Colombia y Venezuela –junto con Ecuador y Panamá– forman parte de lo que Simón Bolívar llamó “La Gran Colombia”. Estos países hermanos comparten una historia, una cultura y un horizonte emancipador. Por eso, una paz sustantiva en Colombia es de enorme importancia no sólo para el pueblo neogranadino, sino también para Venezuela y para toda la región.
En esta entrevista, Pablo Beltrán –miembro del Comando Central del ELN [Ejército de Liberación National] y jefe de la Delegación de Diálogos– habla sobre los Diálogos de Paz que iniciaron en Caracas en noviembre de 2022 y que actualmente continúan en México.
70 años de guerra en Colombia y al menos 157 líderes sociales asesinados en el año 2022 en la guerra contra el pueblo. ¿Están dadas las condiciones políticas y sociales para firmar un acuerdo entre el ELN y el Gobierno de Colombia?
Existen de sobra condiciones y exigencias políticas y sociales para sacar adelante un Proceso de Paz en Colombia, porque es lo único que nos hará una nación viable. Además ahora hay un Gobierno progresista que tiene como una de sus metas principales lograr una paz integral y definitiva. Las víctimas que suman decenas de millones reiteran su exigencia para que haya verdad, justicia, reparación y garantías de no repetición. Los sectores de la derecha que antes se opusieron al Proceso de Paz, ahora mantienen una actitud escéptica, pero con la expectativa de también ser tenidos en cuenta en la formulación de una visión común de paz.
El 21 de noviembre inició un nuevo ejercicio en los Diálogos de Paz entre el gobierno colombiano y el ELN. Estos diálogos se inician en un nuevo escenario político y geográfico. ¿Podrían hablarnos brevemente del rol de Venezuela como país veedor en estos diálogos?
Desde el primer día del Gobierno del Presidente Hugo Chávez en 1999, la República Bolivariana de Venezuela ha albergado Mesas de Diálogo entre el Gobierno de Bogotá y el ELN. Desde entonces cumple el doble rol de ser País Garante de esta Mesa –que le implica ser testigo y depositario de los acuerdos que se suscriben–, junto a ser el país de tránsito para nuestra Delegación de Diálogos de paz.
Ustedes han planteado en una entrevista que para el ELN es importante que los diálogos operen en dos registros amplios: (I) Hacia la desactivación de los factores internos que generan el conflicto social, político y armado y (II) hacia la activación de un proyecto soberano sin la intervención de Estados Unidos como atizador de la guerra en Colombia. Comencemos por el primer punto. ¿Qué mínimos plantean desde el ELN para la desactivación de los factores internos que crean el conflicto en Colombia?
Insistimos que debemos actuar sobre las causas que generan el Conflicto Armado en Colombia y no solo tratar de afectar sus consecuencias. También hemos dicho que estas Mesas de Conversaciones, como no pueden hacer “una revolución por contrato”, tampoco pueden hacer una desmovilización de las rebeldías por contrato. En este sentido la desactivación de las causas la entendemos como un proceso que erradique el empobrecimiento y exclusión social, que frene el saqueo de bienes nacionales y su depredación inclemente, que erradique la persecución y el genocidio político que ordena la Doctrina de Seguridad del viejo régimen, que ataque frontalmente la corrupción sistémica y que las políticas para el país se dejen de dictar en Washington.
Este programa de transformaciones lo debe soportar una amplia alianza de fuerzas políticas comprometidas con el cambio y la solución política del conflicto, que pueda ser desarrollado en el corto, mediano y largo plazo, más allá de solo en el actual Gobierno.
En relación al punto II, el gobierno de Gustavo Petro no parece tener intención de activar un proceso para que las bases estadounidenses sean desmanteladas. ¿Cómo destrabar esta situación, que por demás afecta a toda la región?
El arte de dominar del imperialismo norteamericano ha estado en “dividir para reinar”, pero ahora comienza una nueva fase del proceso de integración de América Latina y el Caribe, que va a hacer posible tener una sola voz ante las potencias mundiales, con lo que problemas agudos que sufren nuestros pueblos van a tratarse desde una fuerza soberana conjunta, que reclama soluciones dignas para sus naciones y sus pueblos. Por ejemplo, hacer de esta región una zona de paz, buscar alternativas a la fracasada “Guerra contra las drogas”, deshacernos de la esclavitud de la deuda externa, entre otros problemas.
Posiblemente, uno de los problemas más gruesos en los diálogos entre el gobierno colombiano y las FARC fue la limitada participación del pueblo en el proceso. Entiendo que el primer punto que el ELN pone sobre la mesa en los diálogos es la “participación de la sociedad civil en la construcción de la paz”. ¿Cómo se puede lograr este objetivo?
Los tres primeros puntos de la Agenda de negociaciones están referidos a la participación vinculante de la sociedad en este proceso de solución política del conflicto, con el propósito de construir una visión común de paz. Esto implica diseñar una metodología precisa de participación, que permita diagnosticar los problemas estructurales del país y a su vez formular un plan de transformaciones de corto, mediano y largo plazo; esto es, que la gente diga cuáles son los cambios indispensables y asuma un compromiso para realizarlos, lo que pasa por materializar un acuerdo nacional de muchas fuerzas políticas y sociales interesadas en pasar la página de la Guerra del viejo régimen y en buscar alternativas más allá del capitalismo salvaje.
En concreto, ¿cuál sería el impacto de un posible acuerdo para el pueblo colombiano, pero también para el pueblo venezolano y las gentes de la región en general?
El lunes 6 de febrero el Ministerio de Relaciones Exteriores de Brasil aceptó volver a ser País Garante de esta Mesa de Diálogos de Paz y agregó que este es un “proceso fundamental para consolidar la paz de Colombia y en consecuencia de gran importancia para la región y el mundo”.
¿Cómo esperan que pueda funcionar un eventual cese bilateral tras acordarlo en los Diálogos?
Contamos con la experiencia del cumplimiento de un Cese al Fuego Bilateral, Temporal y Nacional acordado con el Gobierno de J. M. Santos en 2017, en saludo a la visita del Papa Francisco; el cual funcionó –con uno que otro incidente– y demostró por primera vez en la historia de Colombia que era posible este tipo de desescalamiento del conflicto armado; para lograr este resultado fue necesario acordar protocolos muy específicos, que señalaron qué cubría este cese y qué no cobijaba.
En el proceso de paz con el ELN, ¿cuáles serían los elementos de justicia que ustedes están interesados en alcanzar y a cuáles se comprometerían?
El punto cuatro de la agenda de negociaciones dice que “en la construcción de una paz estable y duradera, es esencial el reconocimiento a todas las víctimas y a sus derechos, así como el tratamiento y la resolución a su situación, con base en la verdad, la justicia, la reparación, los compromisos de no repetición y el no olvido. El conjunto de estos elementos fundamentan el perdón y proyectan el proceso de reconciliación”. Para nosotros lo primero es escuchar a las víctimas y que sean vinculadas efectivamente en este Proceso de Paz. En segunda instancia trataríamos lo pertinente a la situación jurídica de los integrantes del ELN, asunto que es materia del punto cinco de la agenda referido a poner fin al Conflicto Armado y sacar la violencia de la política.
[Entrevista para Venezuelanalysis.com]
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.