Nuestro mundo empresarial de hoy es sorprendentemente diverso, tanto en tipos de empresas como en tamaño y en sistemas regulatorios a los cuales están subordinadas. Tenemos de todo, desde grandes empresas, hasta empeños personales que apenas llegan a ser emprendimientos, pasando por empresas extranjeras hasta empresas familiares. Mi amigo Goyo, que nada sabe de empresas, […]
Nuestro mundo empresarial de hoy es sorprendentemente diverso, tanto en tipos de empresas como en tamaño y en sistemas regulatorios a los cuales están subordinadas. Tenemos de todo, desde grandes empresas, hasta empeños personales que apenas llegan a ser emprendimientos, pasando por empresas extranjeras hasta empresas familiares.
Mi amigo Goyo, que nada sabe de empresas, me aportó su propia clasificación, muy alejada de la academia, pero también legítima, él las define así: aspirantes a empresas, cuasi empresas, empresas, no-empresas, anti-empresas, superempresas y omniempresas. Su explicación de cada una llenaría muchas cuartillas. El no hace distinción por formas de propiedad u origen del capital, tiene que ver según lo entiendo con el asunto de la «aptitud y la actitud», aunque apelando a la teoría, pudiéramos decir que tiene que ver con asuntos asociado a la cultura empresarial, el liderazgo y el entorno.
De hecho, Goyo es capaz de explicar cómo algunas de las que hoy existen en nuestro país tiene atributos de varios de los tipos que él se ha inventado; por ejemplo, me dice, hay no-empresas que son omniempresas y superempresas que también son anti-empresas.
A este abigarrado y también variopinto mundo empresarial hemos llegado después de un proceso largo de más de 50 años de transformaciones continuas y a veces superpuestas del universo empresarial cubano y de sus diferentes sistemas de gestión y regulatorios.
Se pueden hacer muchas periodizaciones del devenir de la empresa cubana después de 1959 . Yo les propongo este:
1959 – 1975: Tránsito desde la empresa capitalista privada hacia la empresa estatal socialista. Surgimiento de la empresa consolidada como sujeto empresarial socialista predominante y desaparición de la pequeña y mediana empresa privada.
1975 – 1986: Consolidación de la empresa estatal socialista. Creación y adopción del Sistema de Dirección y Plaificación de la Economía. Surgimiento de las empresas estatales «jurídicamente privadas» conocidas como S.A. También es el período de surgimiento y expansión de una forma empresarial «sui generís», los «contingentes». Aparecen también los primeros cuentapropistas.
1988 – 1998: Aparición y expansión de las empresas extranjeras (en diferentes formas de asociación y también como «sucursales» de empresas comerciales extranjeras, las llamadas «firmas»). Redimensionamiento del sistema empresarial producto del redimensionamiento del sistema industrial cubano. Surgimiento de las empresas del Polo Biotecnológico a «ciclo completo de producción».
1998 – 2006: Aparición de las empresas en «perfeccionamiento» y «perfeccionadas». Estancamiento del trabajo por cuenta propia. Expansión de las empresas militares hacia el sector civil. Consolidación de las empresas con capital extranjero.
2006 – 2011: Estancamiento de las empresas con capital extranjero y de las «sucursales comerciales o firmas». Agotamiento del proceso de «perfeccionamiento». Consolidación del papel de las empresas del sector militar en la economía del país. Consolidación de las empresas del Polo Biotecnológico.
2011 – 2016: Relanzamiento de las empresas con capital extranjero y de aquellas nacionales del sector no estatal (cuentapropistas y cooperativas industriales y de servicios). Transformación del sistema empresarial; creación de las OSDEs y las UEBs -Organización Superior de Dirección Empresarial y Unidades Empresariales de Base, respectivamente.
También durante ese proceso nuestras empresas han estado supeditadas a diferentes «reglas de juego» en un mismo período de tiempo. Pasó cuando convivieron el cálculo económico y el sistema presupuestado, o cuando en los años 80 se establecieron reglas de juego diferentes para aquellas empresas que eran «estatales jurídicamente privadas», otras para los contingentes, todavía otras para las empresas que aún quedaban bajo el sistema de dirección y planificación de la economía, y aún otras para las empresas con capital extranjero.
Cada diez años, para las empresas estatales socialistas esas reglas del juego han estado cambiando. No obstante hay algunas cuestiones muy asociadas al entorno que han sido comunes a todos estos períodos:
1- Toda esta evolución ha estado condicionada por el bloqueo estadounidense, y por nuestra especial relación con la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, hasta el final de los 80.
2- El sistema empresarial estatal socialista ha disfrutado disfrutó de un arreglo fiscal muy permisivo, con grandes apoyos desde el presupuesto del Estado.
3- Desde inicio de los años 60, nuestras empresas trabajaron con una tasa de cambio sobrevaluada, con relación al dólar, como con relación al rublo convertible, algo que aparentemente, en aquellos tiempos no tenía mucha importancia.
4- El sistema bancario y financiero cubano jugó un papel muy pasivo (todavía hoy ocurre).
5- Estructura vertical, monopólica y con baja complementariedad. Todavía hoy esta es una característica del sistema empresarial cubano.
Así, para mediados de los años 80 se reconocían un grupo de problemas que afectaban directamente a nuestro sistema empresarial, algunos de los cuales eran :
• Excesivo tutelaje por parte de los organismos de la administración central e interferencias de los mismos en la gestión de las empresas.
• Alejamiento de la toma de decisiones operativas de los eslabones que deben ejecutarlas.
• Alejamiento de los avances mundiales y del mercado externo
• Falta de vinculación estrecha entre los centros de investigación y la producción.
• Demora en la introducción de logros y adelantos científicos y tecnológicos.
• Participación formal e insuficiente de las empresas y los colectivos en el proceso de planificación.
• Exigencias exageradas a la empresa en cuanto a información estadística.
A inicios de los años 90, una investigación realizada por profesores de la Facultad de Economía de la Universidad de La Habana confirmaba esta situación, tal como se muestra a continuación:
• Exceso de centralización.
• Predominio de métodos administrativos sobre los económicos.
• No comprensión de las categorías monetario mercantiles y de su papel.
• El progreso científico técnico se considera solo formalmente.
• Frenos a la creatividad personal y colectiva por exceso de regulaciones.
• Reconocimiento formal de la empresa socialista como eslabón básico versus limitación real de la independencia de su gestión.
• Falta de funcionamiento real de las relaciones monetario-mercantiles.
• Sistema de precios deficiente.
• Sistema tributario pasivo.
• El crédito no cumple ningún papel real.
Un buen ejercicio es intentar identificar cuales de estos problemas aun se mantienen como parte del entorno que «entrampa» a nuestras empresa estatales.
Para el año 2012 un trabajo del economista Luis Marcelo ilustraba como los diferentes modelos empresariales estatales adoptados desde 1962 hasta el perfeccionamiento iniciado en 1998, funciones decisivas como ventas, remuneración, distribución de utilidades, inversiones, precios y producción nuestras empresas estatales tenían un grado de autonomía muy reducido, incluso, la autonomía alcanzada en el período del sistema de cálculo económico (1962 -1966) llegó a ser mayor que la lograda en el resto de los sistemas en todas esas funciones, con excepción de la relativa a la función de producción y a la de contratación de personal en el período del perfeccionamiento empresarial de 1998.
Desde 2014 hemos vuelto al empeño de lograr esa empresa estatal que tanto hemos buscado. Han aparecido las OSDEs y las UEBs con el propósito de desprenderlas de los Ministerios y darle la «autonomía» o «relativa independencia» que necesitan y que tanto asusta. Al final el sistema ha vuelto a estructurarse de forma vertical y las decisiones vuelven a ser tomadas lejos del lugar donde se «decide el juego». Así la estructura del sistema empresarial estatal queda de la siguiente forma (No existe en todas las OSDEs):
La OSDE a su vez tiene su propia estructura, con sus direcciones que responden a las funciones (112) que le han sido definidas, para las cuales demanda de las empresas y estas, a su vez, de las UEBs, determinada información. No parece que se hayan podido desprender aun de la tutela de los Ministerios, pues estos a su vez siguen respondiendo y se les exige responder , por «sus empresas».
También aquí se cumple el fatalismo geográfico, ¡casi todas las OSDEs están en La Habana y casi el 40 por ciento de las empresas también¡ ¿Qué pasaría si se toma la decisión de acercar las OSDEs al territorio donde se realiza la parte fundamental de los negocios que atienden?
Esa es nuestra historia, muy sintetizada es cierto, de este largo proceso de hacer de la empresa estatal una empresa ágil y eficiente que responda a las necesidades de nuestro desarrollo.
Una y otra vez hemos repetido cuan decisiva es la empresa estatal socialista para nuestro proyecto futuro. Una y otra vez hemos oído exigirle a la empresa estatal socialista y a nuestros empresarios eficiencia, productividad e incluso competitividad. ¿Por qué a nuestra empresa socialista le cuesta tanto alcanzar esos propósitos?
Podríamos seguir alguna guía, deberíamos preguntarnos:
¿Es nuestro arreglo institucional (las reglas del juego) el adecuado?
¿Tenemos la infraestructura adecuada para que nuestras empresas puedan ser verdaderamente productivas?
¿Propicia el entorno macroeconómico actual las condiciones para que nuestras empresas estatales sean eficientes, productivas, competitivas?
¿Son eficientes nuestros mercados?
¿Existen los incentivos necesarios para que nuestras empresas exporten?
¿Pueden nuestras empresas auxiliarse de mercados financieros desarrollados que faciliten e impulsen sus actividades?
¿Están nuestras empresas cerca del desarrollo tecnológico de punta en su ámbito de actividad? ¿Se le facilita cerrar la brecha?
¿Existen los incentivos adecuados para que nuestras empresas estatales socialistas sean proactivas hacia la innovación?
Si la mayoría de las respuestas a estas preguntas son negativas para la mayoría de nuestras empresas, entonces debemos pensar que no solo debemos propiciar cambios hacia el interior de ellas, sino también y de manera decisiva, en el entorno dentro del cual se mueven. ¿Qué nos lo impide?
Desde 2014 comenzamos a implementar este nuevo proceso de transformación de la empresa socialista, es por mi cuenta el quinto. ¿Serán suficientes?
También debemos lograr que nuestros empresarios en nuestras empresas estatales socialistas sean realmente empresarios y no meros administradores de bienes y recursos escasos, comprimidos por arreglos institucionales, culturas y estructuras que le impiden aprovechar todo su potencial. Al empresario cubano actual deberemos dedicar un futuro trabajo.
Fuente: http://oncubamagazine.com/columnas/de-empresas-y-empresarios-ii/