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Del sanedrín de Barco al Kínder de Gaviria

Fuentes: Rebelión

 “Ahora te digo Sanchuelo que eres el mayor bellacuelo que hay en España”, le replica Don Quijote a su leal y sufrido servidor porque le aseguró con demasiado realismo que la cabeza del gigante anegada en sangre que él cortó de un tajo en la cabecera del camastro, era un zurrón u odre lleno de vino, el que derramado ahora inunda todo el aposento. “Dime ladrón vagabundo, ¿no me acabaste de decir ahora, que esta princesa se había vuelto en doncella que se llamaba Dorotea, y que la cabeza que entiendo que corté a un gigante, era la puta que te parió, con otros disparates que me pusieron en la mayor confusión que jamás he estado en todo los días de mi vida? Voto, (y miró al cielo y apretó los dientes) que estoy por hacer un estrago de ti, que ponga sal en la mollera a todos cuantos mentirosos escuderos hubiere de caballeros andantes de aquí adelante en el mundo” (capitulo xxxvii. El Quijote)

Esto me gritó la memoria, cuando leí la entrevista en el diario El Espectador 15.01.2021 del señor Malcolm Deas (1), ese “colombianólogo británico de la línea correcta oficial”, en realidad uno de aquellos agentes intelectuales del tan experimentado colonialismo Inglés, enviado a sus colonias a “rescribirles la historia con la mano derecha” para hacerla oficial. Ciudadano colombiano por decreto del subjudice expresidente Uribe Vélez, como premio de consagración a su paciente obra como fabricador de “especulaciones” pseudo históricas, como en su libro “Dos ensayos especulativos sobre la violencia en Colombia: Bogotá. 1995.

Así como de justificaciones, camuflajes y medias verdades sobre la verdadera historia del Pueblo colombiano, como por ejemplo que el Poder en Colombia no ha sido una larga y difícil construcción histórica de una oligarquía bipartidista, militarista y pérfida, que arrastró e impuso a sus peonadas ocho sangrientas guerras civiles en el siglo xix y  otra que abarcó el siglo xx y se ha prolongado hasta la actualidad, sino por el contrario, que “la debilidad del Estado colombiano se debe a dificultad de ejercer el monopolio de la fuerza, ya que necesita un Ejército más eficaz en la presencia y el control, para la consolidación del orden y la institucionalidad democrática del país”, como sostiene en su más reciente libro “ Las fuerzas del Orden y once ensayos sobre la Historia de Colombia y América. Editorial Taurus.2017

El historiador Deas, ducho y experimentado conocedor del eterno problema entre realidad objetiva y ficción del que habla Don Quijote y sobre el cual discurre todo su viaje quijotesco; voltea los hechos que todos los Colombianos vimos con nuestros ojos y entendimos con  nuestra propia mollera salada, por ejemplo; cómo desde el inicio de la campaña presidencial en un acto político liberal en Palmira, cuando el candidato “Lilolá”, después de saludar a los habitantes de Pereira que estaban congregados para oírlo en la plaza central de Palmira, una ráfaga de viento le traspapeló una hoja del discurso que le habían dado para que leyera, teniendo que volver a leerla sin haberse dado cuenta, ni darse por aludido; dejando demostrado ante el mundo que el candidato “montado” por la oligarquía marrullera ya padecía la demencia del Alzheimer, y no una “enfermedad al final de su vida”, como asegura Deas en su entrevista.

También todo el Pueblo colombiano vio y entendió, cómo desde los primeros días de gobierno de “Lilolá” Barco, se conformó una “rosca” de funcionarios que rodearon día y noche al mandatario, y que la opinión pública denominó con toda razón con el nombre bíblico de Sanedrín; conformado principalmente por “don” German Montoya del patronato antioqueño, Juan José Turbay como especialista en asuntos petroleros y energéticos, Fernando Cepeda Ulloa y Mario Latorre, politólogos de la U de los Andes, Gustavo Vasco como empresario del teatro viejo amigo personal y relacionista de la familia Barco, y finalmente Eduardo Mestre y Rodolfo González García de la confederación Liberal de Santander, con vínculos comprobados posteriormente con el cartel de Cali. De esto hay innumerables notas y documentos.

También era claro que las decisiones de fondo las tomaba don German Montoya, quien redactaba con un grupo reducido los decretos para la firma de los ministros. Convertido así en el verdadero presidente de Colombia. (consultar el documento personal del ex ministro Guillermo Perry en https://books.google.de/books?id=UpepDwAAQBAJ&pg=PT122&lpg=PT122&dq=juan+jose+turbay+y+barco&source=bl&ots=vNjuOKUwh-&sig=ACfU3U3vOTK0yX6WFYwH8hemQ3Mn6PSRog&hl=es-419&sa=X&ved=2ahUKEwiv7ryii57uAhUEHOwKHSggAaIQ6AEwEXoECBAQAg#v=onepage&q=juan%20jose%20turbay%20y%20barco&f=false

No es difícil tener una imagen de la personalidad de “don German” cuyas andanzas como “empresario” del poderoso grupo empresarial antioqueño, están bastante bien establecidas en Wikipedia https://es.wikipedia.org/wiki/Germ%C3%A1n_Montoya_V%C3%A9lez donde se deben resaltar su vinculación con las finanzas ofrecidas por el Cartel de Cali, así como su posterior enfrentamiento con el Cartel de Medellín, en hechos muy conocidos por los colombianos y que ese portal describe así:  

“En 1979, el periodista Alberto Giraldo contactó al jefe del Cartel de Cali, Gilberto Rodríguez Orejuela, para informarle que (German) Montoya, entonces presidente de Chrysler Colombia, le había informado sobre la quiebra de la multinacional, por lo que necesitaban deshacerse de la filial colombiana. Entonces, Rodríguez invirtió 50 millones de pesos de la época, con lo que este pasó a presidir Chrysler Colombia, entre 1979 y 1983…

El puesto como secretario general de la Presidencia durante el gobierno de Virgilio Barco fue su primer trabajo en el sector público.  Según la revista Semana, al decir de varios opositores, Montoya era “quien realmente tomaba las grandes decisiones en Palacio”.  Por su parte, el diario El Tiempo lo describió como “la inconfundible mano derecha del ex jefe del Estado” …

Entre mayo y junio de 1989 al parecer agentes del cartel de Medellín secuestraron a Gustavo Montoya, hijo de don German que trabajaba como corredor de bolsa. En agosto de 1989, se supo que el cartel contactó al exministro Joaquín Vallejo Arbeláez para que sirviera de intermediario de la propuesta de Pablo Escobar, líder de la organización criminal, para estructurar el diálogo con el gobierno. Vallejo, quien era el padrino de bautismo de Escobar aceptó la propuesta y contactó a Germán Montoya presentándole la propuesta de los narcotraficantes. Tiempo después, Montoya declaró que su respuesta a Vallejo fue que en ese momento, tras el reciente asesinato de Luis Carlos Galán, no era posible negociar entre el gobierno y el cartel.”

También es cierto y hay que lamentarlo, que el cartel de Medellín se cebó con la familia de Montoya asesinado en 1991 a su hermana Marina Montoya, convirtiendo esa familia en una víctima de aquella terrible guerra entre carteles del narcotráfico por hacerse con el posterior control del Estado y en aquel sangriento y explosivo proceso de conformación de esa máquina dentada de diez ruedas articuladas, caracterizada sociológicamente en 2009 como Bloque de Poder Contrainsurgente (BPCi) ya bastante referenciado, conformado por empresarios tanto nacionales como extranjeros, militares y narco-paramilitares, ganaderos, poder ejecutivo, la Embajada, agencias de espionaje extranjeras (USA, Israel, Inglaterra, o la OTAN), poderes Legislativo y Judicial, falsimedia adicta, etc.

Que el escrito del periodista Alberto Donadío (10.01.2021) titulado “Virgilio Barco y el exterminio de la UP” salido en el portal “Los Danieles” como si fuera la punta de gran iceberg que amenaza escorar el Titanic blindado del Estado colombiano, muestra fehacientemente en una sola de sus actuaciones exterminadoras: al presidente de la república en funciones, al jefe de Ecopetrol, a uno de los comandantes insignes de las FFMM, y a uno de los tantos agentes secretos internacionales que operan libremente en Colombia, organizando lo que posteriormente se hizo realidad innegable: El genocidio de la UP.

Sin embargo, quedan por aclarar el resto de los genocidios políticos y sociales prolongados hasta nuestros días.

El Sanedrín del gobierno Barco, fue replicado en el gobierno siguiente por el “Kinder” del Gobierno del sonriente  neoliberal Cesar Gaviria, donde personajes claves para la “seguridad del Estado” formados en el gobierno de Montoya como Rafael Pardo, pasaron a ser las fichas más importantes en el plan general para la reingeniería de la Fuerza Pública y puesta en ejecución desde el Ministerio de Defensa que gobernaba de aquella recomendación especial del señor historiador Deas: “superar la debilidad del Estado colombiano recuperando el monopolio de la fuerza, y hacer un Ejército más eficaz en la presencia y el control para la consolidación del orden y la institucionalidad democrática del país”.

Entonces, ¿Cuál es el escándalo?

Nota  (1) https://www.elespectador.com/noticias/politica/malcolm-deas-biografo-de-virgilio-barco-sobre-exterminio-de-la-up/