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Presos políticos vascos piden una solución política al conflicto en Euskal Herria

Desde la cárcel de Córdoba

Fuentes: Gara

Es grave acusar públicamente a unos compañeros de planes de colaboración o intentos de división que no existen; sólo por el mero hecho de haberse desvinculado de una estructura organizativa

Estos días han vuelto a publicarse afirmaciones que no sabemos ni de dónde vienen ni a cuento de qué, pero que, en cualquier caso, no tienen ningún fundamento. En la cárcel de Córdoba, en lo que a nosotros respecta, no tenemos ninguna constancia de no sabemos qué escrito firmado por no sabemos qué presos.

Para evitar malas interpretaciones y manipulaciones, y aun pensando que este tipo de decisiones tendrían que quedar en el ámbito personal, tenemos que comunicar públicamente que decidimos, en su momento, desvincularnos del Colectivo de Presos Políticos Vascos. Lo hacemos público para dejar clara nuestra posición y evitar que se utilicen nuestros nombres para salsear con supuestos montajes que no existen. Las razones que nos llevaron a tomar esa decisión son las siguientes:

En el mes de febrero y mediante un comunicado público, los responsables del CPPV informaron, en términos que nos parecen inadmisibles, de la «expulsión» de Kepa y Txelis. En el comunicado, y en nombre del CPPV, se ponía en cuestión a estos dos compañeros, es decir, 30 años de militancia cuestionados públicamente sin ningún fundamento. La celda se nos hizo pequeña al ver cómo estaban utilizando sus nombres y a eso se unían las ganas de querer transmitirles, en ese mismo momento, nuestro aprecio personal y nuestra solidaridad, aunque estábamos convencidos de que muchos de los que les han conocido durante sus 30 años de militancia, de exilio y de cárcel no darían ningún crédito a esas acusaciones.

Pasados unos días, Kepa y Txelis publicaron una carta de respuesta, «Euskal Herriari», donde informaron de las razones que les llevaron a desvincularse del CPPV y desmintieron una por una, y con datos contrastados, las acusaciones que contra ellos se hicieron en nombre del CPPV. Han pasado unos meses y, pese a las llamadas en privado a la rectificación, los actuales responsables de CPPV no han demostrado ni desmentido las acusaciones que realizaron y guardan silencio. Pero el silencio y el olvido no son las bases sobre las que queremos construir el futuro. En este caso se han realizado afirmaciones y sembrado dudas sobre dos compañeros y nos debemos el exigir que las cosas se aclaren; ya que lo único que hicieron fue desmarcarse de una estructura organizativa, como es el CPPV, por no estar de acuerdo. Por tanto, ¿a qué viene plantearlo como una expulsión cuando fue una decisión personal y libre, sin más historias? Decisión que tampoco nos sorprendió, porque llevan años planteando que hay que pasar a una etapa exclusivamente política.

No sabemos los motivos que llevaron a los responsables del CPPV a publicar aquel comunicado, pero ¿quién, que conozca a Kepa y Txelis, puede creer que se hayan sumado a estrategias de división entre los presos? Si en el propio comunicado se admite que ni sabían para qué se había reunido Kepa con Txema Urquijo, ni de lo que habían hablado, ¿a qué viene el acusarles de colaborar en no sabemos qué políticas penitenciarias? Y después de saber que el motivo de aquella reunión era solicitar las ayudas que le corresponden como víctima del GAL para que pueda tener un tratamiento médico de los problemas derivados de las heridas sufridas, ¿cómo es posible que nadie se haya planteado que fueron demasiado lejos en su comunicado y que lo menos que podían hacer era rectificar y pedirles disculpas?

Es grave acusar públicamente a unos compañeros de planes de colaboración o intentos de división que no existen; sólo por el mero hecho de haberse desvinculado de una estructura organizativa. Kepa y Txelis tienen el mismo derecho que cualquier otro militante de la izquierda abertzale, estén presos o en la calle, a desligarse de las organizaciones a las que voluntariamente pertenecen, y esta decisión merece el máximo respeto.

Por otra parte, nosotros llevamos más de 15 años siendo conscientes, y planteando, que dados los parámetros en los que se va a dar un posible acuerdo, hay que tomar ya la decisión de materializarlo. Mucho tiempo en el que lo políticamente correcto, dentro de la izquierda abertzale, ha sido hablar de procesos constituyentes para todo Euskal Herria y otros planteamientos de ese tipo que nos han llevado cantidad de horas de discusiones absurdas.

Pensamos que había que haber seguido con los acuerdos de Loiola, porque la garantía de que esos acuerdos se cumplan están en las dinámicas políticas que se generen al ir dando pasos y avanzar en un proceso de paz, en las dinámicas e ilusión que se creen en la sociedad y no en el supuesto papel de garante que la organización armada pueda aportar en este sentido.

Llevamos ya mucho tiempo planteando que, tan importante como el acuerdo que se podrá lograr, nos parece el futuro de la izquierda abertzale. Pues estamos convencidos de que una vez que se llegue a un acuerdo político, ya no serán ni el mito de la organización armada ni el mundo de los presos los que la cohesionen. Serán las ideas y la forma de funcionar. Y como no se acierte en eso, como no se consiga funcionar de una manera abierta, participativa, aglutinando a la amplia y plural base social que puede representar la izquierda abertzale en otro contexto político, entonces sí que se perderá el potencial que tiene como motor para el futuro de nuestro pueblo.

Y eso es lo que nos preocupa. Ya quedó claro en Iparralde que una buena parte de la base de la izquierda abertzale no se siente representada por la actual Batasuna. Hay síntomas evidentes, también en Hegoalde, para el que lo quiera ver. A estas alturas no se puede pensar que la estrategia adecuada sea un viraje hacia discursos y prácticas de cerrazón grupal, una vuelta a una política que dinamita puentes y que busca al enemigo más odioso entre los aliados posibles. En Irlanda el Sinn Fein ha salido fortalecido de la decisión que tomaron y los IRA Verity y Continuity son los que han quedado al margen. Por tanto, se puede estar de acuerdo o no, pero estos planteamientos no son nada del otro mundo. En Irlanda no habrían sido un problema porque eran las tesis de la «posición oficial». Martin McGuinness lo expresaba en una entrevista a «Berria»: «Dijimos claramente a nuestra gente que no podíamos seguir con la lucha armada estancada otros 20 años».

Han pasado 10 años desde que hicimos público el artículo «Nos ilusiona lo de Irlanda». Fue una forma suave de decir lo que pensábamos. En adelante sólo pretendemos seguir aportando lo que podamos como presos políticos vascos; ya que nuestra condición de presos políticos vascos y el compromiso que adquirimos con nuestro pueblo, hace ya más de 30 años, están por encima de la pertenencia a cualquier forma organizativa. Aportación que sólo la entendemos dentro de la reflexión que haga posible, también en nuestro pueblo, un acuerdo político que hace ya años se tenía que haber producido.

Por último, decir que estamos convencidos de que si los presos hubiéramos estado, como en Irlanda, agrupados en las cárceles de Euskal Herria, también aquí se habría producido y materializado esa reflexión que allí les llevó a priorizar el camino de la negociación y el acuerdo.

Carmen Gisasola y Joseba Urrosolo. Presos políticos vascos