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Caso Exalmar-Piñera

De la banalización de los conflictos de interés a la corrupción legalizada

Fuentes: Rebelión

La sola presencia de Sebastián Piñera como candidato presidencial es un espaldarazo a la corrupción institucional. Y ésta, no hay que olvidarlo, sólo se comprende en el marco del neoliberalismo. El que a su vez legitima la búsqueda incesante del crecimiento del capital en manos privadas y cuyo imaginario presenta al rico y multimillonario propietario […]

La sola presencia de Sebastián Piñera como candidato presidencial es un espaldarazo a la corrupción institucional. Y ésta, no hay que olvidarlo, sólo se comprende en el marco del neoliberalismo. El que a su vez legitima la búsqueda incesante del crecimiento del capital en manos privadas y cuyo imaginario presenta al rico y multimillonario propietario como un triunfador social o un creador de empleo. El empresario encarna el «cálculo» que debe guiar la existencia que todo individuo debe utilizar para tener y ser feliz. Ser un empresario exitoso y pillo en la religión neoliberal es estar tocado por la gracia de Midas. Como puede apreciarse, la oligarquía neoliberal ha convertido a Piñera en su rey y sumo sacerdote.

A la religión del lucro, sin medir las consecuencias, comienzan a allegarse economistas neoliberales que se disfrazaron de socialdemócratas, pero que en el fondo son fieles seguidores de la doctrina del «crecimiento» neoliberal. Puesto que ni siquiera mencionan, para encubrirse, el «desarrollo sustentable». De los análisis de Thomas Piketty acerca de la concentración del patrimonio en pocas manos, como en el sigo XIX hicieron caso omiso.

Los economistas son conformistas por naturaleza, es un dato de la realidad. Para ellos debe ser claro que se trata de crecimiento a secas. Pero, bien saben que es de crecimiento neoliberal y capitalista (la palabrita maldita que ni siquiera los economistas «progres» utilizan) del que se trata. Éste, como la experiencia lo demuestra, es una doctrina incapaz de medir las consecuencias pues empuja el crecimiento hacia una explotación sin límites de lo humano y de su entorno natural, que por definición tienen límites (el límite del humano es no transformarse en mercancía o en «capital humano» puesto que la libertad, la dignidad y la razón bien entendida están en juego para ser sacrificadas).

Por lo mismo, el neoliberalismo de científico no tiene nada. Es mortífero; corresponde a las fuerzas que aplastan la vida buena.

 

Economistas neoliberales, Velasco, Edwards y Lagos: Los nuevos adalides de Piñera

Andrés Velasco acaba de declarar sus simpatías a Piñera y expresar que con éste se van a «recuperar los mercados». El ex ministro de Hacienda de Bachelet-Concertación (y compinche de Marina Aylwin de la DC favorita de Goic) unge con el poder de sanación a Piñera. Otro economista, Sebastián Edwards -a la búsqueda constante de un puestito de ministro- acaba de «cruzar la vereda» y decidirse también a «votar por Piñera».

Y Ricardo Lagos anda arrastrándose en las mismas. Al declarar ante sus amantes empresarios que «el crecimiento es todo, el resto es música», el ex pre candidato del PPD sabe perfectamente que después de una campaña mediática orquestada desde El Mercurio, La Tercera y el dispositivo televisivo, es a Piñera que han impuesto como símbolo del «crecimiento». Lagos, que en su momento posó de «abierto al mundo» e incluso reclutó al filósofo Edgard Morin para su Think Tank (Morin debe haberse desistido más tarde al conocer las características camaleónicas del personaje), reputado por sus trabajos acerca de la «complejidad», renuncia hoy a ver el mundo como un todo complejo y contradictorio. Nada mejor que someterse entonces a la tiranía totalitaria de la lógica del capital, transformada en «racionalidad» simplona y avasalladora.

Son todos «economistas» los que adhieren al piñerismo con bombos y platillos. No son ellos los que van a mencionar que este modelo de crecimiento capitalista neoliberal destruye el medio ambiente, empobrece a los pensionados, roba salarios para AFP e Isapres, explota y encarece la existencia social, desfavorece a las mujeres y precariza a los sectores populares cuyos hijos son exterminados en el SENAME. Basta con abrir los ojos para darse cuenta. Pero para eso sirve la ideología neoliberal: para mantener un imaginario irreal: la ilusión neoliberal.

Sin embargo, hay algo peor aún en la presencia de Piñera candidato -aparte de la ceguera ética y el grado de incapacidad crítica de los empresarios y los economistas neoliberales- es el hecho que la justicia es incapaz de imponerse ante la voracidad neoliberal que práctica Piñera.

El cierre del caso Exalmar por el fiscal Guerra es un hecho grave

Dicho claramente: la decisión del fiscal Guerra que sobresee a Piñera es un espaldarazo a las prácticas corruptas. La decisión jurídica muestra el carácter neoliberal de la justicia pues contribuye a consolidar un clima progresivo de aceptación cultural del conflicto de interés -que consiste esencialmente en legitimar el abuso de poder- y, es a todas luces un signo inquietante, puesto que es un terreno propicio a la cultura y a la propagación de múltiples formas de corrupción posibles.

La justicia de Chile derrapa, y junto con ella la democracia liberal y representativa. Uno de los más prestigiosos criminólogos italianos, el profesor Vincenzo Ruggiero, escribió sobre la capacidad de los poderosos de regular y emitir normas y legislar incluso acerca de su propia criminalidad. Dice:

«En Italia como en otros países, la criminalidad de los poderosos parece seguir una lógica «experimental», según la cual ciertas prácticas ilícitas son adoptadas en completo conocimiento de causa, focalizando en la observación de las respuestas sociales e institucionales que esto puede engendrar. La integridad de estas respuestas determinará si estas violaciones son practicables o si será necesario cierta prudencia para evitarlas.» (Saverio Lodato, Roberto Scarpini, Pouvoir et criminalité, Ed. La Contre Allée Paris, 2015, p. 169).

Algo parecido sugería el filósofo francés Jacques Derrida cuando afirmaba que ciertas violaciones tienen un poder fundador, en el sentido en que éstas tienen la capacidad de transformar las relaciones de derecho que las preceden y de instaurar una legitimidad inédita. La criminalidad de los poderosos refunda el derecho y la política.

En Chile, todo indica que el sistema institucional adolece de agujeros legales permisivos y facilitadores para la corrupción. La presión del neoliberalismo, entendido como instrumento y estrategia de poder de los dueños de la riqueza y el capital actúa para enrolar y capturar al aparato jurídico legal.

Hay jueces y fiscales que tendrían que hacer pasantías en «derecho para combatir la corrupción» en cortes probas. Y así aprender de las experiencias de sistemas de justicia que intentan resistir a las ofensivas de la criminalidad de los poderosos.

Así como también los estudiantes conscientes y el movimiento estudiantil deberían promover debates en las Escuelas de Derecho acerca del tema. Además de proponer en sus facultades la creación de «Cátedras de investigación y docencia sobre el tema del Derecho actual, la corrupción y la criminalidad de la elite en tiempos del neoliberalismo». Cátedras multidisciplinarias (sociólogos, abogados, investigadores sociales de la ética, dirigentes populares) que deben reclutar a los mejores docentes e interesados en el tema y que deben ser abiertas y financiadas por el Estado con el dinero de los mismos corruptos.

 

¿Y el Frente Amplio qué dice sobre el tema de la corrupción institucional?

La vida democrática proba y transparente y el castigo ejemplar a los corruptos no ha sido levantada como reivindicación unificadora en el programa del Frente Amplio. De más está decir que la candidata demócrata del FA Beatriz Sánchez debe tener propuestas concretas y pragmáticas sobre el tema. Ni Goic DC, ni Guillier NM, ni menos Piñera RN-UDI, representantes del establishment se aventuraran en innovaciones tendientes a mejorar la calidad de la vida democrática. A tomar el toro por las astas: a demostrar el vínculo entre neoliberalismo capitalista y corrupción. Sin temor de ir a la raíz de los problemas y a no dejarse llevar por la retórica vacía o por la moralina que es siempre una concesión a las estrategias discursivas de los dueños del poder y la riqueza.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.