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Reseña de La base material de la nación, de Carlos Barros (1)

Desde un punto de vista histórico-materialista temperado y documentado

Fuentes: Rebelión

Imprescindible (o casi) para personas interesadas por el tema; también para las no tan interesadas. Imprescindible (o casi) para personas que se consideran participantes/simpatizantes de la tradición marxista; también para los no muy próximos a esta tradición político-filosófica que consideran a los grandes clásicos del marxismo dos importantes pensadores del siglo XIX que, como tantos otros, conviene conocer y transitar. Imprescindible (o casi) para nacionalistas que se consideran de izquierdas o próximos al marxismo; también para los que, sin serlo, usen la ‘metodología’ marxista en sus análisis.

Carlos Barros ha publicado recientemente en El Viejo Topo un libro que merece nuestra atención y atenta lectura: La base material de la nación. El concepto de nación en Marx y Engels. Barros sabe de lo que habla, conoce el asunto que tiene entre manos, ha leído y meditado en profundidad (durante años), y no sobre segundas o terceras fuentes sino sobre los escritos (algunos poco conocidos) de esos dos filósofos más-que-filósofos que intentaron transformar el mundo. Barros no habla de oídas y piensa siempre con su propia cabeza.

Marx, señala, “no dejó escrita una teoría acabada de la nación desde el punto de vista materialista, desde la posición metodológica que le es propia” (p. 17) y que él considera consustancial al marxismo. Lo que sí que hay en sus escritos, y en su actividad política, “son múltiples referencias al hecho nacional, omnipresente en la realidad política del siglo XIX, en la historia y relaciones sociales y económicas de aquel tiempo, y en el de hoy, por cierto, aunque de forma diferente”. El objetivo de su investigación: “localizar estas referencias de tipo político, teórico y metodológico, a veces indirectas, ordenarlas y relacionarlas, partiendo de la hipótesis -verificada, finalmente- de que en los creadores del marxismo tenemos elementos suficientes para aproximarnos y reconstruir un concepto materialista de nación” (p. 18). Para ello, Barros ha buscado y rebuscado “entre las obras teóricas y los artículos de prensa, los conceptos y sus aplicaciones prácticas”, y en trabajos de historia inmediata (sobre Irlanda, Polonia, China, etc.) “que retroalimentan la teoría y los métodos que se infieren de los libros y artículos más sesudos”, combinación, añade, que le vacuna “contra cualquier sistematización dogmática, abstracta o cerrada”.

Un apunte sobre el autor. Carlos Barros (Vigo, 1946) es ingeniero técnico industrial e historiador. Fue dirigente de la organización universitaria del PCE en la universidad de Madrid (1967-1968), fundador del Partido Comunista de Galicia (1968-1969) y miembro del Comité Central del PCE (1972-1988). Ingeniero técnico industrial, doctor en Historia medieval (tesis y tesina sobre la revuelta medieval de los irmandiños), ha sido profesor en la Universidad de Santiago de Compostela (1990-2016) y fundador y coordinador de la Red Académica Internacional Historia a Debate (1993-2021, www.h-debate.com). Ha publicado numerosos trabajos de investigación e interpretación, en formato texto, video y podcast, sobre historia medieval y social de las mentalidades, metodología, historiografía, teoría, didáctica de la historia e historia inmediata. Pueden visitar su página, no saldrán decepcionados: www.cbarros.com.

La estructura del libro: Prólogo, Introducción, cuatro capítulos y conclusiones. Los capítulos: 1. Usos del término ‘nación’ y afines. 2. Origen y desarrollo histórico de la nación. 3. Procesos nacionales en la época de Marx (a) formación de Francia; b) Unificación de Alemania; c) Restitución de Polonia, d) Liberación de Italia, e) Colonización de India, f) Colonización de China, g) Engels y los pueblos eslavos). 4. Base material de la existencia nacional: a) Nación, totalidad social, b) Condiciones de producción, c) Condiciones nacionales de producción, d) Dialéctica de las condiciones de producción, e) Reproducción social de la nación, f) Lucha por las condiciones de producción, g) Clases y naciones. h) Lucha de clases, luchas de naciones). Cierra con un capítulo de conclusiones.

La historia del libro. La primera versión data de 1985 y  fue escrita en gallego: ‘A base material e histórica da nación en Marx e Engels’. Formaba parte del libro colectivo (editado por el propio autor y José Vilas Nogueira) Dende Galicia: Marx. Homenaxe a Marx no 1º centenario da súa morte (Antoni Gutiérrez, el ‘Guti’, el que fuera secretario general del PSUC, “propuso a Edicions 62 su edición en castellano, le contestaron que ya ‘no publicaban esas cosas”. ¡Qué tiempos!). Conocedor de las investigaciones de Barrios, Peter Jehle, el editor del Diccionario histórico-crítico del marxismo, obra enciclopédica en alemán fundada por Wolfgang Fritz Haug, uno de los grandes conocedores de El Capital [1], le propuso escribir la voz Nationale identität [2]. Al releer mi trabajo juvenil, comenta, “rememoré la pasión de la época y cierto asombro por la superioridad metodológica y teórica todavía hoy de los análisis de los fundadores del marxismo, si se compara con los enfoques al uso, superficiales cuando no frívolos, acerca de una “cuestión nacional” que no ha hecho más que ganar actualidad y complejidad en este nuevo siglo”. 3. Convencido de su utilidad, aquí y ahora, Barros se pudo manos a la obra y tradujo el texto original al castellano, revisando una traducción que corría por la red, y ampliando y poniendo al día el contenido. Nuestro libro. El autor da las gracias a Miguel Riera y El Viejo Topo por la edición.

Una observación conceptual, de interés para el lector: el materialismo defendido por Barros no es una versión del trasnochado economicismo unilateral o versión afín. Cuando habla de la base material de la nación, el título del libro, habla de los fundamentos económicos e infraestructurales del hecho nacional, tanto en su sentido estricto (fuerzas productivas, medios y relaciones de producción social) como ampliado. Esto es, de la influencia, decisiva en ocasiones, del territorio, por un lado, y de la historia, por otro, historia en sus diferentes dimensiones -social, política, ideológica, cultural o mental- sobre la economía. Lo explica así en una entrevista de próxima publicación: “Marx y Engels utilizan casi siempre el término dinámico de condiciones, o sea, circunstancias o situaciones que determinan o influyen, en este caso, en los procesos nacionales. Distinguiendo entre condiciones previas y condiciones resultantes en referencia a las condiciones de producción y reproducción de una sociedad nacional.”

Recojo algunas (remarco: algunas) de las tesis-conjeturas-propuestas históricas y metodológicas del autor, las más esenciales, los más ‘provocativas’, de las primeras páginas del libro. Para abrir su apetito lector:

1. Los epígonos de Marx y de Engels, en opinión de Barros (la afirmación no es políticamente inocente), trataron la ‘cuestión nacional’ como un  problema, y nada aportaron, teóricamente hablando, a los textos de los fundadores de la tradición. Ni siquiera “prestaron atención a sus numerosas y dispersas referencias en sus obras, tratando de explicar desde el punto de vista material los hechos nacionales y su evolución histórica”.

1.1. Sobre la aproximación de Stalin: “Poco que ver [la de los clásicos] con la ulterior definición de nación de Stalin, puramente descriptiva, esquemática y dogmática”. Para Barros, “el concepto originariamente marxista de nación, móvil y abierto [una metáfora que luego explicará], es el antídoto que precisamos ahora para hacer frente a los imperantes enfoques hipersubjetivistas, idealistas, primariamente políticos”.

2. La aportación de Marx y Engels se ubica en la búsqueda de la base material e histórica de la nación y de los proyectos nacionales. Marx-Engels entienden lo nacional como un tipo de ‘totalidad concreta’ (un concepto usual de la dialéctica marxiana del que también dará cuenta) “donde lo subjetivo y lo objetivo se entrelazan de un modo específico según el caso”.

3. Los artículos ocasionales de Marx y Engels, el punto es importante políticamente, suelen tomar partido “a favor o en contra de los procesos o reivindicaciones nacionales… según su interés para el presente o futuro del proletariado, sujeto principal -pero no único- de la historia para Marx y Engels”.

4. Los conceptos teórico-metodológicos tradicionales usados por la tradición, otra de las ideas-fuerza de Barros, como fuerzas productivas, relaciones de producción, modo de producción, formación social, “no sirven, por insuficientes, para profundizar en el análisis del hecho nacional, interclasista por lo regular”. Marx y Engels usaban sobre todo la noción de condiciones de producción, “como fue recordado -con escaso seguimiento- por Ber Borojov”. Su olvido, que nuestro autor, considerada consciente por parte de los sucesivos marxistas, “ilustra, además de desinterés teórico por el tema, el proceso de simplificación y cerrazón del legado de los fundadores que tanto daño nos hizo política y epistemológicamente”.

5. La aproximación a esta categoría central en su interpretación: “Marx definía las condiciones nacionales de producción, y más genéricamente las condiciones de existencia nacional, como algo que había que indagar en cada hecho y momento particulares teniendo en cuenta tres partes interconectadas: condiciones económicas, condiciones naturales y condiciones históricas (sociedad, política y cultura), tanto referido a la producción nacional como, en conjunto, a la comunidad nacional”. Había que incluir todos los factores diferenciales en los análisis de las naciones específicas (lo nacional no podía restringirse a lo meramente económico ni tampoco a lo político o cultural, “como se hace hoy en día” señala críticamente), “siempre dependientes al mismo tiempo del espacio y el tiempo, la economía y la sociedad, la lengua y la cultura, heredadas, transformadas y legadas a las generaciones futuras”.

6. Qué provecho tendría hoy implementar la que llama ‘teoría histórico-materialista de nación’ que subyace a la obra de los clásicos, se pregunta el autor. Su respuesta: comprender mejor, globalmente, un fenómeno que él considera que está más vivo hoy que nunca, tanto o más incluso que en el siglo XIX. Desde su punto de vista, “la globalización ha hecho eclosionar, desde fines del siglo XX, el hecho nacional resucitando antiguas nacionalidades, impugnando las naciones modernas y suscitando vastas comunidades nacionales de nuevo tipo, incluyendo como inalienable el derecho de los pueblos a la identidad colectiva, nacional”, derecho que, en principio, hablo yo ahora, no habría que confundir con el mal llamado derecho a decidir o con el axiomático, e incluso sagrado para muchas formaciones políticas de izquierda, derecho de autodeterminación.

7. Para Barros, cuatro son los tipos de comunidades e identidades nacionales (recordemos su artículo sobre el tema para el diccionario alemán) clásicas y/o asimiladas, que están presentes, interactuando en el siglo siglo XXI: 1. Las naciones europeas sin Estado de origen medieval (también, añade, “las etnias americanas de origen precolonial”). Han resurgido, en su opinión, “a causa de la crisis de los Estados que las cobijan durante las épocas moderna y contemporánea”. 2. Los Estados-nación del siglo XIX, “hoy severamente cuestionados por la mundialización de la economía y la creciente pérdida de soberanía”, estados, según él, propensos actualmente al autoritarismo y el proteccionismo económico. 3. Las identidades de ámbito interestatal o continental, surgidas de procesos ‘regionales’ de unificación comercial. Ejemplo: la UE (lejos, señala, “de constituir una comunidad nacional incluyente”). 4. La propia tierra, nuestro planeta entendido en términos políticos, “entendida como una nacionalidad global cosmopolita, hoy ya una realidad en lo económico, pero no tanto desde un punto de vista social, político y cultural.” Dicho en otros términos: para la nación global se dan ya “las condiciones naturales y económicas de existencia, pero no condiciones históricas (sociales, políticas y culturales), ni fuerzas sociales y políticas suficientes que definan y sostengan la humanidad como una referencia identitaria superior, contra los intereses hoy por hoy hegemónicos de los mercaderes y las multinacionales”.

7.1. Según Barros, la característica más novedosa del hecho diferencial comunitario en el siglo XXI es “la superposición espacial y temporal de las identidades y las realidades nacionales, provocadas por el cambio revolucionario que suponen las nuevas condiciones económicas de producción (e información) global”. Necesitamos a Marx (añado: y a Engels, que tampoco es segundo o tercer violín en este asunto) para comprender la nueva situación.

8. Desde el punto de vista del autor(que acaso compartiría el historiador José Luis Martín Ramos), los debates en la II y III Internacionales, “y también en los años 70 del pasado siglo, sobe nación y nacionalismo”, requieren una mayor profundización en las aportaciones de los clásicos. Su tarea.

8.1. Los textos de los clásicos son sondeados por él en cuatro direcciones: 1. Uso del término nación y sus sinónimos. 2. Manifestaciones explícitas o explicitables de tal concepto. 3. Posiciones políticas y metodológicas sobre los procesos nacionales que les tocaron vivir. 4. Relaciones teóricas entre realidades nacionales y realidades socio-económicas presentes en las grandes obras de Marx y en la correspondencia que mantuvo con su amigo y camarada, apoyándose para eso “en la propuesta intuitiva de Borojov de partir de la noción condiciones de producción”, olvidada significativamente, insiste en ello, por los epígonos de los fundadores.

9. Para nuestro autor, que considera, en conjetura de alta tensión filosófica, metodológicamente indivisibles a los clásicos, Marx y Engels estaban en este asunto en las antípodas, conviene remarcarlo, de la noción de nación de los nacionalistas (idealistas) alemanes y de la burguesía liberal. Tal distancia se observa claramente en los artículos de Marx para los periódicos en los que colaboró.

9.1. Ni que decir tiene que para Barros, Marx y Engels, más allá de sus simpatías y antipatías puntuales, compartían un mismo enfoque teórico de la realidad social. También de la nación.

10. Su posición epistemológica: estamos obligados a corresponder con la misma actitud metodológica de los clásicos (cita para ello el prefacio de Engels de 1874 a la segunda edición de Las guerras campesinas en Alemania), “valorando las limitaciones de la época y confrontando las opiniones de Marx y Engels con las ideas dominantes en aquel momento, contextualizando en su suma sus textos”. Añade razonablemente: “es necesario situarlos en su tiempo, no extrapolando al pasado el nivel de progreso material y científico del presente y menos aún el conocimiento que ahora tenemos de lo que sucedió después de las muertes de Marx y Engels, que podríamos exigir a estos solamente al precio de considerarlos taumaturgos”. Y no es el caso.

Seguiremos en una próxima entrega con el primer capítulo, con el uso de los términos nación y nociones afines por los clásicos, por el compañero de Jenny von Westphalen, por el compañero de Mary Burns.

Notas

1) La editorial Materiales publicó en 1978 su Introducción a la lectura de El Capital, en traducción de Gustau Muñoz. Laertes publicó en 2016 Lecciones de la Introducción a la lectura de El Capital. Probablemente, no tengo seguridad sobre ello, una actualización del libro su anterior.

2) Puede consultar la versión castellana con el título “El concepto marxista de nación” en https://cbarros.com/concepto-marxista-nacion/.