Introducción Para afrontar el reto develar las causas que dieron origen al conflicto social y armado se debe analizar lo económico (fundamentalmente), lo político, cultural e ideológico. En este documento enfatizaremos en un punto clave; el problema de la tierra que a lo largo de nuestra historia ha sido factor clave de violencia estatal y […]
Introducción
Para afrontar el reto develar las causas que dieron origen al conflicto social y armado se debe analizar lo económico (fundamentalmente), lo político, cultural e ideológico. En este documento enfatizaremos en un punto clave; el problema de la tierra que a lo largo de nuestra historia ha sido factor clave de violencia estatal y concentración de esta en pocas manos.
La historia de Colombia ha sido nefasta en la repartición de la tierra de forma democrática. La década del veinte del siglo XX, es un momento clave para entender los orígenes del conflicto colombiano, pues el desenvolvimiento de la sociedad a partir de esta apoca viene acompañado de grandes inversiones del imperialismo estadounidense. Con ello comienza la confrontación entre dos modelos de tipo excluyente, una lucha entre quienes dominan el País; uno basado en la propiedad de la tierra y la otra apalancada por el desarrollo industrial, no sin antes decir que el apoderamiento de la tierra venía desde siglos atrás como herencia de la colonia española.
La larga historia del despojo y la concentración de la tierra
Para nuestro País, igual que las leyes del despojo actúan en cualquier parte se fue construyendo una formación social, una clase dominante que fue buscando diferentes maneras de apropiarse de la tierra, mediante la violencia, leyes, etc.
Para conocer el origen de nuestro agravado conflicto es necesario remitirse a la historia como campo de batalla. Es por ello, que se debe examinar la transformación económica, luego de la independencia de España y que fue propiciada para la exportación de minerales como oro, madera, y luego, para ser sustituidas por el tabaco, azúcar y sobre todo café, siempre de la mano de la concentración violenta y legal de la tierra.
El legado de la colonia nos dejó formas de apropiación de la tierra, monopólica y excluyente. Todo ello ha promovido que el mediano y pequeño campesino tenga que internarse en zonas de colonización para poder sobrevivir.
La manera como se le ha dado tratamiento a esta situación no ha cambiado mucho desde el legado de la colonia hasta nuestros días, inclusive, se ha profundizado más.
Por qué indagar los orígenes del conflicto a partir de la tierra? Una pregunta necesaria para comprender que la tenencia de la tierra da la posibilidad de construir territorios y son en estos espacios en los que se cierne y se expresan los conflictos, sus consecuencias como el desplazamiento, la violencia, etc.
Dentro del gran cumulo de métodos que ha tenido la oligarquía colombiana a lo largo de la historia para apropiarse de la tierra, fue característico de los hacendatarios de las primeras décadas del siglo XX, la fijación de contratos de arrendamiento a campesinos colonos, que con esta forma pasaron a perder sus tierras y ser fuerza de trabajo explotada de los ahora dueños de esta.
En estas primeras décadas del siglo XX, Colombia se abrió paso a una industrialización inconclusa, pues el café, producto de primera exportación dejo grandes tasas de ganancia para una clase dominante en transformación que venía luchando contra tendencias de algunos sectores del partido liberal y campesinos pobres por democratizar la tierra, propuesta que no encontró eco en las altas esferas de los partidos tradicionales. Situación que trajo grandes enfrentamientos en torno al acceso a la tierra; miles de campesinos que al perder lo poco que tenían, se volvieron obreros pues el acorralamiento a la pequeña y mediana propiedad desemboco a las familias a las ciudades en auge, entorno que confluyo en grandes huelgas obreras, una de ellas, la protesta contra la unitet fruit company (hoy chiquita brands) en la que murieron miles de trabajadores en 1928 a manos del ejército nacional.
Esta época entre finales de la década del 20 y mediados del treinta, de dura confrontación entre algunos sectores pobres del liberalismo aliado con las comunidades campesinas contra la dirigencia de los dos partidos, terminó agotando el poder del conservatismo y abrió el paso a un proceso de reformas que desde el otro partido tradicional en el poder empezó a tomar fuerza. A pesar de los enfrentamientos por el poder entre los dos partidos tradicionales, se mantuvo la propiedad agraria intacta.
Las presiones de campesinos, colonos y trabajadores de la tierra llevaron a algunos gobiernos a propiciar reformas en torno al acceso a la tierra en la década del treinta, de alguna manera ganancias para los trabajadores rurales. Aunque hubo varios intentos de reformas solo se materializó cuando se aprobó la ley 200 de 1936, ya que la clase en el poder no cedió más.
Para Berry la ley 200 «poco a nada contribuyo a frenar la continua apropiación de las tierras públicas en las zonas de frontera ni a afrontar las tensiones entre colonos y grandes empresarios alrededor de la tierra, que continuaron siendo una causa esencial del conflicto social en el campo colombiano» 1 y por más reformista que fue, acrecentó la violencia del latifundio colombiano contra la comunidades campesinas.
Durante casi diez años de propuestas del liberalismo, llevaron a que este partido cooptara diversos grupos de trabajadores engrosando sus filas sin tocar la estructura agraria. Con ello, y bajo una crisis política que afianzo las grandes posesiones de tierra por medio de la aprobación de la ley 100 de 1944, se agudizo el conflicto social y la violencia, que años más tarde desembocaría en la confrontación armada. Para las organizaciones agrarias fue una dura etapa de asesinatos, desapariciones y masacres, que apalancaron la agricultura comercial.
La creciente violencia por parte de la oligarquía a mediados del siglo XX, trajo como consecuencia el alzamiento armado de campesinos y liberales pobres en principio, luego en el levantamiento de un movimiento guerrillero de ideología comunista que recogiendo las leyes del llano y las necesidades de los trabajadores confluyeron en el programa agrario de los guerrilleros, «cuyos ejes centrales fueron; tierra para quien la trabaja, confiscación del latifundio, elevación del salario mínimo, dignificación del trabajo agrícola,»2 entre otros .
Entre cruentas luchas por la tierra, en un conflicto de expresión social y armada la oligarquía colombiana constituyo el Frente Nacional como eje central del cierre de la democracia. Este pacto bipartidista firmado en la España de la dictadura de Franco, no ayudo para nada en la solución de los conflictos nacidos anteriores del siglo XX. La restricción de la democracia solo promovió y acuño al País a una catástrofe antidemocrática.
Esta etapa de intervencionismo estadounidense a través del programa contrainsurgente llamado «» alianza para el progreso» llevaron a constituir una nueva ley agraria. El panorama rural de la época para nada fue bueno. «Cerca de 1.200.000 campesinos carecían de tierra, mientras que no más de 25.000 propietarios poseían el 55 % de las tierras utilizables»3.
Bajo estas graves condiciones se originó la ley 135 de 1961 y con ella, una de las pocas ganancias para el campesinado: las unidades agrícolas familiares UAF. Pero los resultados generales de esta ordenanza fueron nefastos; a pesar de que esta normatividad estaba encaminada a una reforma agraria, no sucedió; «en 20 años de las 800.000 familias sin tierra del censo agropecuario fueron favorecidas tan solo el 4.36%»4
Lo que sí tuvo éxito fue la política de tierras del alto gobierno, la iglesia, terratenientes y empresarios, 14 años más tarde con la firma del denominado pacto del Chicoral. Su objetivo central fue el aseguramiento de la estructura agraria a través de las leyes 4 de 1973 y de 1975.
Todas estas series de situaciones en el mundo rural han sido factor clave en la persistencia del conflicto social armado, así como de los sanguinarios efectos de este sobre la población. Para Darío fajardo la persistencia del conflicto en términos agrarios han sido dos; el afianzamiento y recomposición de la gran propiedad como base de la producción agroexportadora y la persecución y desmantelamiento de las organizaciones agrarias.
Otro factor importante en la persistencia del conflicto fue la inserción de Colombia en la economía transnacional de las drogas ilícitas, bajo contubernio de las altas esferas de la burguesía colombiana. Los orígenes y antecedentes del narcotráfico los encontramos en los años 30, para luego pasar en los 60 a producir, procesar y vender. Este aspecto es de vital importancia en los análisis del conflicto colombiano, pues nos permite observar como el campesino pobre al no poder competir con la agricultura subsidiada de otros países, dentro como cultivador, a ser el eslabón más débil de una gran cadena multinacional. Además de ser el único en recibir tratamiento represivo por parte del Estado en el intento de acabar con esta problemática
La forma como se ha profundizado la explotación y la expropiación del territorio nacional, luego de la apertura económica neoliberal ha traído en la agricultura colombiana una estructura agraria basada en la gran propiedad que ha contribuido a causar graves efectos en la población: pobreza, inequidad, desplazamiento, entre otros.
Además de ello, los propietarios de millones de hectáreas han actuado en el lavado de activos, protegidos por el paramilitarismo; caso ejemplar es el de la multinacional chiquita brands, que entrego cientos de fusiles y dinero a paramilitares en la idea de desarticular las organizaciones campesinas en auge.
Otro efecto en Colombia ha sido el desabastecimiento alimentario que viene sufriendo el País. En décadas anteriores la autosuficiencia alimentaria en gran parte de alimentos era una realidad. Luego del paso a la agricultura comercial, Colombia ha tenido que importar cada vez más este tipo de productos.
En 1990 nuestro país importaba la suma de 405 millones de dólares, lo que al 2014 ascendió a 4.750 millones de dólares. Todo ello sistemáticamente pensado para acabar con el campesino como sujeto político, económico y social. Finalmente se puede ver en la larga historia de las estadísticas desafortunadas de Colombia que en los departamentos donde hay mayor concentración de la tierra hay mayor desplazamiento.
Notas
1 FAJARDO, Darío. En: Comisión histórica del conflicto y sus víctimas. Pág. 20
2 Ibídem. Pág. 25
3 Ibídem. Pág. 28
4 Ibídem. Pág. 29
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