Recomiendo:
0

Declaraciones del presidente electo ensombrecen futuro de Colombia

Fuentes: Rebelión

Las primeras declaraciones y acciones del electo presidente colombiano, Iván Duque Márquez, ensombrecen el futuro de Colombia. Su ejecutoria contradice de cabo a rabo como dijera Gabo, lo dicho en su discurso el domingo al conocerse los resultados finales del debate electoral. La primera acción fue encaminada a sabotear el proceso de paz. Se ha […]

Las primeras declaraciones y acciones del electo presidente colombiano, Iván Duque Márquez, ensombrecen el futuro de Colombia. Su ejecutoria contradice de cabo a rabo como dijera Gabo, lo dicho en su discurso el domingo al conocerse los resultados finales del debate electoral.

La primera acción fue encaminada a sabotear el proceso de paz. Se ha atravesado como mula muerta para impedir que la Jurisdicción Especial de Paz (JEP), sea aprobada en el Congreso de la República.

Ordenó parar la iniciativa al sumiso parlamento de mayorías derechistas, seguramente para hacerla ropa de trabajo al tamaño del pensamiento torcido del narcoparamilitar número 82, Álvaro Uribe Vélez, según CIA.

La medida es grave, violenta y contraria a la vocación de paz del pueblo colombiano, incluyendo a los diez millones de habitantes que ingenuamente se dejaron seducir por el miedo y el analfabetismo político, apoyándolo el pasado 17 de junio.

Es una forma sutil de comenzar a hacer trizas el acuerdo de paz suscrito en la Habana (Cuba) entre la entonces guerrilla de las Farc – Ep y el Estado colombiano.

Tempranamente aparecen los nubarrones de la violencia en el horizonte de la martirizada Colombia por obra y gracia una vez más del uribismo en cabeza de Iván Duque Márquez.

El presidente electo va con todo a defender a su amo para que la impunidad siga reinando en este país sudamericano y el sueño de verdad, justicia, reparación y compromiso de no repetición, se pierdan en las profundidades ignotas del olvido.

Guerra contra Venezuela

  La otra declaración que no se puede pasar de soslayo en las primeras de cambio del mandatario electo y que tomará posesión oficialmente el 7 de agosto, es en relación con la hermana república bolivariana de Venezuela.

Es una declaración de guerra, que nada tiene que ver con el respeto por el Derecho Internacional, la libre autodeterminación de los pueblos y el interés por manejar las mejores relaciones con los países limítrofes. El mismo lenguaje belicista y tropero de su jefe, Iván Duque Márquez lo repite maquinalmente, sin quitarle o ponerle una simple coma.

Dijo que no nombraría embajador en la hermana república bolivariana, hasta tanto no hubiera «elecciones libres» en ese país. Es una grosería. Pero, más que eso, injerencia indebida en los asuntos internos de ese país limítrofe.

En realidad, lo que hace Iván Duque Márquez con esta peligrosa e inamistosa declaración es cumplir sumisamente la orden de los Estados Unidos. Colombia va rumbo a convertirse en plataforma para agredir militarmente a Venezuela, Duque es un cachorro perfecto para esos pérfidos planes imperialistas del Tío Sam.

La preocupación resulta mayor si leemos entre líneas las recientes declaraciones del embajador de los Estados Unidos en Colombia. Dice que Estados Unidos seguirá presente en el territorio nacional combatiendo el narcotráfico, (la disculpa, el pretexto, dicho sea de paso) y las dificultades con la república de Venezuela.

El susodicho embajador estadounidense le ha ordenado al estado colombiano entregar en extradición al ex comandante fariano Jesús Santrich y Duque sumiso a los gringos ha expresado su interés de obedecer al pie de la letra.

De hacerse efectiva esta solicitud imperialista, la esperanza de paz en Colombia se marchitaría aún más, por cuanto constituye otro mazazo más al sueño dorado del pueblo colombiano.

Se podría decir que las primeras declaraciones del presidente colombiano electo el domingo anterior es de guerra. No es propiamente de paz y de hermandad latinoamericana. Todo en cumplimiento a lo ordenado por los Estados Unidos.

Hay que preparar una gran movilización para rechazar esta postura guerrerista. Tenemos que defender el acuerdo de la Habana y las mejores relaciones con los pueblos de los países hermanaos, en el marco del respeto a la libre autodeterminación de los pueblos. Al parecer no nos equivocamos al decir que Duque era el candidato de la muerte, de la violencia. Los hechos rápidamente confirman dolorosamente las sospechas.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.