El relato de los «tiempos mejores» se acabó: el mismo Presidente Sebastián Piñera le puso la lápida. En entrevista publicada en edición dominical de La Tercera, Piñera declaró que está «enfrentando tiempos difíciles». Las promesas de mayor crecimiento económico y de mayor inversión no llegaron. Según proyecciones del Banco Central, el crecimiento económico del PIB […]
El relato de los «tiempos mejores» se acabó: el mismo Presidente Sebastián Piñera le puso la lápida. En entrevista publicada en edición dominical de La Tercera, Piñera declaró que está «enfrentando tiempos difíciles».
Las promesas de mayor crecimiento económico y de mayor inversión no llegaron. Según proyecciones del Banco Central, el crecimiento económico del PIB durante el año 2019 estaría con cifras menores a un 3 %. Y las encuestas lo han golpeado por ello. Incluso la encuesta pagada que tiene -CADEM- sostenidamente ha demostrado el deterioro del Gobierno, lo que nos permite sostener que encuentra mayor rechazo que apoyo.
Sus amigos de la región ya no le sirven mucho. Luego de la profunda derrota electoral en las PASO, que proyecta replicarse en la primera vuelta presidencial, Piñera se ha desmarcado de la crisis económica y política que enfrenta su amigo Mauricio Macri. Asimismo, con medio millón de hectáreas quemadas en el Amazonas, a pesar del favor de extradición de Mauricio Norambuena, ha tenido que criticar a Jair Bolsonaro y ofrecerse como puente ante los países del G7.
Pero a no confundirse. El Gobierno no se encuentra derrotado. Sólo ha cambiado el exitismo que manifestaron al llegar al Gobierno y están mostrando su incapacidad para mejorar el panorama económico del país. No obstante ello, siguen insistiendo con su programa en favor del empresariado y en contra de los intereses de la clase trabajadora en nuestro país. En síntesis, el Gobierno enfatiza en sus dos fuertes temas que concitan base de apoyo: un Estado al servicio de los empresarios y medidas autoritarias que fortalezcan el Estado policial.
Un gbierno de los empresarios
La primera medida de estas es la reforma tributaria. Esta semana, el corazón del proyecto sobrevivió y se aprobó en la Cámara de Diputados con los votos de la Democracia Cristiana. La «columna vertebral» de esta reforma es la integración plena del sistema tributario, lo cual permitirá a los empresarios descontar el 100% de los impuestos de primera categoría (que pagan sus empresas) del pago de impuestos del global complementario (impuesto que deben pagar como personas naturales). Esto significará que los más ricos se verán beneficiados con ganancias de $800.000 millones de pesos que irán a parar nuevamente a sus bolsillos, en desmedro del erario público. Nuevamente el eufemismo de «modernización» es utilizado como sinónimo de «privilegios para los más ricos».
La segunda medida será insistir con la reforma previsional, cuyo eje es fortalecer el sistema de capitalización individual y subir espuriamente las pensiones básicas solidarias, para ver si logran frenar el descontento social por las pensiones de miseria en nuestro país. De todas formas, la reforma previsional de ninguna forma -ni material ni mediáticamente- pondrá fin a la demanda de un nuevo sistema de pensiones, por lo cual este tema seguirá abierto durante todo el Gobierno de Sebastián Piñera, incluso si se logra aprobar la reforma con los votos de la ex-Nueva Mayoría. Las presiones en esta reforma seguirán proviniendo desde el mundo empresarial, quienes buscan que las AFP administren el 4 % de cotización obligatoria que se aumentará.
La tercera medida consistirá en persistir con su proyecto de flexibilización laboral para combatir el proyecto de ley de reducción de la jornada laboral semanal a 40 horas. El Gobierno se vio obligado a discutir sobre la materia, aún cuando la reducción de la jornada nunca fue una materia relevante en su agenda de modernización laboral. El Gobierno propone reducir 4 horas de trabajo semanal en 8 años, con la contrapartida de aprobar una jornada mensual de 180 horas, lo cual significará que un trabajador/a pueda en una semana trabajar hasta 72 horas. Su propuesta de flexibilización y reducción de jornada laboral es naturalizar prácticas de trabajo extenso diario y semanal propias de los siglos XVIII y XIX. Cuando se anuncian procesos de robotización y automatización, que deberían permitir rebajar jornadas de trabajo manteniendo salarios dignos, el empresariado y el Gobierno responden exigiendo que los trabajadores trabajen más horas. Independiente del resultado de esta discusión en el Congreso, la necesidad de reducir la jornada de trabajo se ha instalado como un tema relevante que de seguro se mantendrá como elemento central en el programa de las organizaciones de la clase trabajadora.
Sin lugar a dudas, las tendencias actuales del trabajo exigen una discusión más compleja en materia laboral y que requieren discutir el modelo de relaciones laborales instaurado en la dictadura. Ello será tarea de las organizaciones de la clase trabajadora, pues desde el empresariado tienen claro sus demandas: flexibilidad y desregulación laboral, para hacer lo que se les de la gana con los trabajadores en nuestro país.
Fortalecimiento del Estado policial
Como si regresáramos al 2011, al primer Gobierno de Sebastián Piñera, la criminalización de los estudiantes vuelve a ser parte de la agenda pública. Ante las pocas movilizaciones de los estudiantes universitarios, el blanco de ataque han sido los estudiantes secundarios de los establecimientos educacionales públicos.
La ocupación diaria del Instituto Nacional por parte de carabineros de Chile muestra imágenes tan crudas como las que se veían en la dictadura. Más de 100 efectivos policiales irrumpen todos los días en el liceo con el objetivo de golpear y detener arbitrariamente a sus estudiantes. Esta estrategia de violencia policial se ve acompañada de un discurso en materia educacional que pretende poner en el centro de la agenda la ley de aula segura, aún cuando ha demostrado ser una herramienta para vulnerar los derechos fundamentales de decenas de niñas y niños.
En este escenario de violencia policial, las comunidades educativas han sido destruidas. Autoridades en contra de estudiantes, apoderados/as y trabajadores de la educación divididos, estudiantes y trabajadores perseguidos. Y hasta el momento, han sido escasas las muestras de solidaridad frente a estas comunidades que cotidianamente han vivido la violencia policial y de las autoridades, tales como el Instituto Nacional, Liceo Darío Salas, Liceo Amunátegui, Liceo N° 1 Javiera Carrera, entre otros.
Por el contrario, el Gobierno sigue instalando su agenda, reflotando la denominada Ley Hinzpeter, la cual tenía por objetivo transformar en un delito cualquier acción de protesta, tales como las ocupaciones de establecimientos educacionales y cortes de calle. La criminalización sigue siendo la herramienta del Gobierno para combatir a comunidades estudiantiles que reclaman. Más aún, esta estrategia de violencia policial cambia el foco a los cuestionamientos que ha sufrido carabineros en el último tiempo, donde se les ha asociado a bandas criminales, robos gigantescos de fondos públicos, en el verdadero robo del siglo, y prácticas ilegales y asesinatos en casos como la Operación Huracán y el asesinato de Camilo Catrillanca.
En este mismo sentido, la criminalización de la comunidad migrante en nuestro país es otro factor utilizado para legitimar a las policías y las Fuerzas Armadas. Con la excusa del narcotráfico en las fronteras, el Ministro de Defensa – y conocido plagiador- Alberto Espina junto con el Presidente Piñera, firmaron un decreto que permitirá que el Ejército de Chile cumpla labores policiales en las fronteras. Otra vez, tratando de legitimar una institución castrense que se ha visto fuertemente cuestionada por los actos delincuenciales que han realizado exgenerales y excomandantes en jefe del Ejército.
¿Y la respuesta desde el campo popular?
En síntesis, tendremos un Gobierno que con el poco margen que tiene seguirá insistiendo en reformas legislativas que beneficien al empresariado en materia tributaria, laboral y ambiental, como también insistirán en una criminalización mediática y legal del movimiento popular, a través de un discurso que refuerza el Estado policial, pero también con legislación que les permitirá condenar acciones de protestas en contra de este mal gobierno.
Ante una agenda clara por parte del Gobierno, es momento que el campo popular se articule desde sus organizaciones de base para frenar esta agenda que atenta contra los derechos de los pueblos y comience a construir un programa que permita superar el actual periodo político donde el modelo muestra síntomas de agotamiento y de fisuras de sus consensos desde la transición hasta la fecha, pero que hemos sido incapaces de derrumbar.
Fuente: https://www.convergenciamedios.cl/2019/08/de-los-tiempos-mejores-a-los-tiempos-dificiles/