Recomiendo:
0

Balance de Bogotá 2012-2015

Del dicho al hecho…

Fuentes: El Espectador

El subempleo, la desigualdad social y la deserción escolar, son algunos puntos que deja pendientes Gustavo Petro, según el plan de gobierno por el que fue elegido hace cuatro años. El 30 de octubre de 2011, en las elecciones a la alcaldía de Bogotá, 732.157 ciudadanos, el 32% del total de los electores, votaron por […]

El subempleo, la desigualdad social y la deserción escolar, son algunos puntos que deja pendientes Gustavo Petro, según el plan de gobierno por el que fue elegido hace cuatro años.

El 30 de octubre de 2011, en las elecciones a la alcaldía de Bogotá, 732.157 ciudadanos, el 32% del total de los electores, votaron por Gustavo Petro, dándole el triunfo. Ese caudal fue atraído por un programa de gobierno, titulado como Bogotá Humana YA, colmado de propuestas en las áreas centrales de la vida urbana y además condimentado como bastión contra el «carrusel de la contratación», entonces en cabeza del Polo Democrático Alternativo, de cuyas filas había hecho mutis con un año de antelación.

La candidatura de Petro repercutió en ámbitos de «la izquierda» y hasta en grupos económicos, como Bolívar, Colpatria, Fondo de inversión Tribeca, con participación de Interbolsa, Banco de Colombia, Valorem, almacenes Éxito y empresas internacionales, que ayudaron a financiarla, como puede verificarse en los correspondientes registros oficiales. Aportaron cerca del 20% de los $1.244 millones declarados que sumaron contribuciones, donaciones y créditos de particulares.

La mayoría de balances, tanto en informes como en editoriales, se refieren a la observancia de metas con relación al Plan de Desarrollo que a mediados de 2012 le aprobó el Concejo Distrital. Pero esta nota trata de la fidelidad de la administración Petro respecto a las promesas electorales, las mismas que impulsaron a los centenares de miles a votar por él en 2011.

En los motivos del programa de gobierno Bogotá Humana YA, se invocan desempleo, informalidad y exclusión como fuentes inspiradoras. Entonces el 9,8% de los bogotanos estaba sin ocupación, el 33,4% en el subempleo y el coeficiente de Gini, que mide desigualdad, alcanzaba a 0,497.

En las últimas mediciones del DANE, a octubre de 2015, para Bogotá, la desocupación se ubicó en el 9%, apenas 0,8% menos que cuatro años antes; los subempleados aumentaron al 41,2% y los desocupados se mantuvieron en niveles de 400 mil. En cuanto a desigualdad, según el boletín de junio de 2015, se incrementó hasta 0,502, advirtiendo que la pobreza extrema pasó, de 2013 a 2014, desde 1,6% a 1,9%. Es decir, los parámetros centrales, que sintetizarían los efectos sumados de lo acaecido entre 2012 y 2015, según el proyecto originario, no se plasmaron.

Lo anterior no fue lo único fallido. Hay capítulos que no exigen detalles para corroborar su frustración como: el mínimo vital de agua para el estrato 3 y el mínimo vital de 20 m3 de gas y de 130 KW de energía eléctrica «por hogar al mes», al menos al estrato uno y de ahí progresivamente; volver a Capital Salud totalmente pública; rescindir contratos con las EPS «indignas»; eliminar toda forma de intermediación laboral en el sector salud, cuando el 80% del personal sigue tercerizado; comprar la parte pública de Corabastos; crear el Banco Público Muisca; y, las renombradas Empresas Públicas de Bogotá (EPB), uniendo EEB, EAAB y ETB, con las que se «rebajarían las tarifas», cuando, al contrario, las facturas de los servicios en promedio alzaron, entre 2012 y 2014, el 24,5%.

Además, hay pendientes en cobertura universal en educación básica y media, pues disminuyó tanto el porcentaje de niños entre 5 y 15 años que asisten a la escuela, como el de los menores de 5 que lo hacen a una institución de la primera infancia y aún el 15% de jóvenes -entre 16 y 17 años- tiene ausencia escolar.

Y hay más de lo predicado en campaña y no visto en cuatro años, además de los publicitados y nunca construidos «100 colegios nuevos por leasing» o de «los mil jardines infantiles multicolores», también están las deudas relacionadas con la economía: «fortalecer la investigación, desarrollo e innovación»; convertir «la construcción en factor de desarrollo urbano»; apoyar «las incubadoras de empresas de base tecnológica»; «parques logísticos», «suprimir la contratación precaria de trabajadores en las entidades distritales y normalizar las plantas de personal»; promover «las actividades industriales, de construcción y servicios intensivos en mano de obra» o «el Consejo Regional de Competitividad Bogotá-Cundinamarca». Y, a propósito, tampoco se concretaron actividades relacionadas con el «Área Metropolitana» y aunque fue aprobada la «Región Administrativa de Planeación Especial»- RAPE, no hubo grandes actividades que la consolidaran. En el sonado plan Basura Cero, antes que suprimir el relleno Doña Juana, ahora llegan tantas o más toneladas diarias de residuos sólidos como antes.

¿Qué decir del déficit de desempeño en movilidad? tema sobre el que se prometió en el plan de gobierno «la terminación de la red de Transmilenio, según el plan original». Para ello propuso los carriles centrales en las troncales de la Carrera 7ª, Calle 6ª, Avenida 68, Avenida Boyacá, Avenida Primero de Mayo, Avenida Villavicencio, Calle 170 y Calle 63″. También ofreció «un servicio de transporte público eficiente», para lo cual la palabra empeñada era «revisar los contratos para reducir costos y tarifas, beneficiando a los usuarios» mientras, al revés, los prorrogó por tres años casi con más ventajas que los originales, inmolando a los pasajeros. En este programa no habló de tranvías pero apostó a «iniciar» la construcción de la primera línea del metro y luego en los primeros meses de gestión sí prometió hacer un tranvía en la Carrera 7a. En octubre pasado Petro aseguró que había aprobado la factibilidad de una propuesta público-privada para este corredor.

La entelequia petrista de campaña es interminable de enunciar pero vale añadir que nunca aparecieron «los centros culturales y deportivos en las 20 localidades», ni mucho menos «el Comité ético para la contratación», ni la justeza en el «cobro del predial», ni «el Consejo de lucha contra la corrupción», la cual, acorde con el mismo Petro, siguió campeando «por las esquinas» y que, conforme con su exaliado, Carlos Vicente de Roux, «le bajó la guardia» para confrontarla en especial con su familia política, Alcocer, y, según denuncias, con las injustificadas comisiones de éxito en ETB. Procesos recientes de la Fiscalía y otros desaguisados que se están ventilando, inducirían a pensar que aquí «del dicho al hecho, hay mucho trecho».

¿Cuál es la causa para tanta inconsecuencia? Aunque con uno u otro programa «social», se oculta el enorme desaire a la «conciencia ciudadana», como la denominaba Gaitán, el arqueo trasciende la incapacidad de gestión o de haber tenido casi un año de licencia del puesto; es, en últimas, la maña politiquera de «prometer para ganar y luego incumplir lo prometido», con la muy grave carga que en este cuatrienio la maniobra se hizo «a nombre de la izquierda». La historia dará su veredicto.