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De la indignación a la revolución

Fuentes: Rebelión

El imprescindible salto del 15-M. El año 2011 pasará a la historia como aquel en el que la chispa saltó. La indignación generalizada surgió en el Estado español alentada por la crisis capitalista y por las revoluciones incompletas de algunos países árabes y de Islandia. El movimiento 15-M influenció a su vez al resto de […]

El imprescindible salto del 15-M.

El año 2011 pasará a la historia como aquel en el que la chispa saltó. La indignación generalizada surgió en el Estado español alentada por la crisis capitalista y por las revoluciones incompletas de algunos países árabes y de Islandia. El movimiento 15-M influenció a su vez al resto de países del llamado Primer Mundo hasta alcanzar al corazón del imperio capitalista. No cabe duda de que ha sido un gran logro de los indignados el haber, por fin, despertado a una parte del pueblo, el haber incluso traspasado fronteras. Es obvio que cuando miles de personas reclaman en las calles cambios sistémicos, la democracia real, se está ante los inicios de un posible proceso revolucionario. Lo que diferenció al movimiento 15-M español de las revoluciones árabes era que se combatía contra la falsa democracia, la oligocracia disfrazada de democracia, en vez de contra una dictadura más burda, menos disimulada, como las existentes en Túnez o Egipto. Lo que diferenciaba al movimiento 15-M respecto de las protestas griegas era que, además de reivindicar una salida distinta a la actual crisis, se daba un paso adelante y se reivindicaba otro sistema, una democracia verdadera. Este importante salto cualitativo posibilitó el surgimiento del movimiento estadounidense «Occupy» que reivindica el poder del 99% frente al 1%, es decir, la democracia real dicha de otra forma. Por primera vez en varias décadas estamos ante un movimiento popular anticapitalista de cierto calado (cada vez más anticapitalista, cada vez más conscientemente anticapitalista), que empieza a organizarse (incluso internacionalmente) y a plantarle cara a la iniciativa del capital (llamada neoliberalismo) que ya lleva entre nosotros cierto tiempo y que se ha agudizado a raíz de la actual crisis. La lucha de clases se recrudece pues las clases bajas empiezan (muy insuficientemente aún), por fin, a defenderse del ataque de las clases altas, pero dicha lucha adopta nuevas formas. Poco a poco, a medida que los hechos hablan con contundencia, el proletariado redescubre que la sociedad es clasista, que la lucha de clases, lejos de ser un recuerdo del pasado, sigue muy vigente en el presente, que en nuestra sociedad actual la lucha de clases es el motor de la historia, que todas las clases (especialmente las más desfavorecidas) están condenadas a la guerra social mientras haya sociedad clasista. Las crisis muestran el verdadero rostro del sistema.

Sin embargo, todavía estamos lejos de la revolución. En Islandia el pueblo ha logrado nacionalizar bancos, enjuiciar a algunos banqueros, decir NO mediante referendos al pago de la deuda odiosa e incluso hacer asumir ciertas responsabilidades a ciertos políticos. Lo más importante, sin embargo, es que el pueblo allí está protagonizando un nuevo proceso constituyente. La revolución social, el cambio del sistema político-económico, no puede hacerse en dos días, pero los pasos dados en aquella isla del Atlántico Norte, sin duda, van en la dirección correcta. Sin la revolución política no es posible la revolución económica, aunque sin esta última la primera no merece la pena. El gran objetivo a largo plazo debe ser un sistema más libre y justo donde la riqueza se distribuya más equitativamente, donde la riqueza generada por la sociedad sea disfrutada por toda ella, y no sólo por ciertas élites. La democracia sólo será real, plena, si alcanza a todos los rincones de la sociedad, sobre todo a la economía. Sin dudas, Islandia es un modelo a seguir. Lo cual no significa que no deba o pueda superarse los logros parciales alcanzados allí.

En España ha surgido recientemente una iniciativa en pos de un proceso constituyente. El gran objetivo a corto/medio plazo del movimiento 15-M debe ser un proceso constituyente donde el pueblo decida libremente entre todas las opciones posibles, donde los ciudadanos participen activamente en la redacción de una nueva Constitución. Esta nueva transición debe ser hecha por el propio pueblo, desde abajo. No habrá democracia real sin una transición real. Y no habrá una transición real si el tema República vs. Monarquía no se plantea sin limitaciones ni tabúes. Todas las opciones deben tener las mismas posibilidades de ser conocidas por la opinión pública. El chantaje del año 1978 que se le hizo al pueblo español («Monarquía y democracia» o «nada») no debe repetirse. El pueblo tiene derecho a elegir libremente su forma de Estado. No se trata sólo de República vs. Monarquía, no se trata sólo de tener un jefe de Estado elegido democráticamente, pero también se trata de eso. No nos serviría de mucho tener una república parecida a la actual monarquía, en la que su «rey» fuese coronado cada X años. La cuestión republicana supone en verdad quitarle corsés al proceso democrático. No será posible alcanzar la democracia real con corsés, con restricciones. Las únicas limitaciones de la democracia son los derechos humanos, los cuales son inalienables para todos los seres humanos.

El movimiento 15-M tiene ante sí grandes retos en este año 2012 que acaba de comenzar. En este año se juega su ser o no ser. Se juega el convertirse en un espejismo o en una realidad. Si dicho movimiento no se consolida y crece, tanto a nivel nacional como internacional, corre el riesgo de morir, de quedarse en una ilusión o en un bello recuerdo de lo que pudo ser y no fue. La chispa saltó en el año 2011, pero la chispa debe avivarse, expandirse, encauzarse. Actualmente parece que estamos en un momento de impasse. El movimiento nacido el 15 de mayo de 2011 tiene, en los principios del año 2012, una actividad continua de baja intensidad (lucha contra los desahucios, actos simbólicos de denuncia de la dictadura de los mercados, desobediencia civil, ocupación de inmuebles, asambleas,…), la cual es necesaria, pero la cual es también claramente insuficiente. Tampoco es suficiente con convocar ciertos actos más masivos cada cierto tiempo. El sistema no cederá si no se le presiona mucho más y de manera mucho más continua. Se necesita dar un gran salto cualitativo para implicar a muchos más ciudadanos. Las distintas luchas parciales y dispersas contra el neoliberalismo deben confluir en una gran lucha total contra el sistema. Los trabajadores de todos los sectores, vistan mono o corbata, los funcionarios, los desempleados, los pensionistas, los estudiantes,…, deben todos ellos unirse en la lucha común, no sólo para defenderse del brutal ataque de las élites capitalistas sino que también para pasar al ataque, para reivindicar un nuevo sistema político (necesario, pero no suficiente, para empezar a transformar la sociedad a fondo). La lucha por la democracia real es la lucha del 99%, pero todavía no participa en ella el 99%. ¡Ni mucho menos!

Alrededor del movimiento 15-M deben confluir los distintos movimientos populares que llevan luchando desde hace cierto tiempo contra el sistema capitalista y aquellos que, impulsados por la necesidad de defenderse frente al actual ataque del capital, han empezado a luchar ahora. Uno de los grandes retos de la «Spanish Revolution» es reunir alrededor de ella al movimiento republicano y a todos los colectivos ciudadanos afectados por el neoliberalismo, por el capitalismo más agresivo (aunque el capitalismo es siempre agresivo, su grado de agresividad ha aumentado notablemente en los últimos tiempos, y más que seguirá aumentando), en particular la clase trabajadora, sin la cual es imposible la revolución, pues sólo ella puede paralizar la producción de un país mediante huelgas (que es lo que más daño le hace al gran capital). ¿Para cuándo una gran huelga general internacional? Primero logremos una huelga general (o huelgas recurrentes) en nuestro país pero no perdamos de vista que al capitalismo hay que acosarlo globalmente, pues el problema es internacional. Cuando estos grandes retos de unificación de todas las luchas parciales, de unidad de todas las clases populares, se logren en grado suficiente es cuando, por fin, se dará el salto cualitativo de la indignación a la revolución. De hecho, ya existen iniciativas encaminadas a lograr esa necesaria unidad del 99% de los ciudadanos. Pero todavía no han dado resultados. Es imperativo lograr resultados concretos cuanto antes. El movimiento de los indignados debe trabajar prioritariamente en esta cuestión, en cómo revitalizarse, en cómo crecer, en cómo lograr una lucha global en la que participe la mayor parte de la ciudadanía de manera coordinada.

Para hacer la revolución debemos tener claros los objetivos y las estrategias. El objetivo a largo plazo no puede ser otro que un sistema más libre y justo donde la igualdad de oportunidades sea real (sin la cual es imposible la libertad en la vida en sociedad), es decir, la gran meta no puede ser otra que superar el actual sistema capitalista. El problema es el capitalismo y no sólo el neoliberalismo. El capitalismo es en sí mismo una profunda crisis de la humanidad. Quien dice superar el capitalismo dice desarrollar la democracia, la verdadera enemiga del capitalismo, la dictadura económica. No es casualidad que el capitalismo se defienda involucionando la democracia. Las élites que nos gobiernan son muy conscientes del peligro que supone para ellas la democracia real. No hay más que recordar cómo reaccionaron dichas élites ante la propuesta del ex primer ministro griego de convocar un referéndum, el cual fue rápidamente retirado. No hay más que recordar cómo en nuestro país se reformó rápidamente y de espaldas al pueblo la «intocable» Constitución monárquica. El poder del pueblo es incompatible con el poder oligárquico. La democracia real es el enemigo mortal de la actual oligocracia. Pero dicho objetivo a largo plazo, la superación del actual sistema, un profundo cambio sistémico, no podrá ser algún día alcanzado si de camino no se alcanzan otros objetivos menos ambiciosos. El camino se hace al andar también. Necesitamos saber hacia dónde ir, cómo ir, pero también alcanzar algunas etapas intermedias.

A corto/medio plazo el movimiento de indignación generalizada debe lograr la democracia política real. De aquí la importancia de un nuevo proceso constituyente protagonizado todo lo posible por el propio pueblo. Esto debe ocurrir en todos los países (por lo menos en la mayor parte de ellos, especialmente en Europa y Norteamérica, la «metrópolis» capitalista), pero obviamente no ocurrirá simultáneamente en todos ellos. Aquellos países más necesitados de cambios, como el nuestro, para bien y para mal, estarán (ya lo están) en la vanguardia. En España el objetivo a corto/medio plazo (además de pararle los pies a la ofensiva neoliberal, en verdad que es muy difícil hacerlo en el marco de la actual «democracia» pero hay que hacerlo, por lo menos intentarlo) no puede ser otro que la Tercera República, la cual sólo merece la pena que llegue si el pueblo la construye democráticamente. La democracia es al mismo tiempo fin y medio. La democracia real la alcanzaremos por etapas (primero se alcanzará la democracia política, sin cuya infraestructura no es posible la transformación radical de la sociedad) practicándola en el camino. Cada vez parece más cercano el advenimiento de la República en el Reino de España, pero el peligro que se cierne sobre las clases populares es que dicha República sea sólo un cambio de disfraz de la actual oligocracia para sobrevivir. Quienes abogamos por cambios sistémicos profundos, verdaderos, deberemos luchar por la República, pero por una auténtica República, donde su Constitución establezca unas reglas del juego realmente democráticas. Y quien dice democracia dice igualdad. Entre las ideas, entre los partidos políticos,…, entre las personas en general. La igualdad es el ADN de la democracia. Las actuales oligocracias no son realmente democracias porque la igualdad real brilla por su ausencia. De aquí se deduce que en un Estado realmente democrático no haya lugar para jefes de Estado elegidos por la voluntad «divina» y que sean inviolables e irresponsables (ver el artículo 56 de nuestra actual Constitución). Pero esto debe decidirlo el pueblo en un referéndum. No puede esperarse justicia de un sistema cuya ley de leyes pone al jefe de Estado por encima de la ley. La cuestión republicana es una cuestión básica, de principios, que tiene sus graves consecuencias prácticas, como la misma democracia. No puede esperarse gobiernos que gobiernen de acuerdo con el interés general sin una auténtica democracia. No puede esperarse ingenuamente que un partido político financiado por el poder económico tome medidas contra él cuando llega al gobierno. Se trata de cambiar el sistema, y no sólo el gobierno. Mientras no tengamos una democracia que merezca tal nombre no podemos esperar gobiernos que gobiernen para el pueblo. Algo muy obvio que es obviado (valga la redundancia) por muchos ciudadanos (una mayoría aún) que caen en la trampa bipartidista y siguen sustentando con su voto esta falsa democracia. Los indignados no podemos dar la espalda a esta cruda realidad. Lo que es muy obvio para nosotros no lo es todavía para una gran parte de nuestros conciudadanos. La semilla de la concienciación tiene aún mucho terreno para ser abonado.

Pero tan importante como los objetivos por los que luchar son las estrategias a emplear. Sin estrategia no hay revolución. Uno de los motivos por el cual el movimiento 15-M surgió con fuerza, sorprendiendo a diestro y siniestro, superando a otros movimientos que ya llevaban unos cuantos años luchando por un sistema mejor, fue su estrategia general. Una estrategia basada en cuatro pilares: pacifismo, apartidismo (que no apoliticismo), asamblearismo y horizontalismo. Al desprenderse de banderas ideológicas, al practicar una lucha pacífica y ejemplar, mucha gente no sucumbió ante los prejuicios labrados en sus mentes por el sistema durante décadas y se apuntó a la causa de los indignados (al menos moralmente, uno de los retos del movimiento 15-M es que muchos ciudadanos que simpatizan con él se involucren activamente en él también). Dichos pilares no deben ser abandonados, todo lo contrario. El apartidismo del 15-M, que tan buenos resultados ha logrado en cuanto a superar dogmatismos y sectarismos, no significa que los partidos de la izquierda transformadora no tengan su papel. Sin embargo, la falta de liderazgo es también contraproducente, tiene sus ventajas pero también sus inconvenientes. Se precisa mucha más coordinación y la elección de portavocías que hablen en nombre del movimiento a la ciudadanía siempre que surjan las ocasiones (las cuales habrá también que buscar). Se necesitan «líderes» que simplemente se limiten a ejercer de portavoces y coordinadores. «Líderes» muy poco líderes, que estén controlados en todo momento por las bases, por las asambleas populares. «Líderes» elegidos democráticamente en dichas asambleas, rotatorios y revocables, que prácticamente se limiten a coordinar las acciones decididas en las asambleas. El movimiento debe también intensificar su lucha ideológica, contrainformando (acaba de surgir un periódico del 15-M en Madrid, ¿por qué no uno a nivel estatal?), promocionando la prensa alternativa, repartiendo octavillas en las calles, en los centros de trabajo,…, además de trabajando intensamente en Internet, llamando la atención de los grandes medios de comunicación de tal manera que se despierte todavía más la simpatía e indignación de la gente en general. Nos queda todavía mucho trabajo por hacer para combatir el pesimismo y la apatía que aún están arraigados en altas dosis en nuestra sociedad. Hemos empezado con buen pie, pero podemos tropezar en el camino, tenemos todavía mucho camino por delante. Hemos conseguido arrancar (tal vez lo más difícil) pero debemos proseguir. Nada es imparable ni irreversible, como la historia nos ha enseñado tozudamente. Aprendamos de los errores cometidos por nosotros, pero también de las experiencias históricas. ¡No seamos nosotros mismos nuestros peores enemigos! ¡No caigamos en la autocomplacencia!

En diversos escritos míos (ver algunos de ellos en las referencias al final del presente artículo) he intentado aportar mi granito de arena, mis opiniones, por supuesto cuestionables. Yo siempre incito a cuestionarlo todo, empezando por lo dicho por mí. En ellos desarrollo las ideas expresadas aquí muy someramente. Todos mis artículos y libros están disponibles en mi blog para su libre descarga y distribución. Todos podemos y debemos contribuir a la causa que nos interesa. A casi todos nos afecta, o nos afectará, en mayor o menor medida, el derrotero que está tomando el actual sistema. A casi todos, al 99%, nos corresponde derrocarlo. Cuando gran parte de ese 99%, cuando la mayor parte de ciudadanos estemos suficientemente concienciados, organizados y movilizados, nuestra indignación se transformará en revolución. De nosotros depende. El sistema que provocó nuestra indignación debe ser superado. La indignación nos servirá de bien poco si no da paso a la revolución.

Blog del autor: http://joselopezsanchez.wordpress.com/

REFERENCIAS:

  • ¿Qué es la democracia real? Breve explicación para gente con prisas. ¿Por qué en España no tenemos una democracia real?

  • La estrategia de la #SpanishRevolution. Las líneas generales que debe tener la estrategia del movimiento 15-M en España. ¿Cómo luchar por la democracia real?

  • Los peligros de la #SpanishRevolution. Un repaso de los principales peligros que se ciernen sobre el movimiento 15-M y de cómo combatirlos.

  • Revitalizar el 15-M. El movimiento 15-M corre el serio peligro de quedarse parado, de dejar de moverse. Es imperativo concretar y centrarse en objetivos políticos de cierto calado a corto plazo.

  • El 15-M tras el 20-N. El resultado de las pasadas elecciones del 20 de noviembre en España demuestra que el movimiento 15-M tiene aún mucho trabajo por hacer.

  • #SpanishRevolution 5.0: La importancia de la portavocía. Como en cualquier movimiento social, la portavocía es fundamental. Gracias a ella mucha gente puede conocer y apuntarse a la causa del movimiento, o, por el contrario, desdeñarla. Una crítica constructiva de la intervención de Jon Aguirre, portavoz de ¡Democracia Real Ya!, en los desayunos de Televisión Española del día 20 de junio de 2011.

  • El papel de la izquierda en la #SpanishRevolution. El movimiento 15-M ha empezado con buen pie. Y ello se ha debido fundamentalmente a su carácter pacífico y apartidista, que no apolítico. Pero esto no significa que la izquierda deba quedarse de brazos cruzados.

  • La necesaria unidad proletaria. En el crucial momento histórico presente se necesita, más que nunca, la unidad de todos los trabajadores, vistan mono o corbata.

  • El problema es el capitalismo. … Y no sólo el neoliberalismo. La humanidad necesita imperativamente superar el capitalismo.

  • La explotación capitalista. ¿Por qué somos explotados en el sistema capitalista? No podemos luchar contra el capitalismo si primero no somos conscientes de que somos explotados. Quien no siente las cadenas no busca cortarlas. El capitalismo es la cumbre evolutiva del esclavismo, del totalitarismo.

  • La lucha anticapitalista. Las líneas generales de la lucha contra el capitalismo en el Estado español en el crítico momento histórico actual. Objetivos y estrategias.

  • Las falacias del capitalismo (libreto de 60 páginas). En tiempos de crisis como el actual, el sistema se delata a sí mismo. Son momentos en los que las caretas se caen y muestran los auténticos rostros. Sin embargo, con un mínimo de observación, de información, de memoria, de razonamiento, de sentido común, no es tan difícil poner en evidencia las contradicciones y falacias del sistema capitalista, incluso en tiempos de aparente prosperidad. Es posible también quitarle las caretas al sistema sin esperar a que éstas se caigan por sí solas.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.