En la segunda mitad de los «luminosos y tristes» años 60 del siglo pasado, Rubén Villanueva era un muchacho chileno que perteneció a Espartaco, una organización política de la izquierda radical. Junto a sus compañeros y profundamente inspirado en las concepciones guevaristas, exploró primero la Cordillera de Nahuelbuta y luego la Región de Los Lagos, […]
En la segunda mitad de los «luminosos y tristes» años 60 del siglo pasado, Rubén Villanueva era un muchacho chileno que perteneció a Espartaco, una organización política de la izquierda radical. Junto a sus compañeros y profundamente inspirado en las concepciones guevaristas, exploró primero la Cordillera de Nahuelbuta y luego la Región de Los Lagos, buscando un lugar propicio para establecer un campamento guerrillero. En la primera incursión le fue mal, en la segunda, bien. Posteriormente, el grupo se integró a las filas del Movimiento de Izquierda Revolucionaria, MIR, reclutado por el propio Miguel Enríquez, Bautista van Schouwen y Luciano Cruz, líderes legendarios de ese partido.
Rubén entonces fue parte del GPM 1 (Grupo Político Militar) del MIR, un equipo clandestino que, territorialmente, abarcaba desde Santa Rosa hasta Puente Alto. Durante la Unidad Popular fue trasladado al puerto de San Antonio con el objeto de mantener unidades políticas, estudiantiles y obreras, entre otras tareas.
Casi cuatro décadas después, Rubén Villanueva -sociólogo y master en Economía- es el Presidente de la ex Confederación de Empleados Particulares, hoy, la Confederación de Federaciones y Sindicatos de Trabajadores de la Empresa Privada de Chile, una entidad con 80 años de existencia.
De sus votos guerrilleros hasta llegar a ser la máxima autoridad de la CEPCH, ha pasado un tiempo largo. En la actualidad, Rubén conduce un directorio que agrupa a 60 sindicatos y tres mil socios. La Confederación está formada por «un 60 % de sector servicios; un 10 % de sector industrial; un 10 % de sectores campesinos, y lo demás corresponde a otros rubros.»
¿Cómo llegaste al sindicalismo?
«El 82 comencé mi trabajo normal en la Universidad Diego Portales. Allí se formó el sindicato y me volví dirigente con el tiempo. Y a propósito de una huelga muy fuerte que realizamos, recibimos un apoyo decisivo de la CEPCH. Ello redundó en nuestra incorporación a la Confederación a comienzos de los 90. Llegué a la presidencia a fines de 2009.»
LOS MALES DEL SINDICALISMO
¿Cuáles son los principales problemas del sindicalismo?
«El neoliberalismo. Durante el llamado Estado de Bienestar, el capitalismo mantuvo ciertos beneficios para los trabajadores debido al explosivo desarrollo económico posterior a la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, desde los 70 en el mundo, y con Pinochet en Chile, se despojó a los trabajadores de todo lo ganado en décadas anteriores como una de las formas principales de recuperar y aumentar las ganancias del capital, que iban decayendo. Otro grave problema se ve en el gran proceso de cooptación del sindicalismo por parte de los patrones. Con la represión, las dictaduras, las leyes antilaborales y las nuevas formas de explotación, se debilitó profundamente la organización de los asalariados.»
¿Tú hablas de «feudalismo sindical»?
«Es un fenómeno provocado por la profesionalización del dirigente. Y ese vicio es facilitado por las propias bases sindicales que mantienen un alto grado de indiferencia sobre sus propios intereses. Sólo se organizan para negociar colectivamente. Hay mucho asistencialismo. Ello permite que se larve una especie de casta de dirigentes. Y esa perpetuidad en el cargo está reforzada por el peligro al desempleo y ser parte de listas negras que le impiden al dirigente volver a laborar después de terminar su período. Todo esto también causa situaciones de corrupción.»
¿Y cuál sería la solución?
«La participación activa de las bases y su fiscalización permanente a las dirigencias. Nosotros estamos promoviendo dirigentes nuevos y tenemos una propuesta de principios que debe ser sancionada en un congreso de la CEPCH que obliga a las bases a involucrarse en el quehacer sindical.»
HISTORIA Y FUTURO
¿Cuál es la diferencia entre los trabajadores de los años 60 y 70 y los actuales?
«Los niveles de conciencia. Porque la represión contra el pueblo y sus organizaciones ha sido enorme.»
Se dice que el sindicalismo chileno es muy legalista…
«Pero también los trabajadores han empleado históricamente la acción directa para promover sus intereses. Como los portuarios el 2003 o los subcontratistas del cobre el 2007.»
¿Es posible un sindicalismo distinto al de la CUT?
«Por supuesto. Todo depende de la conciencia, la organización y la fuerza que logremos construir.»
¿Cuáles son los límites del sindicalismo?
«El sindicalismo, en general, siempre ha peleado por mejoras en el mundo del trabajo dentro del propio sistema capitalista. Pero se cambian estructuralmente las cosas cuando la clase trabajadora desborda las formas tradicionales de organización. Esto no depende de la CEPCH u otra organización sindical. La lucha por construir una sociedad sin clases sociales demanda la asistencia del conjunto más amplio del pueblo y los trabajadores, no sólo de sus capas más estructuradas.»
¿Qué queda en el actual Presidente de la CEPCH del muchacho que exploraba, bajo el ejemplo del Che Guevara, los territorios que consideraba más adecuados para instalar una guerrilla en Chile?
«Todo. La lucha por una sociedad distinta no puede ser un capricho de juventud. Algunos entierran ese primer beso bajo montañas de corrupción, traición y acomodo. Otros eligen una vida eternamente enamorados de la justicia social. Y no es un capricho. Hay demasiadas razones para estar a este lado del camino.»
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