En período de elecciones en una ciudad cualquiera, más del 80 por ciento de los ciudadanos deciden votar en blanco. Es el punto de partida para el reciente libro de José Saramago «Un ensayo sobre la lucidez». En esta nueva obra eminentemente cuestionadora y polémica, el Nobel portugués hace un llamado de atención al sistema […]
En período de elecciones en una ciudad cualquiera, más del 80 por ciento de los ciudadanos deciden votar en blanco. Es el punto de partida para el reciente libro de José Saramago «Un ensayo sobre la lucidez». En esta nueva obra eminentemente cuestionadora y polémica, el Nobel portugués hace un llamado de atención al sistema democrático pues según advierte en su libro «la democracia se suicida diariamente, pierde espesura y se degrada». A propósito de los 25 años de democracia en el Ecuador, Tintají conversa con dos sociólogos, un historiador y un escritor para analizar la propuesta del voto en blanco como mecanismo para romper con la «caricatura de democracia en que vivimos».
FERNANDO BALSECA (Escritor)
– La última novela de Saramago «Un ensayo sobre la lucidez» habla del proceso de elecciones en una ciudad cualquiera, donde más del 80 por ciento de la población vota en blanco. ¿Estamos ante una utopía? – Sí, pero creo que la tarea fundamental de los escritores es proponer utopías. Si llegase acontecer algo parecido a la novela de Saramago podría haber la posibilidad por parte de los políticos de reflexionar sobre su papel en la sociedad. Es una buena oportunidad para establecer una suerte de autocrítica, sobre todo pensando que la política debería ser una suerte de compromiso de servicio a la ciudad. El planteamiento del voto en blanco serviría de alguna manera para castigar los políticos como los conocemos actualmente y posibilitaría un ejercicio de autocrítica. Esto permitiría poner en debate público sobre lo que quiere la sociedad civil de esos políticos.
– ¿El voto en blanco es un llamado de atención a la democracia en que vivimos? – Se habla de democracia participativa y representativa, pero creo que gobernar es un arte difícil. Gobernar bien, además es un imposible porque siempre está presente una serie de subjetividades, de intereses que lo hace imposible y basta con preguntarnos dónde hay un buen gobierno. Esta no es una propuesta anarquista sino simplemente reconocer una dificultad a fin de que los políticos puedan actuar con mayor humildad. La literatura a través de la novela de Saramago nos permite entender que el trabajo de los políticos tal como lo conocemos son un engaño y la literatura en esta obra de Saramago devela eso. Podríamos construir una cultura más democrática más participativa si los políticos ofrecieran menos.
– ¿Es un llamado de atención a los gobiernos? – El llamado del escritor portugués es que sea un poco más transparente la relación de los gobernantes con los gobernados y que pueda existir mecanismos de control de los ciudadanos y de interpelación de los gobernados hacia sus gobernantes.
– En nuestro sistema democrático, ¿es válido o no el voto en blanco? ¿Es válido o no el voto en blanco? – Recientemente celebrábamos los 25 años de la democracia en el Ecuador y escuchaba que en estos años nunca un partido político ha ganado una reelección. Parece que esto es un indicativo de que ya hay una maquinaria montada y que esa maquinaria va a continuar con una forma de gobierno, sin importar la ideología, ni nada. Para el ciudadano común da igual que gane alguien que se llame de centro izquierda o alguien de derecha. El voto nulo o en blanco supone un alto nivel de conciencia de lo que sucede en la realidad y en esta maquinaria de poder, pero es difícil que esto se cumpla.
JUAN J. PAZ Y MIÑO CEPEDA (Historiador)
– Algunos analistas consideran que el último libro de Saramago «Un ensayo sobre la lucidez» es un atentado contra la democracia. – Lo que cuestiona es una democracia «secuestrada por el poder económico multinacional». En América Latina deberíamos añadir que, además, está sometida a oligarquías y políticos corruptos. En Ecuador derrocamos dos gobiernos, y la población está dispuesta a repetirlo. ¿Acaso porque los ecuatorianos desconfiamos de la democracia? De ningún modo. Los sucesos del Ecuador han planteado otro desafío teórico sobre la democracia: ¿es legítimo a los pueblos latinoamericanos destituir gobiernos que hacen todo en su contra? Y la respuesta nos acerca a Saramago: los pueblos quieren restaurar una democracia que los gobernantes les han negado.
– ¿Es democrático o no el voto en blanco? – Desde luego que sí. Es una opción individual legítima. Volviendo a Saramago, ¿y si todos votan en blanco?. Y añadamos ¿y si todos votan nulo?. Lo que desde la opción individual es legítimo se traduce, colectivamente, en un cuestionamiento radicalísimo a la democracia «secuestrada».
– Este regreso a la lucidez que plantea Saramago sería una voz de alerta para la democracia – Un generalizado voto en blanco ya no es un simple llamado de atención a los gobiernos, sino una toma de conciencia sobre el poder político. En 1957, cuando fue proscrito el peronismo por los militares, los votos en blanco triunfaron sobre todos. Fue un rechazo del peronismo a la arbitrariedad antidemocrática de un gobierno.
– Saramago en cierta forma sostiene que este sistema ya no es democrático – Pero, ¿de qué «democracia» estamos hablando en América Latina tras dos décadas de modelo «neoliberal» que ha provocado el mayor retroceso de la calidad de vida y trabajo para millones de latinoamericanos? Ecuador ocupa uno de los primeros lugares en iniquidad en el mundo y el poder político se halla en manos de quienes detentan el poder económico.
– ¿Qué pasaría si ocurriera en el Ecuador algo parecido a lo que Saramago planteó en su novela? – Otra expresión de rechazo masivo. Como ocurrió en 1997 y 2000. Lastimosamente sin una salida eficaz para alterar la democracia «secuestrada», por la falta de condiciones para un control político popular. Ese vacío volverá a ser aprovechado a su favor por quienes manipulan y conservan la supuesta «democracia». Al menos en el presente inmediato. Pero la historia está abierta como desafío hacia futuro.
FLORENCIA CAMPANA (Socióloga)
– ¿Cuál es el significado de estos 25 años de democracia en el Ecuador? – Estos 25 años de democracia capitalista han significado la consolidación de un sistema económico y social completamente excluyente para las grandes mayorías de la sociedad ecuatoriana, pues conjuntamente con los grandes programas de lucha contra la pobreza que han ido apareciendo en cada gobierno de turno, estos mismo gobiernos fueron profundizando la dependencia absoluta del país a los organismos financieros internacionales, y así no pudieron eximirse de las exigencias de los mismos. Pero también hay que reconocer que en este periodo de estabilización democrática se ha dado cabida a nuevos actores en el escenario político, quienes por medio de su lucha han buscado constituirse en sujetos políticos. Es el caso del movimiento indígena. Y también la presencia de las mujeres pugnando por hacer valer su cualidad ciudadana, aunque sin articular un discurso político, ha sido la novedad de este periodo. Los dos casos, incluso han dejado su huella en la Carta Constitucional del Estado ecuatoriano.
– El último libro de Saramago cuestiona duramente a la democracia y propone una nueva forma de participación a través del voto en blanco – Después de la ‘caída del muro’ muchos intelectuales, artistas y escritores, en el mejor de los casos prefirieron con su silencio dejar pasar y dejar hacer todas las acciones que apuntalaban este nuevo momento del desarrollo capitalista, sin embargo otros no claudicaron en su compromiso con los desposeídos y con la construcción un mundo radicalmente mejor del que tenemos ahora. Uno de ellos es Saramago, quien desde su trinchera de la literatura no ha dejado de mantenernos despiertos y de convocarnos a la acción. Eso es precisamente lo que hace con su último libro, cuando nos hace recordar a algunos, y plantea a los otros la necesidad inmediata y continua de discutir esta democracia, que en nombre de desterrar la fuerza y la represión que restringen las libertades se ha estabilizado con el engaño para mantener iniquidades. El libro nos saca de la dicotomía dictadura-democracia para proponernos el debate entre democracia, tragicómica ilusión del pueblo a través de la cual se legitima el poder de los poderosos y Democracia, verdadera soberanía del pueblo: gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo.
– Pero eso implica también ser conscientes a la hora de votar… – Lo interesante de la propuesta contenida en el libro de Saramago en relación al voto en blanco es que va más allá de entenderlo como una simple protesta contra los/las candidatos o políticos, en donde cabría el voto nulo, sino que es planteado como el lugar mágico de contestación para movilizar conciencias, en un momento en que la democracia está bloqueada, está herida de muerte; y está bloqueada porque el sistema de representación conduce a elegir gobiernos que se han convertido en comisarios políticos del poder económico como dice Saramago, poder económico que desecha a las mayorías a la hora de compartir la riqueza de las sociedades, producidas por esas mismas mayorías. En ese sentido¿ puede haber un acto más democrático que hacer uso de la conciencia a través del voto en blanco, para mostrar la falsedad de un sistema que aunque dice lo contrario, perpetúa la situación de sometimiento? ¿Puede haber un acto más democrático que hacer uso de la conciencia liberándose de la maquinaria mediática que oculta lo que perturba al sistema? Seguramente para quienes sustentan los discursos de la democracia en los frágiles decorados que pretenden hacer ver naturales a las iniquidades el voto en blanco sería antidemocrático.
ADRIÁN BONILLA (Sociólogo)
– ¿Es democrático o no el voto en blanco? – En el caso ecuatoriano, el voto en blanco puede asimilarse como voto nulo, legalmente tienen los mismos efectos. En más de una ocasión las fuerzas alternativas han llamado a votar nulo o votar en blanco como un mecanismo de protesta frente a los partidos políticos constituidos. A través del tiempo la izquierda a entrado dentro de los procesos electorales porque ha visto que es más fácil el contacto con el pueblo. Esto no niega la posibilidad de votar blanco o votar nulo como un mecanismo de protesta o como un mecanismo de disenso.
– ¿A qué responde el hecho de que en estos 25 años de democracia en el Ecuador, nunca haya ganado la reelección un mismo partido? – Puede ser el síntoma de una población que busca novedad porque la población a votado por el centro, por la derecha, escoge distintas opciones dentro del sistema, pero esto no significa un cuestionamiento al sistema sino que hay niveles de insatisfacción en general, pero que la población sigue buscando opciones.
– ¿Qué pasaría si llega a suceder lo que en la novela de Saramago donde más del 80 por ciento de la población vota en blanco en un período de elecciones. – Si es que la mayoría de la sociedad llegase a votar nulo implica reformar el sistema político y adaptarlo a las necesidades de esa población.
– ¿Es un llamado de atención a «la caricatura de democracia» en la que vivimos? – Depende de la elección en donde el voto nulo se manifieste si es que se trata de un plebiscito o de un referéndum, probablemente el voto nulo se manifieste en contra de los procesos o del tema que llevó a esa consulta popular. Si es que se trata del voto nulo abrumador entre varios partidos, el voto nulo es en contra del sistema electoral, al sistema de partidos y al régimen político. No necesariamente a la democracia porque es probable que un régimen político sea electoral fundamentado en elecciones pero que al mismo tiempo no sea democrático.
– ¿El voto en blanco podría ser asumido como un voto de castigo para los políticos? – Si es una forma de cuestionamiento del proceso en una elección o de las formas cómo esta elección se realiza. Sin duda si el voto blanco o el voto nulo fuera mayoritario implicaría un cuestionamiento de carácter total en el escenario donde se produce. Pero la sociedad ecuatoriana no vota nulo, ni blanco en forma parecida a la utopía de Saramago.