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¿De cuál paz hablamos?

Fuentes: Rebelión

Con mucha frecuencia los hombres olvidamos lo que el filósofo alemán E. Kant nos recordaba con ahínco en su famoso opúsculo «La Paz Perpetua» aparecido en 1795: Que así como la guerra es una creatura de los hombres, la paz también lo es, y que para construirla, se requiere una instancia jurídico política de condiciones […]

Con mucha frecuencia los hombres olvidamos lo que el filósofo alemán E. Kant nos recordaba con ahínco en su famoso opúsculo «La Paz Perpetua» aparecido en 1795: Que así como la guerra es una creatura de los hombres, la paz también lo es, y que para construirla, se requiere una instancia jurídico política de condiciones mínimas que la hagan permanente hasta llegar al ideal civilizatorio de la paz perpetua.

En Colombia, donde mi compadre dijo que «la paz estaba de un cacho» pero quedaba por agarrar el otro para que se pudiera dominar completamente el torito barcino de la guerra, después de 70 años de padecer un histórico conflicto social y armado sí que nos hace falta hacer una pausa reflexiva, para aclararnos la situación en la que estamos y hacia donde nos dirigimos:

1­ Lo primero que se debe tener en cuenta es que en Colombia, más que una guerra, ha existido un histórico conflicto interno social y armado sostenido por una de las formas más crueles, brutales y prolongadas de la lucha de clases que haya conocido Nuestramérica: El terrorismo de Estado paramilitar colombiano; llámese «chulavitas» en los cuarenta y cincuenta del siglo pasado,los sesentas, adelante Paramilitares (con sus nombres mutantes de «contraguerrillas» en los setentas, y de ahí en «tiznados» «grillos» «autodefensas del Magdalena medio y finalmente AUC de Colombia)

2­ Lo segundo, tanto más importante que lo anterior, es que esa violencia política ejercida desde el Poder y el Estado (dos conceptos idénticos en Colombia) desde su inicio estuvo y ha estado soportada sin interrupciones, económica, política, jurídica y militarmente, por el gobierno «amigo» de los EEUU.

3­ Lo tercero a considerar es que el concepto de paz siempre ha estado escindido en Colombia: Mientras el Estado y la clase dominante y dirigente siempre tuvieron como única idea fija (que aún no ha abandonado del todo) de una «paz de los vencedores» (la victoria es la paz que todavía consigna el presidente actual de los colombianos JM Santos), los movimientos anti­Estado, víctimas de esta violencia política, siempre y desde su nacimiento propusieron una «Solución Política» no solo a la denominada lucha armada, sino a todo el conflicto social interno de Colombia.

4­ En cuarto lugar, si se acepta la «convención periodística» de que el espectro político de los colombianos donde las
diferentes clases sociales se representan, está constituido actualmente por una «extrema derecha∙ presentada por los
medios de comunicación del régimen como con el grupo aglutinado por el ex presidente Uribe Vélez. Por una «derecha» identificada como los grupos aglutinados por el actual presidente JM Santos. Un «centro Izquierda» asociado con los grupos Verdes, Progresistas y el Polo Democrático Alternativo, y una «izquierda extrema» identificada con los diversos grupos que conforman el movimiento social actualmente en marcha.

Si se acepta, repetimos, la anterior categorización, «masetos», entonces es preciso considerar que cada uno de esos  sectores mencionados tiene una concepción propia, bien diferente de la paz que se espera para Colombia.

a) La «extrema derecha» insiste en la vieja y arraigada concepción entreguista del militarismo oligárquico del exterminio comunista y la paz de los vencedores, para seguir, como dijo Pastrana padre en 1970, como vamos, que como vamos, vamos bien (sic) Por esta razón considera innecesarios los diálogos de la Habana y se opone con todos los fierros a estos.

b) La «derecha gobiernista» no es que se separe mucho de la anterior concepción: Desea seguir «como vamos» es decir profundizando el Neo­Liberalismo militarista, autoritario y depredador del medio ambiente, y de las condiciones de vida de todo el Pueblo Trabajador, pero como ha percibido que como vamos, no vamos tan bien como en la era dorada pastranista del 70 cuando se firmó el pacto terrateniente de Chicoral, Tolima; ha iniciado un proceso de diálogo con la insurgencia colombiana anti- Estado y según lo han dicho (esto debe quedar bien claro) es solamente para para finalizar el conflicto interno y que, las guerrillas puedan seguir defendiendo sus «tesis» sin armas.

Para esto está pactando una serie de adecuaciones mínimas (que han debido haberse hecho hace 100 años en un país moderno de la civilización occidental y cristiana) y ha concretado su visión para el futuro en la argamasa gobiernista­empresarial ­mediática del «Soy ca­paz»se ha confundido adrede y para fines mediáticos la paz, con la finalización del conflicto interno.

c) El «centro izquierda» ideas de la «cooptación» de los dos Garzones y los ex M­19, con las del «co­gobierno» de progresistas y debate sus concepciones entre las representantes electorales de la «revolucionaria burguesía nacional colombiana».

d) Restan los sectores de la movilización social y popular, identificados como «izquierda extrema» por la inteligencia
militar, la que tan eficientemente maneja el ministro de defensa Pinzón, quienes creen firmemente en una «Solución Política» tanto de la guerra contrainsurgente, como de todo el histórico conflicto interno que desde hace más de 60 años desangra a Colombia; la cual demanda (como lo decimos al inicio de este escrito) la construcción de un instancia jurídico política de reformas esenciales sobre las causas estructurales y objetivas del conflicto y de  condiciones mínimas que hagan la paz permanente soñada por Kant hace 219 años.

Esta paz se condensa en la consigna cada vez más popular y cercana a la realidad; de luchar hasta conseguir una Paz verdadera con Justicia social, Democracia avanzada y Soberanía…. Lo demás es la inercia vacía y sin consecuencias, de la histeria periodística nuestra de cada día.

(*) Alberto Pinzón Sánchez es médico y antropólogo colombiano

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.