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Dañinos silencios

Fuentes: JR

Cierto estilo de hecho consumado, de entérate de lo que ya dispuse y boca abajo todo el mundo, sin preparación previa, se ha entronizado últimamente en algunos organismos e instituciones estatales, como una paradoja de la democracia socialista. Lo peor de esa práctica unilateral es que se genera cuando, como nunca antes, Cuba fomenta la […]

Cierto estilo de hecho consumado, de entérate de lo que ya dispuse y boca abajo todo el mundo, sin preparación previa, se ha entronizado últimamente en algunos organismos e instituciones estatales, como una paradoja de la democracia socialista.

Lo peor de esa práctica unilateral es que se genera cuando, como nunca antes, Cuba fomenta la institucionalización plena que nos salve de las improvisaciones; y cuando está más urgida, para gobernar y administrar, de la sistemática información ciudadana y los necesarios consensos.

Ejemplos sobran: desde el socorrido cambio de horario o la erradicación de determinados servicios que presta una entidad, en detrimento de los clientes; hasta la interrupción o modificación súbita, sin explicaciones, de programas vinculados a la gente, decisiones que pueden ser razonables, pero requieren de una preparación sicológica previa de la población.

Precisamente en un país en el cual el Estado tiene tanto peso e incidencia en la vida del ciudadano -a diferencia de otros donde ha perdido las riendas y ha abandonado a los hijos a su suerte-, las deficientes estrategias informativas y comunicacionales de las instituciones se hacen sentir en muchos procesos cotidianos, y generan incertidumbres y desasosiegos. Hasta distorsiones de la realidad: con el síndrome del silencio, no se sabe dónde está la verdad, por qué sucede esto y aquello, qué terreno se pisa, qué es lo verdaderamente inevitable y qué lo fortuito.

La aridez informativa no se justifica en tiempos tan complejos, en los cuales tenemos la batalla por la Revolución tan adentro como afuera. No se explica en un país donde deben buscarse consensos, porque se entrecruzan acechanzas y presiones del exterior, con retadoras realidades internas. Y es necesario deslindarlas y conocerlas, para obrar y pensar en consonancia.

Cuba anda tanteando cambios, en medio de muchas dificultades. Dejará atrás inevitablemente recetas ya agotadas, y deberá salvar todo lo bueno que ha creado en estos 51 años, que no es impoluto pero sí bastante y abarcador. Entonces, el principal sujeto y protagonista de este toma y daca, ese pueblo que es la columna dorsal de la Revolución porque la ha sostenido en las buenas y en las malas, necesita todos los días despertar sabiendo en qué país se mueve, hacia dónde va, qué se decide.

La Revolución que nos ha traído hasta aquí, lo ha hecho siempre con la confianza en el pueblo, con la franqueza, por dura que sea la verdad. Y también lo ha logrado con la participación de todos. Esa ha sido la garantía del apoyo, en las verdes, en las maduras, y hasta en algunas podridas. Ese saber para poder actuar, no puede extraviarse en los sutiles lances de la vida cotidiana ni en los ríos revueltos de tantas dificultades.

Información, claro que es poder… para mejorar y relanzar el socialismo.

Fuente: http://www.juventudrebelde.cu/opinion/2010-06-27/daninos-silencios/