El capitalismo es omnipresente, es la civilización dominante. Su sombra cubre prácticamente a todos los seres -humanos y no humanos-, hoy perdidos en el laberinto dialéctico del capital. Escapar es complejo, a pesar de que la vida depende de ello. En medio de esas sombras, la visión hacia otra civilización es un faro orientador urgente. […]
El capitalismo es omnipresente, es la civilización dominante. Su sombra cubre prácticamente a todos los seres -humanos y no humanos-, hoy perdidos en el laberinto dialéctico del capital. Escapar es complejo, a pesar de que la vida depende de ello. En medio de esas sombras, la visión hacia otra civilización es un faro orientador urgente. Sin embargo, solo imaginar posibles salidas en medio de un mundo lleno de «imposibles» y otros escollos impuestos por el capital, es un verdadero reto.
Sin minimizar -para nada- las múltiples propuestas locales o nacionales, no cabe duda que se requiere de una acción global para derrumbar a la civilización del «poder por el poder» (que, en definitiva, eso es el capital). Es crucial construir espacios globales de reflexión para multiplicar las alternativas, sumándolas y entretejiéndolas con miles de luchas de resistencia que se desarrollan en el mundo.
Ese ha sido y es el empeño en el Grupo de Trabajo de Alternativas al Desarrollo de la Fundación Rosa Luxemburg. Allí -en una rica simbiosis de debates entre dirigentes populares, activistas e intelectuales- se discute la realidad de diversos continentes y se proponen opciones para enfrentar los grandes retos de la Humanidad. En su seno surgió un libro que aborda esta cuestión, y que lleva el título de este artículo, escrito por Ulrich Brand y el autor de estas líneas, editado ya en España (ICARIA), Argentina (Tinta Limón), Ecuador (Fundación Rosa Luxemburg); pronto en Alemania (Oekom Verlag) y también en Chile.
Ambos conceptos se entrelazan con la acción de los movimientos sociales, aunque de distintas formas, como comentaron Isabella Radhuber y Lucrecia Wagner en la revista Ecología Política número 53, junio 2017 . En cuanto al postextractivismo, la relación es directa pues la propuesta emerge de los mismos movimientos que sufrieron y sufren las violaciones de derechos humanos y la destrucción de los ecosistemas en sus territorios. El caso del decrecimiento es un poco distinto pues comúnmente los movimientos no nacen con esos enfoques; más bien, sus luchas y reivindicaciones los llevan al nivel político-conceptual del decrecimiento, unos de forma implícita, otros de forma explícita.
La potencia de ver al postextractivismo y al decrecimiento como dos caras de una misma realidad -al decir también de Radhuber y Wagner- radica en centrar el debate en las relaciones de producción, extracción, uso y consumo que unen a nortes y sures en el mundo capitalista. ¿Por qué es vital resaltar estas relaciones? Porque devela el carácter polifacético de la crisis civilizatoria que hoy vivimos, la cual suele ocultarse en especial cuando la crisis ambiental no se asume como parte de las otras crisis, dando espacio a falsas soluciones como la «economía verde» o el «capitalismo verde». Aquellas personas y movimientos que sí entienden la crisis ambiental como parte de la crisis civilizatoria global son presentados por el poder como unos pocos contrarios del progreso, unos antidesarrollistas, ecologistas infantiles, incapaces de ver que la lógica capitalista sería un mal necesario e inevitable. Así, el modo de vida imperial (Ulrich Brand, Markus Wissen) se presenta como irremediable, incluso deseable, ante el cual solo resta arrodillarse.
Pero algunos aún nos negamos a arrodillamos, y más bien deseamos pensar -en conjunto- sobre posibles salidas del laberinto capitalista, derrumbando sus muros desde una crítica del actual momento político que vivimos. Con Ulrich Brand hablamos de modos de vida insertados en una lógica imperial, en donde la sed de la acumulación capitalista subordina a la Naturaleza y al trabajo; así de simple, así de complejo. Ante esta dialéctica, la amalgama decrecimiento-
Si queremos salir del capitalismo y sus crisis debemos fortalecer otras lógicas económicas. Otra civilización exige otra economía. El crecimiento económico, en tanto compulsión permanente, destruye, peor si es impulsado por la acumulación capitalista. Urge pensar en una economía alternativa, sustentada en lógicas diferentes al «poder por el poder». Esta nueva economía deberá construirse con una visión holística y sistémica, nutrida desde los Derechos Humanos y los Derechos de la Naturaleza, asumiéndolos como el inicio, no como la llegada: esto es fundamental.
Al capital solo lo derrumbaremos desde lo común. Por ende, se debe multiplicar los espacios heterogéneos de intercambio y revitalizar la política como espacio vivo de la sociedad. Este cambio, inspirado en situaciones y experiencias existentes, requiere una transición y no un corte abrupto. Ya hay muchos mínimos comunes con objetivos, caminos y temporalidades diversas para cada proceso.
El reto está planteado: construir desde abajo, desde las comunidades y desde la Pacahamama, propuestas que afirmen la reproducción de la vida, no la del capital ni la del poder.
El autor es Economista ecuatoriano. Ex-ministro de Energía y Minas. Ex-presidente de la Asamblea Constituyente. Ex-candidato a la Presidencia de la República del Ecuador.
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