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De relojes y mensajes a destiempo

Fuentes: aesteladodelparaiso.wordpress.com

Hay ocasiones en que los hombres y mujeres sienten un irrefrenable deseo de lanzar un mensaje a la posteridad o, en su defecto, la materialización más aproximada de la posteridad acorde a los gustos de cada cual. Eso le pasó el 13 de abril de 1861 a Johnathan Dillon, un relojero irlandés que por entonces […]

Hay ocasiones en que los hombres y mujeres sienten un irrefrenable deseo de lanzar un mensaje a la posteridad o, en su defecto, la materialización más aproximada de la posteridad acorde a los gustos de cada cual. Eso le pasó el 13 de abril de 1861 a Johnathan Dillon, un relojero irlandés que por entonces trabajaba en una tienda de la avenida Pennsylvania de Washington (1). Llegaban los primeros ecos de la guerra civil cuando este simpatizante de la Unión se proponía reparar un reloj de oro propiedad, ni más ni menos, que del mismísimo presidente Abraham Lincon.

Fue en ese momento cuando Dillon se sintió llamado a dejar su huella en la Historia. Y lo hizo bajo la forma de un mensaje secreto que improvisadamente dejó grabado en el interior del artilugio. Después volvió a cerrar el mecanismo, de modo que su propietario nunca llegó a sospechar que era portador de aquellas frases que el artesano había impreso en su reloj para que permanecieran en el tiempo. De este modo la anécdota fue quedando en el olvido, aunque los descendientes de Dillon se encargaron de mantenerla viva en la familia. De hecho, el propio relojero se ocupó de echarle una mano a la posteridad y en 1906 relató su peripecia a un reportero del New York Times (2). En aquella entrevista, el ya anciano Johnathan Dillon evocó las grandilocuentes palabras que dejó escritas en los engranajes del reloj: La primera arma se ha disparado. La esclavitud está muerta. Gracias a Dios tenemos un presidente que al menos lo intentará.

Sin embargo, pasaron los años y nadie mostró especial interés en comprobar su relato. Hasta el 10 de marzo de 2009. Ese día la dirección del Museo Nacional de Historia Americana, en cuyas salas se expone el controvertido reloj, decidió abrir el dispositivo como un reclamo más dentro del programa de actos relativos a Lincon. Hasta allí acudieron los descendientes del irlandés y expertos relojeros que procedieron a desmontar la centenaria pieza. Y en efecto, allí estaban las palabras del relojero. Eso sí, con alguna falta de ortografía, equivocándose en la fecha del inicio de la guerra y con un final menos épico: Gracias a Dios tenemos un gobierno. Además, la apertura del dispositivo puso al descubierto otro curioso hecho. El aparato ya había sido abierto antes, probablemente durante otra reparación. Y otro relojero desconocido, animado por la inscripción de Dillon, también quiso dejar en él su mensaje: una fecha, 1864, y un nombre Jeff Davis, uno de los líderes confederados que se levantó contra Lincon.

Con todo, hay que agradecer a Dillon sus inclinaciones poéticas y esa metáfora final sobre el tiempo y la posteridad que sin pretenderlo consiguió evocar con su ocurrencia. Porque desgraciadamente en la mayoría de los casos los mensajes transcendentes acaban envueltos en la más cansina grisura. Ahí está si no para comprobarlo el prosaico discurso lanzado por José Montilla en el Cercle Financer de La Caixa (3). Allí, rodeado de empresarios, el presidente socialista de la Generalitat catalana se dedicó a cantar las virtudes de este capitalismo en descomposición y, como Dillon, pretendió enviar un mensaje al presidente socialista del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero: hay que replantearse la gratuidad de la sanidad, abaratar el despido, debilitar los convenios colectivos e impulsar la energía nuclear. En fin, una retahíla de recetas gastadas que, como el reloj eternamente averiado de Lincon, parecen proceder de un tiempo detenido. Mensaje, en fin, que al igual que el inscrito por Dillon para Lincon, los acaba leyendo, con sorna, el enemigo. Y no se sabe si con agrado el señor presidente.

Notas:

1) http://www.nytimes.com/2009/03/11/arts/design/11linc.html?_r=2&8dpc

2) http://query.nytimes.com/mem/archive-free/pdf?_r=1&res=9B01E7D8113EE733A25753C3A9629C946797D6CF

3) http://www.lavanguardia.es/politica/noticias/20090311/53657634251/montilla-defiende-liberalizar-el-mercado-para-no-naufragar.html