Breve reseña histórica De aquellos años gloriosos de independencia y fundación republicana (segunda década del S.XIX) que caracterizó al ejército libertador, del colombiano no queda sino un borroso recuerdo plasmado en anaqueles y archivos, y una legión de torturadores y déspotas que vejan, a tal grado espantoso e inhumano, sus propios reclutas. De las victoriosas […]
Breve reseña histórica
De aquellos años gloriosos de independencia y fundación republicana (segunda década del S.XIX) que caracterizó al ejército libertador, del colombiano no queda sino un borroso recuerdo plasmado en anaqueles y archivos, y una legión de torturadores y déspotas que vejan, a tal grado espantoso e inhumano, sus propios reclutas.
De las victoriosas milicias libertarias, es muy probable que casi ninguno de los soldados que hacen parte del ejército nacional conozcan su historia. Y no hay que culparlos a ellos de dicha falencia. Pues la oficialidad que hace gala de conocerla, lo hace con una vulgar distorsión instrumentada en las academias militares de Estados Unidos que es donde se forma e «instruye» la «alta oficialidad» de los ejércitos nacionales latinoamericanos. La advertencia! que hacía Bolívar[1] del peligro que acechaba a las nacientes repúblicas liberadas del yugo español, de caer en las garras del águila del Norte, fueron bastante asertivas. De lo contrario, tendrían que explicarnos entonces qué papel ha cumplido la Escuela de las Américas en el indoctrinamiento de varias generaciones de oficiales que recorrieron el continente torturando, desapareciendo, masacrando, encarcelando, derrocando gobiernos nacionalistas y socialistas legítimamente elegidos desde los albores del S.XX hasta hoy.
Un ejército convertido en aparato de domino de la oligarquía
Aún en vida el Libertador! , a finales de 1.820, la naciente oligarquía reaccionaria y provinciana de la época – que Bolívar llamó aristocracia del dinero y de las riquezas – se encargó de distorsionar y utilizar para su beneficio propio (terrateniente, comerciante, esclavista) a través de guerras civiles y fratricidas, el profundo significado histórico de aquel ejército emancipador de la primera independencia, y la idea de unidad nacional, plasmada en la Gran Colombia.
Habría que preguntarse, también, en qué medida la mayoría de aquellos oligarcas, comerciantes y esclavistas que participaron en las campañas de independencia se sumaron! a la guerra contra el imperio español, para luego dar vuelta atrás, asegurarse privilegios, las tierras más ricas, puestos de mando, poder y animar la intromisión del imperio del norte, hasta convertirsen en su mejor aliado hoy. ¿No hay una relación estrecha en intereses y apellidos entre aquella aristocracia del dinero y las riquezas, y la oligarquía que continúa con el poder político, económico y militar?
El estado actual y comportamiento del ejército colombiano, como las demás instituciones del Estado, nos permiten afirmar que éste solo cumple el papel de ser el gran aparato de dominio, cont! rol y represión contra quien se oponga decidida y radicalmente a los intereses económicos y políticos de la clase dominante. Es decir, la de instrumentalizar la herencia del ejército libertario y emancipador de pueblos en una legión al servicio de sus intereses de clase.
Historia y escándalo provocado por una tortura colectiva…
La revista Semana publicó recientemente un informe «muy completo» sobre las torturas a que fueron sometidos 21 soldados reclutas[2]. Aunque esta revista no acostumbra extenderse en análisis y preguntas del tipo: por qué hemos llegado hasta allí, cuáles son las causas profundas, las razones institucionales, sociales, sicológicos, políticos e ideológicos que llevaron a que este caso de torturas y vejámenes se presentara. En este artículo intentamos indagar en las razones de tipo histórico, principalmente, que llevaron a que el pasado 25 de enero, como se afirma en el reportaje, fuera un día negro y macabro para 21 jóvenes reclutas del Batallón Patriotas.
Ese día se llevó a cabo un ejercicio en el Centro de Instrucción y Entrenamiento (C.I.E.) de la VI Brigada, con sede en el departamento del Tolima. Pero el «entrenamiento» de aquel día, siguiendo el Manual de entrenamiento del ejército, terminó en la más dolorosa y humillante experiencia de vida: uno a uno los soldados fueron sometidos a todo tipo de torturas. Golpes con los puños, con machetes, con palos, quemaduras con maderos de leña ardiendo, ahogamientos y asfixia con agua y! tierra mezclada con mierda de vaca, violación y maltrato sexual, insultos de todo tipo, etc. Fue un acto tan inhumano, que no pudo pasar desapercibido a la conciencia humana. A pesar del intento de la comandancia militar[3], ha sido su costumbre, de negar, callar, mentir, manipular, amenazar a testigos, asesinarlos o desaparecerlos. Ni siquiera el presiden! te intentó negarlo[4], aun cuando callan los miles de abusos, torturas, masacres, desapariciones que a diario viven las comunidades en resistencia y sus líderes a manos del mismo ejército nacional y sus huestes paramilitares.[5]
Un guión…siguiendo el manual de entrenamiento…
El cabo 1° José Tarazona ordena poner el himno nacional. Es uno de los responsables junto a los cabos 3° Edwin Alberto Ávila y Jairo Alonso Lora, de la formación disciplinaria y militar de los reclutas del Batallón Patriotas. El nombre Patriotas del batallón no hace referencia al Plan Patriota que adelanta el ejército a nivel nacional, bajo una doctrina contrainsurgente inspirada en Washington, contra las organizaciones guerrilleras (terroristas en el lenguaje del presidente de Colombia y de Estados Unidos), es apenas una perversa coincidencia.
El cabo Tarazona suelta una carcajada ante Jairo Cubillos, uno de los jóvenes reclutas que va a aprender lo que es la disciplina y el te! mple militar en el ejército al que acaba de ingresar. Luego le dice, señalando con un leño ardiendo un tatuaje que tiene en la canilla del pie izquierdo, «voy a borrarle esa vaina», y empieza a borrársela con el tizón ardiendo, hasta dejar en carne viva la piel donde el recluta Cubillos tenía hasta hace unos segundos el tatuaje. De nada valieron las súplicas ni los ruegos del soldado Cubillos: «no me queme, por favor, se lo suplico, no me queme». Por el contrario, el cabo contaba a carcajadas a los demás verdugos y víctimas de aquella aterradora tarde del 25 de enero: «Miren, este ya no tiene tatuaje, se lo borramos».
Otro de los verdugos de aquella tarde, afirmó ante un medio de ! prensa que lo que ellos hacían era lo que les habían enseñado en las guarniciones militares. «Yo hice lo que a mi me enseñaron», afirmaba Tarazona en su sitio de reclusión, luego de la orden de detención sindicado de ataque a inferior.[6] Y hay que creerle, por qué no, si los soldados que forma el ejército lo hacen a través del llamado manual de entrenamiento. Un manual que fuera de enseñarles a mane! jarse, resistir y enfrentar todos los obstáculos a que puedan verse enfrentados en una manigua durante un combate con la guerrilla, cómo hacer fuego con trozos de madera, cómo caminar en medio de pantanos, cruzar caudalosos ríos, defenderse de mosquitos, culebras, y toda clase de inclemencias, también les enseña qué deben hacer en caso de ser atrapados por el enemigo. Este era el entrenamiento militar que hacía la compañía del batallón Patriotas y que se convirtió en un cruel ataque a los soldados, en un acto colectivo de tortura. ¿Quiénes hacen los manuales de entrenamiento del ejército de Colombia? ¿Dónde los hacen, en qué academias militares y para qué misión?
Las torturas a que fueron sometidos los 21 soldados del ejército nacional, son una demostración más del grado de decadencia y fracaso del proyecto histórico de la oligarquía colombiana. Son, sin lugar a dudas, la prueba de la descomposición en todos los órdenes a que ha llegado el conjunto de la sociedad. Y no solo en una institución como el ejército. Sabemos que esta abominable manera de tratar a sus soldados no es nueva, hay mas denuncias[7]. Lo que está en profunda descomposición y decadencia hace tiempos, aunque no acaba de morir, es el mismo modelo económico,! social y cultural que ha prevalecido por casi dos siglos en el país. Un modo de vida que, aparte de no ser alternativa de vida para nadie, deja ver su verdadero rostro de miseria moral, egoísmo y carencia casi absoluta de solidaridad a que hemos llegado.
Causa, además, profunda indignación saber que el prestigio y las conquistas del ejército libertador, su historia y honor, han sido vilipendiadas hasta el punto de ver hoy como los mismos reclutas que aspiran a ser soldados terminan siendo víctimas de unas prácticas no solo inhumanas y horrorosas, sino inaceptables e inconcebibles para la conciencia humana. Lo poco que nos quede de conciencia! y humanismo, tiene que hacernos negar, radicalmente y sin ambages, aceptar que esa va a ser la norma, que esa va a seguir siendo la «instrucción» que reciban los soldados de la nación. ¿Ya lo es? ¿Desde cuándo? ¿Cómo vamos a cambarla?
El 25 de enero del 2006, no fue entonces solo un día negro para el ejército de Colombia, tal y como lo señala la revista Semana. Porque en Colombia vivimos días negros todos los días desde hace décadas que estamos en guerra. Los asesinatos y masacres no paran, ¿O si han parado?, que no nos hemos enterado. En Medellín, solo en dos días de la pasada semana, hubo 15 asesinatos. Sabemos que el alcalde de la ci! udad, Sergio Fajardo, vive muy angustiado por que en Europa, en España recientemente, se difunden videos que muestran una ciudad donde fuera de los bellos jardines y la aparente calma y limpieza de sus calles, también hay escuelas de sicarios (asesinos a sueldo). Los gobernantes viven casi de la imagen, es lo que más preocupa a estos: lograr una buena imagen de la ciudad, el señor alcalde; una buena imagen del país, el señor presidente.
El escándalo se extiende como mancha de petróleo
¿Qué fue lo que desató la noticia de los soldados torturados del Batallón Patriotas? Que sus humildes madres y familias no aguantaron el dolor, la humillación y el silencio que les quiso imponer el comandante del batallón. «Tienen que tranquilizarse. Todo lo que se ha dicho es mentira», les dijo el comandante del Batallón Patriotas[8]. Como el gran escándalo que es, no creo que haya cogido por sorpresa a nadie en este país. Solo los hipócritas y quienes han vivido de espaldas a la historia y cruel realidad del país sollozan de «dolor». Lo sucedido a los soldados, ¿no es la comprobación, una vez más, adonde hemos llegado como sociedad? En lo que ha sido convertido aquel ejército libertario y patriota que dirigió Bolívar: en una legión de seres degradados (quisiéramos que las excepciones dentro del ejército, que la tiene que haber, la oficialidad y tropa honesta, logren demostrar que no es así y que no seguirá ! siendo así) que para cumplir la misión de defender los intereses de la oligarquía en el poder y la estrategia de expansión y guerra del imperialismo estadounidense, llegan hasta torturar a sus propios hombres, a sus propios reclutas. ¿Cómo será entonces, se pregunta todo el mundo y con toda razón, el tratamiento que le dan a su llamado enemigo, a la población donde existe conflicto armado? ¿Qué solidaridad, amor, entrega, puede sentir aquellos reclutas vejados, humillados, hacia el ejército nacional, hacia las instituciones del Estado, hacia los demás ciudadanos(as) de este país? ¿Qué concepto de Derechos Humanos puede tener quien es torturado, violentado y vulnerado en sus propios Derechos como ser humano?
Conclusión
Hay un hilo conductor en esta tragedia: es el mismo que se hunde en lo profundo de nuestra historia republicana, donde prevalece, desde los primeros días de la historia, una extendida exclusión de una gran mayoría de la población. Indios, negros, mulatos, mestizos que no hemos hecho parte más que de las estadísticas. Pero que históricamente, en esencia, hemos sido privados y excluidos de la riqueza, del poder, de la participación. En una palabra no existimos más que como número u objeto. No existe la democracia en tal sentido. Millones de pobres a lo largo de la historia objeto de manipulación por una oligarquía adueñada de casi todo: el Estado, el ejército, las instituciones, las mejores tierras, las industr! ias, los bancos, etc. Millones que vivimos al menos, la resta de no poder ser sujetos de nuestro propio destino e intereses.
En Colombia, en contra vía de la tendencia que está viviendo el continente con otros pueblos y movimientos sociales cambiando de orientación a la brújula que ha conducido el Norte con oligarquías aliadas, prevalece un poder que se asienta en unas minorías que han distorsionado, usurpado se puede decir, el sentido y la esencia profunda de aquel primer ejército conducido por Bolívar. El que selló con la guerra a muerte contra las tropas de la corona española, nuestra independencia del imperio español. Dejamos de ser independientes, incluso, antes que Bolívar desap! areciera. Por eso, como dijera José Martí: «A Bolívar aún le corresponde hacer no poco en (Latino) América.»[9]
[1] En una carta enviada en 1.829 a Patricio Campbell, encargado de negocios de Inglaterra, el mismo año que Moses Austin inició la campaña por los Estados Unidos para la anexión de Texas, afirmaba: «…los Estados Unidos…parecen destinados por la Providencia para plagar la América de miserias a nombre de la libertad…». Citado por José A. Benítez, «Pensamiento político del Libertador, Simón Bolívar», en Ensayos políticos a cerca de Simón Bolívar. Pg., 355, Ediciones Anfictiónicas, 1ª Edición, Julio 2000, Caracas, Venezuela.
[2] Ver: Revista Semana: 20 de Febrero 2006. Torturas en el ejército.
[3] El Tiempo, 20 de febrero, sección Justicia. «…los altos mandos del Ejército aseguraron que las prácticas de torturas no son generalizadas, y calificaron el hecho de los soldados del Tolima como un c! aso aislado.»
[4] Ibíd., En declaraciones de prensa, Uribe afirmó: «…da dolor y deploro que se haya ! informado tarde un hecho tan lamentable«. Igualmente, «Deploró que en este caso la Fuerza Pública ‘se haya demorado en contarle a la opinión pública lo sucedido‘».
[5] Ver en www.indymedia.org, el artículo «Estudiantes en solidaridad con el Nordeste antioqueño«, del 18 de febrero, 2006. Sección noticias nacionales. Allí se denuncia las últimas 4 desapariciones de pobladores campesinos del Nordeste antioqueño, llevadas a cabo por el ejército y sus correligionarios paramilitares.
Ver en la misma página Web de Indymedia Colombia: la sección dedicada a la Comunidad de Paz de San José de Apartadó. « A UN AÑO DE SU MUERTE ESTAN MAS VIVOS QUE NUNCA « . Líderes campesinos que fueron asesinados el 21 de Febrero del 2005: «El 21 de febrero de 2005 en Mulatos tropas del ejército asesinan a las 8 a.m. a LUIS EDUARDO GUERRA GUERRA líder de la comunidad, su compañera BELLANIRA AREIZA GUZMAN y al hijo de LUIS EDUARDO, DEINER ANDRES GUERRA de 11 años. La caravana de la muerte continuó y el mismo día a las 12:30 del día en la Resbalosa el ejército asesina a ALFONSO BOLIVAR líder de la co! munidad, su compañera SANDRA MILENA MUÑOZ sus hijos NATALIA ANDREA de 5 años de edad, su hijo SANTIAGO de 18 meses y ALEJANDRO PEREZ».
[6] Revista Sem! ana: 20 de Febreo 2006. Torturas en el ejército.
[7] Maltratos a su! balternos en Fuerzas Militares no son nuevos. El Tiempo, sección Justicia, 19 de febrero de 2006
Ver también Caracol, radio. Sección actualidad, 20 de febrero de 2006: Se amplían denuncias sobre torturas a soldados en otros departamentos del país.
[8] Revista Semana: 20 de Febreo 2006. Torturas en el ejército.
[9] José Martí: Nuestra América, pg. 212