Carabineros vigila algunos establecimientos educacionales, acosando a estudiantes, usando perros sin bozal, haciendo control de identidad, haciendo revisión de mochilas, incluso registrando los cuerpos de niños/as y adolescentes.
Aunque los medios de comunicación de masas no digan nada, hace un par de semanas nuevamente hay movilizaciones de estudiantes, en diferentes colegios de Santiago y en otras regiones. Hay escuelas en las que nunca ha cesado el conflicto. Autoridades escolares y sostenedores han tratado de mantener cierta normalidad, haciendo un muy mal uso de los reglamentos internos, expulsando estudiantes y endureciendo la convivencia. Casi 2500 estudiantes expulsadas/os el 2024, y una oleada de medidas disciplinarias autoritarias se han normalizado en algunos Liceos; vigilancia en patios, revisión de mochilas, interrogatorios, difícilmente conviven con lo pedagógico.
Sin embargo, la protesta estudiantil continúa, crece y aún así, se invisibiliza o peor, se criminaliza por parte de los medios de comunicación y las misma autoridades. Después que el ministro Cataldo trató de “delincuentes” al estudiantado y Desbordes de “sicarios”, en el Liceo 7 de Ñuñoa ya hay 5 estudiantes amenazadas con ser expulsadas/os. En el Liceo 4 de Santiago hay 6 estudiantes en la misma situación, además les están cobrando 100 mil pesos a sus apoderadas por los daños que podría haber generado la ocupación. Hay un estado de alarma en la ciudad de Santiago que los medios de comunicación callan. Los funcionarios del Metro tienen orden de cerrar la estación si ven estudiantes protestando. Carabineros vigila algunos establecimientos educacionales, acosando a estudiantes, usando perros sin bozal, haciendo control de identidad, haciendo revisión de mochilas, incluso registrando los cuerpos de niños/as y adolescentes. A las escuelas que están en toma, las desalojan a diario, les lanzan gases lacrimógenos dirigidos a la entrada de los establecimientos, llenando de gas los edificios. Durante estas acciones, carabineros amedrenta a las/os niños, les susurran insultos, tapándose su identificación institucional, incluso amenazan a apoderadas/os.
¿Por qué protestan los estudiantes? Antonia, estudiante del Liceo 1, decía elocuentemente en el programa Alerta Educativa. Nosotros no tenemos confort, no tenemos jabón, las jaboneras están rotas, los baños están en mal estado, hay falta de docentes, no hay personal (…) en uno de los Liceos más críticos, el Confederación Suiza, tiene a su alrededor una red de prostitución increíble! De verdad, si Desbordes habla tanto de la seguridad comunal, casi a modo de campaña política ¿por qué no busca solucionar esto también dentro de ese liceo?
¿Violento, no? Sorprende entonces, que durante todo este tiempo el debate publicado sobre educación (la prensa y los expertos) reduzca el problema en las escuelas a la violencia de los jóvenes, sin mencionar la crisis de la educación pública y la criminalización hacia los estudiantes. Durante estos meses se ha etiquetado como violencia escolar, toda acción de protesta o descontento estudiantil. Incluso niños del espectro autista que se descompensaron en la escuela, fueron amenazados con la ley Aula Segura.
Los expertos poco aportan cuando omiten la criminalización de la protesta del análisis. Así han caído muchos bajo el hechizo de los medios de comunicación que construyeron un problema ficticio al que llamaron violencia escolar. Los jóvenes son violentos y la escuela no es segura. Puede sonar obvio a esta altura. Pero, parafraseando a los raperos, Subverso y a Portavoz, ¿Dónde empieza la violencia? ¿En el maltrato e indiferencia de las autoridades? ¿En la inmoral propaganda de los medios de comunicación? ¿En la reacción punitiva de profesores o en el silencio cómplice de los expertos? Seamos claros, todo esto termina avalando la cobarde e impune agresión policial a niños, niñas y adolescentes.
Al menos, se podría consensuar que el origen de la violencia en ningún caso está en los niños y en las niñas. Que la crisis de las escuelas sigue ahí y es cada vez peor. Y por último, hay algo que está muy mal en la forma de pensar de algunos profesores, autoridades, y expertos de este país, cuando omiten, o simplemente no se dan cuenta donde empieza realmente la violencia.
* El autor es académico de la Universidad de Chile e integrante del Foro por el Derecho a la Educación Pública.
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