Si Xuan Cándano fuese más meticuloso en sus fuentes descubriría que Rafael Barret no es ningún genio desconocido descubierto por Jerónimo Granda y biografiado por Gregorio Morán, como afirma en su tribuna del miércoles 19 de diciembre en este rotativo. Simplemente preguntándose y preguntando a Jerónimo sobre el texto que leyó por teléfono a Gregorio […]
Si Xuan Cándano fuese más meticuloso en sus fuentes descubriría que Rafael Barret no es ningún genio desconocido descubierto por Jerónimo Granda y biografiado por Gregorio Morán, como afirma en su tribuna del miércoles 19 de diciembre en este rotativo. Simplemente preguntándose y preguntando a Jerónimo sobre el texto que leyó por teléfono a Gregorio Morán descubriría que estaba incluido en un libro con los artículos más importantes de Rafael Barret editados con el bello título de «A partir de ahora el combate será libre» por La Dinamo Libros en Madrid en el año 2003.
Desde luego estas líneas no tienen la intención de iniciar un duelo erudito sobre fuentes bibliográficas o sobre a quién corresponde el descubrimiento de Barret. De hecho, Francisco Corral tiene un libro editado por Siglo XXI en 1994 en el que la mayoría de las anécdotas biográficas que Xuan Cándano relata más algunas otras que agigantan la talla como pensador de Barret -nuestro autor recibe una elogiosa carta del matemático Poincaré sobre una fórmula para determinar «el número de los números primos necesarios para determinar el número de números primos inferior a un límite dado»- ya están reseñadas. Tampoco es un misterio que las obras completas de Rafael Barret están editadas en Asunción por RP Ediciones en 1988.
La intención de estas líneas es sencillamente estimular a leer directamente los artículos que fascinaron a Granda y a Morán en el contexto de publicación que ellos los conocieron. «Antes era un hombre ahora soy un propietario» es el párrafo que introduce el texto de «Las gallinas», que según la glosa de Cándano ahorra la lectura del «Capital». Las tres hojas que comprenden ese excelente artículo pueden leerse en la página 63 -comprando el libro de La Dinamo por un precio módico-. Para juzgar si el anarquismo de Barret es un mito como afirman Cándano y Morán pueden contrastarse sus opiniones con el artículo «Mi anarquismo» incluido en el mismo texto… y así sucesivamente.
Pero, además, el lector podrá gozar de un poderoso prólogo de Santiago Alba Rico, donde lejos del cotilleo biográfico o del interés histórico de las peripecias que el destino concedió a Barret nos situará ante un autor contemporáneo: «Unamuno y Baroja eran hombres de su tiempo mientras Barret, para desgracia de casi todos, del nuestro. Después de la posmodernidad resulta que volvemos a ser modernos». Las razas explotables resulta que son concienzudamente explotadas, dice Barret en «Razas inferiores». Antes se las asesinaba. Ahora por ser mejor negocio se las obliga a producir y a consumir. Es lo que se designa con la frase de abrir mercados nuevos. Suele ser preciso abrirlos a cañonazos, lo que por lo común se anuncia con discursos de indudable fuerza cómica. Así el general Marina Vega ha dicho a sus soldados de Melilla que Europa había encargado a España la obra de introducir la cultura en Marruecos. «¡Cómo se hubiese reído Barret del discurso de guerra de Bush y sus amigos en Afganistán!», apostilla Alba Rico en su prólogo.
Olvidarse de Alba Rico -en mi opinión el intelectual más lucido de su generación- es un hábito generalizado de los medios que lo asocian a las publicaciones de la izquierda vasca radical, pero eludir mencionar de paso a la pequeña editorial que, como dice Alba Rico, cumple con la deuda pública de dar a conocer a Barret empeñándose -en sentido literal- más allá de sus posibilidades como hace Xuan Cándano parece una amnesia selectiva que precisa ser corregida ampliando la memoria del lector con la historia de los editores.
La Dinamo Libros es la editorial que forma parte de la Asociación Cultural La Dinamo: un grupo de gentes de izquierda que organiza conciertos, conferencias, cursos de teatro, ciclos de cine y, sobre todo, saca adelante una estupenda revista que ha llegado al número 25. Recientemente, La Dinamo saltó a la prensa madrileña con la campaña para evitar el cierre de su local social, que servía de bar y que constituía la principal fuente de financiación para el resto de actividades. A pesar de cartas de apoyo de un amplio abanico de gentes de la cultura crítica, la coalición de unos vecinos mustios, propietarios frailunos y la abulia de la Comunidad de Madrid consiguió el cierre del local.
La posibilidad de que la historia vuelva a repetirse y se agoten las energías utópicas de un grupo de gentes tan necesarias para resistir la barbarie de un Madrid convertido en metrópoli especulativa es una buena razón para que el descubrimiento de Barret sirva para solidarizarse con sus descubridores d e La Dinamo. Otra menor para hacerlo desde Asturias es que si se lee la contraportada del libro de Barret se comprueba que dos de los directores de la colección -Carlos Prieto y César Rendueles- son gijoneses y a las leyendas urbanas hay que cuidarlas para que no riña el presidente Areces.
En su última publicación electrónica La Dinamo ofrecía el siguiente anuncio navideño. Si de verdad han leído y captado el espíritu de Barret no dudo me acompañarán en la suscripción: «Todos los meses de diciembre una extraña fuerza interior nos lleva a gastar una insensata cantidad de dinero en toalleros, batas de guatiné y libros de César Vidal para agasajar a familiares y a amigos en estas fechas entrañables. Bien, ¿no se le ocurre qué regalar este año? No se preocupe, nosotros pensamos por usted: suscriba a sus seres queridos a la revista «LDNM». No se arrepentirá. ¡Sea más chulo que un ocho: pague por lo que es gratis!».