Por fin la política de la paz total daría su primer fruto tangible al pueblo colombiano. Un cese al fuego bilateral con las principales estructuras armadas en el país, incluidas las fuerzas insurgentes de las FARC-EP, la Segunda Marquetalia y el ELN.
Cese al fuego bilateral que, por lo demás, las mismas organizaciones habían pedido en repetidas ocasiones. El ELN mismo había pedido este cese al fuego hace apenas unas semanas que decretaron un cese al fuego unilateral por las fiestas. Este cese al fuego de seis meses fue anunciado por el propio presidente Gustavo Petro en año nuevo para dar un mensaje de esperanza a todo el país, para dar un mensaje claro que la paz total sí va en serio y para tender un puente al diálogo.
Todo el país -salvo la ultraderecha más cavernaria, egoísta y reaccionaria- estaba celebrando esta noticia, cuando los elenos echaron el baldazo de agua fría encima de todos. En un comunicado, el 3 de diciembre salieron a desmentir al gobierno, y rechazaron el cese al fuego bilateral. Con un argumento francamente santanderista, argumentaron que desconocían los protocolos y que nada se había acordado con ellos en la mesa de negociaciones. Como siempre, los formalismos por delante. Lo más sorprendente de todo es que cualquier diferencia de procedimiento la podían haber discutido en privado, a través de los canales formales que tanto dicen defender y que al parecer son tan cositeros con ellos (cuando les conviene). Pero no. En lugar de usar esos canales formales, se pronuncian con un comunicado a la opinión pública que la confunde, y que disparó los niveles de incredulidad en el compromiso de paz de los elenos. Aparte de dar baterías a la ultraderecha, que salió a atacar a Petro, tratándolo de mentiroso, irresponsable, vendedor de humo y un largo etcétera. Es decir, el comunicado hizo un flaco favor a la causa de la paz total, y sí dio mucho aliento a la ultraderecha guerrerista.
Al ELN le queda muy poco en términos de fuerza real en Colombia. Nunca fueron una guerrilla muy fuerte, pero en el Chocó, Cauca, Nariño, Sur de Bolívar ya no les queda prácticamente nada. Tiene presencia en algunas veredas del Catatumbo, y Arauca. Y pare de contar. Se han dedicado en los últimos años más a pelearse con otras guerrillas que con el estado. Cualquiera se daría cuenta de que la oportunidad que tienen de sentarse a negociar con Petro es única, que no se volverá a repetir. Todos parecen darse cuenta de esto, menos ellos. Que esta no es una negociación como la que hubo con Santos y Timochueco, que fue para pactar una mera desmovilización, sino que ahora hay un gobierno que está dispuesto a escuchar sus propuestas de país, mientras se embarca en un programa de reformas que no tiene precedente.
Pero en lugar de poner sus propuestas de país (si es que las tienen), se han desecho en puras discusiones técnicas y de formalismos. Santanderistas puros. Con sus salidas en falso e improvisaciones, parecen no estar conscientes de la responsabilidad que tienen en este momento. Por ahora, se han quedado por fuera del cese bilateral, y se lo buscaron ellos solitos. Ojalá tengan la madurez para rectificar cuanto antes este despropósito, porque la paz total necesita de gestos y acciones concretas, no de consignas vacías. Saludamos el cese bilateral con todos los otros grupos y es de esperar que la negociación con las FARC-EP pueda pronto avanzar en firme, para fortalecer las reformas y los cambios tan anhelados por los sectores populares. Hoy, ante el desaire de los elenos, quienes estamos comprometidos con la paz con justicia social, siempre con justicia social, debemos salir a defender este proceso y redoblar los esfuerzos para lograr la paz total.
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