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Entrevista con Danilo Zolo, profesor de Filosofía del Derecho

De las políticas migratorias a los movimientos de resistencia contra las bases militares

Fuentes: Melting pot

Traducido del italiano por Gorka Larrabeiti

Proponemos una entrevista con Danilo Zolo, profesor de Filosofía del Derecho y Filosofía del Derecho Internacional en la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad de Florencia. El profesor ha coordinado, en colaboración con el profesor Franco Cassano el volumen editado por Feltrinelli en mayo de 2007, L’alternativa mediterranea.

Con él querríamos hablar precisamente de Mediterráneo, asunto más actual que nunca, escenario últimamente de distintos sucesos estrechamente relacionados como la cumbre de Lisboa del pasado fin de semana, la enésima masacre de migrantes en el mar, el atentado de Argel de hace unos días, y también de la ampliación de la base militar estadounidense de Vicenza (Italia) y de las formas de resistencia que se están produciendo contra dicha nueva base. L’alternativa mediterranea es un viaje coral a través de ensayos de autores variopintos que recorren la historia, los procesos políticos, las evoluciones religiosas y las realidades sociales de esta área fronteriza.

 

La alternativa mediterránea.

Pregunta: En el panorama geopolítico global, ¿qué es hoy el Mediterráneo y en qué sentido podría representar una alternativa como Ud. ha escrito «a la deriva universalista y monoteísta del Extremo Occidente» así como a lo que ha definido como «fundamentalismo neoimperial», en clara referencia a la hegemonía atlántico-estadounidense?

Respuesta: El Mediterráneo en este momento es el epicentro de un conflicto de grandes dimensiones, acaso planetario. El Mediterráneo se prolonga hasta Oriente Medio: me refiero a la cuestión palestina, que considero la pieza clave que origina el conflicto mundial. De hecho, no cabe duda de que el terrible tema del terrorismo nació en el área palestina. Los primeros actos terroristas se dan en Líbano, tal vez en parte también en Irán, y luego, como es obvio en Palestina.

En este momento el Mediterráneo -que podría ser, he aquí la tesis quizá más aventurada del libro L’alternativa mediterranea, un encrucijada de paz- hoy en día es el eje en torno al cual gira el conflicto que contrapone Occidente, y más precisamente el Extremo Occidente, o sea la gran potencia estadounidense, al mundo islámico con consecuencias gravísimas para el orden internacional, para la paz, y diría que hasta para la estabilidad en el Mediterráneo. Así pues, no hay duda de que hablar de «alternativa mediterránea» significa plantear un tema de enorme calado: la capacidad de los países mediterráneos de ambas riberas, los países mediterráneos y los países árabe-islámicos que se asoman al Mediterráneo, de lograr, en condiciones nada fáciles, operar en cierto modo como alternativa o contra la dimensión atlántica.

 

El partenariado euromediterráneo

P: Ha citado el mundo euromediterráneo. ¿En qué sentido estamos asistiendo al fracaso del proceso de Barcelona, de ese partenariado euromediterráneo basado en presupuestos grandiosos? ¿Qué límites intrínsecos tenía este proceso y de qué modo lo obstaculizó la nueva Política Europea de Vecindad y, sobre todo, el nuevo Diálogo Mediterráneo, que inició la propia OTAN ya en 1994?

R: El proceso de Barcelona fue importante en cierto sentido, puesto que fue el primer intento europeo tras el final de la segunda guerra mundial de establecer una relación no directamente colonial con la otra ribera del mediterráneo, en concreto con el mundo magrebí. Por tanto, en cuanto intento, como proyecto, es a buen seguro un evento de gran relieve que, por desgracia, hoy todos consideramos carente de éxito, si no fracasado del todo, por varias razones. Había tres sectores del proyecto de Barcelona y se referían a la política, la economía y el diálogo cultural. Por lo que respecta a la política, el fracaso de Barcelona se debe en gran parte al fracaso en el intento de pacificación de Palestina. Europa nada ha hecho para establecer una relación que no fuera la de opresión despiadada de Israel hacia el pueblo palestino, ha secundado las estrategias neocoloniales de Estados Unidos, y encima de todo ha secundado el proyecto sionista de Israel.

En el proyecto de Barcelona estaban presentes tanto Israel como la Autoridad palestina; podía ser una ocasión excepcional de diálogo entre las dos partes en conflicto, y sin embargo, nada se hizo para superarlo, cosa que condicionó gravemente la interacción política entre las dos partes y entre las dos riberas del Mediterráneo.

En el plano económico hubo un gravísimo pecado original: Europa entera, una de las máximas potencias económicas y comerciales del mundo, estableció relaciones de cooperación con países de la ribera árabe-islámica por separado. Es fácil imaginar cómo dichas relaciones totalmente asimétricas han producido frutos totalmente negativos, en perjuicio de los países árabes, y en beneficio, obviamente, de Europa, hasta el punto de que, de 1995 hasta hoy, el desnivel económico entre las dos riberas se ha agravado en lugar de atenuarse.

Finalmente, el intercambio cultural ha sido modestísimo y siempre bajo el signo de un intento europeo de condicionar las actividades económicas y la ayuda financiera con una adhesión preventiva formal de los países árabe-islámicos a los principios del Estado de derecho, de los derechos del hombre, es decir, a las categorías político-jurídicas de Occidente, de Europa concretamente.

 

La retórica de los valores occidentales

P: Vemos, por otro lado, cómo esta retórica de los derechos humanos es, efectivamente, pura retórica: el último ejemplo es el encuentro que se celebró la semana pasada en Lisboa entre la Unión Africana y la Unión Europea, en el que el coronel Gadafi fue amo y señor dictando sustancialmente las condiciones a todos los reunidos, tanto europeos como africanos. Y sin embargo, bien que conocemos las condiciones políticas y sociales de Libia. Hay informes muy detallados de Amnistía Internacional y de Human Rights Watch.

R: La situación es muy compleja. Hay un proyecto estadounidense de democratización forzada del mundo islámico. Yo no comparto este punto de vista. Reconozco obviamente que elites fuertemente autoritarias gestionan casi todos los países árabe-islámicos; conozco bien Túnez, algo menos Libia, y no puedo sino afirmar con fuerza que se trata de regímenes autoritarios.

Ahora bien: no creo que la tarea de Europa sea la de imponer la democracia según las categorías occidentales. Hacerlo significa usar las armas, o en cualquier caso instrumentos coercitivos de carácter judicial, o bien chantajes económicos. No creo que se pueda alcanzar ningún resultado significativo de este modo, mientras que abogo por un diálogo entre las dos partes que, por un lado, consienta a Europa proponer sus caminos hacia la democracia y la participación política popular, caminos éstos fuertemente obstaculizados -pensemos en el gobierno Berlusconi que no hace mucho que nos dejó y que quizá vuelva: no lo presentaría como un modelo de democracia mediterránea- y, por otro lado, manifieste una sólida «paciencia» con el mundo islámico. Este último, a través de autores y movimientos importantes como el feminismo islámico intenta recuperar algunos valores muy cercanos a los de la Europa democrática sin renunciar a la propia tradición, no renegando de su gran civilización, su gran cultura, sino tratando de recuperar en el seno de esa cultura -la tradición coránica- las premisas para una mayor igualdad entre los individuos, los ciudadanos, y sobre todo, una mayor dignidad de las mujeres.

P: De acuerdo, pero sólo quería remarcar la hipocresía de una retórica de los derechos humanos que, por un lado, cuando conviene, recurre a estos principios y luego se olvida totalmente de ellos en las negociaciones económicas o en…

R: Sí, claro, estos principios han servido sólo para excluir a Siria por motivos puramente político-estratégicos, mientras, pese a la retórica, con otros regímenes no se ha hecho presión alguna. Con todo, repito que, para mí, no se ha de hacer presiones, se ha de operar de modo menos colonial, sin negar por supuesto la gravedad de algunas cosas. Por ejemplo, no cabe duda de que Gadafi tiene una relación con el fenómeno migratorio absolutamente criminal, pero también nosotros.

 

Migraciones y políticas migratorias

P: A propósito de ello, la relación criminal que Gadafi muestra con el fenómeno migratorio parece, en efecto, íntimamente ligado a las políticas migratorias europeas. Más aún: tal vez sea mérito de Gadafi que, en la cumbre de Lisboa, se haya revelado la instrumentalización real de este fenómeno usado como amenaza o como moneda de cambio. Entonces, ¿qué significado profundo tienen hoy, según Ud., las migraciones y las políticas migratorias efectuadas en el Mediterráneo, la externalización de los dispositivos de control tales como la detención administrativa y en general la implicación de los países árabes en las migraciones hacia Europa?

R: Naturalmente estoy muy atento al problema migratorio, si bien no soy un especialista. Creo que es un aspecto decisivo para recuperar la paz en el Mediterráneo, sobre todo porque en muchos países europeos existe la tendencia a establecer casi una equivalencia entre migraciones y terrorismo en el marco de una concepción peligrosísima de seguridad. Este es un tema enorme que habría que afrontar en términos generales y no policiales. Naturalmente soy un crítico severísimo de las políticas migratorias policiales efectuadas en los países euromediterráneos, Italia incluida, y pienso que no se dará ningún paso hacia adelante sin una visión mediterránea del problema que incluya, desde luego, también a buena parte de los países africanos, donde se encuentra el origen de la deriva migratoria, en términos que no sean de carácter policial o represivo, como si se tratase de un evento paraterrorista, sino en términos de cooperación política, económica y cultural.

 

Génesis e instrumentalización del terrorismo mediterráneo

P: El otro fenómeno que instrumentalizan los gobernantes de ambas riberas y que ya ha mencionado es el del terrorismo. Se trata de un fenómeno que está claro que existe, como demuestran los atentados de Argel de hace unos días, pero que, en especial desde 2001, se ha convertido en el pretexto para una declinación multidimensional de la seguridad que ha invadido todo sector de la política y la sociedad. Dos preguntas a propósito de ello. La primera: según Ud., ¿es posible detectar responsabilidades europeas en el desarrollo reciente del fundamentalismo cada vez más arraigado en los países del Mediterráneo?

Y segundo: ¿existe, a su parecer, algún vínculo entre la retórica y la práctica en la lucha al terrorismo y la retórica y la práctica de la llamada lucha contra la inmigración clandestina?

R: Vayamos por partes. En cuanto al terrorismo creo que Europa, amén de alguna mención retórica, se ha atenido a las políticas estadounidenses que son en gran parte responsables de la explosión del terrorismo. Debemos rechazar absolutamente la idea de que Europa y Occidente en general se están defendiendo ante la amenaza terrorista, como si el terrorismo fuese el producto de una civilización, una cultura, una religión -el Islam- que odia Occidente y está operando para destruir sus valores, la libertad, el Estado de derecho, la democracia, la economía de mercado; la idea, en suma, de que son las escuelas coránicas las que difunden el odio y la violencia, y la idea de que el mundo islámico es, en sustancia, un mundo orientado al asesinato, la muerte y el suicidio terrorista. Todo esto es, en mi opinión, profundamente falso. Ocurre lo contrario: el fundamentalismo, hasta en sus formas suicidas, es una respuesta a la expansión neocolonial de Occidente en el mundo islámico. No olvidemos que, seguramente, la inserción de la «cuña atlántica» de Israel en el mundo mediterráneo representó para todo el Islam una derrota, un trauma gravísimo, que se agravó aún más con la guerra del Golfo de 1991, que permitió al ejército estadounidense ocupar el corazón del mundo islámico, Arabia Saudí, con 200.000 soldados de manera estable. Tampoco olvidemos la guerra de Afganistán y menos aún la guerra de Irak. Todos estos fenómenos están en la raíz. Hay documentos irrefutables elaborados por el estudioso estadounidense Robert Tape que demuestran cómo el terrorismo, y el terrorismo suicida en especial, no son en absoluto producto de un fanatismo religioso sino una respuesta racional en términos de enfrentamiento asimétrico entre dos adversarios. Respuesta racional, como última instancia, pues permite una réplica eficaz y muy económica.

Acerca de la segunda pregunta: sí, claro, Europa así como los Estados Unidos han difundido este pánico moral. Es obvio que en último plano está el 11S, pero no hay duda de que todos estamos profundamente inseguros por sentirnos expuestos al evento terrorista siempre presente, imprevisible, acechante y peligrosísimo. Este difuso pánico moral revierte sobre «todos los otros», los que no pertenecen a la propia autoctonía, y, por ello, no hay duda de que la figura del migrante es la de un potencial enemigo y un potencial terrorista.

 

La cultura del Limes

P: En síntesis -aunque la pregunta es tan compleja que puede pecar de resultar demasiado general y de banalizar sus argumentos- Ud. ha hablado, en su ensayo introductorio al libro de «cultura del limes«; Cassano, por su parte, ha valorado la «sabiduría de confín» como lugar «siempre más avanzado de cualquier centro ya que está forzado todos los días a asomarse al otro». Pero a la luz de la situación tan negativa que estamos analizando en este momento, y a la luz del hecho de que el confín mediterráneo parece haberse convertido cada vez más en un lugar de muerte, violencia y miedo, ¿qué podemos hacer todavía para volver a considerar el Mediterráneo no sólo como un «profundo foso», como escribe Latouche en el libro que Ud. ha coordinado, sino para verlo como una dimensión distinta del confín, entendido como hibridación, mestizaje, posibilidad, laboratorio, etc.?

R: No hay recetas que aporten soluciones seguras. L’alternativa mediterranea es un libro muy arriesgado que apunta una alternativa pero no es capaz de proponer con precisión las operaciones que hay que llevar a cabo. La tesis fundamental es que no habrá paz en el Mediterráneo si no hay un diálogo entre las dos riberas, lo que significa que deberemos abrirnos a la cultura islámica y reconocer que Europa, Italia en concreto, ignora la cultura islámica, la rechaza, la considera una cultura ya caduca; el mundo islámico como mundo que no consigue ir al paso del desarrollo de la modernidad, un mundo que hay que soportar, pero que nada ha de decirnos. Hay una negación radical de las raíces mediterráneas de Europa y del entero mundo occidental y una negación de la inmensa contribución que la cultura islámica ha proporcionado al desarrollo de la cultura, la ciencia, la medicina occidental. De ahí que el primer objetivo sea derribar el muro de ignorancia y rechazo que separa el mundo europeo del mundo islámico. Este es un objetivo factible. Yo, por ejemplo, he sido el primero en Italia en conseguir una cooperación científica, cultural y académica entre Italia y Túnez y he conseguido publicar en Italia un volumen coordinado por un estudioso tunecino y por mí mismo, evento sin precedentes en la cultura italiana. Digo esto para subrayar que existe la posibilidad de dedicar atención, sin instrumentalismos neocoloniales, al «otro» mundo. El otro gran tema es el de la capacidad de Europa, una Europa que redescubra sus raíces mediterráneas, de procurarse un perfil identitario más enérgico y fuerte respecto al presente. Europa hoy es una enorme potencia económica, la primera potencia comercial del mundo, pero desde el punto de vista de su identidad política y de su subjetividad internacional su cotización es muy próxima al cero.

No habrá autonomía europea y, por consiguiente, no habrá una sociedad civil europea hasta que Europa no logre zafarse de la subordinación a menudo servil con respecto al imperio atlántico.

 

La expansión militar EE.UU en el Mediterráneo. El nudo de las bases.

P: Al hilo de esta subordinación servil respecto al imperio atlántico, quisiera concluir esta entrevista con una pregunta que tiene que ver con la actualidad presente, muy cercana a nosotros. Ud. sabrá que este fin de semana miles de personas se manifestarán en Vicenza para volver a decir No a la ampliación de la base militar estadounidense. A la luz de lo dicho, qué valor se ha de dar hoy a esta batalla entre quienes parecen dispuestos a ceder definitivamente el territorio italiano y europeo como avanzadilla norteamericana hacia Oriente, y quien, como esta multitud variopinta, se opone en nombre de una paz que no se instrumentaliza, que es un objetivo verdadero, en nombre de una idea de bien común y de territorio que no está en venta y de una autonomía de los individuos, los territorios y de Europa que resiste a ultranza ante la prepotencia atlántica y la voluntad estadounidense de gobernar los equilibrios mundiales?

R: Encuentro importantísima la batalla contra la base Ederle por su enorme valor simbólico, aunque su éxito es improbable. Creo que es importantísima porque se trata de una batalla por la autonomía europea. No hay ninguna razón por la que hoy Europa, y sobre todo una parte de Europa, esté tachonada de bases militares estadounidenses -habría que revisar profundamente la OTAN misma-. En Italia tenemos unas 200 formas de presencia militar de Estados Unidos: bases militares, pero también instituciones que cooperan con las bases militares. Es un escándalo total, y es grave que el gobierno italiano actual sea cómplice de esta situación. No olvidemos que D’Alema siempre ha respaldado que la política exterior estadounidense sea el punto de apoyo de la política exterior italiana, y no olvidemos que tanto Prodi como D’Alema son responsables de la participación entusiasta de Italia en la guerra de agresión del ’99 de la OTAN contra la República Federal Yugoslava.

Está claro que un gobierno de este tipo no es capaz, y entraría en gravísima contradicción si lo hiciera, de oponerse a la expansión de la presencia estadounidense en Europa -no sólo la base Ederle sino también la de Aviano que fue ampliada también con fondos de nuestro gobierno-, y no olvidemos que la consecuencia más concreta de la guerra de la OTAN contra Serbia, en la que Italia participó con actividad muy intensa bombardeos incluidos, además de la masacre de inocentes y de la devastación, fue que EE.UU construyó ilegalmente una gran base en el corazón del Kosovo, cuyo destino seguimos discutiendo hoy, con 5.000 soldados aún destinados allí. Esta es la prueba viva de que la motivación estadounidense e italiana al hacer esa guerra era profundamente «humanitaria»…

P: Estamos absolutamente de acuerdo con su lectura, aunque confiamos en que la victoria del movimiento No Dal Molin [contra la base EE.UU en Vicenza, N.d T.] no sea tan improbable, aun a sabiendas de que será una batalla dificilísima.

R: Sí. Sea como sea es importantísimo librarla.

 

Fuente: http://www.meltingpot.org/articolo11757.html