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Bernard-Henri Lévy, el filósofo francés

Deconstruyendo a un fantasma

Fuentes: gilad.co.uk

Traducido para Rebelión por LB

¿Qué convierte a una persona en un filósofo? Probablemente la capacidad de apuntar a la esencia de las cosas celebrando el amor a la sabiduría (filo-sophos). Aunque Bernard-Henri Lévy se presenta a sí mismo como filósofo francés, parece que carece de esa facultad elemental. A diferencia de un verdadero filósofo, Levy se enfrasca en una interminable tarea de intoxicación típica de un agente de la Hasbara israelí.

Hace unos días, el Huffington Post brindó al supuesto «filósofo» Levy una plataforma de expresión.

Levy no aprueba la campaña BDS (Boicot, Desinversión y Sanciones). Dice que es una campaña «antidemocrática». Yo esperaba verlo abogar elocuentemente por la ‘libertad de expresión’ y por los derechos humanos, pero el ‘intelectual’ sionista rehusó miserablemente hacerlo. A cambio, Levy abrazó fielmente el trillado manual de instrucciones judeocéntrico sionista y se dedicó a propalar ideas de chichinabo que apenas llegan a configurar un razonamiento. De forma patética, la mayoría de las veces las diatribas de Levy acaban siendo contraproducentes para su causa.

«En primer lugar», dijo, «se hace boicot contra los regímenes totalitarios, no contra las democracias… Uno puede boicotear a Sudán, culpable del exterminio de una parte de la población de Darfur. Uno puede boicotear a China, culpable de violaciónes masivas de los derechos humanos en el Tíbet y otros lugares».

Por alguna extraña razón, Levy parece estar convencido de que su querido Estado Solo Para Judíos es una «democracia ejemplar». «Uno no boicotea a la única sociedad democrática del Oriente Medio en la que los árabes leen una prensa libre, se manifiestan cuando lo desean, envían al Parlamento a sus representantes libremente elegidos y disfrutan de sus derechos como ciudadanos», dice Levy.

Creo que Levy o bien no sabe o simplemente finge no saber que en la «Democracia Solo Para Judíos» las leyes están orientadas racialmente. La Ley de Retorno, por ejemplo, favorece a los judíos y a nadie más que a los judíos. Levy debería conocer también el caso del diputado de la Knesset Azmi Bishara, que tuvo que poner pies en polvorosa para salvar su vida por haber sugerido que sería mejor transformar Israel en un «Estado de ciudadanos» basado en la igualdad.

Pero en realidad la cosa va mucho más allá. El argumento de Levy es totalmente erróneo y contraproducente para su causa sionista. En realidad son las democracias, y no las dictaduras, las que deben ser objeto de boicots humanitarios, pues es en las democracias donde la gente es cómplice de los crímenes que comete su gobierno. Hay que boicotear a Israel porque en el Estado judío todos los ciudadanos son culpables de los crímenes de guerra cometidos por el gobierno elegido democráticamente. Hay que boicotear a Israel porque el 94% de su población judía apoyó las tácticas genocidas del ejército israelí durante la Operación Plomo Fundido. Hay que boicotear a Israel porque sus políticas de terrorismo de Estado son un reflejo de la opinión pública, como lo han demostrado las encuestas y las elecciones democráticas.

Según Levy, en una democracia los electores tienen poder para sancionar, modificar y revertir la posición de su gobierno. Sería fabuloso si Levy pudiera iluminarnos y explicar de qué forma la Democracia Solo Para Judíos avanza por la senda de la aceptación de los derechos universales para todos.

Como a todos los agentes de Hasbara, a Levy le indigna el intento de deslegitimar a Israel. Sin embargo, el filósofo que hay en él no acaba de explicarnos qué hay de malo en deslegitimar a un colectivo asesino que se mueve guiado por impulsos raciales. También me pregunto qué puede haber tan inaceptable en deslegitimar a un Estado que es ilegítimo desde su mismo nacimiento.

Levy no comparte el entusiasmo de los partidarios de la fórmula de un solo Estado. Prefiere con mucho dividir la tierra en dos Estados. Alguien haría bien en recordarle a este mentecato que actualmente Israel es un Estado que se extiende desde el Jordán hasta el Mediterráneo. Los que apoyan un Estado único en realidad no están siendo nada radicales. Simplemente tienen los pies en la tierra. Aceptan que Israel es [ya] un único Estado, con un único código de marcación internacional, una única red eléctrica y un único sistema de alcantarillado. Sin embargo, los partidarios de un único Estado también se dan cuenta que el Israel del Estado único es un Estado dominado por el racismo judeo-talmúdico, mucho más pernicioso que la ideología nazi. Los partidarios del Estado único también saben que cuando la ideología racista judía sea vencida este Estado único que se extiende desde el Jordán hasta el Mediterráneo será Palestina.

Levy arremete furioso contra un defensor de la fórmula del Estado único llamado Ali Abunimah, cofundador de Electronic Intifada, quien, según Levy, «no duda en comparar a Israel con la Alemania nazi». No estaría mal que el «filósofo» Levy tuviera la amabilidad de explicarnos de una vez por todas qué hay de malo en comparar al Estado Solo Para Judíos con el Estado Solo Para Arios, también conocido como Alemania nazi.

Hacia el final de su artículo del The Huffington Post Levy produce algo que casi podría pasar por un argumento. En opinión de Levy el mundo occidental debería haber intentado «curarse de su peor pasado criminal». Sería útil y productivo que Levy y otros sionistas comprendieran que en realidad es precisamente el problemático pasado de Occidente el que motiva nuestra crítica del presente criminal de Israel. Es nuestro pasado turbulento el que nos convierte en enemigos del racista Estado de Israel.

Tenía ganas de leer a un «pensador» sionista defendiendo a Israel. Levy, obviamente, fracasó. Sin embargo, voy a admitir que, igual que Levy, también yo tengo mis reservas con respecto al movimiento BDS. Por ejemplo, yo creo que si la exigencia de boicotear a los académicos israelíes es válida, entonces también deberíamos boicotear a los académicos e intelectuales de todo el mundo que defienden las políticas de Israel y al sionismo, pues Israel es racista hasta la médula y el racismo debe ser combatido. Si el movimiento BDS se toma a sí mismo en serio, también debería dar un paso más y reclamar que se boicotee a Levy, a Alan Dershowitz, a David Hirsh y a muchos otros.

Por un lado, una medida como esa demostraría la integridad del movimiento BDS. Por otro lado, como defensor que soy de la libertad de expresión, en realidad deseo que Dershowitz, Hirsh y Levy puedan decir lo que piensan. Creo que, junto con Mark Regev, son los mejores promotores de la morbilidad tribal sionista.

Fuente: http://www.gilad.co.uk/writings/gilad-atzmon-the-french-philosopher.html?printerFriendly=true

rCR