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El ex presidente opositor colombiano Andrés Pastrana acepta ser embajador de Uribe en Washington

De la oposición a la abyección

Fuentes: Cronicon.nete

No es sorprendente que el ex mandatario conservador haya aceptado ser el embajador de Uribe Vélez en Washington. El oportunismo y la visión rentística del Estado es lo que ha predominado históricamente en la familia Pastrana. La burocracia ha sido su razón de ser. Este es su perfil

Si en Colombia se quisiera hacer un estudio tanto psicológico como sociológico del poder, hay que acudir necesariamente a la personalidad de la influyente familia Pastrana para comprender, a ciencia cierta, cómo la ambición por el manejo de los asuntos del Estado lleva al individuo a cambiar su esencia, sus aparentes convicciones y a tener una profunda transmutación en su ser. Ese es el común denominador de Misael Pastrana Borrero y su hijo Andrés Pastrana Arango quienes en el transcurso de su trayectoria pública hábilmente y con destreza han hecho aparecer sus intereses personales como «verdaderos» aportes desprendidos a la patria.

A ambos el poder los tornó hombres soberbios, vanidosos, elocuentes y diletantes. Por eso no debe sorprender que Andrés, luego de haber lanzado severas críticas al presidente Álvaro Uribe Vélez, a quien acusó de «haber comprado conciencias» para hacer aprobar en el Congreso de la República el acto legislativo que viabiliza la reelección presidencial y de señalar con dedo acusador que «los paramilitares inclinarán la balanza electoral» en los comicios de 2006 a favor del uribismo, haya terminado aceptándole sin ningún rubor, ser su embajador en Washington.

Nuevamente el establecimiento colombiano ha salido a calificar de «colaboración patriótica y generosa» la actitud de Pastrana Arango, argumento que es generalmente utilizado cuando de consolidar el monopolio del bipartidismo tradicional se trata. Argumento que, afortunadamente, ya muy pocos creen.

¿»LA PATRIA POR ENCIMA DE LOS PARTIDOS»?

La elite liberal-conservadora colombiana cuando se trata de cooptar a un dirigente que está en la oposición como ha ocurrido en esta oportunidad con Andrés Pastrana, trae a colación la manida frase del dirigente liberal de la guerra de los Mil Días de principios del siglo XX, Benjamín Herrera, «la patria por encima de los partidos» que no deja de ser un ridículo eufemismo porque de sobra se sabe que hay detrás de una posición burocrática como un Ministerio o la principal legación diplomática en el mundo.

Pero, además, la voltereta política de este ex presidente conservador obedece a que la esencia de los Pastrana es el manejo del poder, el cual llevan detentándolo hace aproximadamente cincuenta años en Colombia.

Bajo el argumento de que Andrés se «debía sacrificar por los altos intereses de la nación», el ex presidente Julio César Turbay Ayala, un tahúr de la mecánica política, caracterizado por sus dotes de conciliador, defensor del militarismo a ultranza y recordado por su draconiano Estatuto de Seguridad durante su mandato (1978-82), aconsejó a Uribe Vélez de la necesidad de ofrecerle la embajada en Washington en reemplazo de Luis Alberto Moreno, elegido como nuevo presidente del BID.

Uribe ni corto ni perezoso no sólo aceptó el valioso consejo sino que se valió del propio Turbay para ofrecerle la «codiciada» posición a Pastrana, quien como era obvio, no dudó en aceptar.

Pero claro, todo el proceso estuvo rodeado de llamadas, encuentros y halagos de destacados voceros de la elite política colombiana para «convencer» a Pastrana de la «necesidad patriótica» de aceptar la generosa oferta de Uribe Vélez.

De esta manera, Uribe neutralizó y cooptó para su causa a un supuesto contradictor, y Pastrana Arango, por su parte, alimenta aún más su ego.

LA PEQUEÑA HISTORIA

El proceso de ascenso de la familia Pastrana al poder en Colombia tiene origen en un departamento olvidado de la geografía de este país. En efecto, Misael Pastrana Borrero, nacido en Neiva en 1923 cuando la capital del Huila no era más que una aldea con un ambiente muy provincial, pasó sin mayor esfuerzo a ser un fino citadino al haber sabido arrimarse a buen árbol. Gracias a patrocinadores como los ex presidentes Mariano Ospina Pérez (1946-50), Alberto Lleras Camargo (1945-46 y 1958-62) y  Carlos Lleras Restrepo (1966-70) logró  llegar en 1970 a la Presidencia de Colombia gracias al fraude electoral, pues históricamente está comprobado que el ganador en la contienda electoral del 19 de abril de ese año fue el general Gustavo Rojas Pinilla.

Sin embargo el bipartidismo impuso a Pastrana en la Presidencia de Colombia, posición en la cual conoció, acarició y detentó el poder. Pero no le bastaron cuatro años de disfrute de ese fenómeno sociológico y político que es el poder sino que se acostumbró a él y siguió manteniéndolo o buscándolo afanosamente, a veces con voracidad, hasta el mismo instante de su fallecimiento.

Si Virgilio Barco (1986-90) fue un Presidente atípico para el país por su indescriptible forma de ser, Pastrana Borrero lo fue en grado sumo como ex presidente. En efecto, llegó a la Presidencia sin tener una cauda electoral propia y su elección se debió, fundamentalmente, al Partido Liberal. Al momento de ascender al solio de Bolívar, Pastrana no era un gran elector como fue el caso de Julio César Turbay, quien pacientemente y tras larga lucha logró hacerse a un numeroso grupo de barones electorales. Por el contrario, Pastrana demostró sus habilidades de jefe político y electoral una vez terminó su mandato en el año de 1974. De allí en adelante comenzó a tener una fuerza parlamentaria predominante frente a la otra orilla conservadora que lideraba Álvaro Gómez Hurtado. Claro que coadyuvó a consolidar su «jefatura» el fallecimiento de Ospina Pérez en 1976.

CARRERA SIN OBSTÁCULOS

Pastrana Borrero fue un hombre dechado de la vida, su carrera política no tuvo obstáculos ni tropiezos. Todo el camino que recorrió en la actividad partidista estuvo pavimentado y lo hizo en línea recta, sin curvas ni cuestas.

Provenía de una familia modesta del Huila. Su padre don Misael Pastrana Pastrana debió instalarse por algún tiempo en la localidad de Garzón para desempeñarse como gerente de la agencia del Banco Agrícola Agropecuario, un cargo de tercera categoría que consiguió gracias a que le ayudaba políticamente a su amigo el dirigente conservador Rafael Azuero Manchola.

Misael hijo tuvo la buena fortuna de haber sido enviado a estudiar en reputados establecimientos educativos de Bogotá como el colegio de San Bartolomé y la Universidad Javeriana. En sus comienzos vivió como un modesto provinciano, hospedándose en precarias pensiones de la ciudad. Pero su carrera fue ascendente gracias a la tutela del ex presidente Ospina Pérez y de su esposa Bertha Hernández. Esa tutela le permitió llegar a ser uno de los grandes burócratas del país. Desde el gobierno de Ospina hasta el Frente Nacional (1958-1974), Pastrana ocupó todas las posiciones habidas y por haber de la burocracia colombiana. Desde secretario de Ministerio, pasando por gerente bancario, hasta ministro de Despacho, embajador y, finalmente, Presidente de la República. No tuvo empacho, inclusive, de ser beneficiario de la dictadura del general Gustavo Rojas Pinilla (1953-1957).

EN EL TRONO

De su gobierno no hay mayor cosa que resaltar, sino la puesta en marcha del leonino sistema de Unidades de Poder Adquisitivo Constante (UPAC), que en su primer momento logró su cometido de impulsar y afianzar el sector de la construcción a través del ahorro. Durante el primer año y medio de haber comenzado este sistema se captó más de ocho mil millones de pesos, lo que permitió que Pastrana pudiera desarrollar su Plan de la Cuatro Estrategias dirigido, principalmente, a dar mayor auge al desarrollo urbano.

Sin embargo con el sistema Upac se institucionalizó la inflación en el país y el mismo sólo sirvió para enriquecer al sistema financiero y empobrecer a las clases medias colombianas.

En el plano económico y social Pastrana Borrero enterró las posibilidades de reforma agraria en Colombia a través del llamado Acuerdo de Chicoral que favoreció los intereses de los grandes terratenientes y terminó su gobierno con una inflación que llegaba al 30% y un endeudamiento galopante.

Pero es al salir de la Presidencia cuando verdaderamente se conoce a Pastrana como político. Si Ospina Pérez, su maestro, fue ladino, sagaz y felón, Pastrana Borrero se volvió soberbio, autárquico y vanidoso.

El gran responsable de que en Colombia se hubieren retrasado por más de veinte años las reformas a la justicia y al régimen departamental y municipal fue Pastrana Borrero, si no que lo diga el ex presidente Alfonso López Michelsen (1974-78). Cuando López propuso lo que se denominó «la Pequeña Constituyente» para hacer dichas reformas constitucionales, Pastrana ejerció una inclemente oposición y maquinó hasta lograr su cometido en el sentido de «tumbar» el acto legislativo que daba vía libre a la convocatoria de esa asamblea.

Fue también Pastrana quien se opuso férreamente al esquema Gobierno-Oposición predicado por el presidente Barco. No descansó en su empeño de obstaculizar la gestión del mandatario liberal, pero en esta oportunidad sus resentimientos y rabietas por haber perdido el poder (pues dominaba gran parte de la burocracia estatal durante el gobierno de Belisario Betancur) no tuvieron mayor eco y su estrategia fracaso estruendosamente.

Pastrana Borrero se acostumbró al poder, pero sobre todo a usufructuarlo y por eso desde 1970 hasta 1986 cuando llegó Virgilio Barco al gobierno, mantuvo influencia en el sector energético colombiano.

Al fallecer Ospina en 1976 su pupilo se autoproclamó «jefe» del ospino-pastranismo y rivalizó con Álvaro Gómez Hurtado por la supremacía en el conservatismo. En su condición de nuevo «jefe» se fue «apropiando» de barones electorales que venían de otras orillas de la colectividad azul. El pastranismo, entonces, se consolidó como grupo para satisfacer su voraz apetito burocrático.

Pastrana como jefe se caracterizó por ser un gran elector que formó a su alrededor un grupo de áulicos que en sus respectivas regiones hacían de las suyas y utilizaban como botín la burocracia y los servicios del Estado.

LUIS XIV

Al finalizar el gobierno de Betancur (1982-86) y como Álvaro Gómez estaba en pos de una nueva candidatura presidencial, Pastrana se arrogó la «jefatura única» del Partido Conservador. De esa manera se convirtió en un Luis XIV que proclamaba «el Estado soy yo». En el conservatismo el partido era Pastrana, porque la razón y la verdad las tenía él y ¡ay! de quien osara contradecirlo.

Ese estilo Luis XIV y su condición de jefe único y supremo del conservatismo lo llevó a dirigir a su antojo la colectividad azul. Durante el gobierno de Barco declaró la «oposición reflexiva» que constituyó un completo fracaso político y para darse aires de reformador cambió el nombre de su partido y le colocó el mote de «social». A través de una serie de disquisiciones ampulosas buscó explicar, sin que nadie le entendiera, porqué dicho partido debía llamarse Social Conservador.

Como ex presidente se caracterizó por su delirio de grandeza. Como le quedó chiquito este país, se dio a la tarea de recorrer el mundo y buscó la manera de ingresar a clubes internacionales. Presumía saber de ecología y afirmaba que él había formulado el primer código sobre recursos naturales en el mundo. Se hacía cortar sus camisas en Park Avenue y usaba zapatos suizos y corbatas Hermès.

Nunca escribió un libro y sin embargo cuenta con varias publicaciones. Lo que ocurría es que mandaba a compilar sus artículos de prensa, sus conferencias y discursos, y publicaba un libro cada año o cada dos años.

Su vanidad y ambición lo llevaron a tener medios de comunicación propios como el Noticiero TV-HOY, la revista Guión y el periódico La Prensa que durante su efímera existencia se caracterizó por ser una gacetilla donde el insulto y la injuria fueron el denominador común. Y como si fuera poco, creó un centro de estudios, la Fundación Simón Bolívar, que recibía y recibe aún recursos internacionales de entidades como la Konrad Adenauer.

IRRUMPE EL DELFÍN

Durante la jefatura de Pastrana el conservatismo se convirtió en una máquina de perder elecciones, por eso es que su hijo Andrés debió integrar movimientos popurrí y presentarse con nominaciones disfrazadas de independientes y suprapartidistas para poder llegar a la Presidencia de Colombia en 1998.

El conservatismo después de los dos Pastrana quedó, finalmente, al abandono de su doctrina, perdiendo prácticamente por completo su identidad.

Al morir Misael Pastrana en 1997 dejó a su «príncipe heredero», Andrés Pastrana Arango quien gracias a su apoyo e impulso logró escalar diversas posiciones públicas hasta alcanzar en 1998 la Presidencia de la República.

Pastrana Arango se destacó como presentador del noticiero TV-HOY de propiedad de su familia durante los primeros años de la década de 1980. En  1985 hasta 1988 se hizo elegir concejal de Bogotá y en este último año se convirtió en el primer alcalde de la capital colombiana gracias a la división del Partido Liberal.

Su gestión frente a la Alcaldía de Bogotá fue menos que mediocre, pero indiscutiblemente esa posición le sirvió de catapulta para su carrera política. Al culminar su gestión en 1990 viajó a Cambridge a realizar un curso en la Universidad de Harvard, retornó un año después a Colombia a formar un movimiento bipartidista que denominó Nueva Fuerza Democrática con el cual encabezó una lista al Senado, obteniendo ocho curules.

Aunque Pastrana Arango proyectaba una imagen aparente de putritanismo político, de anticlientelismo, sus manejos burocráticos por debajo de la mesa y en forma subrepticia mostraban todo lo contrario. Se podría afirmar que él es el prototipo de lo viejo con empaque nuevo. Es decir, simplemente este «delfín» no era más que el resultado de un buen trabajo de marketing político y de un aceptable manejo de medios de comunicación.

COPARTÍCIPE DEL MODELO NEOLIBERAL

Una vez llegó al Senado en 1992, Pastrana Arango se convirtió en socio político del presidente César Gaviria Trujillo (1990-1994), el padre del modelo neoliberal en Colombia.

Gaviria le dio como participación burocrática dos Ministerios: el de Trabajo en cabeza de Luis Fernando Ramírez y de Desarrollo Económico en la de Luis Alberto Moreno, el hoy presidente del BID.

Precisamente, desde esas carteras se desarrolló buena parte de las medidas que implementaron el esquema aperturista como la reducción de aranceles, la flexibilización laboral y la mercantilización de la salud.

El pastranismo lideró desde el Ministerio de Trabajo el proceso de eliminación del Servicio Nacional de Aprendizaje (SENA), bajo el amparo de unos decretos que emitió Gaviria para modernizar el Estado, pero afortunadamente para Colombia, el Consejo de Estado los declaró ilegales.

Gracias al gobierno de Gaviria, Andrés Pastrana pudo aceitar su maquinaria burocrática, pues no solamente manejaba los hilos de los dos Ministerios mencionados, sino que contaba además con el Banco Central Hipotecario, la Corporación Nacional de Turismo, el Instituto Financiero Industrial (IFI), la Superintendencia de Sociedades, el Viceministerio de Obras Públicas, el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, Caminos Vecinales, la Caja Agraria y el Idema.

RESPICE POLUM

El 7 de agosto de 1998, Pastrana Arango asume la Presidencia de Colombia teniendo como guía fundamental de su política internacional la doctrina del Respice Polum (mirar hacia la estrella polar) que a comienzos del siglo XX implementó un ex mandatario coideario suyo, Marco Fidel Suárez (1918-21) que no es otra cosa que ser obsecuente con los dictados de Washington.

Pastrana no solo fue subordinado a todo lo que imponía la Casa Blanca, sino que llegó al extremo de aceptar todo el diseño y el esquema operativo del Plan Colombia.

Claro que en concepto del establecimiento colombiano este plan de guerra y de grandes beneficios económicos y geoestratégicos para Washington, constituye la más «generosa contribución» de los Estados Unidos para combatir el narcotráfico y la subversión.

Pastrana, por su parte, saca pecho por haber conseguido tan «invaluable  ayuda» de la administración Clinton.

En gran medida, dicen los analistas del conflicto armado, el fracaso del proceso de paz con la FARC que impulsó Pastrana se debió a que la guerrilla veía con mucho recelo la intromisión de Washington en la militarización del país y la intervención de mercenarios norteamericanos en la confrontación interna.

En el ejercicio del cargo de primer mandatario de los colombianos, Pastrana Arango decepcionó a sus electores por sus pobrísimas ejecutorias, dejando postrada a Colombia en la mayor crisis que haya tenido la historia de este infortunado país.

EN WASHINGTON

Como embajador de Uribe Vélez en Washington, Pastrana tiene como reto buscar que el Departamento de Defensa y el Departamento de Estado financien una prórroga del Plan Colombia, así como intervendrá activamente en el proceso de negociación del TLC.

Así mismo deberá defender ante el Congreso norteamericano y las ONG de derechos humanos la eufemísticamente denominada Ley de Justicia y paz que no es más que el mecanismo para legalizar y legitimar políticamente a las bandas de narcoparamilitares y que el propio Pastrana antes de su designación, tanto criticaba.

En fin, la metamorfosis política de este «delfín» que se había erigido como un «paladín» de la oposición al gobierno de ultra derecha de Álvaro Uribe Vélez, es un capítulo más de la caricaturesca democracia colombiana y demuestra con creces que en este país todos los políticos de la elite tradicional tienen precio.

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