Hemos concluido un proceso más de la democracia formal en Chile (elecciones municipales), dejando a la luz una realidad que se esconde y manipula hasta el cansancio. Este tipo de sistema, heredado de la constitución dictatorial, está en etapa terminal ¡Votar no es suficiente! Ignacio Walker quiere lo contrario, con su tozudez por mantener viva […]
Hemos concluido un proceso más de la democracia formal en Chile (elecciones municipales), dejando a la luz una realidad que se esconde y manipula hasta el cansancio. Este tipo de sistema, heredado de la constitución dictatorial, está en etapa terminal ¡Votar no es suficiente!
Ignacio Walker quiere lo contrario, con su tozudez por mantener viva a la Concertación. Claro que el honorable diputado Andrade, presidente del otrora partido de Allende, estará como edecán de la DC, mientras espera que sea proclamada su abanderada, creyendo que Bachelet resolverá la crisis de representatividad. Nada más equivocados.
La abstención ronda, en promedio, el 60%. En muchas comunas, con alta densidad de nuevos votantes, la abstención se elevo al 72,1%, como es el caso de Puente Alto, eligiendo a su alcalde con la magra cifra del 14,3% del padrón electoral. Asimismo, algo debemos concluir cuando Carolina Tohá ha sido elegida como alcaldesa de Santiago con el 15,4% de los votos, respecto del padrón electoral actualizado (datos de Fundación SOL en base a los registros del Servel). La crisis de representatividad está más presente hoy.
Por otro lado, la mal llamada dictadura de Chavez, según describen medios de comunicación, la derecha y algunos concertacionistas en Chile, movilizó a poco más del 80% del su electorado. ¡El pueblo Venezolano palpa y se hace responsable de su futuro político, da muestras de civilidad y compromiso democrático!
Que son culturas de participación y procesos políticos distintos, qué duda cabe, pero la comparación se sitúa en la intención de movilizar a un pueblo a las urnas para aprobar o desaprobar sistemas políticos. Dicho de otro modo, atendiendo el discurso político dominante: La democracia electoral supone índices de participación aceptables que den cuenta del respaldo al sistema político. En cambio, nuestra democracia ni siquiera movilizó al 40% de su población con derecho a voto, es decir, la clase política chilena reprueba una vez más.
Las celebraciones e interpretación de los resultados por parte de los partidos que son parte del duopolio político quieren situar el análisis y la discusión hacia otro lado. Ejemplo de ello, entre otros, es el haber derrotado en la comuna de Providencia a un ex militar de la DINA, organismo represor de la dictadura. Es relevante, pero no saquemos la mirada del foco; la institucionalidad democrática no da el ancho.
Capítulo aparte merecen la proliferación de encuestas pre-electorales que dan cuenta de una percepción de la ciudadanía y de su propia participación. El análisis es simple; quien paga la orquesta pone la música. Se puede interpretar o concluir que los poderes fácticos tratan de no dejar ningún cabo suelto. Lo mismo ocurrió y ocurre con la situación de Venezuela, especialmente en el proceso encabezado por el Presidente Chávez. Manipular datos para construir realidades. Vivimos en un mundo de encuestas y empates técnicos.
Nos encontramos en una fase predecible de degradación de la política y desapego a la participación formal, dentro de las reglas del juego democrático impuesto y desde los administradores del poder político, como única vía posible para cambiar las cosas. Pero ello no es suficiente para provocar un cambio político. El duopolio político tiene muñeca y espacio suficiente para cooptar a buena parte del Movimiento Social.
En lo central de este proceso electoral, tuvimos a los secundarios, liderados por la ACES y muy especialmente visibilizado por su vocera Eloisa Gonzalez, dirigente estudiantil que, paradójicamente cumplía 18 años el mismo día de la elección, lo que le daba derecho a voto. Ellos levantaron la campaña Yo no presto el voto, atendiendo que esta vía, no implicaba cambios reales a los problemas estructurales.
Ciertamente es subjetivo atribuirse triunfos por la abstención, pero este fenómeno da muestras del desencanto ciudadano a una forma de hacer política, hoy sacralizada por la clase política dominante. La realidad da cuenta que esta idea fuerza, más allá que no exprese una alternativa al duopolio, toma cuerpo en la discusión y el análisis político de muchos, incluso de los que despreciaron este llamado, tildándolo de antidemocrático.
¿La carrera está ganada para Bachelet, como abanderada de la Concertación y sus aliados instrumentales? Si fuese por la situación actual de la derecha, podríamos decir que tiene mucho camino avanzado. No obstante, resulta necesario hacer el ejercicio de la autocritica frente a la abstención ciudadana. Hoy no está en juego derrotar a la derecha.
Así las cosas, cuando hay proyectos políticos concretos como el caso de la Revolución Bolivariana por un lado y, desprecio por la participación ciudadana por otro, los procesos electorales desnudan una dura realidad. La realidad que los poderes facticos, maquillan, manipulan y sitúan como única verdad. Única verdad que perpetúa el duopolio político neoliberal frente a procesos democráticos amplios y convocantes como el venezolano.
Hoy la tarea es construir espacios de participación ciudadana fuera del duopolio político dominante. ¡Ellos sólo hacen su pega!
Raúl Morales, Dirigente sindical chileno
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