Asesinado el 8 de septiembre de 1986, la muerte del periodista José Carrasco Tapia es conmemorada por sus colegas chilenos, tanto por la crueldad del crimen como porque fue el postrero contra un profesional de prensa bajo la dictadura militar. Mas, no sólo permanece impune ese atentado sino también todos aquellos en que la víctimas […]
Asesinado el 8 de septiembre de 1986, la muerte del periodista José Carrasco Tapia es conmemorada por sus colegas chilenos, tanto por la crueldad del crimen como porque fue el postrero contra un profesional de prensa bajo la dictadura militar. Mas, no sólo permanece impune ese atentado sino también todos aquellos en que la víctimas fueron Diana Aron, Jaime Aldoney, Augusto Carmona, José Miguel Rivas, Charles Horman, Guillermo Gálvez o Leonardo Henrichsen para nombrar a algunos.
Según registró la Unesco en la conferencia sobre Terrorismo y Prensa realizada en Manila en mayo de 2002, el 95 por ciento de las agresiones en contra de los periodistas permanecen impunes en el mundo. La Comisión Investigadora de Atentados a Periodistas (Ciap) adscrita a la Federación Latinoamericana de Periodistas (Felap) da fe de esa afirmación en lo que se refiere a la región latinoamericana.
Sin considerar las verdaderas matanzas perpetradas durante las tiranías castrenses, en Argentina no han sido aclarados los asesinatos de José Luis Cabezas (25-1-97), Mario Bonino (15-11-93) y Ricardo Gangeme (13-5-99). En Colombia los casos de impunidad son decenas, pero resalta el de Jaime Garzón, muerto el 13-8-99 y acerca del cual se entabló un proceso que no encuentra culpables. En Haití, hasta hoy no hay castigo para los ejecutores de Jean Leópold Dominique ( 3-4-00) ni de Brignelle Lindor (3-l2-01. Casos análogos se presentan en México, Centroamérica y otros países de Sudamérica, como Brasil, Paraguay y Uruguay.
La magnitud de la falta de justicia es tal, que organizaciones de los colegas peruanos están exigiendo hoy, en 2004 del siglo XXI, que se castigue a los autores de la ?Matanza de Ayacucho? ocurrida el 26 de enero de 1983 y en la cual fueron ultimados ocho periodistas limeños que acudieron allí para reportear la guerrilla de Sendero Luminoso. Primero se culpó a esa entidad, luego Mario Vargas Llosa –nombrado investigador– culpó a los campesinos del lugar, pero en los noventa se descubrió que los asesinos fueron militares. Sin embargo, no ha habido sanciones.
Ciap-Felap han propuesto se cree una legislación internacional que sancione con mayor pena que los crímenes comunes a los victimarios de los periodistas. El argumento de tal iniciativa consiste en que las agresiones en contra de los informadores constituye la forma más brutal de coartar la libertad de expresión y que ello afecta a la sociedad toda. Al rendir homenaje a la memoria de José Carrasco y de todos los caídos, sugerimos que esa bandera sea enarbolada por las organizaciones de periodistas en toda nuestra región para luego hacerla universal.