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Democracia limitada y sistemas electorales

Fuentes: Rebelión

Rosa Luxemburgo escribía en 1899 que las instituciones representativas, formalmente democráticas, son en esencia los instrumentos de los intereses de la clase dominante. Hoy, 118 años después, no parece que esta afirmación haya cambiado de manera sustancial, al menos en la mayoría de los países. Tenemos una democracia limitada en muchos aspectos, y uno de […]

Rosa Luxemburgo escribía en 1899 que las instituciones representativas, formalmente democráticas, son en esencia los instrumentos de los intereses de la clase dominante. Hoy, 118 años después, no parece que esta afirmación haya cambiado de manera sustancial, al menos en la mayoría de los países. Tenemos una democracia limitada en muchos aspectos, y uno de ellos es el régimen electoral de estados que pretenden ser un ejemplo de libertad y de pluralismo. Lo podemos ver haciendo una breve comparación de los sistemas existentes en los Estados Unidos, el Reino Unido, Francia, Italia, Alemania, España, Suecia y los Países Bajos. Algunos expertos pueden cuestionar si es más justo aplicar el reparto de votos en función de la Ley de Hondt, del cociente Hare / Niemeyer o del método Sainte-Laguë, pero la verdad es que la mayoría de los países supuestamente democráticos están a años luz de cualquiera de estos tres métodos.

En Estados Unidos, el menos plural de los ocho países a los que hacemos referencia en este artículo, podemos ver una casi absoluta privatización y mercantilización del sistema electoral. Los candidatos financian sus multimillonarias campañas primordialmente con fondos provenientes de las grandes corporaciones, especialmente desde que el tribunal Supremo dictaminó que el gobierno no podía limitar las aportaciones económicas de particulares ni de empresas. Esta financiación, unida a la falta de proporcionalidad de un sistema 100% mayoritario, con un único escaño por circunscripción, hace que sea casi imposible la existencia de ningún otro partido en la Cámara de Representantes (House of Representatives), más allá del partido Republicano (conservador) o del P. Demócrata (que con los parámetros europeos podemos definir como social-liberal).

Aún más difícil es que un tercer partido obtenga representación en el Senado, donde solo se eligen dos representantes por cada estado, tengan 37 millones de habitantes como California o poco más de medio millón como Wyoming. De hecho, como ha afirmado en alguna ocasión el activista e intelectual Noam Chomsky sobre las limitaciones de la democracia en su país, «los Estados Unidos tienen un sistema de un solo partido, el partido de los negocios, con dos facciones, republicanos y demócratas». Esto no es obstáculo para que, a falta de un partido de izquierdas que pueda obtener representación parlamentaria, mucha gente progresista, como es el caso del senador Bernie Sanders, acaben apoyando o siendo candidatos, como mal menor, por el Partido Demócrata.

En las elecciones presidenciales estadounidenses, el candidato que recibe la mayoría de votos recoge la totalidad de los llamados «votos electorales» del estado, por lo tanto el segundo partido, aunque consiga un 49% de los votos, y no digamos una hipotética tercera o cuarta fuerza política, no cuenta con ningún voto electoral en ese territorio, lo cual puede suponer la paradoja de que el presidente electo no haya sido el candidato o candidata más votado a nivel a nivel federal, como ha ocurrido recientemente con Donald Trump.

En el Reino Unido, a pesar de compartir un sistema mayoritario con pequeñas circunscripciones, el panorama es claramente más democrático, aunque bastante lejos de los regímenes electorales más proporcionales. Se elige igualmente un único miembro del Parlamento en cada distrito electoral, si bien el hecho de que la financiación privada esté mucho más limitada que en Estados Unidos, junto con la concentración de voto de determinadas fuerzas minoritarias en algunas demarcaciones, hace que puedan obtener representación cerca de una docena de partidos. Sin embargo, también podemos considerar que es una «democracia distorsionada», como podemos constatar observando los resultados de las últimas elecciones legislativas de 2015 en el Parlamento Británico, en concreto en las circunscripciones de Escocia. Allí, el Partido Nacional Escocés de Nicola Sturgeon (SNP) obtuvo 56 de los 59 escaños del total de las demarcaciones de este territorio, con tan sólo el 50,0% votos, mientras el Partido Laborista (Labour), liderado entonces por Ed Miliband sacaba un único escaño con el 24,3% votos, el Partido Conservador (Conservative) de David Cameron también un solo diputado con el 14,9% votos y, finalmente, el Partido Liberal Demócrata, otro diputado con el 7,5 % de votos. En general, la representación del resto de partidos en la Cámara de los Comunes (House of Commons) es muy minoritaria, a menudo con una clara desproporción entre votos y escaños. Tienen presencia, entre otros, la extrema derecha del Partido por la Independencia (UKIP), los Verdes (Green), los dos partidos unionistas de Irlanda del Norte (DUP y UUP), los republicanos de izquierdas del Ulster (Sinn Féin) y los nacionalistas galeses (Plaid Cymru). Caso aparte y absolutamente anti-democrático es la Cámara de los Lores, donde sus miembros son nombrados por la reina, con el asesoramiento del primer ministro, o incluso designados por la iglesia anglicana entre sus propios obispos.

También Francia tiene un sistema electoral mayoritario, con pequeñas circunscripciones, si bien el hecho de que sea a dos vueltas, supone que no se fomente tan claramente el bipartidismo y sea más democrático que los mayoritarios a una única vuelta, pues algunos partidos menores pueden llegar a la segunda votación y terminar ganando el escaño en determinadas circunscripciones, aliándose con fuerzas políticas afines. En la Asamblea Nacional (Assemblée Nationale) cuentan actualmente con representación cerca de una docena de grupos, entre ellos los socialistas de François Hollande, presidente saliente, los republicanos de François Fillon (antes MDP, conservadores), el Frente Nacional de Marine Le Pen (extrema derecha), el Frente de Izquierdas de Jean-Luc Mélenchon (recientemente candidato de La France Insoumise) y los verdes (Europe Écologie), siendo previsible que el nuevo movimiento liberal de Emmanuel Macron (En Marche), probable nuevo presidente de la República, entre con fuerza en el nuevo parlamento que se elegirá el próximo mes de junio.

En Italia, el actual sistema proporcional, si bien en principio más democrático que los anteriores, establece un mínimo del 4% de votos a nivel estatal para a sacar representación en la Cámara de los Diputados (Camera dei diputados), mínimo que sube hasta el 10% en el caso de las coaliciones. Así, en las últimas elecciones de 2013, sólo cuatro coaliciones consiguieron representación en esta cámara. Fueron las encabezadas por los demócratas, liderados entonces por Pier Luigi Bersani (Partito Democratico, que se mueve entre la socialdemocracia, el socialiberalisme y el cristianismo social), los conservadores de Sílvio Berlusconi (Il Popolo della Libertà), con sus socios de la Liga Norte, los populistas de Beppe Grillo (Movimento 5 Stelle), y los centristas de Mario Monti (Scelta Cívica). Ninguna coalición de la izquierda propiamente dicha consiguió superar el antidemocrático 10%, si bien los ecosocialistas de Nichi Vendola (SEL) obtuvieron escaños formando parte de la coalición con Bersani, mientras la coalición formada por Refundación Comunista y otros grupos afines (Rivoluzione Civile) quedó fuera de la Cámara, a pesar de que el histórico PCI ha sido uno de los actores más importantes de la política italiana a lo largo del siglo XX.

En Alemania encontramos un sistema mixto, más democrático que la mayoría de los anteriores, en el cual la mitad de los diputados son elegidos por el sistema mayoritario y la otra mitad por listas cerradas a nivel federal. Hay que obtener un mínimo del 5% o ser la fuerza más votada al menos en tres distritos electorales para obtener allí escaños. En el Parlamento Federal (Bundestag) tienen representación la Unión Demócrata Cristiana (CDU) de Angela Merkel y sus socios social-cristianos (CSU), los socialdemócratas de Martin Schulz (SPD), La Izquierda (Die Linke) y los verdes (Grüne), mientras los liberales (FDP) quedaron fuera del Parlamento, a pesar de obtener más de dos millones de votos.

En España, el sistema proporcional y la inexistencia de una barrera mínima de votos a nivel estatal (tan solo el 3% a nivel de demarcación), podría suponer que fuera más democrático que los anteriores, pero las relativamente pequeñas circunscripciones provinciales, hacen que esto quede considerablemente desvirtuado, ya que en muchas provincias es materialmente imposible sacar representación con menos del 15 o 20% de votos, lo que favorece especialmente a las dos principales fuerzas políticas. En el Congreso tienen representación, como es bien conocido, desde los conservadores del Partido Popular a los socialistas del PSOE, la izquierda más radical de Unidos Podemos (Podemos, Izquierda Unida y sus confluencias), los liberales de Ciudadanos, o los diversos nacionalistas de ERC, el actual PDeCat, PNV, EH Bildu y Coalición Canaria. Sin embargo, también es posible obtener un millón de votos y quedarse sólo con uno o dos diputados a nivel estatal. Y en el Senado, a pesar de que ya hace unos años que se corrigió parcialmente el despropósito de que demarcaciones como Madrid, Barcelona o Valencia tuvieran los mismos representantes que Soria, Teruel o Segovia, añadiendo para ello un representante más por cada comunidad autónoma y uno más por cada millón de habitantes de las respectivas autonomías, sigue habiendo una considerable desproporción entre habitantes y senadores de cada territorio.

Por su parte, el sistema electoral sueco es prácticamente proporcional puro, y uno de los más democráticos de Europa, a pesar de que hay que superar el 4% de los votos a nivel nacional para conseguir representación en su Parlamento unicameral (Riksdag). Tienen representación ocho partidos, entre ellos los socialdemócratas del actual primer ministro Stefan Löfven (Socialdemokraterna), los conservadores (Moderata), la extrema derecha de los Demócratas de Suecia (Sverigedemokraterna), los Verdes (Miljöpartiet de Gröna), los centristas liberales (Centerpartiet), el Partido de la Izquierda (Vänsterpartiet) y la Democracia Cristiana (Kristdemokraterna).

También los Países Bajos, tienen un sistema prácticamente proporcional puro y sin un mínimo de votos a nivel estatal, sin duda entre los más democráticos del mundo. En la cámara baja del Parlamento (Tweede Kamer), tienen representación parlamentaria hasta trece partidos, entre ellos el partido liberal del primer ministro Mark Rutte (VVD), la extrema-derecha del Partido para la Libertad (PVV), los liberales progresistas de Democraten 66 (D66), la Democracia Cristiana (CDA), los Verdes (GroenLinks), los socialistas de izquierda (SP) y los laboristas (PvdA), materialmente hundidos en los recientes comicios.

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