma» al Palacio de Justicia por el ejército colombiano, diera los primeros resultados, con la condena a 30 años del jefe de la brutal matanza, el hoy coronel retirado Alfonso Plazas Vegas.
Por los mismos acontecimientos son investigados otros militares que participaron en los hechos y en el mismo sentido la jueza que lleva el caso, pidió a la Comisión de Acusación de la Cámara para que reexamine el papel del entonces presidente Belisario Betancur.
Es importante destacar que el caso fue archivado hace 20 años, pero debido a los vicios de las investigaciones iníciales, hace cinco años se reabrió con estos primeros resultados.
Saltó la liebre
Apenas la jueza María Stella Jara dictó la sentencia al Coronel Plazas, el presidente Uribe puso el grito en el cielo y, como en ocasiones anteriores, arremetió contra la Justicia.
«Duele y da tristeza» expresó el mandatario con cara asustadiza, refiriéndose a la condena del militar Plazas, luego expresó su solidaridad con el presidente Belisario Betancur.
Pasos de animal grande
No es solidaridad lo que siente Uribe, es culillo; porque la condena a uno de los responsables de la desaparición de quienes salieron vivos del palacio de Justicia, y asesinados por los militares en guarniciones del Ejército oficial, al tiempo que cursan más investigaciones y se solicita reexaminar la conducta del Presidente de entonces; es un campanazo para el actual mandatario y los militares, incursos en graves violaciones de los derechos humanos en estos ocho años donde el terror oficial ha desaparecido y asesinado miles de pobladores inocentes, destacándose sindicalistas, dirigentes populares, gentes de la oposición, campesinos en las llamadas zonas de orden público y personas humildes del campo y barrios populares en lo que se conoce por la jerga de los medios de información como «falsos positivos».
Culillo siente el Presidente porque si en el campanazo del juicio al coronel Plazas se ha solicitado examinar la conducta del presidente Belisario Betancur, ¿cómo no investigar la conducta de Uribe en la creación de las Convivir, como estructuras base de las bandas paramilitares?
Y ¿cómo dejar de investigarlo por la complicidad con su hermano Santiago y su primo Mario? ¿Cómo debe mirar la justicia la complicidad de Uribe, gobernador de Antioquia, con el llamado «pacificador de Urabá», general Rito Alejo del Río?
Su complicidad con el narcotráfico cuando fue jefe de Aerocivil está probada.
La cadena de directores del DAS incursos en juicios por actos criminales, nombrados por el presidente y dirigidos por él, ¿no es acaso motivo para que la justicia investigue al presidente como su jefe inmediato? ¿Puede alguien creer que dichos criminales actuaban como ruedas sueltas?
¿Es lícito que en la Casa de «Nari», se concerte un evento clandestino entre altos funcionarios y representantes de narcoparamilitares, para enjuiciar a la Corte Suprema por cargos que luego se demostró, era un montaje que salpicó al presidente?
El delito de cohecho que logró la reelección presidencial, que condenó a Yidis y que tiene investigado al entonces ministro del Interior y Justicia Sabas Pretel, ¿es las consultas de recomendaciones que ha argumentado el presidente? ¿Cómo armonizan «consultas» con el delito probado de cohecho?
¿Y de todas las demás evidencias del presidente Uribe con la parapolítica que?
Desvelará al presidente que si la justicia ha podido actuar en el caso del Palacio de Justicia a pesar de las trabas del Poder Ejecutivo que lo engavetó veinticuatro años y medio, ejercer justicia para los actos ilegales y criminales en los que él está implicado, no es sólo una ilusión de millones de colombianos. Él sabe que además de la justicia colombiana, en la Colombia de hoy, la Corte Penal Internacional puede juzgar crímenes impunes de lesa humanidad.
De seguro aumentará la dosis de gotitas, sobre todo después del próximo 7 de agosto.