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Respuesta a Alfredo Caro Maldonado [ACM]

De vacunas, antivacunas y «caballos de Troya». Acuerdos, desacuerdos y desenfoques (I)

Fuentes:

Rebelión publicó el pasado martes 21 de agosto un artículo de ACM, «El caballo de Troya de la lucha contra los antivacunas» [1], en respuesta a una nota nuestra publicada el mismo día: «Tres mil niños sin vacunar (por decisión familiar) en la modernísima Barcelona» [2]. No entendemos bien lo de «El caballo de Troya […]

Rebelión publicó el pasado martes 21 de agosto un artículo de ACM, «El caballo de Troya de la lucha contra los antivacunas» [1], en respuesta a una nota nuestra publicada el mismo día: «Tres mil niños sin vacunar (por decisión familiar) en la modernísima Barcelona» [2]. No entendemos bien lo de «El caballo de Troya de la lucha…». ¿Se nos incluye en ese caballo diseñado para el engaño? Seguramente no.

Sigamos… aunque quizá convendría decir, de entrada, que la polémica puede ser bastante estéril si uno se sitúa de manera inamovible en coordenadas de iatrofobia y negación de las ciencias médicas como las que, en nuestra opinión, manifiesta en su texto ACM. La confusión sobre estas temáticas que observamos en determinados sectores de izquierda nos lleva a intentar clarificar diversos puntos al respecto.

Son muchas las observaciones y críticas realizadas por ACM. Intentamos responder a una gran parte de ellas citando explícitamente su texto para facilitar la lectura de nuestros comentarios y ayudar al balance de los lectores.

Antes de entrar en materia, como el asunto va de vacunas, unas breves informaciones y un acuerdo inicial con ACM: además del movimiento antivacunas, hay otras causas (más relevantes según países en muchas ocasiones) que explican los límites de las campañas de vacunación: la pobreza, la marginación social, el desconocimiento, los errores de los sistemas de salud, la privatización de la sanidad en algunos países, las guerras, etc. No hay duda, coincidimos en este punto. Como se señaló en un curso de julio de 2018 en la Universidad Menéndez Pelayo de Santander sobre «Las vacunas y sus beneficios colaterales»: los brotes que ha habido en España de enfermedades infecciosas están hasta el momento más ligados a población que no accede al sistema sanitario (por varias razones) que a cuestiones ideológicas y filosóficas (de ahí no se infiere, por supuesto, que debamos despreocuparnos de esto último).

Las observaciones a las que hacíamos referencia:

1. En los resúmenes electrónicos del martes 21 de agosto de Nature pudo leerse una información que toma pie en una nota de la BBC [3], reproducida luego en muchos diarios: en los primeros seis meses de 2018, unas 41 mil personas se han visto infectadas de sarampión en Europa, una enfermedad contagiosa y grave; resultado: 37 muertos. En 2017, en todo el año, hubieron 23.927 casos y 5.273 en 2016 (datos de la OMS). Los expertos en el tema (si no gusta la palabra «experto», los investigadores o los conocedores del asunto pueden ser buenas alternativas) han señalado que este gran incremento en infecciones por sarampión (de 23.927 anuales a 41 mil en medio año, un incremento del 71,35%; de 5.273 (todo el año) a 41.000: un incremento del 677,54%) es debido, entre otras razones, a una caída importante en el número de personas bien vacunadas contra esta infección

En el texto de la BBC puede verse una figura de barras horizontales. Los mayores incrementos son los de Serbia (14 de las muertes se han producido allí), Ucrania (la mayoría de las infecciones: 23.000), Georgia, Grecia (la crisis, el atropello político-económico, el chantaje y la devastación del sistema de salud son causas de ello) y Rumanía. Pero también, en grado mucho menor, en otros países de la OTAN como Francia (con copago), Inglaterra e Italia. También en Rusia. Hay acuerdo entre los investigadores en salud pública que en los países del Este de Europa con mayores incrementos hay graves problemas estructurales (pobreza, estados fallidos, degradación de los precarios sistemas de salud, etc.), pero que en los occidentales -caso especialmente de Italia, Francia y Reino Unido- derivan de la resurgida moda (ya glamurosa en los años 80 del pasado siglo) contra las vacunas y enaltecimiento de la llamada libertad individual liberal –tan made in USA– a hacer lo que quieren los padres con sus hijos sin contar con la sociedad.

En 2016 murieron de sarampión en todo el mundo casi 90.000 personas; la mayoría menores de cinco años. La vacunación sigue siendo el arma más eficaz para evitar brotes (según la OMS debe cubrir al menos el 95% de la población). Se estima que la vacuna, desarrollada en los años sesenta, ha evitado desde 2000 a 2016 la muerte de 20 millones de personas (si la cifra se piensa exagerada, pensemos en la… décima parte: ¡2 millones, nada menos que dos millones de personas han salvado la vida!).

Según Josefa Masa, especialista del Centro Nacional de Epidemiología del Instituto de Salud Carlos III, hay que vacunar con dos dosis, una el primer año de vida y la otra a los cuatro años. Su posición: «Si viene alguien de un país en el que hay un brote a España, y alrededor de él todos están bien vacunados, no va a haber problemas. Pero si alrededor hay un montón de gente no vacunada o mal vacunada se puede montar un brote, que puede pasar a otra ciudad u otra comunidad».

2. Hace unos 50 años, uno de nosotros (ERF), tuvo que tratar en un cuartel ubicado en la calle Tarragona de Barcelona un brote de meningitis. No había entonces vacunas, solo prevención (precaria) con sulfamidas. Ese brote provocó que unos cuantos jóvenes (no podemos precisar el número) quedaron con secuelas importantes.

Hay más ejemplos. Muchos médicos, ahora nada jóvenes, recordarán seguramente casos similares. Brotes de tos ferina (muy frecuentes) durante meses. Casos de difteria con alta mortalidad. Fiebres de Malta, tifus en verano, casos de tétanos… ¿Cuántos médicos jóvenes y no tan jóvenes han visto en España estas patologías? La aplicación de una adecuada ciencia médica y de salud pública ha eliminado de la vida cotidiana estas afecciones.

3. El 6 de junio de 2018 [4], monitor de oriente, una página en absoluto sospechosa de simpatías con el establihsment corporativo occidental, informaba que la OMS había recordado que la batalla contra el cólera en Yemen (no se nos escapa el horror de una guerra muchas veces olvidada: véase, por ejemplo, Owen Jones, «Arabia Saudí e Israel están matando civiles con la complicidad de Reino Unido» http://www.rebelion.org/noticia.php?id=245752) aún no había terminado. La epidemia continuaba amenazando a millones de personas, especialmente los sectores más débiles de la población: mujeres embarazadas, ancianos y menores» [la cursiva es nuestra]. En un comunicado publicado en su web, se añadía: «En tanto que la temporada de lluvias se extiende desde mediados de abril hasta finales de agosto, el riesgo de que una epidemia pueda eclosionar y extenderse no es descartable en absoluto». El representante de la OMS en Yemen, Navio Zagaria, explicó también que «ante la posibilidad de que se produzca la propagación de una tercera epidemia de cólera en Yemen, la OMS está orientando sus esfuerzos hacia la implementación de diversas campañas de control y de inmunización, que constituyen un paso vital y fundamental para prevenir posibles epidemias». Zagaria explicó también que «además de estas campañas de vacunación se ha desarrollado un plan de acción global en cooperación con las autoridades y organizaciones participantes en la defensa de la salud para bloquear la expansión de todo posible brote de la enfermedad».

4. Conviene atender a este testimonio de Roi Piñeiro, pediatra del Hospital General de Collado Villalba. En la zona que cubre su centro sanitario, al noroeste de Madrid y con una población de buen o alto nivel sociocultural (como suele decirse ahora), tuvieron que desarrollar un protocolo para vencer las reticencias de algunos padres mal informados acerca de la vacunación de los hijos. No todo está hecho, ni incluso entre sectores supuestamente informados o cultos.

Hay muchas otras informaciones relacionadas con el tema. Sirvan las anteriores como ejemplos a tener en cuenta.

Vayamos ahora al comentario de nuestro interlocutor. Sus palabras iniciales:

Ya sabemos que las palabras las carga el diablo. No es lo mismo la palabra libertad en boca de Rivera que de Durruti. La misma palabra, una esconde que es un tipo de libertad sin igualdad, la otra es la libertad universal, donde sin igualdad no hay libertad. Esto toda persona de izquierdas lo sabe. Lo mismo pasa con la palabra «progreso», que tiene connotaciones mucho más agradables. Progreso nos huele a mejora. Menos gente «progresista» tiene en cuenta que el progreso, cuando se refiere a la ciencia y la tecnología, lleva implícito otro concepto, el de crecimiento. Y ahí ya no hay tanto consenso. ¿Debemos crecer eternamente, o tenemos que apostar por el decrecimiento?

Dos observaciones: como las palabras las carga el diablo o, como nos enseñara Lewis Carroll, tienden a significar lo que las clases o grupos hegemónicos imponen, señalamos que coincidimos con ACM en que no es lo mismo el concepto de libertad de Rivera (o de Mas, Jordi Pujol, Puigdemont, Torra o Junqueras) que el de Durruti, asociado en este segundo caso a la noción de igualdad y justicia. Empero, teniendo en cuenta los extravíos que en ocasiones hemos vivido en algunas tradiciones de izquierda, conviene no menospreciar lo que, para entendernos, podemos llamar «libertades formales». Quienes hemos vivido el fascismo conocemos bien la diferencia entre una dictadura militar fascista y un estado democrático, por demediado, reformable o mejorable que este puede ser. No idealizamos nada. Por lo demás, muchas de esas libertades, a veces todas, como nos recordó oportunamente Antoni Domènech, son conquistas ciudadanas, no concesiones de las clases poderosas o instrumentos suyos de manipulación para tener «entretenidos» a los sectores más desfavorecidos y alejarnos de lo esencial: la lucha contra el capital.

No es en cambio obvio que sea lo mismo en el caso de la palabra «progreso». Sin que se nos escapen las discusiones filosóficas sobre la noción, no vemos que el concepto de progreso, cuando nos referimos a ciencia y tecnología, implique forzosamente crecimiento. La demostración de la conjetura de Fermat ha significado un verdadero progreso en el ámbito de la matemática sin que haya implicado desarrollo de nada negativo, tecnológico o no. Igualmente, existen avances -progresos- en disciplinas, en ciencias relacionadas con la salud pública que en algunos casos pueden implicar desarrollos tecnológicos y económicos (en países del mal llamado Tercer Mundo, en países empobrecidos, en Haití por ejemplo) no dañinos, y ningún crecimiento o incluso decrecimiento en otros países. Avances en las ciencias médicas pueden generar teorías y costumbres (crear ethos en definitiva) que reduzcan el consumo de determinadas tecnologías y mercancías, ayuden a la organización de movimientos críticos y pueden incluso llegar a eliminar sectores amplios de la industria. El caso de la prohibición, aún no universal, de la industria criminal del amianto puede ser una buena ilustración de una ciencia comprometida con el bienestar de la ciudadanía, no con la cuenta de beneficios de las grandes corporaciones del sector de la construcción y afines.

2. Sigue ACM:

¿Y qué tiene que ver eso con el debate sobre las vacunas? La medicina se apoya, entre otras cosas, en los saberes y tecnologías que la ciencia produce. Durante las últimas décadas, con la tecnociencia, la medicina no sólo se apoya, sino que es dirigida y manipulada por aquella. Un «nuevo» concepto surge, iatrogenia. El mal causado por la práctica médica. Así, las vacunas, como tecnología que son, no están libres de este mal.

Decir que las vacunas son uno de los avances tecnológicos más importantes para las clases populares es una perogrullada. Pero, como la defensa de la libertad, la defensa de las vacunas puede esconder intenciones, que si no se explicitan, terminan yendo en contra de las clases populares. Contradictorio ¿verdad?

Nuestros comentarios:

a) «La afirmación de que en las últimas décadas la medicina no sólo se apoya, sino que es dirigida y manipulada por aquélla», por la tecnociencia, necesitaría mayor argumentación (o argumentación simplemente). Aquí sólo se afirma y conviene delimitarla. Por lo demás, la práctica de muchísimos médicos de sistema pública de salud, de España o de otros países, falsaría de entrada esa consideración. Ni están dirigidos ni están manipulados por los «últimos avances médicos». Sería una ofensa injustificada pensar lo contrario.

b) La formulación usada por ACM -«La medicina se apoya, entre otras cosas, en los saberes y tecnologías que la ciencia»– parece ubicar a la medicina en unas coordenadas no científicas. No es nuestro punto de vista. En las disciplinas médicas, sonroja decirlo, también existe investigación, resultados, avances, contrastaciones, incluso cambios de paradigma. No vemos por qué se ha de considerar a Lavoisier, Planck o Kurt Gödel grandes científicos y afirmar que Claude Bernard o Tu Youyou, por ejemplo, no lo es. Volveremos sobre ello. La ciencia, así mencionada, no deja de ser una abstracción nominal, al igual que cuando se habla de los científicos genéricamente. En la vida real hay ciencias (astrofísica, mecánica cuántica, herpetología, fisiopatología, inmunología…) poco o nulamente conectadas entre sí con investigadores en estos campos que poco pueden hacer en los ajenos a su conocimiento. Aunque ciertamente, para ser más precisos, nunca se sabe con seguridad, y en ocasiones puede haber sorpresas.

c) El concepto de iatrogenia, por otra parte, no es nuevo. Tiene años y años de antigüedad, remontándose a Hipocrates (primum est non nocere). Por lo demás, que una práctica humana, médica o no, sea consciente de sus peligros no parece nada negativo. Más bien lo contrario.

d) No estamos seguros que la formulación «las vacunas, como tecnología que son» sea la mejor posible. Mejor acaso: «resultado de la investigación en inmunología».

e) Lo de la perogrullada es secundario pero, más allá de que lo sea o no (parece que ACM piensa que sí y que, por tanto, también opina que es un avance importante para las clases populares y para el conjunto de la sociedad), parece una afirmación algo «subida de tono». No es la única. Parece a veces, por las formas de decir en su artículo, que la única persona en el mundo que no dice perogrulladas es ACM.

f) No vemos tampoco donde asoma la contradicción en lo que venimos hablando. Que una cosa pueda considerarse A desde una perspectiva y no-A desde otra no implica ni contiene contradicción alguna.

De las intenciones apuntadas que «terminan yendo contra las clases populares» hablaremos más tarde.

3. Volvamos al texto de ACM:

En el artículo de Eduard y Salvador se argumenta que la sinrazón de los antivacunas en Cataluña, y en concreto Barcelona, son un peligro a combatir. No son santo de mi devoción aquellos que dicen que no quieren vacunar a sus hijos. Pero cuando aparece algún caso de personas enfermas por infecciones con vacunas y se orquesta la típica campaña ¡ay los antivacunas! a mí se me frunce el ceño.

No quisimos expresarnos en términos tan belicistas y creemos que no lo hicimos (podemos rectificar ni es necesario) pero, sea como fuere, conviene destacar lo que señala nuestro crítico, nuestro segundo o tercer gran acuerdo: «No son santo de devoción aquellos que dicen que no quieren vacunar a sus hijos». Tampoco de la nuestra (con los matices que formularemos a continuación) en este tema, admitiendo por supuesto que pueden ser gente más que razonable en otros asuntos.

Nos alejamos de ACM, en cambio, en su siguiente consideración: «cuando aparece algún caso de personas enfermas por infecciones con vacunas y se orquesta la típica campaña ¡ay los antivacunas! a mí se me frunce el ceño». No sabemos si se orquestan «típicas campañas» pero no se nos ocurre de entrada otro medio mejor (se nos ocurren también otros complementarios) que informar (conscientes de los diferentes procedimientos de información en función de los colectivos a los que pretendemos dirigirnos) a la ciudadanía de la situación y de los peligros de seguir incrementando sendas irracionalistas por razones, en ocasiones, nada humanistas sino fruto de cosmovisiones muy distantes de toda prudencia e información contrastada.

Repongamos fuerzas. Más reflexiones en nuestra próxima entrega.

Notas:

1) http://www.rebelion.org/noticia.php?id=245540

2) http://www.rebelion.org/noticia.php?id=245538

3) https://www.bbc.com/news/health-45246049

4) https://www.monitordeoriente.com/20180606-la-oms-alerta-sobre-un-posible-nuevo-brote-de-colera-en-yemen/

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.