Cargado de una inteligencia abrumadora el Dr. Carlos Sepúlveda, subdirector del DANE, durante una rueda de prensa, el 30 de Junio de 2010, al señalar la relación entre el aumento en la tasa de desempleo en forma paralela al incremento del número de ocupados indica que esto se produjo, entre otras razones, porque más personas […]
Cargado de una inteligencia abrumadora el Dr. Carlos Sepúlveda, subdirector del DANE, durante una rueda de prensa, el 30 de Junio de 2010, al señalar la relación entre el aumento en la tasa de desempleo en forma paralela al incremento del número de ocupados indica que esto se produjo, entre otras razones, porque más personas salieron a buscar trabajo. ¡Vaya descubrimiento!!!
La presentación de los datos del DANE no se la creen ni ellos mismos, la particularidad de este modelo de estadística es hallar explicaciones ramplonas a problemas gravísimos reduciendo a decimas y centésimas, crudas realidades de la cada vez más desesperanzada y angustiante vida de la población colombiana, la cual sigue pese a la adversidad persistiendo en no dejarse morir de hambre y en no sucumbir al desespero suicida y criminal, que a diario conduce a centenares de personas a considerar su auto eliminación como solución definitiva a esa indigna situación.
Datos como: en mayo los ocupados son 19.014.000 personas, 468.000 individuos más que en igual mes del año pasado y, los desocupados son 2.608.000, 161.000 más que en 2009, son una falacia.
Si la tasa de desempleo es 12.8% y el subempleo es 32.8% lo que tenemos en realidad es un 46% de desempleo efectivo. Hay que visitar los barrios y las comunas de este país, las veredas y los pueblos para medir el desespero de la gente y la manera como regalan su trabajo por cualquier cosa y se someten a los regímenes más denigrantes de servidumbre y esclavismo. Hay que visitar las casas de las clases medias donde destacados profesionales llenan las horas en la incertidumbre del desempleo, a la espera de una OPS (Orden de Prestación de Servicios) o de un puesto estable, en una institución respetable, que los contrate con todas las garantías salariales y prestacionales que caracterizan el trabajo digno.
Si arrancar con una olla de empanadas y masato a buscar comensales es subempleo, si lo es pararse con la familia a mendigar en las esquinas de los semáforos, vender dulces debajo de los puentes, prostituir a los hijos en las esquinas y en las carreteras, prestar servicios de sicariato y vigilancia privada en barrios estrato cero, o como viene ocurriendo desde hace meses emplearse de desmovilizado de las autodefensas o de la guerrilla, asumir la condición de desplazado o de prisionero remunerado de culpas ajenas, entre otros enrarecidos oficios, entonces, me cago en el subempleo, que según el DANE ocupa 8 millones y medio de desesperados colombianos.
Tampoco creo que exista empleo serio en ese tipo de famiempresas y microempresas, con el elegante nombre de pyme, a los únicos que sostienen son a los promotores de esas abominables experiencias empresariales, que pueden mostrar como exitosas una en un millar.
En las 13 principales ciudades del país, la tasa de desempleo es de 12.8 y la del subempleo, debe estar por el orden del 40% real, esto es que sumados con los dedos, hay ahí afuera en las calles de Colombia 10.8 millones de personas entre el desempleo absoluto y el subempleo, o desempleo disfrazado.
Los que insisten en afirmar que la violencia es la causa del desempleo y la pobreza, tienen que explicarnos la razones por las cuales la tasa de homicidios y de delitos en las grandes ciudades no están relacionadas con la violencia política, sino con la que se encuba en el desempleo y la pobreza, en la angustia de la gente y en su desesperanza.
Ciudades con porcentajes como Pereira 21.3 %; Armenia 18.7 %; Santa Marta 7.7 %; Barranquilla 7.8 %; Bogotá 11 % de desempleo y las 24 ciudades, que en promedio tienen una tasa del 12.8 %, son herederas de una lógica de gobierno que durante 8 años, ni acabó con la violencia, ni disminuyó la pobreza, ni redujo el desempleo.
Pero si esto enoja, lo que sorprende, es como en medio de la indiferencia general, a la economía le siga yendo bien, mientras, a los pobres y desempleados les sigue yendo de mal… en peor. Tal vez esto se produce por la perversa relación de salarios con desempleo o desocupación disfrazada (rebusque), pues en la medida que aumentan las tasas de estos se reducen los derechos del trabajador formal, en cuanto a sueldos, tipos de contratos, prestaciones, organización sindical y demás formas convenidas de bienestar para el empleado y su familia. La reducción de la capacidad adquisitiva de los salarios reales y la creciente cercenación de los derechos legales es la real base de la competitividad deseada por empresarios nacionales y extranjeros.
Cuando las autoridades y patronos hablan de equidad para sus planes y programas se refieren solo a la diferencia entre trabajadores formales y pobres e indigentes carentes de cualquier derecho; nunca ligan la desigualdad e inequidad con los grandes beneficios, plusvalía o ganancias de empresarios, incluso siempre han utilizado el término de oligarquía obrera para satanizar los trabajadores sindicalizados… Será refiriéndose a algunos Angelinos y Julio Robertos… que andan por ahí, como dice el Dr. Uribe, como ruedas sueltas…
(*) Carlos Medina Gallego es investigador de la Universidad Nacional de Colombia